- Pedro Uc Be, poeta e integrante de la Asamblea de Defensores del Territorio Maya Múuch´ Xíinbal, explica en entrevista que este colectivo de comunidades decidió luchar contra el Tren Maya, porque no “vamos a consentir nuestra propia muerte”.
- Hace tiempo que la Asamblea Múuch´ Xíinbal denuncia en tribunales la soya transgénica, las granjas porcícolas, los campos eólicos y fotovoltaicos que se buscan imponer en la Península de Yucatán. Desde 2019, sumó una nueva lucha jurídica en contra del proyecto llamado Tren Maya.
- A partir de las acciones legales que han realizado, un tribunal federal determinó detener los trabajos de los tramos 1, 2 y 3 del tren. El gobierno federal no ha respetado la resolución del juez.
*ACTUALIZACIÓN: El 30 de marzo de 2021, en un comunicado de prensa, la Asamblea de Defensores del Territorio Maya Múuch´ Xíinbal y la organización Indignación, Promoción y Defensa de los Derechos Humanos informaron que el Tribunal Colegiado de Circuito en Materias de Trabajo y Administrativa dio marcha atrás a las suspensiones impuestas al proyecto del Tren Maya en los tramos 1,2 y 3, por lo que dio luz verde para que las obras continúen. “Con esto se evidencia aún más las autoritarias decisiones de los Poderes de la Unión para imponer un proyecto en la península. También se continúa con la obstaculización de la defensa de derechos con base en intereses políticos sobre los territorios mayas, y con ello se pone en riesgo total y alta vulnerabilidad de las personas defensoras de derechos humanos”, señalaron los integrantes de la Asamblea Múuch´ Xíinbal.
Pedro Uc Be es poeta, pero también es campesino. Es maestro, promotor cultural y padre. Es, ante todo, maya. Y defensor del territorio.
Su historia como defensor es larga. Él ubica que el proceso se dio tiempo después de que salió de su comunidad Buctzotz, en Yucatán, para estudiar su primer licenciatura en teología, en un seminario “muy conservador, que me aleja de mi cultura”.
A mediados de los ochenta, conoció la teología de la liberación: “Es un cuestionamiento que me cambia la vida. Es tan generosa que te libera hasta de la teología. Eso me pasó”. Deja la iglesia y estudia una licenciatura en educación. A partir de ahí, “mi orientación reflexiva, teológica y filosófica” gira en torno de la identidad indígena.
Hoy Pedro Uc es autor de varios libros, el más reciente: Resistencia del territorio maya frente al despojo. Además, forma parte del Consejo Nacional Indígena (CNI). Y es uno de los miembros de la Asamblea de Defensores del Territorio Maya, Múuch´ Xíinbal.
Desde que el presidente de México Andrés Manuel López Obrador anunció sus planes de construir un tren que recorriera la Península de Yucatán, los integrantes de la Asamblea Múuch´ Xíinbal, al igual que otros colectivos de comunidades, fueron de los primeros en advertir sobre los riesgos ambientales y sociales que un megaproyecto así traería para los mayas y la selva. También, desde 2019, promovieron amparos en contra del llamado Tren Maya, un proyecto que para ellos representa “abrir el corazón de la península”.
En entrevista con Mongabay Latam, Pedro Uc explica cómo nació la Asamblea, cómo llevan décadas denunciando y luchando contra los megaproyectos que gobiernos de todos los partidos han tratado de imponer en la Península de Yucatán.
—¿Cómo comienza su caminar como defensores de territorio?
—Con el compañero Russell Pebá hemos estado recorriendo, desde hace ya mucho tiempo, las comunidades mayas de la Península de Yucatán para platicar de identidad indígena, derechos humanos y valores de la cultura maya. No vamos a enseñarlos, porque esos valores ahí están; vamos a refrescar en la memoria los valores que tenían nuestras comunidades antes de la televisión, de los partidos políticos; antes de la religión cristina y de otras religiones.
En ese contexto nos encontramos con una situación que se empezó a dar en Bacalar, Quintana Roo: un grupo de personas estaban desmontando miles de hectáreas de selva para sembrar una planta ajena para nosotros: la soya. Luego descubrimos que era transgénica.
Empezó una preocupación muy fuerte. Primero, por el impacto del desmonte. Hacer un desmonte es destruir una casa habitada. Esa casa habitada, como nosotros lo miramos, es una casa de los animales, de los pájaros, de las plantas medicinales, de los insectos polinizadores, de las abejas y de los murciélagos que son fundamentales para nosotros; no los vemos como recursos, como dice occidente. Nosotros los vemos como hermanos, porque en el pensamiento maya, no somos entes extraños o ajenos de la naturaleza; somos parte de la naturaleza. Como parte de la naturaleza, cuando atentan contra un árbol, una planta, un insecto, atentan también contra nosotros.
—¿En ese momento deciden hacer una defensa del territorio usando las herramientas legales?
—En Bacalar, las compañeras y compañeros nos dijeron: ¿por qué no acudir a las leyes para denunciar esto de la soya? Se buscó el apoyo de un abogado. Nos llevamos algunos tropiezos. Ahí también descubrimos que, lamentablemente, muchas ONG no hacen defensa de las comunidades, cuando mucho hacen una cosa que le llaman “documentación”, pero a la hora de la defensa sacan las manos y los muertos los hemos puesto siempre nosotros, no las ONG.
Una de las cosas buenas que pasó es que, después de un tropiezo con una ONG, encontramos a un abogado muy comprometido en su momento. Nos dijo: “Yo solamente les voy a asesorar, ustedes tienen que hacer todo el trabajo si de verdad quieren hacer la lucha, porque es una lucha de ustedes”. Nos asustó, pero dijimos vamos a hacerlo.
En eso estábamos cuando se anunció el Acuerdo por la Sustentabilidad de la Península de Yucatán (ASPY), que firmaron tres gobiernos de la península: Campeche, Yucatán y Quintana Roo, en el marco de la COP13 que se hizo en Cancún, en 2016. Lo anunciaron como si fuera la salvación del mundo. Cuando leímos el documento del ASPY, nos dimos cuenta de que era el empaquetado de recursos naturales de la Península de Yucatán para entregarlo a las empresas. Hicimos el amparo contra el ASPY. Nos enfrentamos con los jueces, con toda esa burocracia de la justicia federal. Y, después de muchos aprendizajes, ganamos el caso.
—¿Así surge la Asamblea de Defensores del Territorio Maya, Múuch´ Xíinbal?
—Después de que ganamos el amparo contra el ASPY, un compañero nos invitó a Russell y a mi a su casa, donde se reunía con su colectivo, para platicar sobre estos temas de la identidad y el territorio. De esa plática, él hizo una transmisión en vivo por Facebook. Después de esa charla nos comenzó a llegar un montón de preguntas: “¿Dónde los encontramos?” “En mi comunidad están comprando dos mil hectáreas de tierra”. “En mi comunidad dicen que van a venir a sembrar limones y estevia por una empresa”. Nos sorprendió.
Decidimos hacer una reunión el 13 de enero de 2018, en Mérida (Yucatán); llegaron personas de 25 comunidades de la península. Fue ahí que empezamos la Asamblea de Defensores del Territorio Maya, Múuch´ Xíinbal.
En esa misma asamblea, se acordó un primer principio: “La tierra no se vende ni se renta”. Quienes quieren estar en la asamblea no pueden vender ni pueden rentar su tierra. Lo segundo es: no a los partidos políticos, porque no son la solución, son el problema. También acordamos no aceptar financiamiento de fundaciones ni de financiadoras internacionales.
—La imposición de megaproyectos en la Península no se ha detenido. Ahora, una de sus luchas es contra el llamado tren maya…
—Después de la victoria contra el ASPY, no nos duró mucho la celebración. Aparecieron una avalancha de megaproyectos: parques eólicos y fotovoltaicos, las granjas porcícolas, las inmobiliarias con el llamado turismo verde, que es un turismo de alto impacto. Y ahora el famoso tren maya con doble ele.
Cuando López Obrador anunció lo del Tren Maya, poco antes de que tomara posesión, nos preguntamos: ¿quién le pidió un tren?, ¿a quién le preguntó si puede partir el corazón de la península? Es una situación que abre el corazón de la península para que pase un tren.
Nosotros tenemos claro que el tren es un proyecto que viene de dos o tres sexenios atrás. Ni siquiera es un proyecto de él, es un proyecto que viene de lo que se llamó el Plan Puebla Panamá, que promocionaba Vicente Fox.
Desde el principio dijimos esto (el tren) no es para nosotros. Porque si es para los indígenas, qué raro que no le hayan preguntado a los indígenas.
—Antes de que empezaron los trabajos, ustedes alertaron sobre los riesgos ambientales y sociales que puede provocar este megaproyecto. Ahora, cuando ya hay maquinaria en el terreno, eso que advirtieron, ¿se quedó corto?
—Sí, definitivamente. La mayoría de la gente ni siquiera entiende que esto no es solo un tren; es un proyecto de reordenamiento territorial para convertir la península en un corredor industrial. Ahora lo llaman “ciudades sustentables” o “polos de desarrollo”.
Lo hemos denunciado aquí, allá y en las redes sociales advertimos: viene una destrucción fuerte; posiblemente sea el último golpe a la cultura maya, porque si alguien va a estar más afectado es la cultura maya, es la comunidad maya. Va a venir una gran cantidad de gente de varios lados y esta cultura trastocada va a diluirse dentro de una cultura distinta en la que se va a perder esto que todavía tenemos.
Y no lo hacemos por egoísmo, nosotros aceptamos a todos, siempre y cuando haya un proceso de interculturalidad para podernos entender y respetar. Pero aquí, lo menos que hay es el respeto a la cultura maya. Aquí lo que hay es una invasión, una violación al derecho fundamental de nuestra forma de vivir y de nuestra propia vida. Así lo vemos nosotros.
—Un tribunal federal recién dejó sin efecto la Manifestación de Impacto Ambiental para las obras de los tramos 1, 2 y 3 del tren; además, determinó detener los trabajos hasta que no se resuelva si se otorga el amparo. No se ha respetado la resolución del juez. Las obras siguen…
—Nos causa mucho dolor el engaño histórico en el que estamos. Se nos habla de un estado de derecho y de una división de poderes: ni es estado ni menos derecho. No es división y menos poderes. Todo esto es una farsa.
Lo que nosotros demandamos en el caso del tren es la destrucción de lo que llamamos patrimonio cultural y algunas otras cosas. El tribunal nos ha dado la razón.
Estamos molestos y sorprendidos. No por eso vamos a dejar de hacer lo que hacemos y lo que nos toca. Una cuestión que nos toca es la de ir hablando, difundir esto que es una injusticia. Hemos recurrido a todos los niveles, a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, a la ONU, pero no ha habido respuesta.
—López Obrador ha dicho que seguirá la construcción del tren…
—Antes de la pandemia, el 7 de marzo de 2019, nos reunimos en Mérida (Yucatán) varias organizaciones. Uno de los abogados que asistió nos dijo: “¿Ya pensaron qué van a hacer? Porque no estamos hablando de cualquier proyecto; es el proyecto estrella del presidente. Es decir, lo va a hacer”.
Dijimos: sí. Pero no se trata de ganar. Claro, si ganamos, qué bueno. Se trata de manifestar que no estamos de acuerdo con nuestra propia muerte, no vamos a consentir nuestra propia muerte. Vamos a luchar.
¿Qué vamos a ganar? La capacidad de decirle no a eso. Y también eso es ganar. Si se para o no se para el tren, nuestra victoria está en que no consentimos una injusticia sobre nosotros.
A nosotros, López Obrador no puede descalificarnos, porque nosotros no estamos recibiendo dinero de nadie.
—¿En algún momento de su lucha han sentido que caminan solos?
—Nunca hemos luchado solos. En todo el mundo, hay hombres y mujeres que tienen corazón de maíz, como nosotros. Es cierto que las instituciones están en contra de nosotros, pero sabemos que las instituciones no son la fuerza completa de la humanidad.
Nuestra esperanza mayor está en la gente que entiende nuestra propuesta, nuestro caminar, nuestro dolor. En muchas partes del país y de otros países, hay gente que está pendiente de nosotros y de nuestra lucha. Eso nos ha ayudado mucho. A lo mejor no tenemos la fuerza para parar este proyecto, pero creo que hay una esperanza enorme.
Nos sentimos acompañados por mucha gente. Y un botón de muestra fue cuando me amenazaron de muerte (en diciembre de 2019). Una gran cantidad de grupos sociales me cuidaron, me arroparon, me protegieron. Por eso, hasta hoy, sigo haciendo ruido. Porque el Mecanismo de Protección (para Defensores del gobierno federal) es una burla.
—A partir de que se anunció el cambio de ruta en el tramo 5, que va de Cancún a Tulum, se escucharon más voces que advierten de los riesgos ambientales del proyecto. Incluso, se lanzó la campaña #SelvaMeDelTren. ¿Qué opinan de esa campaña?
—En torno a un proyecto tan grande como este, es normal que tiene que aparecer una diversidad de voces. Una cosa importante que se puede notar en esa campaña es que confirma que nosotros tenemos razón. Aunque ellos no lo mencionen de esa manera. Nosotros tenemos muy claro, desde el principio, por dónde estamos caminando y eso lo mantenemos. La otra gente tiene otras motivaciones, pero creo que es valioso lo que han mostrado: el impacto en los cenotes y el agua.
Todas las voces que se sumen en contra de este proyecto me parece que son importantes, siempre y cuando estén debidamente fundamentadas, sustentadas a favor del medio ambiente. Desde lo occidental lo que se ve como medio ambiente, nosotros lo llamamos nuestro territorio, nuestra comunidad.
En una charla que di hace unos días pasaron videos en donde se nota el impacto que las maquinarias están generando en los cenotes: estaba el buzo en el cenote y arriba se escuchaba el tableteo de las máquinas. Uno dice: qué irresponsable es el gobierno que hace este tipo de cosas. Qué tal si una de esas, por esos trabajos mal hechos, solo por las prisas de decir “la cuarta transformación hace obras maravillosas”, en el primer recorrido del tren hay un desplome y un accidente.
Claro, la impunidad ya la vimos con el desplome de la Línea 12 del metro. No quisiéramos que vuelva a pasar algo así, pero parece que este gobierno no entiende. Y no solo él, sino quienes le aplauden.
—Uno de los argumentos que utiliza López Obrador para defender el Tren Maya es que la península es una región abandonada, en donde es necesario crear fuentes de trabajo.
—El tema que confunde a mucha gente son las medias verdades. El problema es que la mayoría de la gente no estamos educados para entender dónde llega la verdad, dónde comienza la mentira y cuando la verdad la usan para justificar hasta un delito.
Es cierto que la Península de Yucatán tiene ciertos retrasos, como cualquier otra parte del país. Pero si de pobreza se trata, sería bueno preguntarnos ¿qué pasa con las periferias de las grandes ciudades? ¿Con las periferias de la ciudad de Mérida y otras ciudades grandes? Siempre hay una franja no solo de pobreza, sino de miseria.
En la Península de Yucatán, la pobreza es relativa. La gente de las comunidades tiene casa, no paga renta. En las ciudades, la gente que está en las franjas de miseria no tiene casa, paga renta; en las comunidades, la gente tiene milpa y come de lo que siembra. Y come sano. En la ciudad, si no tienes un empleo, no comes; a lo mejor sales a robar.
Ahora, ¿quiénes van a recibir los verdaderos beneficios del tren? Hace dos años se empezó a construir el tren y nos anunciaron que iba a mejorar el agua potable, la luz eléctrica, el empleo, la salud, la vivienda. Todo iba a mejorar. Hasta en la boleta de la consulta pusieron toda una lista de cosas positivas que va a traer el tren. A dos años, ninguna comunidad ha tenido beneficios. Pero, ¿cuánto han ganado las empresas que están construyendo el tren? ¿Quién realmente se beneficia?
No hay verdad en que se va a beneficiar a las comunidades con este proyecto. No hay verdad en eso. Lo que va a pasar es que nos están acabando.
—¿Cuáles serán los siguientes pasos de su lucha?
—Uno de los pendientes que tenemos, y que es un camino difícil de transitar, es que los pueblos asuman su propia defensa. Parte de la desgracia que nosotros tenemos es que hemos tenido muchos “salvadores”. Los “salvadores” que llegan terminan crucificándonos. Si no hubiéramos tenido salvadores desde hace 500 años, que supuestamente nos trajeron la Biblia para salvarnos, creo que estuviéramos mejor.
Eso se ha mantenido: tenemos muchos “salvadores” legales, muchos “salvadores” económicos, “salvadores” sociales. Como comunidades tenemos que aprender que la defensa está en nuestras manos, corre por nuestra cuenta. Tomando lo que dice Paulo Freire: nadie salva a nade, cada quien se tiene que salvar y nos salvamos en comunidad. Esa es parte de la tarea que hacemos y ha eso nos estamos dedicando como Asamblea Múuch´ Xíinbal.
—Mencionó que este proyecto es partir el corazón de la península…
—La vitalidad de una persona o un ser viviente está en su corazón. El abrir el corazón es condenarlo a morir. Lo digo así porque al trastocar el agua de los cenotes, ¿quién se salva de eso? Contaminar el agua de los cenotes, dejar sin selva a este lugar, dejarlo sin animales. Eso ya es una cosa que pone en riesgo determinante a la cultura maya.
* Imagen principal: Pedro Uc es poeta, campesino y defensor del territorio. Foto tomada de su página de Facebook.
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