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La minería en la Amazonía venezolana amenaza a la biodiversidad y a los grupos indígenas

La minería en la Amazonía venezolana amenaza a la biodiversidad y a los grupos indígenas

La minería en la Amazonía venezolana amenaza a la biodiversidad y a los grupos indígenas
Rhett Butler, mongabay.com
20/12/2007


Mineros en la cuenca del Río Caroni

Los problemas están aumentando en uno de los paisajes más hermosos de la Tierra. En lo profundo de la Amazonía venezolana, entre antiguas mesetas boscosas en lo alto de las montañas, conocidas como tepuis, ríos cristalinos y espectaculares cascadas, los mineros clandestinos de oro amenazan uno de los reductos naturales más grandes del mundo, hogar de tribus indígenas y de una sorprendentemente alta diversidad biológica. A medida que la situación empeora -con una serie de ataques que ha dejado víctimas tanto en la población indígena como entre los mineros- una organización científica de vanguardia ha llamado al gobierno venezolano a tomar cartas en el asunto.

El drama se desarrolla en el sureño estado de Bolívar, cerca de la frontera con Brasil y Guyana, en las cuencas de los ríos Caroni y Caura. Este último es el más meridional de los dos y es el segundo río más grande que irriga el escudo de Guyana, una extensión de tierras altas que separa las cuencas de los ríos Orinoco y Amazonas. La cuenca del Caura, caracterizada por bosque lluvioso tropical de tierras bajas, tiene impresionantes niveles de diversidad biológica -2,600 especies de plantas vasculares, 168 de mamíferos, 475 de aves, 34 de anfibios, 53 de reptiles y 441 de peces identificados a la fecha- y almacena más de 700 millones de toneladas de carbono, equivalente a las emisiones de 162 millones de automóviles en un año.

La región también aloja grupos indígenas -entre los cuales están los Ye’kwana, Sanema y Hoti- que dependen fuertemente de los ríos locales para obtener agua potable, alimentos y transporte. Al encontrarse en una de las regiones más aisladas de la Amazonía, estas tribus aún conservan su estilo de vida tradicional.

Un problema dorado

Un accidente geográfico ha puesto en riesgo la biodiversidad y los pueblos indígenas. El escudo de Guyana es increíblemente antiguo, con rocas expuestas que datan del periodo Precámbrico, hace unos 600 millones de años. Esta geología, parecida a la de ciertas partes de África Occidental, el oeste de Australia y el escudo Brasileño, produce ricos depósitos de oro, diamantes, hierro y bauxita. Aunque estos minerales se han explotado desde hace mucho tiempo, la región ha experimentado a partir de la década de los 90s una fiebre de oro que rivaliza con las ocurridas durante el siglo 19 en Estados Unidos, Australia, Canadá, Nueva Zelanda y Sudáfrica. La mayor parte de la fiebre ha ocurrido en el estado brasileño de Roraima, pero en años recientes, algunos mineros informales se han movilizado a través de las poco vigiladas fronteras hacia los países vecinos del norte de Sudamérica.

Minería: antes y después


La cuenca del Río Caura, aún prístina.

La cuenca del Río Caura, después de la actividad minera

El Dr. David Hammond, director de la consultoría NWFS, que ha estudiado durante más de 15 años las consecuencias ambientales y socioeconómicas del uso de suelo en la región, afirma que este proceso es impulsado por dos cambios significativos, los esfuerzos para controlar la minería clandestina en Brasil y el repunte global en los precios del oro.

“Se han presentado dos hechos importantes, uno en Brasil y otro en el escenario mundial, que han modificado la dinámica regional de la extracción aurífera,” explica Hammond. “Con la elección de Lula da Silva, se ha producido una notable disminución de la minería artesanal llevada a cabo por los garimpeiros, debido a un mejor cumplimiento de las leyes nacionales de uso de suelo y tribales de integridad de la tierra. En consecuencia, estos mineros ahora se han movilizado a través de la frontera norte de Brasil con Venezuela, Guyana, Surinam y la Guyana Francesa, la cual es extremadamente porosa y prácticamente carente de vigilancia”.

“Al mismo tiempo, el precio internacional del oro se ha mantenido al alza. Esto abarata la explotación de los depósitos auríferos de baja calidad. La región cuenta con importantes recursos áureos, pero la mayoría se encuentra en vetas de baja calidad que no han sido aprovechadas. Los hechos que tan tenido lugar en la cuenca del Río Caura son el ejemplo más reciente de la dinámica que se está presentando a lo largo de la mayor parte de las áreas boscosas del noreste de Sudamérica”, comenta Hammond.

Preocupaciones ambientales


Corriente arriba de un área minera improvisada.

Aunque en Venezuela y Surinam mucha de la tierra está protegida nominalmente sobre el papel, en realidad los parques naturales están siendo invadidos por asentamientos irregulares, pistas de aterrizaje clandestinas que se usan con frecuencia en el tráfico de drogas y el contrabando y por pequeñas explotaciones mineras. Cerca del Caroni y en otras regiones, este sector informal de la minería está generando un importante impacto ambiental -que posiblemente se repita en el Caura por la incursión en septiembre de más de 600 mineros a la cuenca.

Los mineros dependen fuertemente en las técnicas de extracción hidráulica. Disparan chorros de agua con cañones de alta potencia hacia las riberas de los ríos y los bosques desmontados para dejar al descubierto depósitos de grava con potencial de contener oro. El oro generalmente se extrae de esta grava usando una canaleta que separa los sedimentos más pesados y el mercurio usado para amalgamar el metal precioso. Aunque la mayor parte del mercurio es removido para reutilizarse o quemarse, parte de el invariablemente termina en los ríos.

“El principal problema con este tipo de extracción aurífera es que prácticamente no tiene ningún tipo de manejo o control en ningún aspecto”, explica Hammond. “Las ventas de mercurio están escasamente reguladas y su uso está ampliamente extendido. Con frecuencia la recuperación del mercurio, mediante el uso de retortas, no se lleva al cabo. Como resultado, los operadores inhalan vapor de mercurio, el mercurio transportado por el aire se seca y se deposita a través de muchas zonas y el mercurio líquido llega hasta el ambiente acuático. Una vez ahí, es metilado e ingerido por los organismos bentónicos, que a su vez son devorados por peces depredadores, y así continua ascendiendo en la cadena alimenticia. ”


Corriente abajo de un área minera improvisada. Nótese los niveles más altos de sedimentos suspendidos.

Hammond afirma que la bioacumulación de mercurio en los peces representa una amenaza para la salud de las personas que viven aguas abajo.

“El pescado representa la mayor fuente de proteína en la dieta de los residentes locales, lo cual ocasiona una acumulación bien documentada, particularmente en los niños”, señala. “Los efectos del mercurio en los humanos son bien conocidos”. Su acumulación en el cuerpo se ha asociado con daños neurológicos y defectos de nacimiento.

“Además,” agrega Hammond, “los campamentos mineros pobremente manejados crean condiciones ideales para la reproducción de los mosquitos, lo cual hace que estos lugares sean focos de infección de enfermedades transmitidas por vectores. Estas enfermedades (malaria y dengue) se diseminan más allá a medida que los mineros sin tratamiento médico retornan a sus comunidades y con sus familias”.

Hammond comenta que estos efectos son duraderos.

“Para poner la situación en contexto, aún existen lagos en las montañas de la Sierra Nevada de California donde no se puede nadar ni pescar, debido al uso incontrolado de mercurio durante la época de la fiebre del oro, hace más de 120 años. Estos lugares continúan registrando un proceso de bioacumulación tóxica de este elemento, según varios estudios realizados por el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS)”.


Las áreas mineras están contaminadas por desechos sólidos y líquidos. Hammond menciona que “la metilación del mercurio está determinada principalmente por la presencia de bacterias reductoras de azufre que se encuentran cuando hay bajos niveles de oxígeno disuelto. El Caura y la mayoría de los ríos que drenan el Escudo de Guyana registran uno de los niveles más bajos de oxígeno disuelto conocidos para los sistemas ribereños, lo cual incrementa las tasas de producción de metil mercurio y el riesgo hacia las poblaciones locales”.

La minería también pueden ocasionar otros desastres. Los sedimentos disueltos que se mezclan en las actividades mineras tienen efectos nocivos sobre la flora y la fauna acuática, interfieren con la navegación en los ríos y representan riesgos para los procesos hidroeléctricos, como la presa Guri, la segunda hidroeléctrica más grande del mundo, ubicada en la cuenca del Río Caroni. En el terreno, el suelo dañado del bosque desmontado puede impedir su recuperación y las zonas previamente forestadas pueden transformarse en sabanas propensas a los incendios a medida que los árboles ya no pueden recolonizar el área una vez que los pastos se han establecido. La Ministra del Ambiente de Venezuela, Jaqueline Farías, afirmó el mes pasado que tomará 300 años para reforestar el bosque destruido y 70 años para descontaminar las áreas alteradas por los mineros.

Violencia creciente

Más allá del impacto ambiental, la minería está causando una agitación social en la cuenca del Caura. En meses recientes, cientos de mineros procedentes de los estados brasileños de Para, Amapa y Mato Grasso, pero también de Venezuela, Guyana y Colombia se han desbordado hacia los bosques venezolanos, una situación que se repite en el sur de Guyana, el oeste de Surinam y en Guyana Francesa (donde los mineros están implicados en el asesinato de dos guías ecoturísticos en la Reserva Natural Nouragues). Los mineros iniciaron una campaña de intimidación contra los grupos indígenas, que involucro la provocación de incendios, amenazas de muerte y destrucción de aldeas, lo cual obligó al gobierno venezolano a enviar al ejército. Bajo una pobre supervisión, los soldados mataron a tiros a seis mineros y quizá estuvieron relacionados con el ahogamiento de otros cuatro. Aunque los soldados han sido arrestados, esta debacle ha sido un revés en los esfuerzos de desalojo. Los mineros simplemente se movilizaron hacia los pueblos y esperaron la retirada de las tropas, que se esperaba ocurriera después de las elecciones nacionales del 3 de diciembre.

“Aunque apoyamos las acciones del gobierno, con el uso del ejército para desalojar a los mineros de la cuenca del Río Cauca, estamos en contra del asesinato de mineros, como los ocurridos en la cuenca del Río Paragua”, dijo la Dra. Judith Rosales, bióloga de la Universidad Nacional Experimental de Guayana. “Evidentemente los soldados se descontrolaron y ahora están bajo custodia. Aún así, no debemos dejar que esto nos distraiga, ya que la minería ilegal sigue presente en las áreas protegidas y continúan los ataques sobre las aldeas indígenas y sobre los ambientalistas”.

Una institución científica llama a tomar medidas

En respuesta a estos desarrollos recientes, la Asociación de Biología Tropical y Conservación (ATBC), la organización científica más grande del mundo dedicada al estudio y la protección de los ecosistemas tropicales, con miembros en más de 70 países, ha aprobado una resolución que llama a que el gobierno venezolano tome acciones sobre la minería ilegal en la cuenca del Caura. La ATBC espera que al resaltar las incursiones ilegales en Venezuela, se atraiga la atención sobre desarrollos similares a lo largo de la región del Escudo de Guyana.


Minería hidráulica.

“La extracción ilegal de oro es una amenaza siniestra
para los bosques lluviosos y sus habitantes nativos.
Es una tragedia observar a una de las últimas joyas prístinas
del neotrópico sujeta a esta amenaza creciente”

– William F. Laurance,
presidente de la Asociación de
Biología Tropical y Conservación

El resolutivo de la ATBC llama al gobierno venezolano a que haga cumplir las leyes existentes, lo cual requiere la protección de los ecosistemas boscosos y su biodiversidad y que defienda los derechos de los grupos indígenas actualmente amenazados por los mineros.

“Noventa y cinco por ciento del territorio de la cuenca del Caura está clasificada bajo distintas categorías del ABRAE (el sistema de áreas protegidas de Venezuela), incluyendo una Reserva Forestal y varias zonas de conservación estricta”, afirmó Rosales. “De acuerdo a la ley venezolana, el gobierno está obligado a proteger estas tierras, involucrando a las comunidades indígenas y a las poblaciones locales en el manejo de la biodiversidad y el uso sustentable del bosque. Las recientes invasiones de los mineros de oro en la cuenca del Río Caura son una violación directa de la ley venezolana”.

Además, consistentemente con estas precauciones, el resolutivo de la ATBC le solicita al gobierno que promueva los proyectos de desarrollo sustentable en la región, para generar oportunidades de empleo para la población local sin dañar el ambiente. El gobierno, con una gran riqueza petrolera, ya ha financiado proyectos similares de bienestar social en otras partes del país.

El resolutivo también llama a reforzar la regulación y el monitoreo en la Cuenca, quizá involucrando a las poblaciones indígenas locales en tal esfuerzo. Las reservas indígenas como las de Tumucumaque en Surinam han mostrado ser mucho más efectivas las reservas forestales aledañas. Se piensa que la presencia de indígenas territoriales armados con escopetas y flechas envenenadas es un factor que limita las incursiones de los mineros .

La ATBC afirma que es imperativo actuar ahora en el desalojo de los mineros ilegales de la cuenca del Caura antes de que termine como la cuenca del Caroni: degradada, deforestada y plagada de violencia.

“La extracción ilegal de oro es una amenaza siniestra para los bosques lluviosos y sus habitantes nativos”, afirmó el presidente de la ATBC William F. Laurance. “Es una tragedia observar a una de las últimas joyas prístinas del neotrópico sujeta a esta amenaza creciente”.

 

Este artículo utilizó información proporcionada por la Asociación de Biología Tropical y Conservación y los científicos arriba mencionados. Referencias y lecturas adicionales:

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