La concentración de gases de efecto internadero en la atmósfera alcanzó niveles desconocidos en 2010, según la Organización Meteorológica Mundial de la ONU (OMM). Este organismo ha advertido que el calentamiento global por causa de los gases de efecto invernadero ha ascendido en un 29 por ciento entre 1990 y 2010. El anuncio fue hecho sólo unos días antes de que los expertos se reúnan en la decimoséptima Conferencia del Clima en Durban, África del Sur. Las expectativas para un acuerdo seguro y estable en Durban son bajas, ya que varios países ricos han afirmado que ningún acuerdo se hará efectivo antes de 2020.
“El nivel atmosférico de los gases de efecto invernadero por culpa de la actividad humana ha alcanzado su punto álgido desde tiempos pre-industriales”, afirmó en un informe Michel Jarraud, Secretario General de la OMM. “Incluso si conseguiéramos detener las emisiones hoy –y no es algo que vaya a ocurrir– estas permanecerían en la atmósfera durante décadas y continuarían afectando al delicado equilibrio de nuestro planeta y nuestro clima”.
El informe de la OMM ha desvelado que los niveles de carbono en la atmósfera, no sólo no se han reducido, sino que están incrementando a pasos acelerados. La abundancia atmosférica de carbono creció en 2,3 partes por millón el año pasado, mientras que la media en 1990 era de 1,5 partes por millón. El carbono, el metano y el óxido nitroso han alcanzado máximos históricos.
En la actualidad, el nivel de carbono es de 389 partes por millón. Las naciones que han prometido mantener el aumento global de temperaturas por debajo de la barrera de los dos grados centígrados tendrán que mantener los niveles de carbono a niveles menores de 450 partes por millón. No obstante, hay quienes argumentan que incluso 450 parte por millón es una cifra muy arriesgada. Las naciones pobres y vulnerables han pedido un acuerdo que limite el aumento de temperaturas a 1,5 grados centígrados, aunque muchos científicos ahora afirman que eso sería tremendamente difícil, si no imposible.
Fracaso político
Hasta la fecha, los esfuerzos internacionales para frenar las emisiones de gases de efecto invernadero han sido lentos y modestos, y han encontrado múltiples obstáculos. Después de lo que fuera percibido como el fracaso de la cumbre climática de Copenhage en 2009, el posible acuerdo global contra el cambio climático se ha visto frenado.
Los países ricos, entre ellos EE.UU. y el Reino Unido, han dicho recientemente que esperan que cualquier acuerdo internacional se retrase hasta el año 2020. Sin embargo, un estudió reciente desveló que para que las naciones consigan cumplir con su promesa de mantener el calentamiento global por debajo de los 2 grados centígrados –un márgen de seguridad– las emisiones deberían comenzar a caer de manera significativa antes del año 2020.
Las naciones pobres y vulnerables, frustradas ante la falta de progreso en las conversaciones, están respondiendo a la llamada del presidente de Costa Rica, José María Figueras, de “ocupar Durban”, una referencia al movimiento Occupy Wall Street que tomó Estados Unidos y otras partes del mundo en 2011. Una página web dedicada a este propósito dice así: “Las corporaciones privadas están ocupando nuestros asientos en las conversaciones de la ONU sobre el clima, y los gobienos corrompidos por la influencia corporativa dicen representar nuestras necesidades. Están abusando del consenso que fue creado para que incluso las naciones más pequeñas y vulnerables tengan algo que decir”.
Sin embargo, Todd Stern, enviado de EE.UU para discutir asuntos climáticos, argumenta que se ha conseguido un progreso significativo y que acuerdos no vinculantes “establecen lo que haremos entre la fecha de hoy y 2020”.
Los científicos llevan décadas explicando que el mundo se está calentando debido a las emisiones de gases de efecto invernadero a partir de combustibles fósiles, así como a causa de prácticas agrícolas dudosas y deforestación. El cambio climático global ha sido vinculado al deshielo del Ártico, al aumento del nivel de los océanos, a un mayor número de sequías e inundaciones, al empeoramiento de los climas extremos y a la desertización. Entre los impactos futuros, se han reconocido el incremento de conflictos armados, refugiados, hambrunas y extinciones de especies.