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¿Y si las empresas tuvieran que compensar a la sociedad por la destrucción medioambiental?

El medioambiente es un bien público. Todos compartimos y dependemos del agua potable, una atmósfera estable, y biodiversidad abundante para sobrevivir, por no hablar de la salud y el bienestar social. No obstante, con la economía global, las industrias con frecuencia pueden destruir y contaminar el medio ambiente — degradando las comunidades y la salud pública — sin pagar por ello una compensación adecuada al bien público. Los economistas llaman a este proceso “externalización de costes”. Por ejemplo, el coste de la degradación del medioambiente en muchos casos nace en el seno de la sociedad, en lugar de compañías que la causen. Un nuevo informe de TEEB (The Economics of Ecosystems and Biodiversity), llevado a cabo por Trucost, resalta la magnitud del problema: capital natural al que no se había puesto precio (por ejemplo aquello que el mercado global no tiene en cuenta) suponía 7.3 billones de dólares en 2009, lo equivalente al 13% de la producción economica mundial en un año. En otras palabras, en el sistema económico actual las empresas obligan a la sociedad global, a sus gobiernos, y futuras generaciones a cubrir una deuda de 7.3 billones de dólares, y eso solo respecto a 2009. Igualmente importante es el hallazgo del estudio que asegura que ninguna de las industrias con gran impacto medioambiental tendrían beneficios si se hicieran responsables de su capital natural.



El estudio, titulado Capital Natural en riesgo: el top 100 de las externalizaciones de negocios, incorpora seis importantes impactos en el medioambiente (el uso del suelo, consumo de agua, emisión de gases con efecto invernadero, aire contaminado, contaminación en el agua y la tierra, residuos) en 500 sectores de negocios en todo el mundo. De todos ellos, la emisión de gases con efecto invernadero representan el problema más importante: siendo un 38% del capital natural al que no se pone precio. El uso de tierra y agua representa un cuarto cada uno (25 y 24% respectívamente), mientras que la contaminación del aire representa un 7%, la contaminación de la tierra y el aire el 5%, y los residuos el 1%. No obstante, incluso los porcentajes más pequeños también son significativos: por ejemplo, el coste global para la sociedad debido a la contaminación de la tierra y el agua representa 300.000 millones de dólares en 2009, mientras que el uso del suelo (tal como la deforestación y la pérdida del ecosistema) fue valorada en 1.8 billones de dólares.


Rebaño de ganado en lo que una vez fue el Amazonas brasileño. Foto de: Rhett A. Butler.
Rebaño de ganado en lo que una vez fue el Amazonas brasileño. Foto de: Rhett A. Butler



Según el informe las cinco industrias menos sostenibles (por ejemplo aquellas que pagan menos por el impacto natural que generan) son las eléctricas de carbón en el Este de Asia (número uno) y el Norte de América (número tres), la ganadería en el Sur de América (número dos), cultivo de trigo en el Sur de Asia (número cuatro), y cultivo de arroz en el Sur de Asia (cinco). El cultivo de trigo y arroz está entre los primeros debido al alto consumo de los recursos de agua, mientras que la ganadería conlleva a la destrucción de la selva, y la energía del carbón es la peor en términos de emisiones de carbono.



“Estos sectores son los que aparecen con más frecuencia en la lista de los 20 sectores que suponen mayor coste en cuanto al uso de recursos naturales, contaminación y generación de residuos en distintas regiones”, indica el autor.



De hecho, el informe reveló que ninguna de las industrias en la lista de las 20 sería rentable si tuvieran que pagar por el impacto medioambiental que suponen.



“La media del margen de beneficio antes de aplicar impuestos para las empresas listadas en el índice mundial MSCI antes de incluir los costes del capital natural iban desde el 7% para la fabricación hierro y acero, hasta el 19% para la extracción de petroleo crudo y gas natural. Tras aplicar los costes del capital natural, el rango va del -67% para la fabricación de cemento al -1% para la extracción del petroleo crudo y el gas natural”, según escribe el autor.



Aunque que la energía es obviamente el implicado más directo en la degradación medioambiental, los autores indican que la agricultura juega un importante papel, un rol que con frecuencia pasa desapercibido. De los 20 sectores con mayor impacto medioambiental, la mitad están relacionados con la agricultura.



Tabla proporcionada por Natural Capital at Risk: the Top 100 Externalities of Business.
Tabla proporcionada por Natural Capital at Risk: the Top 100 Externalities of Business.



“El hecho de que los sectores agrícolas en general no tengan suficientes ganancias para cubrir el daño medioambiental que producen es especialmente llamativo desde una perspectiva del riesgo”, comenta el autor. “Reducir el daño derivado de la ganadería y producción agrícola, por ejemplo, ayudaría a mitigar el riesgo procedente de costes variables. Las grandes fluctuaciones de precios hacen que los productos indispensables sean inasequibles, que el crecimiento sea lento, provoca protestas públicas e incrementa la tensión geopolítica. Sin embargo, el sector no puede adoptar un enfoque desde el punto de vista de los ecosistemas para incrementar la resistencia para adaptarse a los impactos del cambio climático y reducir así la emisión de gases con efecto invernadero.”


La ganadería en Sudamérica está vista como la industria más problemática, especialmente por la tala de árboles de la selva. La industria tuvo unos ingresos de 16.600 millones de dólares en 2009, pero gastó la impactante cifra de 353.800 millones de dólares de capital natural o sobre el 1,800 % de sus beneficios.



“El impacto de la ganadería en Sudamérica es especialmente significativo (17% de los costes globales del uso de la tierra), debido tanto a la cantidad de tierra usada para el ganado en Brasil como al elevado valor de los servicios del ecosistema de la tierra virgen empleada”, escriben los autores. Aunque Brasil ha dado pasos recientemente, muchos de ellos exitosos, para contrarrestar la deforestación, el Amazonas continúa disminuyendo su tamaño.



Aunque la producción de aceite de palma no está en lo más alto de la lista (posición 64 del total), los autores señalan la industria debido a sus “comparativamente gran impacto … dado el relativamente pequeño área de tierra empleado”.



El aceite de palma, escriben, “está llevando la tala de bosques a los trópicos, uno de los ecosistemas terrestres más diversos y un importante almacén de carbono”. Por su parte, el aceite de palma costó 20.500 millones de dólares en capital natural en 2009, pero solo generó 8.700 millones de dólares.



Además de la agricultura y la energía, otras industrias incluidas entre las 20 primeras de la lista son las fundiciones siderúrgicas y de acero, y fabricación de cemento. Ambas producen cuantiosas emisiones de gases con efecto invernadero. Los suministros de agua en el Sur y Oeste de Asia, y Norte de África también están entre los 20 primeros de la lista (números 10, 15 y 18 respectívamente); mientras que la pesca global está situada en el número 16 del estudio, haciendo uso de un capital natural por valor de 80.000 millones de dólares ese año.


Mina de carbón en Mongolia Interior, China. Foto de: Herry Lawford.
Mina de carbón en Mongolia Interior, China. Foto de: Herry Lawford.



De manera sorprendente, la tala de árboles no se ve como algo altamente problemático en comparación con otras industrias (la tala se sitúa en el número 61 en el Este de Asia), pero como el autor admite, la razón es fundamentalmente porque “los análisis solo cubren la tala legal, que en su mayoría es en áreas plantadas y utilizadas para continuar proveyendo algún servicio al ecosistema”. Indican que en todo el mundo “la tala solo es responsable del 14% de la deforestación, mientras que la agricultura comercial es responsable del 32% y la agricultura de subsistencia del 42%. En Brasil, el 70% de la deforestación se debe a la producción ganadera”.


Incluir el capital natural en la economía global podría suponer una revolución económica y medioambiental. Algunas industrias, tales como el carbón, probablemente tendrían que detener su actividad ya que sus grandes beneficios no podrían cubrir el gran impacto que producen en el clima, por no mencionar la calidad del agua y el aire. Otras industrias tendrían que adaptarse y cambiar: la agricultura en particular, necesitaría innovar para producir alimentos con menor impacto en el medio ambiente.



“El riesgo de los precios de los productos básicos agrícolas es particularmente preocupante, donde el coste del capital natural es universalmente más alto que las ganancias de los sectores”, escribe el autor. “Sin embargo, dentro de los sectores, hay una variación significativa entre los países basados en energía mixta, cosechas (impacto del uso de la tierra), fertilizantes y sistemas de irrigación” .




El pueblo Turkana de Kenia y Etiopía afrontan amenazas existenciales debido al cambio climático y a la construcción de la presa Gibe III. Foto de: Rhett A. Butler.
El pueblo Turkana de Kenia y Etiopía afrontan amenazas existenciales debido al cambio climático y a la construcción de la presa Gibe III. Foto de: Rhett A. Butler.



No obstante, si la economía global tuviera en cuenta el capital natural ¿quién pagaría los altos precios?



“Si los costes no cotizados de capital natural se internalizasen, una gran parte pasaría a los consumidores”, escribe el autor.


Sin embargo, hay que tener en cuenta que ignorar el coste del capital natural no hace desaparecer el problema, la sociedad global ya está pagando estos costes y continuarán pagándolos futuras generaciones. Incluir el capital natural en el mercado desplazaría la carga de aquellos que sufren el impacto del daño medioambiental a aquellos que consumen los productos. Tal cambio podría significar que las industrias tuvieran que buscar métodos más sostenibles de hacer negocios para obtener mayores beneficios. Habría ganadores y perdedores como en todos los cambios económicos, pero ahora habría un impulso real en el mercado por una economía sostenible, un cambio que aún no ha ocurrido a pesar de la atención mediática. A la vez que el cambio climático empeora y la destrucción ecológica es mayor, los costes sobre la sociedad se ampliarán y se harán más agudos.



“Tal como refleja la reciente sequía en EEUU, estos impactos probablemente se internalizarán progresivamente a los productores y consumidores a través de eventos medioambientales”, escribe el autor. “De esta forma, aquellas compañías que alineen los modelos de negocio con el uso sostenible del capital natural del que dependen,deberían conseguir una ventaja competitiva más resistente, reducir costes y mejorar la seguridad de abastecimiento.”






Tabla proporcionada por Natural Capital at Risk: the Top 100 Externalities of Business.
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Tabla proporcionada por Natural Capital at Risk: the Top 100 Externalities of Business.
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Tabla proporcionada por Natural Capital at Risk: the Top 100 Externalities of Business.
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Tabla proporcionada por Natural Capital at Risk: the Top 100 Externalities of Business.
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Tabla proporcionada por Natural Capital at Risk: the Top 100 Externalities of Business.
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Tabla proporcionada por Natural Capital at Risk: the Top 100 Externalities of Business.
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