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¿Es posible que las grabaciones con cámara oculta inciten al mundo a proteger al Yasuní de la explotación petrolera?

Hace tan solo diez años habría sido imposible imaginarlo: grabaciones claras como la luz del día de un jaguar caminando por la impenetrable selva Amazónica, o un coendú bicolor meciéndose en una rama, o una tropa de monos araña comiendo en una colpa, o un grupo de pequeños coatíes saliendo de uno en uno a toda velocidad del denso follaje. Puede que ni siquiera los investigadores que han pasado toda su vida en el Amazonas lleguen a ver estas cosas. Ahora cualquiera puede hacerlo: los científicos de la Estación de Biodiversidad Tiputini en el Parque Nacional de Yasuní han empezado a usar cámaras ocultas recientemente para conseguir grabaciones de animales que poca gente podrá ver durante su vida. Los videos –que son un avance respecto a años empleando cámaras fotográficas− proporcionan una visión íntima de un mundo cada vez más amenazado por la industria del petróleo.



“Empezamos a usar videos hace unos 18 meses y en este periodo hemos podido grabar a más de 20 especies, incluso a grandes depredadores como jaguares y pumas”, confesó a mongabay.com Diego Mosquera, jefe del programa de cámaras ocultas y director de la Estación de Biodiversidad Tiputini. “Definitivamente, todavía hay mucho por descubrir”.



El programa en Tiputini lleva en funcionamiento ocho años, pero durante los primeros seis años, el equipo se centró únicamente en la fotografía (se han tomado 55.000 hasta la fecha). A pesar de que Tiputini tiene tan solo una extensión de 6,5 quilómetros cuadrados –menos de una décima parte de la totalidad del parque− han conseguido grabar a más de 60 especies, que incluyen 35 especies de mamíferos y 27 de aves. Mosquera afirma que lo más destacable en este programa son las grabaciones de panteras, pumas comiendo, zorros de oreja corta y otras especies altamente escasas.


Recopilación de videos grabados con cámara oculta de la Estación de Biodiversidad Tiputini.


“Estamos muy contentos y sorprendidos por haber conseguido imágenes de una pantera negra, que es básicamente un jaguar negro. Teniendo en cuenta que solo el 6 por ciento de los jaguares (Panthera onca) tienen melanismo, conseguir una imagen de un jaguar negro es algo realmente impresionante”.



El equipo también ha conseguido fotografías especiales de un puma (Puma concolor) comiéndose un ciervo.



“Eso fue algo extremadamente interesante, no solo por la imagen sino por la información que nos proporciona”, afirma Mosquera. Además de tener imágenes de los momentos en los que se alimentan, el equipo también tiene grabaciones de pumas defecando. Sin embargo, ese no fue el último comportamiento intrigante de un animal que se encontró en las grabaciones.



“También nos sorprendió mucho darnos cuenta de que por alguna razón los pecaríes son conscientes constantemente de que hay una cámara ‘observándolos’. En muchos casos, esto lleva a ‘ataques amistosos’”, declara Mosquera.



El programa, que cuenta con John Blake de la Universidad de Florida para ayudar con el análisis de los datos, también ha grabado a animales de los que la ciencia apenas tiene datos.



“La mayoría de animales son huidizos, pero creo que, por lo menos en Tiputini, las dos especies de cánidos son de las especies más raras en la selva. El zorro de oreja corta (Atelocynus microtis) y el perro venadero (Speothus venaticus) son altamente esquivos y es difícil verlos, incluso teniendo un ‘ojo’ en el bosque 24 horas al día con las cámaras”, destaca Mosquera.




Puma con los restos de un ciervo. Fotografía cortesía de la Estación de Biodiversidad Tiputini.

Puma con los restos de un ciervo. Fotografía cortesía de la Estación de Biodiversidad Tiputini.



De hecho, de las 55.000 fotografías que se han conseguido con el programa, tan sólo tres eran imágenes del perro venadero, o lo que es lo mismo: aparece en una de cada 18.000 fotografías.



“Tenemos que conseguir más información [del zorro de oreja corta y el perro venadero] para entenderlos mejor y, como último objetivo, tener mejores argumentos para protegerlos”, afirma Mosquera. Incluso con todo lo que se ha grabado, Mosquera dice que hay mucho más por descubrir, incluyendo especies que aún no han aparecido ante las cámaras como el lobito de río (Lontra longicaudis), la nutria gigante (Pteronura brasiliensis), el grisón (Galictis vitatta) y la mustela africana (Mustela africana).



“Hoy en día, mucha gente ha perdido la conexión con la naturaleza y estas fotografías y videos pueden acercarles a las magníficas criaturas con las que compartimos el planeta, despertar su curiosidad, animarles a ver la ‘vida’ salvaje y sobre todo, animarles a protegerla”, afirma Mosquera.



Mientras los científicos usan cámaras ocultas para supervisar la vida salvaje de forma mejorada, el programa de Tiputini es especialmente importante porque proporciona una visión al interior del que los expertos afirman que es el lugar más biodiverso del planeta.



En la actualidad, el Parque Nacional de Yasuní –que tiene una extensión mayor que Chipre− tiene el récord mundial de grupos de especies: 153 especies de anfibios, más de 100 murciélagos, 597 aves y 3.135 especies de plantas vasculares. Una sola hectárea del Yasuní contiene unas 655 especies de árboles –más de los que se podrían encontrar si combináramos los Estados Unidos y Canadá. Lo que es incluso más sorprendente, los científicos han calculado que una hectárea en el Yasuní puede albergar a más de 100.000 especies de artrópodos. De ser así, sería el mayor número de especies por unidad del mundo.



“El Amazonas es tan complejo que incluso con todo lo que sabemos, la realidad es que no sabemos nada”, declara Mosquera. “Por desgracia, parece que la destrucción se está llevando a cabo a tal velocidad que puede que no tengamos tiempo para ver los efectos que estas actividades están teniendo en la vida salvaje y puede que perdamos especies que ni siquiera hemos tenido tiempo de ‘descubrir’”.



Paujil nocturno (Nothocrax urumutum). Fotografía cortesía de la Estación de Biodiversidad Tiputini.
Paujil nocturno (Nothocrax urumutum). Fotografía cortesía de la Estación de Biodiversidad Tiputini.


De hecho, cada una de las innumerables especies del Yasuní –y si las sumamos, el mayor hervidero de vida del mundo− puede estar en peligro a causa de la producción petrolera. En la actualidad, Ecuador prohíbe que las empresas petroleras trabajen en zonas protegidas. Sin embargo, hay una laguna legislativa: si se considera que la explotación del petróleo se realiza por el “interés nacional” de Ecuador, las operaciones de extracción se pueden llevar a cabo en parques y otras zonas protegidas. De hecho, la industria del petróleo está trabajando en la actualidad a tan sólo 20 quilómetros de la Estación de Biodiversidad Tiputini.



“Pero acabamos de descubrir que una nueva extensión de la carretera va a permitir el acceso a unas instalaciones [petroleras] más pequeñas a tan sólo 5 quilómetros de nosotros”, afirma Mosquera. “Obviamente este nos asusta mucho”.



Parece ser que la explotación del petróleo se va a extender: recientemente, el parque apareció en las noticias de todo el mundo cuando una iniciativa innovadora para mantener el petróleo alejado de las secciones más remotas del parque se vino abajo. La iniciativa Yasuní-ITT habría mantenido los bloques ITT de Yasuní (Ishpingo-Tambococha-Tiputini) fuera de los límites de la exploración petrolera si los donantes y la comunidad internacional aceptaban pagar el 50 por ciento de los ingresos a los que se renunciaba al no explotar los yacimientos de petróleo: una cantidad de de 3.600 millones de dólares. La idea era conservar la biodiversidad, frenar el cambio climático (manteniendo los combustibles fósiles en la tierra) y proteger a las poblaciones indígenas. La suma que se pagara a Ecuador iría destinada a un fondo fiduciario gestionado por el Programa de Desarrollo de la ONU y apoyado por una variedad de proyectos como la reforestación, las energías renovables y varias iniciativas de la comunidad. Sin embargo, esa financiación no llegó lo suficientemente rápido para el gobierno Ecuatoriano (se habían comprometido a unos 330 millones de dólares) y en agosto, el presidente Rafael Correa anunció que el programa quedaba cancelado y que ITT quedaba abierto para la explotación petrolera.



“Las operaciones petroleras tienen efectos obvios e inmediatos (carreteras, personas, oleoductos, ruido, contaminación), pero los efectos a largo plazo causan una gran preocupación”, afirma Mosquera. “Al construir carreteras, no solo se fragmenta el hábitat de muchas especies impidiendo el flujo genético normal, sino que se da pie a la colonización y a todo lo ella que implica (deforestación, tala ilegal, expansión de la frontera agrícola, exceso de caza y tráfico con especies salvajes, aculturación de los pueblos indígenas, etc.)”



Según su opinión, las operaciones petroleras en el norte de la Amazonia ecuatoriana ya han acarreado la “destrucción casi total de la zona”.




Jaguar paseando. Fotografía cortesía de la Estación de Biodiversidad Tiputini.
Jaguar paseando. Fotografía cortesía de la Estación de Biodiversidad Tiputini.


“Ese podría ser también el destino del Yasuní si nos basamos en lo que ya hemos visto que ha pasado hasta ahora”, avisa Mosquera.



A principios de octubre, el congreso ecuatoriano aprobó la expansión de la exploración petrolera en el parque siguiendo el ejemplo de Correa. Correa afirmó que las operaciones empezarán en cuanto sea posible. Aun así, puede que haya una última manera de mantener a las empresas petroleras alejadas de los bloques ITT: un referéndum nacional. Si aquellos que se oponen a las exploraciones en Yasuní pueden conseguir las firmas del 5 por ciento de la población del país (unas 680.000 personas), la decisión de abrir Yasuní a la explotación del petróleo acabaría sometida a un referéndum nacional. Las encuestas de opinión en Ecuador han mostrado un apoyo enorme hacia la iniciativa Yasuní-ITT, lo cual podría hacer que esos mismos ciudadanos votaran para conservar el parque.



“La diversidad [del Yasuní] es la clave de nuestro futuro y tiene un valor enorme que no podemos calcular siquiera, no solo en cuanto a las especies o los recursos genéticos, también en cuanto a procesos ecológicos”, declara Mosquera. “El Yasuní es un lugar que no ha cambiado mucho en los últimos milenios y eso nos ayuda a entender cómo funciona el ecosistema cuándo no se ve afectado por las actividades humanas”.



Mosquera cree que la importancia definitiva del programa de cámaras ocultas en Tiputini quizás no resida en la ciencia sino en aumentar la sensibilización y el interés por la vida salvaje tan maravillosa, pero tan raramente vista del Amazonas.



“Quizás la parte más importante de esta tecnología sea que tiene un poder enorme para educar a las personas a todos los niveles”, dice, y añade que “Yasuní es un tesoro no sólo para Ecuador, sino para el mundo entero”



Ahora, todo el mundo puede ver este bosque escondido y a sus sombríos habitantes, que son muy reales y están en gran peligro”.



El increíblemente inhabitual zorro de oreja corta. Fotografía cortesía de la Estación de Biodiversidad Tiputini.
El increíblemente inhabitual zorro de oreja corta. Fotografía cortesía de la Estación de Biodiversidad Tiputini.





Vista desde la torre de observación de Tiputini. Fotografía de: Jeremy Hance.
Vista desde la torre de observación de Tiputini. Fotografía de: Jeremy Hance.








Puntos de máxima biodiversidad de los grupos de especies. Yasuní está en la pequeña región roja, que contiene la máxima biodiversidad de cuatro grupos. Mapa de Matt Finer, Clinton Jenkins y Holger Kreft. Clic aquí para agrandar.


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