Las tribus que habitan el bosque tropical más grande de la Tierra ya sienten los efectos de las alteraciones provocadas por el cambio climático, según señala un artículo publicado hace semanas en la revista científica británica Philosophical Transactions of the Royal Society B.
El artículo, basado en la recopilación de entrevistas realizadas a líderes indígenas en el Amazonas brasileño, afirma que las poblaciones nativas están reportando cambios en los patrones de precipitación, humedad, niveles de los ríos, temperatura y ciclos del fuego y de la agricultura y ganadería. Estos cambios, medidos con respecto al tiempo celeste usado por los nativos, están afectando las formas de vida tradicionales que datan de hace miles de años.
“Los grupos de aborígenes que han vivido en el Amazonas por siglos, incluso milenios, perciben signos de que el clima de la zona está cambiando”, afirmó Steven Schwartzman, autor principal del estudio y director de políticas para los bosques tropicales en el Fondo para la Defensa Ambiental (EDF, por sus siglas en inglés). “Los nativos nos informan que la pluviosidad y el nivel de los ríos han cambiado; los fuegos a los que deben enfrentarse ahora son diferentes, y los sistemas climáticos que usaban y de los cuales dependían para cultivar alimentos se han vuelto impredecibles”
Los indígenas entrevistados mencionan estar especialmente preocupados, porque condiciones más secas harían más difícil controlar los fuegos que se usan tradicionalmente como parte del sistema de rotación de cultivos en pequeña escala. Por generaciones, los agricultores de las tribus hacían fuego basándose en la posición de las estrellas, la cual reflejaba la época del año en que se encontraban, con la expectativa de que el fuego no se propague hacia las áreas húmedas de la selva. La existencia actual de condiciones más secas significa que los fuegos en la sabana pueden alcanzar el bosque tropical fácilmente, dañándolo y reduciendo su capacidad de soportar la sequía y los futuros incendios.
Corredor de tierras indígenas y áreas protegidas de las cuenca del río Xingú. De Schwartzman et al. 2013. Haga click en la imagen para agrandar. |
“Estoy preocupado por el cambio, hoy en día me preocupan mucho los incendios forestales…porque la sabana y el bosque se están quemando”, dice Arifirá Matipu, miembro de la tribu Xingú. “Anteriormente, en la década de 1970, estos cambios aún no habían sucedido. Todo estaba bien hasta la década de 1980, prendíamos fuego en la sabana y se apagaba por sí mismo, deteniéndose justo en el límite de la sabana. A partir del año 2000 los fuegos ya no se apagan por sí mismos…Una gran porción de bosque cercano a mi aldea se incendió. Los incendios ocurren a causa del calor. Estamos ante un nuevo clima”.
“Sabemos que es el momento de desmalezar los jardines cuando vemos un grupo de estrellas (las Pléyades) que no aparecen siempre, solo cuando es momento de desmalezar…Cuando estas estrellas aparecen en medio del cielo, es momento de ocuparnos de nuestros jardines ”, cuenta en el artículo Sadea Juruna. “En el pasado el bosque era mucho más húmedo y por eso solo las zonas taladas se prendían fuego. En la actualidad, toda la humedad de la naturaleza se seca y cada vez más lugares se incendian…Las Pléyades continúan apareciendo, pero la lluvia es muy diferente. El año pasado iniciamos un huerto comunitario pero no prosperó. El sol fue demasiado fuerte porque las lluvias llegaron tarde. La tierra estaba muy seca”.
“El fuego es diferente ahora. Cuando era pequeña, la gente no se asoleaba como hoy en día. El sol no era tan fuerte, uno se bronceaba pero desaparecía”, afirmó en una entrevista Lahussia Juruna del Parque Indígena do Xingu. “Hoy, la gente inicia un fuego y éste se propaga hasta convertirse en un gran incendio. En el pasado se quemaba la sabana pero no el bosque”.
Estas observaciones pueden atribuirse en parte al cambio en el uso de la tierra que se da en la región. La deforestación puede contribuir a la desecación localizada, al mismo tiempo que el desvío de agua para la agricultura puede reducir los torrentes. El área de estudio (la cuenca del río Xingú) está rodeada por grandes claros destinados al pastoreo de ganado y al cultivo industrial de soja.
Sin embargo, estas condiciones más secas y la exacerbada vulnerabilidad a los incendios del bosque tropical mencionadas por los indígenas entrevistados, se han estado observando en grandes extensiones del sur del Amazonas. Diversos estudios recientes argumentan que los cambios son probablemente el resultado de una combinación de factores, entre los que se incluyen temperaturas más cálidas en el océano Atlántico tropical, fragmentación y deforestación. Desde 2005, el Amazonas ha experimentado las dos sequías más severas de las que se tiene registro. Éstas aislaron a las comunidades que dependen de los ríos, desencadenaron emisiones de carbón y la extinción de grandes zonas de bosque, y estuvieron asociadas con fuegos forestales devastadores.
Hoy en día, algunas comunidades aborígenes temen que una avalancha de proyectos para la construcción de represas empeore sus problemas ya que restringirían el caudal de los ríos, se producirían inundaciones y hasta podrían verse afectadas las migraciones de los peces. La represa de Belo Monte, actualmente en construcción en el mismo río Xingú, es particularmente polémica; los analistas aseguran que para que el proyecto sea comercialmente viable se requiere la construcción de al menos dos represas más río arriba, multiplicando su impacto social y ambiental.
Sin embargo, no todas han sido malas noticias para los residentes indígenas del Amazonas brasileño. El índice anual de deforestación cayó más de un 80% desde 2004. Al mismo tiempo, varios estudios que muestran que los territorios aborígenes tienen tasas de deforestación más bajas han contribuido a apoyar el argumento de que el manejo de la tierra por parte de las comunidades nativas podría jugar un papel fundamental en la protección de los bosques y en la reducción de la emisión de gases de efecto invernadero. En consecuencia, los autores sugieren que las tierras aborígenes y las áreas protegidas en la zona del Xingú podrían ser compensadas con pagos por carbono en el marco del Programa de Reducción de Emisiones de Carbono causadas por la Deforestación y la Degradación de los Bosques (REDD, por sus siglas en inglés), si este mecanismo surgiera dentro del programa brasileño para mitigar el cambio climático.
Los autores escribieron: “La sustentabilidad de las tierras indígenas y de las áreas protegidas depende también de fuentes sustentables de financiamiento. A menudo se han propuesto el programa REDD y el pago por servicios al ecosistema, ya sea proveniente de fuentes públicas o privadas. Una estimación a grosso modo, basada en un modelo gradual y ascendente de los mercados de carbón desde 2015 hasta 2030, sugiere que el valor de las tierras indígenas y áreas protegidas del Xingú que están dentro de un sistema nacional de derechos de emisiones podría aproximarse a los 42 millones de dólares por año”
CITA: Schwartzman S et al. 2013. The natural and social history of the indigenous lands and protected areas corridor of the Xingu River basin. Phil Trans R Soc B 368: 20120164. http://dx.doi.org/10.1098/rstb.2012.0164