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El canal de Panamá ayuda a la conservación y ofrece nuevas perspectivas sobre el valor de los ecosistemas


Bosque húmedo en la Zona del Canal de Panamá. Foto de Rhett A. Butler.

Como demuestran el apoyo cada vez mayor a la conservación de bosques y el lanzamiento del programa de Reducción de Emisiones de Carbono causadas por la Deforestación y la Degradación de los Bosques (REDD+, por sus siglas en inglés), somos cada vez más conscientes del papel que juegan los bosques en la oferta de servicios –como aire y agua limpios– que benefician a la humanidad. Sin embargo, la ciencia anda un paso por detrás del conocimiento general: los investigadores aún no han podido cuantificar con exactitud en qué medida los bosques son saludables los boques. Para proteger y recuperar las selvas tropicales, es preciso tender un puente entre estas dos esferas de sabiduría.



Un ambicioso proyecto en Panamá trata de conseguir precisamente eso. El programa Aqua Salud es una iniciativa conjunta del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (Smithsonian Tropical Research Institute, STRI), la Autoridad del Canal de Panamá, la Autoridad Nacional del Ambiente (ANAM) y la Asociación para el Clima (Climate Partnership) del banco HSBC. Su objetivo es “entender y cuantificar” los servicios ecológicos, sociales y económicos que ofrecen los bosques húmedos del Canal de Panamá. La importancia de este proyecto también se debe a que los bosques juegan un papel decisivo en el funcionamiento del canal, ya que este requiere grandes cantidades de agua dulce para impulsar su sistema de compuertas. El Canal de Panamá paga un precio muy alto por la erosión, y esta, como es natural, es crítica en zonas deforestadas.



Reforestación mediante especies nativas en Aqua Salud. Foto de Rhett A. Butler.

Las autoridades ahora comprenden los riesgos que supone la pérdida de masa forestal y han prohibido la tala en una buena parte de la ribera del Canal. Sin embargo, mientras el bosque se recupera, aún falta mucho por conocer sobre el tipo de vegetación que es más idónea para reducir la erosión y mantener el flujo de las aguas. Aqua Salud ayuda en esta labor.



Los investigadores del STRI están trabajando para cuantificar los efectos de los diversos usos de la tierra sobre los flujos de agua y la erosión, así como sobre el almacenamiento del carbono y la biodiversidad. Al mismo tiempo, estudian su valor económico.



Una edición especial de la revista Forest Ecology and Management da una idea de lo que se ha conseguido en las últimas dos décadas de investigación.



“Hace veinte años, no teníamos información sobre cómo formar un bosque”, afirma Jefferson Hall, científico del STRI y editor de dicha edición especial. “O bien una de cada cuatro especies plantadas –teca, pino, eucalipto y acacia– no eran nativas, o bien se usaba el método de prueba y error con otras especies, y este no era siempre exitoso. Ahora sabemos más sobre los árboles que plantamos en un lugar determinado, y entendemos mucho mejor lo que motiva a los propietarios de tierras y granjeros a llevar estos conocimientos a la práctica”.



Michiel van Breugel junto a una presa para medir el flujo de agua en Aqua Salud. Foto de Rhett A. Butler.

Varios artículos sobre el tema han señalado que, mientras que las plantaciones de teca pueden almacenar una cantidad similar de carbono a la del bosque original después de 20 años de crecimiento, almacenan menos carbono terrestre y son el hogar de menos especies de animales y plantas. Otros artículos recalcan los beneficios económicos de usar especies nativas en proyectos de reforestación. Las especies nativas se adaptan bien a condiciones específicas y tienen un valor concreto en los mercados locales.



Y sin embargo, los árboles crecen bien o mal de acuerdo con las características particulares de su entorno; esto incluye la historia del suelo, su uso anterior.



“Las diferencias en el crecimiento de áreas adyacentes entre sí pueden ser significativas”, dice Michiel van Breugel, investigador del STRI y co-responsable de algunos de los artículos, mientras señala a un grupo de árboles de varios metros de altura. “Estas dos hileras de árboles fueron plantadas a la vez y sin embargo la de ese lado parece una concentración de arbustos, mientras que la de este casi parece un bosque”.



“Estas variaciones conllevan grandes diferencias en lo que toca al almacenamiento de carbono”, añade Daniela Weber, una investigadora del STRI que además dirige el proyecto Aqua Salud.



Van Bruel también afirma que la gran escala de Aqua Salud –unas 700 hectáreas (1730 acres) con varios tipos de bosque– ayuda a recolectar información que ayuda a conocer la verdadera magnitud del problema en su contexto.



Michiel van Breugel examinando un mapa de Aqua Salud. Foto de Rhett A. Butler.

Los primeros resultados de la investigación aparecen en un momento oportuno: Panamá es el campo de pruebas del programa REDD+, que financiará la conservación y recuperación forestal de acuerdo con el balance de carbono de cada bosque y su valor económico. Pero más allá de REDD+, Panamá tiene importancia económica, sobre todo gracias al Canal, que genera anualmente más de dos mil millones de dólares en peajes. Cuaquier amenaza a su buen funcionamiento se toma con mucha cautela y seriedad. El pasado mes de diciembre, las inundaciones causaron el cierre del Canal de Panamá por vez primera desde 1935. El desbordamiento de las aguas, asimismo, dejó a un millón de panameños sin agua potable durante casi un mes.



“Además de almacenar carbono y de proporcionar otros servicios, los bosques reducen los corrimientos de tierra y la sedimentación, y funcionan como una esponja: guardan el agua de la estación de lluvias y la expulsan en la estación seca, y pueden regular las corrientes de agua durante las tormentas”, afirma Breugel.



“No hay duda que los bosques juegan un papel importante en la economía de Panamá”, añade Breugel. A continuación anota que este tipo de bosque de ribera se ha convertido en un destino preferido para ecoturistas y aficionados a la ornitología.



“Pero también funciona al revés, ya que el Canal es uno de los ejemplos más diáfanos de cómo la percepción de los servicios que ofrece un ecosistema de bosque –en este caso vinculado directamente a grandes intereses económicos– han resultado en la conservación de la naturaleza. Las imágenes del centro de Panamá, tomadas por satélite, ilustran esta idea: una banda de bosque claramente visible a ambos lados del Canal, mientras que el resto de la región central está deforestado. Sin el Canal, estos bosques ya no estarían ahí”

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