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La deforestación desencadena la invasión de roedores gigantes

Según un nuevo estudio, dirigido por investigadores de la Universidad Estatal de Kansas (USK), publicado en la revista Global Change Biology, los capibaras se están extendiendo hacia las áreas de deforestación, a lo largo de Sur América. El estudio es el primero en informar acerca de que la población de la especie invade regiones tradicionalmente áridas y encuentra que su presencia invasiva puede dificultar la recuperación del hábitat.



El capibara es la especie de roedor más grande del mundo. Sobrepasan las 140 libras, son herbívoros semiacuáticos que pueden encontrarse a lo largo del trópico suramericano, donde quiera que existan recursos hídricos permanentes. Esto significa que históricamente estuvieron confinados a las tierras bajas de las zonas verdes, con ríos y pantanos; sin embargo, la trasformación de los bosques en las tierras cultivadas y los pastizales ha creado un nuevo hábitat para los capibaras y ha permitido un incremento importante de la población.



La presencia invasiva de estos animales puede tener efectos negativos en el medio ambiente. Cuando el inconveniente se presenta conjuntamente con la ganadería, es especialmente problemático. Aunque prefieren las zonas verdes, pueden alterar sus hábitos alimenticios, y al igual que el ganado, pastar sobre la vegetación nativa, lo cual puede generar un impacto superior en el ya casi devastado ecosistema.




Los capibaras en Brasil. Fotografía de Rhett A. Butler.

El equipo de la USK estudió el Gran Chaco, un ecosistema que comprende 1.3 millones de kilómetros cuadrados, en Argentina, Paraguay y Bolivia. La mayor parte de la margen argentina ha experimentado una pérdida extensiva de hábitat donde el bosque nativo y los pastizales han sido reemplazados por las pasturas. La región boliviana y la paraguaya muestran una menor alteración, aunque las presiones económicas están incrementando la posibilidad de que la cría de ganado se traslade a la zona.



El ecosistema del Gran Chaco se divide en regiones alta, central y baja. El Chaco bajo se caracteriza por planicies aluviales, pantanas y bosques tropicales, mientras que el Chaco alto es un área densa de bosques xéricos, de los cuales desaparece completamente el agua durante el tiempo seco. La aridez del Chaco alto debería hacer imposible allí la supervivencia del capibara, sin embargo, recientemente éstos han comenzado a colonizar la región.



La Doctora Samantha Wisely, profesora de la KSU y coautora del reciente estudio, manifiesta: “Los capibaras siempre han estado presentes en el Chaco bajo, donde los recursos hídricos son abundantes durante todo el año y la mayoridad del hábitat es de humedale. La expansión reciente se presenta al interior del Chaco alto y central; cerca del 50% del incremento se distribuye hacia el interior de la región del Chaco de Paraguay. La deforestación abre paso al hábitat de pastoreo y los reservorios de agua que los ganaderos colocan para proveer agua permanente para su ganado, proporcionan el otro hábitat requerido para los capibaras.”




Los capibaras en in Brasil. Fotografía de Rhett A. Butler

Los investigadores utilizaron una combinación de modelización ecológica y estudios de genética para determinar qué tan recientemente las poblaciones de capibaras han invadido el Gran Chaco. Encontraron que las poblaciones que hace decenas de miles de años tomaron caminos separados ahora se están entremezclando.



La doctora Wisely informa: “Está claro de la huella genética que la expansión ha permitido a dos poblaciones aisladas reunirse con las últimas generaciones de capibara. Con respecto a las enfermedades, significa que las afecciones que estuvieron presentes en una población, pero no en la otra, pueden dispersarse a la población nativa permitiendo, posiblemente, a las enfermedades expandirse en la región “.



La doctora Wisely explica que la alteración del habitat no solamente implica riesgo de enfermedad para los capibaras, sino también para los humanos.



“Las enfermedades zoonóticas (compartidas por los humanos y los animales) han crecido dramáticamente a nivel mundial, durante los últimos 25 años. Existe una evidencia creciente de que el aumento en el brote de éstas es causado por la transformación ecológica provocada por los seres humanos. De acuerdo con la forma como alteremos el paisaje ecológico, los animales que nunca han compartido hábitat, entran en contacto entre sí y con los humanos, lo cual podría facilitar la transferencia de enfermedades y algunos animales que se adaptan mejor a la alteración del mismo, se pueden incrementar numéricamente. Si aquellas poblaciones portan enfermedades, entonces, éstas también se amplifican.



El estudio informa que la expansión de los pastizales y las tierras cultivadas para la agricultura ha alterado el ecosistema del Gran Chaco más que cualquier otro acontecimiento ocurrido durante los últimos 2.5 millones de años; y sólo elevará aún más si no se hacen los esfuerzos para frenar su transformación a pastizale.



“[Más de 2.000 acres] de los bosques del Chaco se desaparecen por deforestación diariamente, así que el incremento de los capibara es solamente un síntoma del gran cambio que se está presentando. El aumento en los precios del ganado, la afluencia de los ganaderos brasileños hacia Paraguay y el incremento de las exportaciones de éste último, han contribuido al aumento de la presión sobre el paisaje. Paraguay disfruta de algunos de los últimos ecosistemas que quedan. Los bosques Argentina están casi todos convertidos en pastizales. Para que se garantice su existencia en Paraguay, será necesario convencer al gobierno de que el bosque del Chaco es un recurso natural nacional.”






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