Noticias ambientales

¿Pueden las remesas y la globalización ayudar al medio ambiente?

¿Pueden las remesas y la globalización ayudar al medio ambiente?

¿Pueden las remesas y la globalización ayudar al medio ambiente?
Por Rhett A. Butler
es.mongabay.com
14/12/2007

La globalización y otras tendencias económicas parecen estar ayudando a recuperar los bosques devastados de El Salvador, reporta una nueva investigación que evaluó el impacto del comercio global, de los cambios en las políticas del país y de las remesas sobre la extensión de la selva.

El estudio, realizado por Susanna B. Hecht de la Universidad de California en Los Angeles y Sassan S. Saatchi del Instituto de Tecnología de California, se baso en datos socio-económicos, en sondeos sobre el uso de la tierra y en imágenes satelitales para documentar los incrementos significativos en el área de El Salvador recubierta de bosques ligeros y de selva desde que los acuerdos de paz fueron firmados en el país dividido en 1992.

“Aun donde la densidad de la población rural sobrepasaba las 250 personas por kilómetro cuadrado, hemos apreciado un incremento de 22% en el área con mas de 30% de cobertura de árboles y un 7% de incremento en el área con mas de 60% de cobertura de árboles,” escriben. “La reaparición de los bosques ha reflejado unos procesos como la guerra civil, el repliegue de la frontera agrícola, la emigración internacional con sus remesas. La reforma agraria, el reajuste estructural y la aparición de ideas ambientales también han jugado un papel en la dinámica de los bosques.

El resultado puede parecer sorprendente para muchos conservadores quienes a menudo asocian la globalización con la deforestación y la degradación de antiguas selvas. Hecht y Saatchi argumentan que el papel del rumbo económico y social sobre la recuperación de bosques como la globalización y las remesas, han sido pasados por alto.

“Las remesas son un elemento de globalización que esta actualmente generando la recuperación de bosques mas que su destrucción,” dijo Hecht a mongabay.com. Un verdadero cambio estructural en las economías de los campesinos ha ocurrido. No pueden competir mas con la agricultura industrializada de tal forma que sus mercados se han visto reducidos. Esto significa que la agricultura a menor escala no es más viable y que las populaciones rurales dependen de remesas y de otras fuentes de ingresos. Esta es la historia de una gran transformación.


Hecht and Saatchi 2007.

Las remesas, no la densidad poblacional, estrechamente correlacionadas a la cobertura de los bosques en El Salvador.

La comparación de cambios en la vegetación maderera proveniente de datos satelitales en cada provincia de El Salvador con los datos de la población, la distribución del promedio de remesas y el porcentaje de hogares que las reciben, Hecht y Saatchi desarrollaron un modelo para probar el impacto relativo de la población y de las REMESAS sobre la cobertura de los bosques. Encontraron que “por cada punto porcentual de incremento en las remesas, existe un incremento del 0.25 en el porcentaje de tierra con 30% o mas de cobertura de árboles.”

La correlación era aun más fuerte en las áreas de mayor cobertura de árboles. Inesperadamente, los investigadores no encontraron ninguna correlación entre la cobertura forestal y la densidad de población.

“Las remesas pueden ser particularmente importantes para la recuperación de los bosques en El Salvador, dando la posibilidad a la gente en las áreas rurales de comprar comida sin necesidad de cultivarla y venderla,” escriben.

Hecht y Saatchi dicen que la guerra ha llevado al incremento de remesas porque hizo que aproximadamente un sexto de la población huya del país, principalmente hacia los Estados Unidos. Estos inmigrantes, quienes abandonaron el campo, enviarían mas adelante dinero a sus familiares que permanecieron en el país de América Central.

“La guerra ha formado un contexto que últimamente ha tenido diversos efectos sobre el medio ambiente, sobre la economía política del país, y sobre las normas de uso de tierras,” explican los autores. “En el Salvador, la rápida expansión de la agricultura industrial, la agricultura de campesino y las fronteras ganaderas han declinado abruptamente mientras el campo se volvió muy peligroso, abundante como lo era con los bombardeos periódicos y las masacres.”

Durante este tiempo las granjas y los ranchos fueron abandonados y El Salvador llego a depender de las importaciones de alimentos. Mientras tanto, los rebeldes usaron los bosques como una defensa estratégica, impidiendo a los campesinos y a las granjas comerciales que talen los bosques o que conserven sus tierras de labranza.


Cuando la paz fue restaurada en 1992, el gobierno Salvadoreño “enfatizo el mercado- mas que unas formas de desarrollo estadistas, centrado en los sectores urbanos industriales promovió la liberalización del comercio para la importación de alimentos y limito tajantemente el crédito a las áreas rurales, las cuales habían socavado los mercados, el soporte económico y los retornos para los pequeños agricultores,” escriben Hecht y Saatchi. “En el 2000, el verdadero retorno a la agricultura se redujo al 27% de su valor en los años 70, creando un fuerte desaliento a la producción, con un costo de producción para la mayoría de las cosechas que excedía las ganancias que pudieran tener.

“Aunque las exportaciones agrícolas fueron la principal fuente de divisas extranjeras para toda la historia de El Salvador, en los años 90 la agricultura dejó de ser el sector económico dominante,” continúan. “El modelo de desarrollo nacional cambio la agricultura de exportación por una basada en servicios industriales y bancarios, aun cuando la mitad de la población permanecía rural.”

La redistribución de tierras bajo los acordes de paz–los cuales dieron a los propietarios de tierras unos títulos de propiedad seguros–también tuvo una fuerte influencia animando a los campesinos a manejar mejor los recursos naturales. Hoy en día la gran mayoría de campesinos de El Salvador son pequeños propietarios. Muchos de ellos participan en unos sistemas de producción mixtos que guardan una matriz variada de paisajes agrícolas y de tierras forestales regeneradas. Este sistema respalda unos niveles más grandes de biodiversidad que los monocultivos convencionales o que los ranchos ganaderos.

“Estas pequeñas granjas juegan un papel importante en el aprovisionamiento del hogar y crea un campo altamente estructurado y ecológicamente diverso, particularmente porque los bosques cafetaleros de El Salvador mantienen un pasado mucho mas diverso que es característico para la mayor parte de América Central, y son sistemas mayormente de bajo consumo u orgánicos” escriben Hecht y Saatchi

Hecht agrega que la estrategia de multiuso complementa la ecología natural de la región la cual es a menudo golpeada por las tormentas, las inundaciones y otros desastres.

“Existe la necesidad de pensar en estas áreas no tanto como un medio ambiente frágil sino como unos paisajes resistentes. Hay muchas situaciones donde existe un dinamismo ecológico, especialmente en América Central y en lugares como la falda de los Andes,” dijo a mongabay.com. “Estos son lugares con desastres naturales constantes—como consta del huracán Félix que apareció mientras estamos hablando. Estas son ares que están adaptadas a cambios constantes. Después de la destrucción re-emergen.

“Por ello, este tipo de lugares son huérfanos políticos,” continuo. “Podría haber maneras de aumentar las dinámicas de resurgimiento forestal en lugares donde la destrucción ha ocurrido.”

La diversidad aumenta el ingreso


Como los bosques siguen recuperándose, los pueblos rurales pueden ver otras formas de ingresos por medio del restablecimiento y mantenimiento de los servicios del ecosistema.

“Podemos empezar a pensar en unos granjeros no tanto como productores de materias primas–tal como eran conocidos históricamente–sino mas como productores de servicios de medio ambiente,” explico Hecht. “Dejando la selva recuperarse, restableces la población de abejas que ayudan con la polinización, cuidas los ríos y proporcionas habita. Es importante darse cuenta que la matriz es por lo menos tan importante en la conservación como en la protección de áreas, particularmente en paisajes fragmentados. Así que si mejoras la calidad de la matriz–que son las áreas entre las zonas de conservación–incrementas el potencial total para conservar la biodiversidad y mejorar los servicios ambientales.

Hecht y Saatchi argumentan que los campesinos deberían ser vistos por los grupos de conservación y por los fundadores de normas como socios claves para fomentar el resurgimiento de la selva. Los autores sugieren que unas grandes ganancias ambientales pueden resultar de la creación de pagos por servicios del medio ambiente, reduciendo los impuestos sobre las remesas y promoviendo transferencias técnicas e innovaciones para respaldar los proyectos ecológicos.

“Los campesinos son aun gerentes de la mayoría de los paisajes tropicales del mundo y de los recursos naturales. Descubriendo situaciones en las que su efectividad en la conservación puede ser incrementada, y en las cuales pueden ser recompensados por acciones que protejan el medio ambiente–deberían atraer cada vez mas la atención de los fundadores de normas y de los doctores del desarrollo”, escriben los autores. “Los que están PREOCUPADOS por la conservación tropical tienen oportunidades únicas en las economías globalizadas, pero los antiguos modelos de conservación por si solos no nos salvaran. A pesar de los puntos de vista acerca de la economía política de la globalización y su significante destructividad en el marcado de fronteras, existen situaciones en las que el relato no es únicamente el de perdida de bosques y de fragmentación. Seria en realidad desafortunado si los viejos modelos nos cegarían a las nuevas oportunidades:”

Salir de la versión móvil