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La verdadera historia de Avatar: Los Pueblos Indígenas en la lucha para salvar sus hogares en la selva de la explotación por las Corporaciones

Advertencia al público: Este artículo revela el final de la película Avatar.


En el nuevo film de James Cameron, Avatar, una tribu alienígena en un distante planeta lucha para salvar su hogar en la selva de los invasores humanos que buscan adelantar la minería en su planeta. La compañía minera ha llevado ex marines para su ‘seguridad’ y no se parará ante nada, incluso el genocidio, con tal de asegurar ganancias para sus accionistas. Mientras que la película de Cameron se lleva a cabo en un planeta con rinocerontes de seis patas y gigantescos lagartos voladores, la lucha entre las corporaciones y los pueblos indígenas es difícilmente ciencia ficción.



Durante décadas, las propias tribus indígenas de alrededor del mundo se han venido enfrentando a las corporaciones –mineras, madereras, petroleras y de gas- que están determinadas a explotar sus territorios. Estas corporaciones, tal como las de la película, generalmente tienen el apoyo de los gobiernos y acceso a ‘fuerzas de seguridad’, muchas veces en la forma de exmilitares o de la policía estatal. Pero a diferencia del film, donde el grupo indígena triunfa sobre los invasores corporativos y militares, las historias en la vida real raramente terminan con justicia: desde el Perú hasta Malasia y el Ecuador sus luchas continúan.



Flechas contra fusiles



El chaman de Kayapo en Brazil

En Avatar, la tribu indígena, llamada los Na’vi, utilizan flechas envenenadas para defenderse de los fusiles, gases y explosivos utilizados por los invasores humanos. El arte imita a la vida: en junio de este año, la violencia reventó en el Perú cuando policías fuertemente armados se enfrentaron con los indígenas que protestaban, y mientras algunos llevaban flechas, otros estaban desarmados.



Las tribus indígenas estaban protestando por cerca de cien nuevos reglamentos o decretos del gobierno peruano –encabezado por el presidente Alan García- que facilitan a las compañías extranjeras la explotación del petróleo, gas, maderas y minerales en los territorios indígenas. Los violentos enfrentamientos resultaron en la muerte de por lo menos 23 oficiales de la policía y de al menos 10 indígenas –aunque los grupos indígenas han dicho que el gobierno se llevó y ocultó muchos cuerpos para hacer parecer que menos nativos habían muerto. Sus cuerpos, dicen ellos, fueron lanzados a los ríos.



Lo que si se supo es que 82 nativos manifestantes sufrieron heridas por tiros de armas de fuego y que 120 en total resultaron heridos en el enfrentamiento. Los manifestantes dicen que se utilizó gas lacrimógeno; además, algunos dicen que varias ametralladoras –que se ven en fotografías- fueron disparadas contra ellos.



Peruvian security forces Peru. Photo © 2009 Marijke Deleu

Justo unas semanas después del sangriento episodio, la empresa de Texas Hunt Oil, con todo el apoyo del gobierno peruano, se trasladó hacia la Reserva Comunal de los Amarakeri utilizando helicópteros y maquinaria pesada para adelantar pruebas sísmicas. Una escena no muy diferente a la de Avatar, en la cual se muestra a la corporación entrando al territorio de los nativos con naves artilladas. Solo las pruebas sísmicas consisten en más de 480 kilómetros de trochas para pruebas y más de 12.000 cargas explosivas, con más de 100 helipuertos en medio de unas selvas casi intocadas y poco conocidas de la Amazonía. La Reserva, que fue creada para proteger el hogar de los pueblos nativos, pronto podrá ser convertida en una tierra llena de cicatrices petroleras. Los grupos indígenas dicen que nunca fueron adecuadamente consultados por la Hunt Oil para utilizar sus territorios.



Muchos de los decretos expedidos por el gobierno y que llevaron a las protestas han sido determinados como inconstitucionales, mientras que García ha renunciado a dos leyes. Con todo, García ha dicho –como se evidenció con la Hunt Oil- que piensa seguir adelante con el controversial desarrollo petrolero y gasífero en las tierras tribales de la Amazonía.






Fotografías de una tribu no contactada en la Terra Indigena Kampa e Isolados do Envira, Estado de Acre, Brasil, cerca de la frontera con el Perú, que causaron revuelo cuando fueron divulgadas por la ONG Survival International, en mayo del 2008. Este grupo indígena se dice que está amenazado por la explotación petrolera en su área. © Gleison Miranda/FUNAI.

Varias áreas de la región adjudicada para el desarrollo son también el hogar de varias tribus amazónicas no contactadas. García repetidamente ha cuestionado la existencia de alguna de dichas tribus, aunque las fotografías aéreas mostraban a los nativos no contactados armados con arcos y flechas cerca al área en cuestión. Las concesiones sobre las que se esta protestando son parte del Tratado de Libre Comercio firmado tanto con los Estados Unidos como con Canadá.



En el film, los Na’vi son desacreditados como “monos azules” y “salvajes” por el gerente de la corporación. Tanto la corporación como sus soldados contratados ven a los Na’vi como menos que humanos.



En el Perú, el presidente Alan García ha llamado a los pueblos indígenas “salvajes confundidos”, “bárbaros”, “ciudadanos de segunda categoría”, “criminales” e “ignorantes”. Incluso ha comparado a los grupos tribales con el infame grupo terrorista peruano, Sendero Luminoso.



No se ve un final cercano en esta lucha entre los pueblos indígenas del Perú y el poder corporativo autorizado por el gobierno.



Décadas de opresión en Borneo: violencia, violación, asesinato



Desde el final de la década de los 80’s, la empresa Interhill ha estado talando las selvas en una concesión de 55,000 hectáreas en la región del Medio Baram en Sarawak. Fotografías y llamados de la Fundación Bruno Manser por todo el mundo, muestran a otros pueblos nativos luchando para salvar sus tierras de la explotación corporativa. El pueblo Penan del Borneo Malayo ha sufrido fuertemente debido a la llegada de aserradores industriales que han entrado en sus territorios ancestrales: la tribu no solo ha perdido territorios con selvas e importantes sitios tribales, incluyendo sus cementerios, bajo el ataque con bulldozers y motosierras, sino que también el pueblo Penan ha enfrentado la violencia, la violación e incluso el asesinato.



Marzo 2006: Sarawak.




Sarawak. Fotografías port el Bruno Manser Fund

La lucha empezó cuando la tala industrial apareció por primera vez en la región en los años 80’s y hoy no muestra señales de reducción ni resolución. De hecho, una nueva amenaza a aparecido en las décadas recientes mientras que las selvas taladas son rápidamente convertidas en plantaciones industriales de palma aceitera, excluyendo cualquier oportunidad de que la selva original se recupere luego de la tala o de que los nativos reciban sus territorios de vuelta.



Los Penan –algunos de los cuales viven aún como nómadas cazadores-recolectores en la selva- han enfrentado a los aserradores corporativos mediante demandas y bloqueos en las vías. A cambio, han recibido la violencia de la policía malaya y de las fuerzas de seguridad contratadas por las poderosas compañías madereras.
Algunos incluso temen por sus vidas. En el 2008 el gran jefe Penan Kelesau Naan, fue asesinado supuestamente por su activismo en contra de las talas en los territorios tribales. Cuando su cuerpo fue finalmente encontrado, luego de dos meses de búsqueda, se descubrió que tenía varios huesos rotos, llevando a los Penan a pensar que fue asesinado por oponerse a la destrucción de las tierras tradicionales de su tribu. Antes de este hecho, dos activistas Penan desaparecieron misteriosamente en los 90s y el activista suizo Bruno Manser, que lucho largo y tendido por los derechos de los Penan, fue desaparecido en la región en el año 2000.



Recientemente, varias muchachas Penan han salido a decir que fueron violadas, golpeadas y abusadas sexualmente por empleados de la empresa maderera. Un reporte de 110 páginas revelado este año por el Ministerio Malayo para la Mujer, la Familia y el Desarrollo Comunitario ha documentado sus historias, mientras que un equipo gubernamental que investiga el caso dictaminó que por lo menos ocho acusaciones de violación o abuso sexual eran “ciertamente verdaderas”. Niñas de tan solo diez años fueron atacadas y violadas, algunas quedando embarazadas. Las niñas Penan, a las cuales les ofrecen ser llevadas a la escuela en los vehículos de los aserradores, han dicho que es común que sean abusadas sexualmente durante tales viajes. Con todo, una investigación de la policía sobre el caso no llevó a ninguna conclusión por falta de pruebas.



Justo este mes, las violaciones fueron rechazadas por el funcionario oficial, James Masing, Ministro de Desarrollo Territorial de Sarawak. El ministro le dijo a la BBC que debido a las violaciones, los “Penan eran muy buenos contadores de cuentos”. Ellos cambian las historias cuando creen que les conviene”.



Mas recientemente, el pueblo Penan ensayó una nueva estrategia para preservar su menguado territorio. Diecisiete tribus Penan declararon un ‘Parque de la Paz’ que cubre 163.000 hectáreas de su territorio ancestral con el fin de llevar alguna luz a su situación y presionar al gobierno para que detener los planes de talar dicha área. El gobierno rehusó a reconocer el estatus del parque de la paz y la tala está declarada para continuar.



Pocos pueblos indígenas han sufrido tanta tragedia, desesperanza y humillación en los últimos treinta años que los Penan.



La Maldición del Petróleo




Una batalla de otra clase se lleva a cabo en el Ecuador. La gigante petrolera Chevron está actualmente demandada por 27 mil millones de dólares por los Pueblos Indígenas Ecuatorianos por el daño ambiental causado por la Texaco, una compañía adquirida por Chevron en el 2001. En la corte la Texaco admitió haber descargado 18 billones de galones de desechos tóxicos en las selvas ecuatorianas entre 1964 y 1990. Un experto de la corte encontró contaminación en cada uno de los antiguos pozos de la Texaco, estimando el daño de los derrames petroleros como 30 veces mayores que el infame derrame del Exxon-Valdez y que ocupaban el área de Rhode Island.



El caso, conocido por algunos como el “Chernobyl Amazónico”, involucra a 30.000 demandantes indígenas. Los derrames tóxicos afectaron a seis tribus indígenas, una de la cuales ha desaparecido completamente. La corte encontró que más de 1.400 personas han sufrido de muerte prematura por cáncer debido a la contaminación de los derrames petroleros.



A pesar de estos hechos, la Chevron se ha dilatado tremendamente para evitar reparaciones por el daño ambiental. En el 2008 se supo que la Chevron contrato a piezas clave en la política, incluyendo al antiguo senador y líder de mayorías Trent Lott y al recaudador de fondos de John McCain, Wayne Berman para hacer lobby ante la representante comercial de los Estados Unidos, Susan Schwab, miembros del congreso y el vice-secretario de Estado, John Negroponte, para que amenacen con suspender las preferencias comerciales de los EEUU con el Ecuador hasta que las demandas sean retiradas. Pero los intentos de esta corporación de utilizar el poder político de los EEUU para evitar reconocer las exigencias de 30.000 indígenas le fallaron.



Entonces este septiembre la Chevron lanzó un video que decía probar como funcionarios ecuatorianos, incluyendo al juez principal, estaban recibiendo sobornos en este caso. Sin embargo el video resultó ser un fraude: el ejecutivo en el video resultó ser un convicto narcotraficante y otra persona del video es un contratista ecuatoriano que ha recibido pagos de la Chevron. Tanto los sobornados como los sobornantes del video resultaron ser falsos y los demás, quienes aparecen en la filmación, dicen que este fue bastante editado. La Chevron niega que ellos hayan estado involucrados de alguna manera en la producción de dicho video.



La demanda viene desde el 2003 pero una sentencia aún no ha resultado. Pero la Chevron ha dicho públicamente que si incluso llegan a perder la demanda no pagarán ningún daño.



“No vamos a pagar y vamos a luchar esto por años sino décadas en el futuro”, según dijo el vocero de la Chevron Don Campbell.



Este año un documental poco editado el cual detalla la lucha de los pueblos indígenas mostrando la responsabilidad de la Chevron fue hecho público en varios teatros. La Chevron respondió con una campaña de relaciones públicas para desprestigiar al cineasta y a las víctimas indígenas [Nota del editor: Los esfuerzos de la Chevron incluyeron el poner comentarios en los artículos de Mongabay.com].



Un Final Hollywoodesco no tan Feliz



Bloques de concesiones petroleras y gasíferas en la Amazonía Occidental. En amarillo sólido sectores ya entregados a las compañías. En amarillo punteado los bloques propuestos o aún en fase de negociación. Las áreas protegidas que se muestran son las que se consideran bajo protección estricta por la UICN (categorías I a III). Imagen cortesía de PLoS ONE

Aunque la película Avatar termina con los alienígenos indígenas asegurando su hogar de las garras de la corporación y los invasores militares, en la realidad ese resultado es muy raro. Generalmente estos conflictos se llevan a cabo por décadas, con las tribus indígenas, a pesar de sus mejores esfuerzos, perdiendo sus territorios poco a poco. Las selvas son diezmadas, la biodiversidad se pierde, se libera carbono a la atmósfera, y la tribu es lentamente debilitada y destruida al paso que sus tradiciones y cultura son atacadas al mismo tiempo que su territorio es destruido.



A pesar de estas repetidas injusticias, muy raramente estas historias llegan a los medios de difusión en el mundo industrializado. Las empresas actúan con impunidad, devastando las selvas y los territorios indígenas en parte para satisfacer el insaciable apetito de las economías desarrolladas y emergentes por la madera, el aceite de palma, el gas y el petróleo.



Aunque Avatar es un film llamativo y divertido que muchos pueden ver como un entretenimiento de ciencia ficción, este claramente hace alusión a luchas e injusticias que uno no necesita de viajar a través de la galaxia para ver, pues están ocurriendo aquí mismo en el Planeta Tierra.


The real Avatar story: indigenous people fight to save their forest homes from corporate exploitation

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