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Aún sin castigo el delito que vive la vida silvestre en Indonesia

Erik Mijaard es el director forestal de People and Nature Consulting International, organización establecida en Bali. Originalmente este artículo apareció el 26 de diciembre de 2010 en el periódico de Yakarta Globe; quien junto al autor de la editorial dieron permiso para ser publicado en nuestra página.


Orangután de la Provincia de Borneo Central. Foto de Rhett A. Butler



Indonesia es famosa por su diversidad en cuanto a vida silvestre. A caballo entre Asia y Australia, la naturaleza ha creado ahí algunas de las especies más extraordinarias sobre la tierra. Solo piensa en un babirusa, el dragón de komodo, un orangután o en las aves del paraíso, y tendrás la imagen.


La mayoría de nosotros también sabemos que Indonesia tiene un gran problema al querer proteger esta diversidad a través de programas eficaces de conservación. No pasa un solo día sin que Indonesia aparezca en los medios de comunicación de algún país con alguna mala noticia sobre la forma en que está manejando su vida silvestre.



La mayoría de las críticas sobre conservación ambiental se centran más en la rápida pérdida de bosques. A medida que estos desaparecen, argumentan que también lo hará la vida silvestre.



Esto sólo es verdad en parte. Estudios recientes han demostrado que la mayoría de las especies forestales son capaces de adaptarse mejor de lo que se pensaba, y que ciertas variedades de ellas pueden sobrevivir en los bosques con concesiones bien gestionadas.



Sin embargo, lo que no se pueden tolerar los animales es ser disparados, lanceado arpones, envenenados o matados con cualquier otra cosa. Y esto es algo que sucede en Indonesia mucho más de lo que se reconoce.


Borneo bearded pig
El cerdo barbudo de Borneo alimentándose con frutas de rambután,
en Kalimantan Central. Foto de Rhett A. Butler

A nivel mundial las especies en peligro de extinción, tales como el banteng o toro de Bali, los mangonís (mejor conocidos como pangolines), los cocodrilos, los tigres, los elefantes y los rinocerontes, se ven menos amenazados por la pérdida de su hábitat que por la caza. El toro de Bali puede alimentarse sin problema en zonas deforestadas, pero su caza furtiva ha diezmado las poblaciones, incluso en los antiguos bastiones o baluartes, como lo son el Parque Nacional de Baluran y Alas Parque Nacional Purwo, ambos localizados en Java Oriental.



El pangolín que antes era muy común en la región, ha sido cazado en gran parte por Sumatra (llamada también Sumatera) y por Kalimantan para el comercio de medicina china. Los cocodrilos solían echarse a las orillas de los principales ríos, pero ahora han desaparecido. Las historias sobre la caza a tiros de tigres, elefantes y rinocerontes son muy familiares.



Y no solo a los mamíferos y reptiles se les ha cazado de manera extrema. El amor que le tienen los indonesios a las aves enjauladas, ha llevado a muchas especies al borde de su extinción. Con frecuencia se oye en las calles de Yakarta y en otras ciudades la famosa canción del “cucak rowo” o “Straw-headed bulbul”, pero hoy día ha desparecido, sin embargo, no de las más remotas partes de Kalimantan y Sumatra.



Las aves ibis de hombros blancos son unos pájaros enormes que se alimentan en las riveras, y viviendo una gran amenaza ya solo quedan una docena y habitan en las áreas del rio de Kalimantan Oriental y Camboya. Si alguna vez, estas fueron un blanco fácil, eso fue todo.



Indonesia es un caso interesante. Muchos otros países documentan toda caza furtiva de la vida silvestre, pero a diferencia de ellos, en Indonesia la prohibición sobre la posesión privada de armas, posiblemente ha provocado una idea equivocada en cuanto a ella y que no sea vista como un gran problema. Sin embargo, muchos cazadores locales hacen sus propias armas o utilizan lanzas, cerbatanas, venenos y otros medios que funcionen para matar a los animales.



La caza está ocurriendo dentro y fuera de las áreas protegidas y la aplicación de las leyes contra esta es casi inexistente. Solo los organismos que protegen la caza furtiva del tigre y del rinoceronte han logrado tener cierto éxito en capturar y procesar a los cazadores. Sin embargo, las demás cazas continúan siendo inadvertidas, sin un control y sin castigo.



Indonesia tiene leyes contra la matanza, el comercio y cualquier otra forma que lastime a las especies protegidas, sin embargo, excepto por los casos en que los cazadores de tigres y rinocerontes fueron encarcelados, nadie antes ha sido enjuiciado por matar ilegalmente la vida silvestre protegida de Indonesia.



Un estudio reciente realizado por TRAFFIC, el brazo de monitoreo del comercio en vida silvestre de WWF, informó que solo para esta venta cada año se han matado o capturado más de 1,000 orangutanes en Kalimantan. Y unas encuestas actuales elaboradas por Nature Conservancy (organización para la conservación de la naturaleza) y por Indonesian Association of Primatologists (Perhappi, Asociación Indonesia de Primates), mencionan que estas cifras pueden estar subestimadas, ya que simplemente para el consumo local se han matado muchos más orangutanes.



Obviamente, las autoridades no son muy vigorosas al dirigir el problema de la caza, y también es cierto que es muy difícil controlarla y reducirla con eficacia. Incluso en países bien organizados y financiados, como lo es Reino Unido, presenta graves problemas en cuanto al control de la caza ilegal de las especies en peligro de extinción como las águilas reales.


Sumatran freshwater turtle
Tortuga de agua de Sumatra. Foto de Rhett A. Butler

Pero Indonesia tiene que empezar a pensar seriamente en cómo reducir la caza de sus especies en peligro de extinción. La mayoría de las personas locales ni siquiera son conscientes de las prohibiciones de la caza. Y si lo saben, no les importa porque no entienden las consecuencias que provoca la cacería, ya sea para la misma localidad o para las poblaciones de la vida silvestre; y todo desde que las probabilidades de que los castiguen son insignificantes. Los nuevos esfuerzos realizados en cuanto a la aplicación de las leyes y de las campañas llevadas a cabo a nivel mundial, sería un buen comienzo, e Indonesia debería de seguir el ejemplo de su vecino.



Malasia ha elaborado recientemente una nueva legislación, lo que significa penas más estrictas para los cazadores furtivos. La Ley General de Vida Silvestrede 2010, promulgada en agosto, implementará multas y penas de cárcel más elevadas para la caza ilegal de vida silvestre y de su comercio. También se les aplicará sanciones a aquellos fabricantes de productos que contengan partes de las especies protegidas. Y quienes utilicen trampas serán encarcelados.



Si Indonesia cuenta y aplica tales leyes, sería muy útil para conservar su vida silvestre. Y estas podrían imposibilitar varias cosas, por ejemplo, para los productos que contienen especies ilegales, como lo es la vesícula biliar de oso que se mantiene abierta a la venta en las tiendas de libre impuesto dentro del Aeropuerto Internacional de Yakarta (también notaras dentro estas tiendas, diferentes cajas que tienen aletas de tiburón).



Aunque, Indonesia también necesita revisar con urgencia su lista de especies protegidas. Ya que cuando la Unión Mundial Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN, por sus siglas en inglés) considera a una especie en peligro, significa que ella desaparecerá en un futuro, a menos que esta lleve un buen control. Sin embargo, las leyes de Indonesia aún siguen sin proteger especies en peligro, como lo es el puerco verrugoso de la Isla Java.



Al final de todo, Indonesia solo podrá lograr mantener sus increíbles recursos de vida silvestre si llega a obtener el apoyo de su gente. Pero esto podría llevar décadas.



Mientras tanto, se necesita de una acción inmediata y efectiva para detener algunas de las prácticas de cacería más destructivas. Las campañas publicitarias deberían transmitir el mensaje que la cacería no es nada aceptable ni mucho menos algo civilizado, sino totalmente ilegal. Y si estos anuncios empezaran a propagarse con más frecuencia, muchas especies podrían salvarse del peligro de su extinción.



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