Según reporta el National Snow and Ice Data Center (NSIDC), el hielo marino en el Ártico podría alcanzar un nuevo mínimo histórico hacia finales del verano dada las temperaturas en el Polo Norte, las que alcanzan sorprendentemente entre 11 y 14 Fahrenheit (6 a 8 grados Celsius), por encima de la media en la primera mitad de julio. La extensión del hielo marino ya está por debajo del nivel en 2007, el cual permanece como el año que se registró la mínima extensión del hielo marino. El hielo marino llega a su nadir en setiembre antes de resurgir durante el invierno ártico.
El 17 de julio el hielo marino se extendía por 2.92 millones de millas cuadradas (7.56 millones de kilómetros cuadrados), el cual son 865.000 millas cuadradas (2.24 kilómetros cuadrados) por debajo de promedio de hielo marino entre 1979 y 2000. El máximo hielo marino este año (en marzo) ya estaba ligado al 2006 por ser el más bajo. El deshielo también empezó más temprano que lo usual este año.
Los expertos predicen que el hielo marino puede desvanecerse por complete en el Ártico durante el verano en unas pocas décadas dado el empeoramiento en el cambio climático con impactos enormes para los ecosistemas del Ártico. Un estudio reciente encontró que la disminución de hielo marino estaba forzando a los osos polares a realizar nados maratónicos y probablemente también incrementos en la mortalidad de crías. Mientras que los osos polares se han convertido en el símbolo de los peligros de la disminución de hielo marino en el frágil medio ambiente del Ártico, otras especies pueden sufrir dada la merma de hielo, incluyendo narvales, focas oceladas y morsas. El hielo marino es también vital para el clima global. El hielo marino refleja la luz solar, mantiene frío el Ártico e impacta los sistemas climáticos globales.
Las temperaturas promedio en el Ártico están aumentando cerca del doble de rápido que las temperaturas globales, lo que hace a esta región especialmente sensible al cambio climático.
Sin embargo, para un número de gobiernos árticos, el deshielo del Ártico es visto no como una alarma de los impactos del cambio climático, sino como la chance de aumentar la explotación industrial de la región, incluyendo las perforaciones de gas y petróleo en alta mar, y la pesca comercial.