Es posible que en menos de 40 años el medio ambiente y la vida silvestre se vean considerablemente afectadas por el hecho de tomar vino, de acuerdo a un nuevo estudio en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) [Actas de la Academia Nacional de Ciencias]. El estudio halla probable que el cambio climático obligue a muchos viñedos a irse hacia el norte o a regiones más altas, lo que lleva a pérdidas de hábitats, mermas en la biodiversidad y una mayor presión por agua dulce. Algunas áreas vitícolas famosas podrían perderse, inclusive la mediterránea, mientras que el desarrollo de nuevas —como las que hay en las Montañas Rocosas y las que quedan al norte de Europa— podría conducir a lo que los científicos describen como “conflictos de conservación.”
Si se perdiesen muchas de las actuales regiones vinícolas del mundo, por muy bien desarrolladas que estuvieran, serían remplazadas por nuevas viñas en algunos lugares inesperados (imagínense Canadá y Escandinavia), lo cual acarrearía efectos medioambientales a gran escala.
“Establecer una viña implica quitar la vegetación nativa, para luego, típicamente, arar en profundidad, fumigar con bromuro de metilo u otros químicos que esterilizan el suelo, y aplicar fertilizantes y fungicidas,” escriben los investigadores. “Los viñedos maduros en producción tienen poco valor como hábitats para los vertebrados e invertebrados nativos; son las especies que no son nativas las que los visitan con mayor frecuencia.”
En un escenario con menos emisiones (Vías de concentración representativas 4,5), los investigadores hallaron que hasta 2050 las actuales áreas vitícolas se encogerían en un 19 por ciento en Chile y hasta un 62 por ciento en Australia. En un escenario con más emisiones (VCR 8,5), las áreas vitícolas se verían reducidas en un 25 por ciento en Chile y hasta un 73 por ciento en Australia durante el mismo período. Sin embargo, surgirán nuevas áreas vitícolas, especialmente al oeste de Norte América, en donde es posible que las áreas aptas se extiendan en un 231 por ciento, con VCR 8,5. Es factible que el norte de Europa vea una expansión del 99 por ciento mientras la Europa mediterránea pierde su corona vitivinícola.
Viñedo en el Perú. Las uvas con las que se hace el vino son notoriamente sensibles al clima. Foto por: Tiffany Roufs.
“Los viñedos ya se están extendiendo con rapidez por los alrededores de la cuenca del Río Columbia al este de Washington, por el valle del Río Snake de Idaho y por el valle Okanagan en la Columbia británica,” escriben los científicos. Es probable que las nuevas áreas vitícolas en Norte América entren en conflicto con los esfuerzos de conservación en las Montañas Rocosas, incluyendo la Iniciativa Y2Y que está buscando preservar corredores y hábitats de vida silvestre desde Yellowstone hasta el Yukón.
Los efectos del cambio climático en la vitivinicultura no sólo darán lugar a problemas de tierras sino que contribuirán a la escasez de agua dulce en la región.
“En un clima en calentamiento los viñateros usarán cada vez más agua para tratar de refrescar las uvas en la vid, y así reducir el estrés hídrico y la pérdida de calidad que supone el estrés térmico,” escriben los investigadores. “Generalmente es mayor el daño potencial a medio ambientes de agua dulce allí donde el agua ya escasea.”
Dada la reconocida sensibilidad del vino al clima podría ser que las futuras generaciones se vean obligadas a tomar cerveza en su lugar, asumiendo que el calentamiento global no diezme la producción de cereales y lúpulos.
CITAS: Lee Hannaha, Patrick R. Roehrdanz, Makihiko Ikegami, Anderson V. Shepard, M. Rebecca Shaw, Gary Tabor, Lu Zhi, Pablo A. Marquet y Robert J. Hijmans. Climate change, wine, and conservation [Cambio climático, vino y conservación]. PNAS. 2013.