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Los ambientalistas deben reconocer “prejuicios y engaños” para tener éxito

Mientras naciones de todo el mundo se reúnen en la Convención de Diversidad Biológica en Nagoya, Japón, para discutir vías que aminoren la pérdida de biodiversidad en todo el mundo, dos prominentes investigadores argumentan que ambientalistas y conservacionistas necesitan revisar los cambios en los paradigmas acerca de si la biodiversidad debe ser preservada, especialmente en países en desarrollo. En la revista Biotropica, Douglas Sheil y Erik Meijaard argumentan que algunos de las más profundas creencias de los conservacionistas están realmente dañando la causa.



“La conservación necesita cambiar. Necesitamos reconocer que las soluciones pragmáticas de conservación no son en blanco y negro, malo contra bueno o naturaleza contra no-naturaleza. Las soluciones de conservación en el largo plazo deben involucrar compromisos, de otra manera solo estaremos perdiendo nuestro tiempo”, dijo Erik Meijaard a mongabay.com.



Hacen énfasis en que conservacionistas y ambientalistas ven a menudo los ecosistemas como prístinos (y por tanto, que vale la pena salvarlos) o degradados (y por tanto, ya perdidos), por eso a suelen descuidan los ecosistemas con alterados por el hombre y que son importantes para una amplia variedad de especies. Los autores llaman a esto “un engaño de naturaleza contaminada”.



Una mujer plantando dentro de un arrozal en Sualwesi, Indonesia. Foto: Rhett A. Butler.

“El engaño de naturaleza contaminada es nuestra forma abreviada para un mecanismo mental (inconsciente) que nos hace descartar algunos hábitats modificados por ser demasiado no-naturales para aceptar que tienen algún valor”, afirmó Douglas Sheil, quien dijo además que “hay oportunidades reales de conservación in hábitats modificados (obvios en zonas templadas pero no tan aceptados en los trópicos) pero hasta ahora muchos son reticentes a involucrarse de forma efectiva con ellas”.



Meijaard, quien trabaja con orangutanes en Indonsesia y Sheil, quien trabaja en el Parque Nacional Bwindi-Impenetrable en Uganda, ambos han visto de primera mano como las actuales actitudes hacia la conservación pueden arruinar alianzas antes de que inicien.



“La mayoría de los proyectos alrededor (del Parque Nacional Bwindi-Impenetrable) se relacionan con preocupaciones extranjeras para proteger los gorilas de montaña que pueden ser vistos por los turistas”, dijo Sheil. “Las personas de la región ven muchos de los beneficios de esto (turismo, etc.) pero también están desconcertados por que parece que nos preocupamos mucho por los gorilas que ellos nunca pueden darse el lujo de ver, y que necesitamos que ellos cooperen a pesar de su notable pobreza”.



Sheil añade: “No creo que las personas estén en contra de la conservación, pero muchos están en contra de la forma de conservación que estamos tratando de imponerles”.



Meijaard complementa la idea al decirle a mongabay.com: “En Indonesia estoy batallando diariamente contra el engaño de la naturaleza contaminada. Muchas de las personas con mentalidad conservacionista ven las concesiones madereras y las plantaciones con el gran demonio, en lugar de reconocer que no son solamente una amenaza a la naturaleza sino también oportunidades cruciales para encontrar soluciones duraderas”.



Un grupo de huérfanos de Bwindi demostrando danzas et cantas traditionales al Parque Nacional Bwindi-Impenetrable, Uganda. Foto: Rhett A. Butler.

Meijaard, al igual que Sheil, afirma que los paradigmas de los conservacionistas los hace frecuentemente enemigos de la población local, en lugar de colaboradores.



“He dejado de hablar sobre los orangutanes cuando trabajo con población local, porque frecuentemente me han confrontado con la pregunta de porqué las sociedades occidentales desean invertir tanto en salvar al orangután (i.e. Hombre del bosque, en Malasia), mientras ellos (la gente del bosque) aún están sufriendo. Es una pregunta justa. ¿Podemos como foráneos juzgar si la vida de un bebé orangután es más importante que la vida de un niño Davak?”.



Sheil y Meijaard retan a los conservacionistas a estudiar psicología humana tanto para dejar al descubierto sus propios prejuicios y engaños, como para entender mejor como aproximarse a trabajar con otros.



“La conservación se trata de cómo queremos que el mundo sea”, Dice Sheil. “Esto refleja muchos factores diferentes, algunos de los cuales son subconscientes y potencialmente irracionales. Como decimos en el artículo, algunos de estos factores subconscientes pueden ser obstáculos, pero es mejor entenderlos y saber que se puede hacer para enfrentarlos (o que no se debe hacer), en lugar de perder tiempo siendo inefectivo”.



Tanto Sheil como Meijaard ven insostenible los esfuerzos de conservación mientras no haya una mejor cooperación entre los conservacionistas y la población local, al igual que con el sector privado. En otras palabras, los conservacionistas necesitan dejar de demonizar a aquellos que ven como responsables por la destrucción ambiental, y en lugar de eso, empezar a trabajar de forma cercana con todos los que tienen intereses en el ecosistema. Más importante aún, los conservacionistas deben estar dispuestos asumir pérdidas para establecer alianzas, en lugar de enfrentar imposibles en pos de una victoria total.


“El compromiso es la clave para hacer que la conservación sea aceptable y resistente en el contexto de las democracias emergentes del mundo. Debemos ser pragmáticos y reconocer que muchas veces podemos obtener logros duraderos al reconciliar las necesidades de la conservación con otras demandas humanas”, dice Sheil, quien añade que “en el largo plazo debemos involucrarnos más con las motivaciones locales y asegúranos que podemos encontrar puntos en común. De otra manera la conservación es simplemente un nuevo colonialismo y no es probable que sea sostenible”.



“Reto a los conservacionistas de escritorio en el mundo desarrollado a venir aquí para entender mejor que significa realmente la conservación. Probablemente de esta manera ellos llegarían a conclusiones más realistas”, dice Meijaard.



En el artículo, ellos concluyen que un mejor auto-conocimiento entre los ambientalistas y conservacionistas podrá ser de gran ayuda para quienes luchan por la biodiversidad del mundo.



“Al reconocer nuestros prejuicios y espejismos podemos volvernos más humildes, más dados a formar alianzas, menos dispuestos a juzgar a los oponentes como moralmente inferiores, y en últimas, más capaces de reconocer y alcanzar resultados viables de conservación”, escribieron.






CITATION: Douglas Sheil and Erik Meijaard. Purity and Prejudice: Deluding Ourselves About Biodiversity Conservation. Biotropica 42(5): 566–568 2010. doi: 10.1111/j.1744-7429.2010.00687.x





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