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¿Por qué le tiene miedo Indonesia a Greenpeace?

Esconder la cabeza bajo la tierra es una de las formas de afrontar las denuncias medioambientales, pero visto el éxito de las últimas campañas de Greenpeace, probablemente esta no sea la mejor opción para las compañías forestales de Indonesia que están compitiendo en el mercado internacional, donde los asuntos medioambientales cada vez despiertan mayor preocupación.



Peatlands destruction in Indonesian Borneo.
Destrucción de turberas en Borneo, Indonesia. Foto de Rehtt Butler.


La semana pasada, los agentes de inmigración de Yakarta, Indonesia, impidieron la entrada al país al director de Greenpeace, John Sauven. Sauven, que había obtenido un visado de negocios dos semanas antes para visitar la embajada de Londres en Indonesia. Tenía previsto unirse a su equipo en Yakarta, viajar a la isla de Sumatra y reunirse con agentes y empresarios de Indonesia en una conferencia sobre el sector forestal. Al día siguiente, Andrew Tait, miembro activo de Greenpeace, fue acosado por un grupo de individuos sin identificar que trató de entregarle una orden de deportación.



Además de despertar una gran confusión entre los viajeros, que se preguntaban si los agentes de inmigración de Yakarta iban a aceptar los visados de negocios obtenidos en embajadas extranjeras o no, la deportación de Sauven y el acoso al que se vio sometido Tait plantean una pregunta aún más interesante:¿Por qué Indonesia teme a Greenpeace?



Greenpeace es un grupo medioambiental y, aunque no es pequeño —Greenpeace tiene un presupuesto anual de aproximadamente 250 millones de dólares estadounidenses entre todas sus organizaciones miembro—, no supone una amenaza para la seguridad de Indonesia. A pesar de que algunos políticos locales denuncian que se trata de un grupo terrorista, Greenpeace nunca ha llamado a la violencia; es más, de hecho la organización se enorgullece por no llevar acabo enfrentamientos violentos. Por lo tanto, ¿por qué ese miedo?


Being the lowest cost producer of wood pulp doesn’t make a lot sense if it costs Indonesia its most valuable assets.
Ser el productor de pulpa de madera más barato no parece tener mucho sentido si el coste es acabar con los activos más valiosos de Indonesia. (Bosque de Nueva Guinea Occidental, donde se están expandiendo un gran número de empresas del sector de la pulpa de madera y papel.)



La asociación de comerciantes de pulpa de madera y papel de Indonesia (APKI) ha amenazado con emprender acciones legales contra CIFOR, una institución para la investigación forestal, por haber reimpreso el texto de un discurso del presidente de la república, Susilo Bambang Yudhoyono, en el que este atribuía la deforestación de Sumatra a la producción de pulpa de madera y papel.

La respuesta reside en la eficiencia cada vez mayor que tienen las campañas de Greenpeace. Desde que Greenpeace las puso en su punto de mira, las empresas e industrias están sometidas a una gran presión en el mercado, tal y como lo corroboran multitud de pruebas: en los últimos cinco años, las campañas de Greenpeace han provocado cambios radicales en la forma de producción del sector del ganado y la soja de la Amazonia brasileña. Asimismo, el grupo Un Indonesia ha exigido a PT SMART (que pertenece a Golden-Agri Resources (GAR)), el mayor productor de aceite de palma del país, que adopte una política forestal estricta. Ahora, Greenpeace se está centrando en la industria de la pulpa y el papel de Indonesia, responsable de la destrucción a gran escala de las selvas tropicales y turberas de Sumatra. Más concretamente, el objetivo es Asia Pulp & Papel (APP), uno de los mayores y más controvertidos distribuidores de fibra del país.



Todo parece indicar que la deportación de Sauven y el acoso que sufrió Tait se debieron a la fuerte influencia de los intereses del sector privado, más que en la aplicación de una nueva política dirigida contra los militantes medioambientales (Sauven pretendía reunirse con personalidades del gobierno para conseguir apoyo para la promesa del presidente Susilo Bambang Yudhoyono de reducir la deforestación de forma sustancial). Tal y como se puede observar en los esfuerzos realizados últimamente para socavar la moratoria sobre la concesión de nuevos permisos forestales presentada por el presidente Susilo Bambang Yudhoyono y el incremento de los arguementos en contra de los grupos medioambientales (curiosamente, la deportación de Sauven coincidía con el día del lanzamiento de un sitio web anti-Greenpeace promovido por un grupo de abogados que representan a la industria del papel y la pulpa), las formas de negocio tradicionales del sector forestal de Indonesia están en peligro. Para que el presidente Yudhoyono pueda implantar un sistema económico basado en una baja emisión de carbono son necesarias ciertas reformas y estas amenazan de forma directa a las empresas que se nutren de la intimidación a las comunidades locales, instituciones corruptas y poco claras, la complacencia pública, la falta de transparencia en cuanto al uso de las tierras y la destrucción forestal a gran escala.



Las cifras se indican en hectáreas.

De cara a un futuro incierto, los oligopolios están empezando a contratacar. Estas empresas parecen creer que su modelo de producción —perfeccionado durante más de 30 años bajo la dictadura del general Suharto y diseñado para su enriquecimiento personal a costa de la mayoría de la población indonesia— es sostenible desde el punto de vista político. Pero, mientras tengan éxito en el corto plazo a la hora de silenciar a la sociedad civil de Indonesia, las empresas del sector forestal están compitiendo en el mercado mundial, donde los asuntos sociales y medioambientales realmente si importan. Es cierto, cualquier empresa podría convertir una selva tropical de miles de años de antigüedad en una plantación de aceite de palma y maximizar los beneficios actuales, pero ¿cuál es la estrategia a la largo plazo?¿Qué ocurriría si Brasil llevase a cabo correctamente su plan y estableciese más de cinco millones de hectáreas de plantaciones de aceite de palma de terreno que son sean selvas o bosques?¿Discriminarían los mercados más atractivos un aceite de palma que se produce que tal manera que genera conflictos sociales y provoca la degradación medioambiental?



Se está produciendo un cambio real en los mercados. Cada vez resulta más claro que las compañías que se enfrentan al consumidor, especialmente en Occidente, pero también en Brasil, no quieren verse asociadas a problemas sociales y a la deforestación. Esto representa un riesgo para la reputación de las grandes empresas. Por ejemplo, PT SMART, el mayor productor de aceite de palma de Indonesia, perdió miles de millones de dólares cuando compañías como Unilever, Kraft y Nestlé le dieron de largo por su vinculación con la deforestación y la conversión de las turberas. Desde entonces, la compañía ha adoptado una nueva política forestal que se encuentra entre las más estrictas de Indonesia y que prohíbe la conversión de las turberas y selvas tropicales y exige el consentimiento previo e informado de las comunidades.


¿Está perdiendo Indonesia su activo más valioso?

(16/05/2011) A finales de 1980, en lo más profundo de las selvas de Borneo, en Malasia, los investigadores hicieron un descubrimiento increíble: la corteza de un tipo de árbol de turbera produjo un extracto que podía ser muy efectivo contra el virus del sida. Dentro de poco comenzarán los ensayos clínicos para verificar la viabilidad de un medicamento formado a partir de este compuesto, el cual podría valer cientos de millones de dólares al año y ayudar a mejorar la vida de miles de personas. Esta historia también es importante para Indonesia porque en sus selvas crece un árbol con características similares. De hecho, es probable que en Indonesia haya muchas otras especies con gran potencial, pero aún no se sabe mucho sobre ellas. Dada la gran riqueza bilógica de Indonesia —alberga más especies animales y vegetales que cualquier otro país del planeta —, surge la siguiente pregunta: ¿no deberían los políticos y empresarios dar prioridad a la protección e investigación de las selvas tropicales, turberas, montañas, arrecifes de coral y los ecosistemas de los manglares en lugar de hacer negocio con ellos?

Estos cambios también se están produciendo fuera de Indonesia. Desde hace poco, tras recibir quejas por parte de sus principales clientes, los productores de soja y ganado de Brasil—responsables de la inmensa mayoría de la deforestación de la Amazonia brasileña— han comenzado a implantar medidas de protección. La industria del ganado brasileña —la más grande del mundo— sufrió un golpe letal cuando, de la noche a la mañana, Nike y Adidas se negaron a adquirir cuero y ganado vacuno producidos a costa de la deforestación y explotación. Quizás, que Brasil haya sido capaz de hacer crecer su economía al mismo tiempo que reducía la desforestación no debería haber sido una sorpresa. Desde 2004, la tasa anual de deforestación brasileña en el Amazona se ha reducido un 80% y su renta per cápita ha aumentado casi un 40%.



No hay ninguna razón para creer que Indonesia no pueda hacer lo mismo. No será fácil, pero un modelo de desarrollo inteligente —como el que promulga Yudhoyono— consiste en un modelo opta por la capitalización de los activos, de gran singularidad y valor, de Indonesia en lugar de degradarlos o destruirlos.



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