Casi el 80 porciento de la tierra deforestada en la selva Amazónica brasileña entre 1996-2006 ahora está siendo utilizada como pasto para ganado, según un reportaje lanzado hoy por Greenpeace en el Foro Social Mundial en Belém, Brasil.
El reportaje, Huella de Ganado en el Amazonas: Mato Grosso: Estado de Destrucción, confirma que la ganadería es la actividad principal que empuja la desforestación en la selva tropical más grande del mundo: el Amazonas brasileño.
Durante la década pasada más de 10 millones de hectáreas de selva – un área alrededor del tamaño de Islandia – fueron despejadas para la ganadería en cuanto Brasil se hizo el mayor exportador de carne de res del mundo. Ahora el gobierno se propone duplicar su parte en el mercado de exportaciones de carne de res hasta 60% por el año 2018 a través de préstamos de bajo interés, extensión de infraestructura, y otros incentivos para productores. La mayoría de esta extensión se espera ocurrir en el Amazonas donde la tierra está barata y disponible – 70 por ciento del aumento del rebaño del país entre 2002 y 2006 ocurrió en la región.
Reportajes recientes sugieren que mucha de esta extensión ha sido ilegal. Leyes para mantener una “reserva forestal legal” en tierra ubicada en el Amazonas son desobedecidas y muchos terratenientes adquieren tierra sin título apropiado. La corrupción es endémica en áreas fronterizas haciendo que la imposición del cumplimiento de la ley sea inefectiva y a veces oficiales toman parte en actividades ilegales – incluso extracción de madera y el abuso de trabajadores – que suelen acompañar el despejo de tierra.
Además de la pérdida de hábitat para flora y fauna, tierra para tribus indígenas, y servicios abastecidos por ecosistemas, ambientalistas argumentan que la destrucción del Amazonas está alimentando a cambios climáticos. Algunos años hasta 75 por ciento de las emisiones de efecto invernadero de Brasil provienen de la desforestación del Amazonas. La conversión de tierra forestada a tierra de pastoreo resulta en una pérdida casi completa del carbono almacenado en vegetación encima del suelo. También puede producir la erosión de suelos, contaminando vías fluviales.
Sin embargo, ambientalistas enfrentan una batalla dura. Ganaderos y agro-negocios (incluso finqueros de soja y dueños de plantaciones industriales) integran un lobby poderoso en Brasil, especialmente al nivel estadual. Muchos de los políticos más influyentes están vinculados a la industria. A instancia de estos intereses, durante el año pasado, el congreso brasileiro ha introducido medidas que reducirían considerablemente a la capacidad de ONGs ambientales y científicos de operar en el Amazonas.
De cualquier modo, hay un rayo de esperanza en el horizonte para la comunidad ambiental. Una caída en los precios de casi todas las mercancías producidas en la región, unida a la crisis financiera global, delatará algunas de las nuevas inversiones que la región ha visto durante los últimos años. Además, un nuevo esfuerzo por el gobierno brasileño a frenar las emisiones provenientes de la desforestación podrían empujar conservación en un tiempo en el cual los precios de tierra se están estancando relativo al reciente crecimiento explosivo.
Bajo un plan propuesto por el gobierno federal, Brasil se propone establecer un fondo de $21.000 millones de dólares (USD) para reducir emisiones de la deforestación drásticamente durante la próxima década. El plan exige una mezcla de medidas de conservación, mejoramiento del gobierno, la imposición del cumplimiento de la ley, e iniciativas para promover el uso sostenible del Amazonas.
También están emergiendo señales que la industria se está interesando en mejorar las percepciones públicas de su desempeño ambiental en el Amazonas. Varias iniciativas nuevas – incluso el moratorio de soja ejecutado por ABIOVE, un moratorio de ganado ejecutado por la Alianza de la Tierra, y un programa de manejo forestal sostenible ejecutado por IDEFLOR en Pará – están buscando maneras de reducir el impacto de operaciones en el Amazonas para responder a la presión del lobby ambiental.
De todos modos, el reportaje de Greenpeace exige medidas más agresivas para reducir deforestación en Brasil. Urge al gobierno federal a alcanzar un objetivo de deforestación cero en el año 2015, en vez del objetivo menos ambicioso de reducir el despejo de selva hasta 5.586 quilómetros cuadrados en 2015.
Greenpeace dice que Brasil puede alcanzar deforestación cero en 2015 por imponer el cumplimiento de las leyes ambientales ya existentes, incluso su código forestal que obliga a terratenientes a mantener el 80 por ciento de su tierra forestada, desviar inversiones que promuevan la deforestación para programas de desarrollo sostenible, aumentar financiamiento para monitoreo y la imposición del cumplimiento de la ley, adoptar un moratorio de deforestación de 5 años, y apoyar un protocolo climático en Copenhague en diciembre de 2009 que incluya un fondo internacional para Reducir Emisiones de Deforestación y Degradación (REDD) que cumpla los principios claves en cuanto al medio ambiente, transparencia, y igualdad social.
Amazon Cattle Footprint: Mato Grosso: State of Destruction [PDF]