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Los tapires, el narcotráfico y la ecopolicía: para hacer conservación en medio del caos en Nicaragua

Una entrevista con Christopher Jordan como parte de nuestra publicación periódica Interviews with Young Scientists [Entrevistas con gente joven en ciencias].




Un tapir de Baird capturado en cámara trampa en la Costa Caribe de Nicaragua. Foto cortesía de: Christopher Jordan.

Un tapir de Baird capturado en cámara trampa en la Costa Caribe de Nicaragua. Foto cortesía de: Christopher Jordan.


Nicaragua es una nación que sigue padeciendo una profunda pobreza, un libre fluir del comercio de drogas y unas heridas de guerra que se han infectado después de décadas de lucha intestina. Sin embargo, como cualquier país al que se tiende a definir por sus conflictos, Nicaragua ofrece sorpresas que rebaten los criterios convencionales, como el hecho de que alberga especies grandes e impresionantes como jaguares, osos hormigueros gigantes, pumas y el animal más pesado del país, el tapir norteño, centroamericano o de Baird (Tapirus bairdii). Aun así, y no sorprende dada la inestabilidad nacional, la mayoría de la gente que trabaja en conservación evita Nicaragua pero Christopher Jordan, el experto en tapires que lleva cuatro años trabajando en el país, dice que no se cambia por nadie.



“Los desafíos hacen extremadamente interesante y gratificante el trabajo aquí. Nicaragua tiene una historia absolutamente fascinante y la mayoría de los desafíos…están enraizados en su historia política, ecológica y económica”, explica Jordan. “Por lo tanto, el tratar de entender y sortear los desafíos es una oportunidad de ahondar de otra manera en la historia del país y de aprender cosas nuevas”.



Provisto de cámaras trampa, datos de campo y alianzas locales, Jordan se halla en una misión por proteger a los tapires de Nicaragua de la extinción, aunque esto lo lleve a trabajar no sólo con el gobierno nicaragüense sino con un abanico de actores, desde grupos indígenas hasta colonos ilegales. También le implica lograr avances en un país de honda pobreza—Nicaragua sigue siendo el segundo país más pobre del hemisferio occidental después de Haití—y trabajar en comunidades en que los zares de la droga posiblemente sean los principales empleadores.



El río Wawa desemboca en el mar del Caribe. Foto por: Christopher Jordan.
El río Wawa desemboca en el mar del Caribe. Foto por: Christopher Jordan.

“Trabajar con los principales narcotraficantes locales es una de las pocas ocasiones de empleo estable [en la región de Costa Caribe en Nicaragua]. La mayoría de sus empleados compran barriles de gasolina y provisiones y los llevan en botes individuales a los narcotraficantes que están en aguas costeras. Puede ser peligroso y acarrear días o semanas de cárcel pero no es un trabajo poco común,” explica Jordan, y agrega que el costo personal podría ser enorme.



“Sin ir muy lejos, el año pasado dos lugareños que me ayudaron por años a instalar cámaras fueron asesinados a causa de droga robada.”



Pese a tales penurias, el trabajo de Jordan ya está dando grandes resultados: descubrió que la mayoría de los tapires del país subsisten en Costa Caribe, aunque la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) consideró que no había tapires en esta región a raíz de la caza.



“Queda bastante hábitat idóneo; tanto, de hecho, que creemos que hasta hace muy poco toda la costa [caribeña] sirvió de corredor genético entre Honduras y Costa Rica”, dice Jordan. “Es casi innegable que en los últimos cinco a siete años las plantaciones de palma oleaginosa y la apertura de caminos han dividido este corredor de Costa Caribe pero es muy posible restablecerlo con esfuerzos moderados en reforestación y en planificación de la conservación”.



La región Costa Caribe de Nicaragua es una sección autónoma del país—culturalmente muy diferente a la sección occidental que es más conocida—habitada mayormente por pueblos indígenas y afrocaribeños. Aquí está el grueso de la selva de Nicaragua y sus mayores áreas protegidas pero la región lleva décadas de invasiones por colonos ilegales y un extenso historial de tala y minería ilícitas.



“Más o menos en la última década, esta ola de colonos alcanzó una masa crítica y ahora las regiones autónomas albergan más gente de la costa del Pacifico que gente indígena y afrodescendiente,” anota Jordan.



Chris Jordan ayuda a confiscar a un tapir bebé en Nicaragua. Hace poco Jordan inició una campaña, indiegogo campaign, para ayudar a recaudar fondos para un centro de rehabilitación de tapires en Costa Caribe que auxilia a animales como éste. Foto cortesía de Chris Jordan.
Chris Jordan ayuda a confiscar a un tapir bebé en Nicaragua. Hace poco Jordan inició una campaña indiegogo campaign para ayudar a recaudar fondos para un centro de rehabilitación de tapires en Costa Caribe que auxilia a animales como éste. Foto cortesía de Chris Jordan.


A pesar de que los grupos indígenas han cazado tapires por milenios, el influjo de colonos desde el occidente altera el equilibrio entre cazadores y tapires.



“Como [los grupos indígenas] nunca despejaron grandes superficies de bosque para desarrollarlas, la población de tapires como un todo pudo aguantar la presión de la caza mediante una dinámica que asumimos fue de fuente y sumidero. No obstante, desde mediados del siglo veinte los colonos de la costa del Pacífico están invadiendo estos bosques de propiedad comunitaria y talándolos para pastizales para la ganadería….Es más, están cazando tapires en cantidades ingentes,” explica Jordan.



La situación pone en peligro a toda la población de tapires en Nicaragua, y llevó al gobierno a prohibir su caza con leyes que rara vez se aplican. Hoy, Jordan trabaja con el gobierno y con autoridades locales en aplicar mejor la prohibición de la caza de tapires y en dirigir esfuerzos por educar a la población lugareña.



“Si continúa la reciente tendencia a cazar tapires, dudo que en la próxima década la especie siga existiendo en mucha de su actual zona de distribución,” dice.



Sin embargo, ni el dejar la caza será suficiente si se talan los bosques de Nicaragua.



“Hay una frontera agrícola barriendo por el país, desde el Pacífico hasta Costa Caribe, y destrozando los bosques que quedan en pie,” explica Jordan. “En la Reserva de la Biósfera de Bosawás, supuestamente una de las más protegidas del país, perdemos casi 43.000 hectáreas de bosque al año. La pérdida total de bosque supera en mucho las 100.000 hectáreas anuales y la tasa ha seguido creciendo en los últimos años.”



La deforestación la causan mayormente los colonos ilegales que ingresan al bosque y lo despejan para pastizales para la ganadería, para traficar madera ilegalmente y para comerciar con tierras o cultivar palma oleaginosa, entre otros cultivos. Según Jordan, la mejor forma de combatir lo anterior es que el gobierno otorgue derechos a los pueblos indígenas sobre sus tierras históricas y ampare esos derechos a cabalidad.



“La situación es perentoria y si las poblaciones indígenas y afrodescendientes de Costa Caribe no están empoderadas ni se las apoya adecuadamente en controlar la destrucción ni se las ayuda a hacer de la conservación de sus bosques una estrategia viable de sustento, es posible que en una o dos décadas quede muy poco bosque en Nicaragua,” advierte Jordan.



El gobierno nicaragüense estableció sus primeros Batallones Ecológicos en 2011. A estas unidades militares se les encomendó poner coto a la tala ilícita y epidémica del país. Mas esto, Jordan dice, aún está por verse en muchas partes del país pues los batallones se han visto frenados por la falta de recursos y por la corrupción. Aun así, dice Jordan, los propios Batallones Ecológicos se han apasionado por su tarea.



“Constantemente quedo impresionado por cuán dedicados son los soldados; es más, trabajé con varios primer tenientes que mostraron verdadera iniciativa en sus esfuerzos por proteger los bosques de Nicaragua”, anota. “Más aún, el año pasado el gobierno central cambió drásticamente su discurso y actitud hacia los colonos ilegales y los narcotraficantes en la Costa Caribe de Nicaragua. Jaime Incer Barquero, asesor en medio ambiente del Presidente Ortega, llamó públicamente “células cancerosas” a estos colonos y el gobierno sandinista hizo público su compromiso de combatir con más fervor la deforestación y las quemas forestales durante la próxima estación seca”.



La piel de un jaguar negro que se había puesto a la venta. Foto por: Christopher Jordan.
La piel de un jaguar negro que se había puesto a la venta. Foto por: Christopher Jordan.

Quizás el cambio no sólo se esté dando en el gobierno, dice Jordan, pues ve señales de que la sociedad civil—en especial la juventud—toma la conservación de sus recursos con mayor seriedad. No obstante, según Jordan, será el tiempo quien diga si la nueva retórica logrará avances en el terreno.



Mucha de la actual lucha por el bosque nicaragüense está por llegar a un punto crítico en la Reserva de la Biósfera de Bosawás, invadida por colonos ilegales.



“Estamos siendo testigos de la total destrucción de una de las reservas más grandes e importantes de América Central. Viajé a la reserva en abril de este año, a una región en donde había tomado muestras de cámara trampa en 2012, y ya no había bosque,” explica Jordan. “Más aún, los colonos en el área simplemente estaban destrozándolo todo. Muchos ni siquiera a la mira de asentarse en la reserva sino en calidad de comerciantes ilegales de tierras a quienes controlan “mafias madereras” y, por ende, sin interés alguno en conservar recursos. Durante mi estadía los vi quemando todo, inclusive bosques de ribera y los caminos del ganado que sus vecinos usan a diario, para despejar más tierras con mayor rapidez.”



La destrucción de la reserva no sólo afecta bosques y vida silvestre sino también los pueblos indígenas—los mayangnas y los misquitos—cuyo hogar es la reserva y de cuyos recursos dependen. Las demandas de estas tribus de que el gobierno tome acción se van haciendo más frecuentes; a falta de resultados, amenazaron con declararles la guerra a los colonos.



“La amenaza de guerra empujó al gobierno central a aumentar la presencia del Batallón Ecológico y creó un comité interdisciplinario para resolver el problema de Bosawás. El gobierno comenzó a confiscar madera, arrestar a leñadores ilícitos y colonos ilegales, y despedir a funcionar corruptos que permitieron la destrucción de la biósfera. El gobierno parecía sincero en querer cambiar las cosas pero en los últimos meses sus acciones han empezado a decaer. Se nos dijo que el próximo año presentarán un plan integral para salvar Bosawás,” explica Jordan. “Mientras tanto es crítico que la gente de conservación internacional y de instituciones internacionales presionen a Nicaragua para conservar Bosawás. Así como el escepticismo de UNESCO el año pasado ayudó a torcer el brazo del gobierno para que proteja la reserva, mayor presión lo llevaría a esforzarse aún más.”



Al final, la batalla por evitar que desaparezca el tapir nicaragüense es, de hecho, parte de un conflicto mucho mayor por salvaguardar los bosques tropicales húmedos y los pueblos indígenas del país. Si estos bosques se pierden, el país perderá los abundantes recursos naturales que son el potencial para un desarrollo sostenible real. Si los pueblos indígenas del país se ven abrumados, el país, hastiado de guerra, podría verse lanzado al caos y a un derramamiento de sangre. Si se permite prosperar a los tapires de Nicaragua, su gente también lo haría.





Para ayudar al trabajo de Jordan en Nicaragua, visite su indiegogo campaign, y siga su trabajo en facebook y youtube.





UNA ENTREVISTA CON CHRISTOPHER JORDAN


Jaguar en Nicaragua captado en cámara trampa.




Mongabay: Cuéntennos sobre usted



Christopher Jordan: Tengo una licenciatura en ciencias, en Conservación de Vida Silvestre específicamente, y otra en Español y Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Massachusetts Amherst (University of Massachusetts Amherst); ahora estoy por terminar mi doctorado en el Departamento de Pesquerías y Vida Silvestre de la Universidad del Estado de Michigan (Michigan State University). Hace 8 o 9 años que trabajo en investigación y conservación de vida silvestre. Nací en Massachusetts, en donde gané mis primeras experiencias trabajando con tortugas de agua dulce, cicindelas y salamandras manchadas, entre otros. Unos 7 años atrás opté por pasantías y trabajos de campo en México y Centroamérica, principalmente con mamíferos terrestres. En 2009 empecé la investigación para mi doctorado en un proyecto conjunto en sistemas naturales y humanos de National Science Foundation (Fundación nacional de ciencias), observando los efectos de la apertura de caminos en la biodiversidad y en los medios rurales de sustento en la Costa Caribe de Nicaragua.



Mongabay: ¿Qué le llevó a los tapires?



Christopher Jordan: Es difícil no sentirse atraído por los tapires. Son animales notables, tanto evolutiva como ecológicamente. Los tapires de Baird en Nicaragua me atrajeron en un principio cuando coordinaba un estudio de biodiversidad con cámaras trampa a lo largo de la Costa Caribe del país. Aunque pocos datos científicos sobre los tapires han sido publicados en el país, la cuantía de información sobre tapires que llevaba recolectada me decidió a empezar mi investigación concretándome a los tapires para generar una base de datos más exhaustiva. Poco después recibí fondos de Mohammed bin Zayyed Species Conservation Fund [Fondo de conservación de especies Mohammed bin Zayyed] para actualizar nuestro conocimiento sobre la distribución de esta especie en el país.



Los tapires también me atrajeron por la gente que trabaja en ellos. Después de una de mis estadías de campo en Nicaragua presenté mis hallazgos preliminares en el Simposio Internacional organizado por Grupo especialista en tapires (TSG) de UICN/SSC [UICN/SSC Tapir Specialist Group (TSG)] y luego llegué a ser Coordinador de País de TSG para Nicaragua. TSG es con mucho el grupo de gente más agradable, en el área académica y de conservación, con el que he trabajado en mi carrera. Todo el grupo está más que dispuesto a colaborarse y a compartir información, ideas y pericias para ayudar a conservar a los tapires en el mundo, y lo hace con entusiasmo. Aunque me explaye en elogiar a TSG, me quedo realmente corto; me inspiraron a intensificar mi enfoque en tapires y a dedicarme a su conservación, no sólo en Nicaragua sino en el mundo.



EL TAPIR DE BAIRD EN NICARAGUA



El tapir de Baird en Nicaragua. Foto por: Christopher Jordan.
El tapir de Baird en Nicaragua. Foto por: Christopher Jordan.



Mongabay: Cuando se piensa en Nicaragua no se suele pensar en tapires. ¿Qué podría decirnos de esta especie y de lo que la diferencia de otros tapires?



Christopher Jordan: Seguimos considerando oficialmente que hay cuatro especies de tapires en el mundo; tres se hallan en las Américas. El tapir de Baird es la especie que se da en Nicaragua. UICN clasifica En Peligro a los tapires de Baird y se estima que su población mundial oscila entre 5.000 y 5.500.



Los tapires de Baird son la segunda especie más grande de tapires: los adultos pesan unas 400 a 600 libras (182 a 273 kilos), lo cual los hace los mamíferos terrestres más grandes de Nicaragua. Las dos especies sudamericanas tienen mayor relación entre sí que con los tapires de Baird y también tienen más diversidad genética que los tapires de Baird.



Todos los tapires tienen similitudes importantes. Por ejemplo, todos cumplen funciones ecológicas sustanciales, en especial al dispersar semillas y consumir selectivamente, porque ayudan a configurar la estructura de los bosques y a determinar vías de regeneración forestal. También son animales únicos en cuanto a su evolución y anatomía. Usan su probóscide para asir follaje y como tubo respiratorio cuando nadan. Como los tapires evolucionaron relativamente poco a lo largo de su historia podemos usar su distribución en el tiempo como indicador de la dinámica histórica de la cobertura forestal. Asimismo, todas las especies de tapires se reproducen con suma lentitud. Los tapires de Baird tienen un período de gestación de alrededor de 400 días, pasados los cuales dan a luz a una sola cría que permanece con la madre por 12 a 18 meses y tarda varios años en llegar a la madurez sexual. Este tardo ciclo reproductivo los hace muy susceptibles a la caza y a la pérdida de su hábitat, dos de las mayores amenazas a los tapires en el mundo.



Pese a ser especies carismáticas, interesantes, grandes y ecológicamente importantes, todavía hay mucho que desconocemos de los tapires de Baird y, en general, poco se sabe de los tapires en los países que habitan.



Mongabay: Según sus estimaciones, ¿cuántos tapires aún sobreviven en Nicaragua?




Compilación de vídeos de tapires en Nicaragua.



Christopher Jordan: Mi equipo de investigación todavía está recolectando datos de la densidad poblacional de los tapires en varios hábitats en Nicaragua; con esos datos podremos estimar, con cierto grado de certeza, el tamaño de su población en Nicaragua. Mas en años anteriores hice un estudio demográfico de los tapires en una buena parte del país. Basándome en lo que sabemos sobre sus zonas de distribución y en estimaciones de densidad poblacional en otros países, si me viera obligado a hacer una estimación diría que quedan entre 900 a 1.100 tapires en Nicaragua.



Mongabay: Desde que comenzó a estudiarlos, ¿qué descubrió de su zona de distribución y de su comportamiento?



Christopher Jordan: Casi todos los datos que recolectó mi equipo de investigación son novedad para el país. Quizás el hallazgo más importante es que Costa Caribe, que UICN consideraba un área de extirpación, es, de hecho, el área más importante del país para los tapires. Quedan muchos hábitats aptos y, en efecto, son tantos, que creemos que hasta hace muy poco toda la costa hacía de corredor genético entre Honduras y Costa Rica. Es casi indudable que las plantaciones de palma oleaginosa y la apertura de caminos en los últimos cinco a siete años han dividido este corredor de Costa Caribe, pero es muy posible restablecerlo con esfuerzos moderados en reforestación y en planificación de la conservación.



Mongabay: ¿Cuáles son las principales amenazas a los tapires aquí?



Christopher Jordan: Hay tres amenazas principales a los tapires: la destrucción de hábitats, la caza, y la captura y el tráfico de crías para el comercio ilegal de mascotas.



Las tres se han intensificado en los últimos años porque los agricultores y ganaderos de la costa del Pacífico extienden la frontera agrícola ilegalmente. Dejan sus hogares por razones económicas o después de destruir sus fincas a fuerza de prácticas insostenibles, y despejan y se asientan en las áreas protegidas a lo largo de Costa Caribe. Baste decir que todas las amenazas están íntimamente enlazadas y están extirpando raudamente a los tapires de su actual zona de distribución.



Mongabay: ¿Quiénes son los principales cazadores de tapires? ¿Por qué la actual veda es tan fácilmente burlada?



Christopher Jordan: Como en muchos países en desarrollo, los campesinos son los principales cazadores de tapires. Mas la historia cabal de la caza del tapir tiene más matices. En términos históricos, la Costa Caribe de Nicaragua estaba económica y culturalmente aislada de la costa del Pacífico; al final de la guerra civil fue oficialmente decretada región autónoma, sobre cuyos bosques los grupos afrodescendientes e indígenas tienen títulos comunitarios. Ahora, durante toda su historia estos grupos cazaron tapires pero, como nunca desmontaron extensas superficies de bosque para desarrollarlas, la población de tapires pudo aguantar la presión de su caza, aparentemente mediante una dinámica de fuente y sumidero. Sin embargo, desde mediados del siglo veinte que los colonos de la costa del Pacífico invaden estos bosques de propiedad comunitaria y los despejan para pastos para la ganadería. En la última década, más o menos, esta ola de colonos llegó a una masa crítica y ahora las regiones autónomas albergan más gente de la costa del Pacífico que indígenas o afrodescendientes. Es más, como la gente de la costa del Pacífico caza una ingente cantidad de tapires, las tasas históricas de caza que mantienen los habitantes tradicionales en Costa Caribe ya no son sostenibles porque los abundantes bosques que nutrían a los tapires cazados ya no existen y porque, más o menos desde el año 2000, a la caza que realizan los habitantes tradicionales se suma la cuantiosa caza de tapires que realizan los colonos.



Las vedas de caza son fácilmente burladas principalmente porque, en esencia, la ley medioambiental no se aplica en la mayoría de los bosques de Costa Caribe. Jamás me encontré con un miembro del Ministerio del Ambiente y los Recursos Naturales (MARENA) en un área protegida de Costa Caribe. En 2011 se creó un Batallón Ecológico dependiente del Ejército Nacional para hacer cumplir las leyes medioambientales en el campo pero como sus postas están dispersas por sitios estratégicos del país, en la mayoría de los bosques no tienen una presencia real. Además, están mayormente entrenados para detener la tala ilegal y no aplican activamente las leyes contra la caza. Estamos trabajando en colaboración con el Zoológico Nacional nicaragüense y con MARENA para cambiar esta situación e influir en el ejército para que aplique mejor las leyes contra la caza pero, tal como están las cosas actualmente, los terratenientes comunitarios, indígenas y afrodescendientes están librados a su suerte, en la mayoría de los casos, en lo que concierne a supervisar sus tierras y aplicar las leyes medioambientales. Inclusive si están sumamente motivados a conservar sus bosques y defender sus tierras, esta gente nicaragüense casi nunca tiene recursos ni personal adecuados para hacerlo eficazmente.



Nos preocupa mucho el que todo esto dé pie a tal exceso en la caza de tapires que se los extirpe de mucha de su zona de distribución.



Mongabay: ¿Qué debe hacerse para asegurar que los tapires de Nicaragua sobrevivan?



Las autoridades confiscaron a este tapir bebé que había sido capturado. Foto por: Christopher Jordan.
Las autoridades confiscaron a este tapir bebé que había sido capturado. Foto por: Christopher Jordan.


Christopher Jordan: Hay dos factores que serán críticos a la supervivencia de los tapires: una reducción de la caza de tapires por todo el país y un esfuerzo honesto del gobierno por ayudar a defender los bosques que son de indígenas y afrodescendientes.



Hay una permanente prohibición de caza de tapires pero las leyes medioambientales rara vez se hacen cumplir fuera de las principales ciudades (donde no hay tapires). Trabajamos con autoridades territoriales y locales para crear vedas de caza de tapires a estos niveles elementales de gobierno—en los que es más probable que las leyes sean significativas para la gente del lugar—y para que las autoridades autónomas las hagan cumplir. Es preciso reconocer que varios grupos indígenas tienen mucho interés en ello porque la vida silvestre en sus bosques es componente importante de sus culturas y de sus medios de sustento. Hace poco el Gobierno Territorial Awaltara elaboró y aprobó una prohibición de caza para todas las especies en peligro de extinción. Estamos planificando talleres para los próximos meses para ayudarles a crear un plan de seguimiento y aplicación de la veda, y contamos con la ayuda del Grupo Especialista en Tapires de UICN. Esperamos multiplicar este proceso el próximo año con otros gobiernos territoriales en Costa Caribe.



Los colonos de la costa del Pacifico no suelen atribuir tanto valor cultural a los tapires y, por ende, están menos abiertos a la idea de esforzarse por conservarlos. Es en estos casos que trabajamos con el Batallón Ecológico del ejército nacional para ayudarle a reconocer la caza ilícita y a prevenirla mejor. Además, con nuestros esfuerzos en educación medioambiental tratamos de llegar a la mayor cantidad posible de nicaragüenses, tanto a las poblaciones mestizas de la costa del Pacífico como a las indígenas y afrodescendientes, no sólo para que estén conscientes de la importancia mundial de esta especie de su país sino para que se sientan orgullosas de alojar su población. Creemos estar bien encaminados pero si siguen las recientes tendencias en la caza de tapires, dudo que en la próxima década la especie sobreviva en su hábitat actual.



La segunda problemática, la de asegurar la tenencia de tierra comunitaria indígena y de ayudar a defender los bosques de Costa Caribe, quizás sea aún más crítica y afecte tanto la caza como la pérdida de hábitats. Históricamente, el gobierno nacional no ha dado a los pueblos de Costa Caribe el apoyo que merecen. Para citar un caso, el proceso oficial de demarcación y titulación de tierras fue estratégicamente elaborado, por décadas, para evitar conflictos legales sobre tierras en que había asentamientos ilegales de colonos de la costa del Pacífico. En determinados momentos, una estrategia política clave del gobierno central fue alentar activamente los asentamientos en bosques de Costa Caribe: al ayudar a las poblaciones mestizas de la costa del Pacífico a viajar y a asentarse en Costa Caribe, el gobierno central lograba su apoyo en áreas que, al menos tradicionalmente, se le oponían.



En los últimos años las cosas se han salido de control, y los leñadores ilegales, los ganaderos y los comerciantes de tierras están destruyendo aceleradamente los bosques que quedan, a la vez que cazan insosteniblemente. La situación es perentoria y si las poblaciones indígenas y afrodescendientes de Costa Caribe no están empoderadas ni se las apoya adecuadamente en controlar la destrucción ni se las ayuda a hacer de la conservación de sus bosques una estrategia viable de sustento, es posible que en una o dos décadas quede muy poco bosque en Nicaragua.



Mongabay: Además de los tapires, ¿qué otras especies nos sorprendería hallar en Nicaragua?


Un vídeo bastante raro: una cámara trampa filma a un oso hormiguero gigante en Nicaragua.




Christopher Jordan: Como todos los países centroamericanos, Nicaragua tiene una biodiversidad extraordinariamente abundante por la diversidad de sus ecosistemas. Quizás las especies más célebremente sorprendentes de Nicaragua sean los tiburones sarda, lamia o gayarre en el Lago Cocilbolca, que se ha demostrado vienen desde el mar y suben por el río San Juan hasta este enorme lago de agua dulce. A pesar de que esta es una parte única y fascinante de la historia natural de Nicaragua, las prácticas pesqueras insostenibles, la polución y la persecución que llevan a cabo los humanos ha llevado a los tiburones sarda al borde de la extirpación del lago. El Lago Cocilbolca también tiene una variedad de especies endémicas de cíclidos y es un importante recurso acuífero para toda Centroamérica. Será realmente interesante ver los resultados de los estudios de factibilidad e impacto del Canal Interoceánico que está en planes, pues la mayoría de las rutas propuestas cruzan este lago.



Otra especie sorprendente es la cigüeña jabirú, a la cual mucha gente no asocia con Nicaragua como lo hace con el oso hormiguero gigante. Creo que éste es sumamente raro en el país pues sobre ellos sólo pude recolectar un puñado de datos.



Un uso asombroso de la vida silvestre es la intensa pesca de la tortuga verde en Costa Caribe. Esta pesca histórica lleva ya cientos de años y alimenta un mercado exclusivamente nacional. La gente del lugar consume más de 10.000 tortugas verdes adultas al año. Mas es éste un tema que vale la pena conocer en el contexto de tantos esfuerzos en ecoturismo de tortugas verdes en países centroamericanos vecinos.



Mongabay: ¿Qué papel jugaron las cámaras trampa en su investigación?


Jordan (izquierda) y su asistente de campo colocan una cámara trampa. Foto por: Christopher Jordan.
Jordan (izquierda) y su asistente de campo colocan una cámara trampa. Foto por: Christopher Jordan.



Christopher Jordan: Las cámaras trampa han sido parte central de mi investigación en Nicaragua en los últimos cinco años. Mi área de estudio es esencialmente toda la Costa Caribe de Nicaragua y, aunque ahora me enfoco en tapires, empecé estudiando la diversidad de los mamíferos terrestres. Esto significa que trabajo por un área relativamente grande y en una variedad de hábitats cuyo impacto antropogénico varía en relación a varias especies meta. El bosque en algunas áreas es de difícil acceso y fue tremendamente dañado por huracanes, en otras áreas está rodeado de tierras agrícolas y su fauna está agotada por el exceso de caza. Esta combinación de factores: una extensa área de estudio, sitios de poca densidad de vida silvestre que además es poco visible, y una variedad de especies meta de ecologías diferentes me dificulta el uso de otras metodologías, como el muestreo por transectos. Las cámaras trampa son perfectas para recabar datos de varias especies por un área extensa y variada.



Además de esto, debido a los conflictos por tierras con afuereños y a una historia de opresión económica por empresas que extraen recursos, muchas de las comunidades indígenas y afrodescendientes, especialmente al norte, no confían fácilmente en la gente de afuera. Aunque para hacerme conocer estuve mucho tiempo viviendo en las comunidades y entrevistando a quienes usan los bosques y cazan, no creo poder minimizar el valor de las cámaras trampa, y de las fotos y los vídeos que producen, como guardianes y rompehielos. Los resultados de las cámaras trampa son atractivos para cualquier cultura; no hay persona que no se entusiasme cuando ve las fotos de la cámara por primera vez. Siempre me hago el propósito de imprimir fotos y dejar álbumes en las comunidades y, tan pronto traemos una cámara del campo, examino las imágenes y las fotos con mis asistentes de campo, sus familias y, ocasionalmente, con los líderes de las comunidades. Una gran forma de conectarse con la gente del campo es interactuando por medio de las fotos, y ofreciendo y dejando resultados tangibles a las comunidades.



Creo que mi investigación debería beneficiar el lugar en el cual se realiza. Dejar fotos de cámaras trampa en las comunidades no me garantiza un beneficio, pero ciertamente me abrió puertas y ayudó a que los líderes comunitarios se sintiesen más a gusto colaborándome. Cuando revisamos los resultados, desarrollamos una relación de confianza en el trabajo, a tal punto que los gobiernos territoriales y locales se sienten cómodos pidiéndome ayuda para proyectos o para informes a usar en reuniones. No puedo dar a las cámaras trampa todo el crédito por esto pero indudablemente me facilitaron las cosas y me brindaron una poderosa herramienta de comunicación.



BOSQUES Y GRUPOS INDÍGENAS EN NICARAGUA


Un mayangna navegando en canoa por la Reserva de la Biósfera de Bosawás. Foto por: Christopher Jordan.
Un mayangna navegando en canoa por la Reserva de la Biósfera de Bosawás. Foto por: Christopher Jordan.


Mongabay: Nicaragua todavía tiene abundantes bosques pero considerablemente amenazados. ¿Cuáles son las principales causas de la deforestación allí?



Christopher Jordan: Hay una frontera agrícola barriendo por el país, desde el Pacífico hasta Costa Caribe, y destrozando aceleradamente los bosques que le quedan,” explica Jordan. En la Reserva de la Biósfera de Bosawás, supuestamente una de las reservas más protegidas del país, perdemos casi 43.000 hectáreas de bosque al año. La pérdida total de bosques supera en mucho las 100.000 hectáreas anuales y la tasa ha seguido creciendo en los últimos años. El gobierno estimó que en la última estación seca hubo el triple de quemas para despejar áreas que en 2012.



Las principales causas son la industria maderera ilegal, el comercio ilícito de tierras y la expansión de la ganadería a lo largo de la frontera agrícola. La cosecha y venta ilegales de madera, orientadas primariamente a mercados extranjeros, ha sido un gran problema para Costa Caribe durante toda su historia. Recientemente, la cosecha legal e ilegal de palo de rosa amenazó mucho de la costa. En la actualidad hay enormes problemas con la cosecha ilegal de madera a lo largo y ancho del norte de Costa Caribe y, en especial, en la Reserva de Bosawás. Los últimos informes sugieren que la extracción ilegal de madera la acucian mayormente los compradores chinos y la gobiernan las “mafias madereras ” que logran acceso mediante funcionarios de gobierno corruptos, y que usan amenazas y violencia para mantener sus operaciones. El ejército está intentando activamente reducir la extracción ilegal de madera, y tuvo aciertos sorprendentes, especialmente con el palo de rosa, pero se necesita hacer más.



Muchos campesinos que ingresan a áreas protegidas desde la costa del Pacífico también se dedican al comercio de tierras. Invaden áreas protegidas poco controladas (típicamente, tierras indígenas), desbrozan la tierra por completo, venden cualquier madera que sea comercializable y luego venden la tierra desbrozada con títulos que suelen ser falsos o que son otorgados ilícitamente por funcionarios locales corruptos. Luego se van a otras áreas de bosque y repiten el proceso. Hay una sorprendente cantidad de comerciantes de tierras en las áreas protegidas del país, inclusive en reservas de la Costa del Pacífico como la Península de Cosinguina. Un artículo de prensa detallaba hace poco los efectos negativos de estos comerciantes de tierras en la industria turística y en la vida silvestre en Cosinguina.



Por último, los ganaderos compran tierras de los comerciantes de tierras y usan los caminos abiertos por leñadores y la infraestructura creada por empresas madereras para traer su ganado e ir extendiendo lentamente sus fincas ganaderas sobre suelos neotropicales, que no son aptos para la ganadería expansiva. Los ganaderos suelen ser de dos tipos: el ganadero rico que puede comprar grandes extensiones de tierra y el ganadero pobre que compra pequeñas parcelas, con frecuencia de 2 a 3 hectáreas. La combinación de estos tipos de ganadero está asolando los bosques. En efecto, los ganaderos ricos compran grandes lotes de tierra y usualmente dejan pequeñas parcelas de bosque, entre las fincas, que sirven de corredores de vida silvestre; cuando los ganaderos pobres entran en escena y compran las restantes parcelas de bosque para convertirlas en pequeños pastizales para su ganado, acaban con casi todo hábitat de vida silvestre.



Las personas involucradas casi siempre saben que sus acciones son ilegales, de una forma o de otra, lo cual las hace sentirse amenazadas cuando la gente de afuera los confronta; se ponen a la defensiva y en algunos casos recurren a la violencia. Este año hubo casos en que colonos ilegales y gente que explota los bosques mataron a empleados del gobierno nacional y a miembros prominentes de gobiernos indígenas que desafiaron sus actividades ilícitas.



Un último factor, de creciente importancia en la deforestación, es la palma oleaginosa. Las plantaciones de palma oleaginosa están creciendo a una tasa alarmante en ciertas regiones de Nicaragua y ya amenazan la Reserva de la Biósfera Indio-Maíz al sur.



Mongabay: ¿Nos podría hablar de los bosques caribeños? ¿Qué los hace especiales?


Christopher Jordan: Costa Caribe tiene grandes llanuras de bosque húmedo tropical pero también tiene bosques que se anegan estacionalmente: manglares, pantanos de palma de rafia y extensas sabanas de pino caribeño.



La Costa Caribe de Nicaragua siempre se conservó mucho mejor que la costa del Pacífico por una serie de razones. El clima en la mayor parte de Centroamérica, hacia el Pacífico, es mejor para la agricultura a gran escala y para las cosechas de año redondo; por ende, es aquí donde se concentra la población y donde se desarrolló la agricultura a gran escala. Además, Costa Caribe fue históricamente protegida de la invasión española por colonos británicos y misquitos, y los peligros de la Guerra Civil también evitaron invasiones durante la década de 1980. Aparte de esto, los habitantes tradicionales, los pueblos indígenas misquitos, mayangnas, ramas y garífunas, y los pueblos afrodescendientes o krioles son horticultores a pequeña escala que rotan cultivos y dejan grandes áreas boscosas como componente de sus sistemas de sustento. Aunque se puede cuestionar cuán ecológicos realmente eran estos grupos, son intensamente verdes comparados con los agricultores de la costa del Pacífico.



Debido a este contexto histórico había hasta hace poco un corredor de un hábitat potencial de vida silvestre a lo largo de Costa Caribe, desde la frontera con Honduras hasta la frontera con Costa Rica. No son comunes los corredores que recorren países enteros, especialmente si no son cordilleras. Creemos que Costa Caribe era hasta hace poco un corredor genético importante para muchas especies, incluyendo tapires. En los últimos cinco años aproximadamente, expansiones de palma oleaginosa y de la frontera agrícola han perturbado, casi con certeza, el flujo de genes en este corredor. No obstante, los esfuerzos en reforestar y en planificar la conservación aún están a tiempo de restablecer la función de corredor que tiene Costa Caribe.



Es frustrante que este tipo de planificación de la conservación de paisajes no sea hoy prioridad para quienes deben planificar la conservación por todo el país. Más bien bregan por abordar amenazas críticas a las principales reservas de la biósfera del país.



Mongabay: Estas áreas las gobiernan actualmente los pueblos indígenas y afrodescendientes, ¿de qué manera afecta esto los esfuerzos de conservación?




Destrucción de bosque tropical húmedo en Costa Caribe. Foto por: Christopher Jordan.
Destrucción de bosque tropical húmedo en Costa Caribe. Foto por: Christopher Jordan.



Christopher Jordan: Desde una perspectiva logística, el que los ecosistemas de Costa Caribe sean regiones autónomas gobernadas por grupos indígenas y afrodescendientes complica un tanto los esfuerzos de investigación y conservación porque obligan a investigadores y conservacionistas a obtener permisos de muchos gobiernos y entidades gubernamentales.



Quizás más importante es que, cuando se trabaja en investigación y conservación de bosques, no es ético excluir del trabajo a poblaciones lugareñas que se mantienen con la extracción de recursos. Cuando los pobladores silvícolas son habitantes tradicionales de los que otra gente se ha aprovechado una y otra vez o ha ignorado y marginado, la persona que investiga tiene aún más responsabilidad de hacer que la gente del lugar sea partícipe de su investigación.



Mongabay: Trabajó de cerca y colaboró con pueblos indígenas, ¿cómo sugeriría a la gente de ciencias que mejorase su asociación a estos grupos?



Christopher Jordan: Si la gente que trabaja en ecología quiere incluir a pueblos lugareños e indígenas legítimamente y colaborar con ellos, creo que necesita equiparar sus esfuerzos en investigación ecológica con sus esfuerzos en ciencia social. En mi caso, pasé casi un año dedicando mi tiempo libre a entrevistas de modelo mental e historia oral para explorar las relaciones de la gente del lugar con animales que no son humanos, y estudiar su uso del bosque en general. Esto me dio mucha más idea de la percepción que tiene la gente del lugar sobre mi investigación, de la manera de colaborarnos para aumentar los beneficios locales y de la forma de establecer relaciones justas de trabajo con gente lugareña experta en el medio ambiente que es partícipe directa del proceso de investigación.



No solamente es importante practicar la honestidad, también lo es presentarse con total transparencia, aún si parece innecesario. De este modo se puede, entre otras cosas, explicar los beneficios de la conservación para todas las partes involucradas, y para explicar los datos, los resultados y las conclusiones. Para efectivizarlo, quienes investigan deben dedicar mucho tiempo a tratar de entender las culturas y las cosmovisiones locales de sus ecosistemas, y para ello deben leer lo que tengan a su alcance y vivir e interactuar con la gente del lugar.



En muchos casos los pueblos indígenas y tradicionales sobrellevaron negocios injustos planteados por empresas que extraen recursos; en otros, tuvieron que luchar por retener sus territorios y formas de vida. En muchos casos fueron marginados y tratados injustamente. Si quienes investigan no son transparentes del todo, desde el principio hasta el final de su investigación, podrían crearse fricciones con la gente del lugar y creárselas a futuro a otras personas conservacionistas.



Mongabay: ¿De qué modo trabaja el gobierno central para prevenir la deforestación? ¿Está teniendo efectos; por qué sí o por qué no?



Christopher Jordan: El método primero y el más directo que usa el gobierno para prevenir la deforestación es mediante sus Batallones Ecológicos. Hace unos años el gobierno central creó un brazo del ejército nacional llamado Batallón Ecológico y estableció postas del ejército en áreas protegidas y en otros lugares estratégicos para hacer cumplir las leyes medioambientales. Los soldados patrullan áreas en riesgo, crean puestos de control a lo largo de las rutas que toman los colonos para ingresar a los bosques, y supervisan camiones y equipo maderero para asegurarse que los leñadores tengan permisos adecuados.



MARENA también realiza foros y talleres en la ciudad capital de Managua y en sus entornos para alentar la adopción de filosofías medioambientales y de un estilo de vida más verde. Hace un año que el gobierno central viene impulsando la reforestación.



Para ser honesto, estos esfuerzos todavía no logran frenar la deforestación, en parte debido a las prioridades y los recursos del gobierno central. Nicaragua es un país muy pobre y, como otros en el mundo, siente que no se puede dar el lujo de invertir mucho en la protección de bosques y de recursos naturales. De modo que, pese a tener algunos planes para frenar la deforestación, MARENA simplemente no cuenta con el personal ni el presupuesto para hacer sentir su presencia en las áreas más aisladas del país, en donde están la mayor parte de los bosques. Sus esfuerzos se enfocan primariamente en la costa del Pacífico y generaron algo de reforestación al centro de Nicaragua pero, a la fecha, la mayoría de los esfuerzos por proteger los bosques de Costa Caribe son superficiales.



No obstante, la causa de la ineficacia no es del todo falta de un presupuesto adecuado. Hay mucha corrupción entre delegados regionales de MARENA, que generalmente son nombrados por razones políticas o económicas antes que por idoneidad. Oí de instancias en las que las empresas influyen más en decisiones medioambientales que el ministerio de recursos naturales; por ejemplo, hubo casos en los que los delegados regionales fueron presionadas a legitimar tala ilegal emitiendo permisos a empresas madereras después de que la madera fue recolectada y, en una ocasión, inclusive después de que la madera fue incautada por el ejército. También hubo casos en los que los delegados se negaron a cooperar con ONG ecológicas o medioambientalistas, o a emitirles permisos, simplemente porque éstas se mostraron públicamente contrarias a ellos o desafiaron sus decisiones. La falta de autoridad y presencia del gobierno central en Costa Caribe significa que estas acciones persisten. Ni los delegados corruptos ni los responsables de mucha de la deforestación perciben legítimo al ministerio de recursos naturales.



No obstante, tengo muchas esperanzas de que esto cambie. Primero, pese a algunos problemas iniciales con los Batallones Ecológicos, no deja de impresionarme cuán dedicados son los soldados, y trabajé personalmente con varios primer tenientes que mostraron una iniciativa real en sus esfuerzos por proteger los bosques de Nicaragua. También quedé impresionado con los comandantes regionales y nacionales de los Batallones Ecológicos y estoy convencido de que creen en sus misiones y que seguirán desarrollando los Batallones hasta que sean efectivos.



Más aún, desde el año pasado que ha cambiado drásticamente el discurso y la actitud del gobierno central hacia los colonos y comerciantes ilegales de tierras en la Costa Caribe de Nicaragua. Jaime Incer Barquero, asesor en medio ambiente del Presidente Ortega, llamó públicamente “células cancerosas” a estos colonos y el gobierno sandinista se comprometió en público a combatir con mayor fervor la deforestación y las quemas de bosques durante la próxima estación seca. También de forma muy pública ordenó tropas adicionales para evitar asentamientos en la Reserva de la Biósfera de Bosawás en respuesta a la vacilación de UNESCO de seguir clasificándola de Biósfera.



Además de esto, realmente hay mucha gente muy dedicada en MARENA, incluyendo a la ministra, quien se mostró muy receptiva a nuestro proyecto y no escatimó esfuerzos por mostrarnos apoyo. En unas cuantas ocasiones asignó recursos directamente para ayudarnos. Hace muy poco nos prestó un camión, gasolina y un técnico de campo para tratar de confiscar a un tapir retenido ilegalmente y puesto a la venta cerca a Rosita.



También hay un cambio visible en la actitud de la juventud nicaragüense, en especial en áreas urbanas cercanas a las dos Reservas de la Biósfera del país. Es muy probable que esto se deba a los esfuerzos del gobierno central, incluyendo a Rosario Marillo, la primera dama, por promover un estilo de vida más verde en Managua. También contribuyen a este cambio de actitud muchas ONG ecológicas que hacen un buen trabajo cerca a las biósferas.



En breve, los esfuerzos del gobierno central aún no son efectivos y, con el actual nivel de corrupción y sin los adecuados recursos, habrá que luchar por controlar la futura deforestación. Aun así, estamos comenzando a ver señales de un mar de cambio en el país. El próximo año veremos cuán sinceros son estos cambios, especialmente después de que se presente el plan del gobierno por salvar Bosawás.



Mongabay: Hace poco se supo que la Reserva de la Biósfera de Bosawás y sus pueblos indígenas están bajo el ataque de miles de colonos ilegales. ¿Nos podría contar más sobre esta situación?


Bosque quemado en la zona amortiguadora de Bosawás. Foto por: Christopher Jordan.
Bosque quemado en la zona amortiguadora de Bosawás. Foto por: Christopher Jordan.


Christopher Jordan: La situación en Bosawás es desalentadora en extremo. Estamos siendo testigos de la total destrucción de una de las reservas cardinales y más grandes de Centroamérica. Viajé a la reserva en abril de este año, a una región en donde había tomado muestras de cámara trampa en 2012, y ya no había bosque. Es más, los colonos en el área simplemente lo estaban destrozando todo. Muchos ni siquiera a la mira de asentarse allí sino en calidad de comerciantes ilegales de tierras a quienes controlan “mafias madereras” y, por ende, sin interés alguno en conservar recursos. Durante mi estadía los vi quemando todo, inclusive bosques de ribera y los caminos del ganado que sus vecinos usan a diario, para despejar más tierras con mayor rapidez.



La reserva pierde entre 40.000 a 50.000 hectáreas cada año. Se estima que casi la mitad de la reserva, incluyendo una estimación bastante conservadora de 20 a 30% del área central, fue dañada por colonos. Los pueblos indígenas que habitan estos bosques, y que son suyos legalmente, están desesperados. Son mayormente pueblos indígenas mayangnas. Nunca tuvieron recursos económicos para supervisar toda Bosawás pero sus medios de sustento dependen de la reserva, inclusive de esas áreas que visitan de vez en cuando o que nunca visitan. La reserva les afirma su seguridad alimentaria, les surte de agua limpia y les brinda material con el cual construir y vivir. Reconocen que la destrucción de su reserva es una amenaza directa a sus vidas y muchos están enormemente comprometidos con su protección. Hace poco un grupo mayangna amenazó con entrar en guerra con los colonos si el gobierno central no interviene con una estrategia integral y sincera.



Inmediatamente después de que surgiera la amenaza de guerra, el gobierno central aumentó la presencia del Batallón Ecológico y creó un comité interdisciplinario para resolver el problema de Bosawás, amén de comenzar a confiscar madera, arrestar a leñadores y a colonos ilegales, y sacar a funcionarios corruptos que permitieron destrozar la biósfera. El gobierno parecía sincero en querer cambiar la situación radicalmente pero en los últimos meses sus acciones empezaron a decaer. Se nos dijo que el próximo año revelarán un plan integral para salvar a Bosawás.



Mientras tanto es crítico que la gente de conservación internacional y de instituciones internacionales presionen a Nicaragua para conservar Bosawás. Así como el escepticismo de UNESCO del año pasado ayudó a torcer el brazo del gobierno para proteger la reserva, más presión lo empujaría a esforzarse aún más.



Uno de los avances más alentadores respecto a Bosawás es la manera en que respondió la juventud nicaragüense. Desde el año pasado, más o menos, varios grupos estudiantiles, entre ellos “Misión Bosawás”, vienen organizando sesiones de información, conferencias, conciertos y eventos culturales en apoyo a Bosawás. También organizaron excursiones a Bosawás para aprender sobre la cultura mayanagna y para experimentar de primera mano la naturaleza de las amenazas a la biósfera. Es demasiado pronto para saber si todo esto llegará a ser un movimiento atinado a largo plazo pero es muy alentador; vi muy poco de esto hace cinco años.



Mongabay: ¿Nos podría decir algo del Batallón Ecológico? ¿Cómo está funcionando este modelo?



Jordan (al medio) con un miembro del ecobatallón (izquierda). Foto cortesía de: Christopher Jordan.
Jordan (al medio) con un miembro del ecobatallón (izquierda). Foto cortesía de: Christopher Jordan.


Christopher Jordan: Quiero felicitar otra vez a los soldados y comandantes de los Batallones Ecológicos. Están haciendo lo que percibo como esfuerzo honesto y son tremendamente apasionados en su trabajo.



No obstante, el modelo no es tan efectivo como debiera ser. A los soldados se les encomienda hacer cumplir las leyes medioambientales del país pero, en muchos casos, en ausencia del ministerio de recursos naturales. Esto significa que deben interpretar dichas leyes en el contexto de sus postas en el campo. Su incertidumbre limita sus acciones a los incumplimientos más extremos y notorios de la ley medioambiental. En otras palabras, interceptarán 8 camiones madereros claramente ilícitos cargados de especies vedadas de madera pero probablemente no actuarán cuando un colono ilegal mate a un tapir, pese a que la ley prohíbe permanentemente la caza de esta especie.



Además, los soldados rotan de posta a posta cada 2 a 3 meses aproximadamente. Esto crea un gran problema porque no tienen mecanismo formal de dejar información para que sus remplazos empiecen su trabajo allí donde ellos lo dejaron. Para mencionar un caso, con el Batallón Ecológico que más de cerca colaboramos es con el de la Reserva de Wawashang. Había un grupo particularmente activo de soldados en la posta de Wawashang en marzo y abril. Trabajamos de cerca con ellos para comenzar a supervisar y castigar la caza ilegal. También los presentamos a los agricultores y a los miembros de la comunidad que nos colaboraban más de cerca, y establecimos planes para que supervisaran sus fincas en busca de cazadores furtivos. En resumen, avanzamos bastante con este grupo y comenzaron a reprimir a cazadores de tapires pero en mayo se remplazó a toda la tropa y ésta no dejó información alguna, así que tuvimos que empezar de cero.



Mas su entusiasmo en general, incluyendo el de sus líderes regionales y nacionales, me hace creer que seguirán desarrollando su modelo hasta que sea efectivo.



TRABAJO DE CONSERVACIÓN EN NICARAGUA


Oso hormiguero pigmeo, dorado o de dos dedos (Cyclopes didactylus) en Nicaragua. Foto por: Christopher Jordan.
Oso hormiguero pigmeo, dorado o de dos dedos (Cyclopes didactylus) en Nicaragua. Foto por: Christopher Jordan.


Mongabay: ¿Nos podría decir en qué condiciones está la gente en Nicaragua, en cuanto segundo país más pobre del hemisferio norte (después de Haití)?



Christopher Jordan: En general no hay mucho empleo en Nicaragua y los empleos que hay no están bien pagados. El salario de una maestra de primaria, por ejemplo, ronda los $200 a $300 por mes. Una veterinaria profesional que trabaja para el gobierno puede llegar a ganar unos $400 al mes. Aunque es cierto que el costo de vida es menor al de la ciudad de Nueva York, las cosas no son bagatelas, así que casi ningún salario es adecuado.



Además, Costa Caribe, especialmente al norte, es la región más pobre de Nicaragua. Hasta hace poco prácticamente no había caminos que conectaran esta costa con Managua. Aunque la situación ha ido cambiando con los años, la red caminera que llega a las comunidades más pequeñas sigue siendo limitada por toda la costa, lo que significa que a las provisiones les toma días y a veces semanas, dependiendo de las condiciones del clima, llegar a la población campesina. La mayoría de la gente nicaragüense de Costa Caribe, indígena y afrodescendiente, tiene por tanto una economía de subsistencia y depende de la agricultura a pequeña escala, de la pesca artesanal y de la caza. En muchas de estas comunidades las personas adultas son expertas en el medio ambiente, les importa profundamente su entorno y aman la autonomía que les otorga su estilo de vida.



Los nuevos caminos van cambiando esto y creando una economía que depende del mercado en algunos ejes económicos. El resultado es que algunas pesquerías se han ido agotando velozmente y los bosques se están empobreciendo. El desarrollo de la última década trajo la televisión, los celulares y la Internet a la población. De hecho, el cambio ha sido sorprendente en mis cinco años en Costa Caribe. Muchas comunidades en las que comencé a trabajar ni siquiera tenían electricidad cuando empecé mi investigación pero ahora, amén de electricidad, tienen señal para sus celulares, televisión por cable e Internet.



Mucha gente de Costa Caribe aún vive en casas de madera techadas con hojas de palma y cultiva, caza y pesca para sí y para sus familias. A la vez, tiene mayor acceso a los mercados y una creciente necesidad de dinero. Conforme la extracción de recursos para el mercado y la frontera agrícola van penetrando en la costa, los pueblos indígenas y afrodescendientes acrecientan su lucha por vivir del medio ambiente, algo que no se daba antes. Como hay muy pocos empleos, mucha de la gente de Costa Caribe está desesperada, lo que lleva a una explotación insostenible de recursos y a crecientes problemas como el alcoholismo y la drogadicción.



En medio de sus dificultades, la cultura de Costa Caribe siempre acaba por surgir. Las personas de Costa Caribe son en el fondo muy humildes, relajadas y abiertas. Cuando confían en alguien, están dispuestas a compartirle sus casas, sus pensamientos y sus saberes.



Mongabay: ¿De qué manera sigue afectando la pasada guerra civil al trabajo en conservación y al pueblo en general?




Comunidad misquita en Kahkabila, Costa Caribe. Foto por: Christopher Jordan.
Comunidad misquita en Kahkabila, Costa Caribe. Foto por: Christopher Jordan.


Christopher Jordan: La guerra civil introduce otro aspecto fascinante del trabajar en Nicaragua. Por las razones que ya mencioné, realmente hay muy poca gente universitaria que pueda y esté dispuesta a ser asistenta de campo, de modo que con frecuencia es necesario, ético y más eficiente contratar a personas del lugar que son expertas en el medio ambiente para ayudar con la investigación ecológica. Muchos son antiguos combatientes peritos en sobrevivir en las junglas nicaragüenses. Por ende, cada viaje de investigación al bosque es una increíble experiencia de aprendizaje. En estos años acumulé una gran cantidad de destrezas en recolectar alimentos en bosque tropical húmedo y en sobrevivir. Nunca habría estado expuesto a estas destrezas si hubiese hecho mi trabajo en una estación biológica con gente universitaria; estoy muy agradecido a mis varios colaboradores por enseñarme tanto.



Una de las cosas más interesantes que aprendí sobre la guerra civil a través de mi investigación fue su efecto sobre la caza a lo largo de Costa Caribe. Recolecté datos históricos sobre la caza de tapires desde alrededor de la década de 1950 hasta hoy. La información muestra una declinación significativa en el uso de armas de fuego para matar tapires durante los años de la guerra civil y en la década pos guerra. Durante la guerra aparentemente era demasiado peligroso disparar armas de fuego mientras se cazaba porque se corría el riesgo de señalar la propia posición al enemigo. Después de la guerra el gobierno decomisó la mayoría de las armas de fuego. La forma más fácil de cazar tapires, debido a su tamaño, es con armas de fuego, así que todo esto dificultó la caza de tapires. De 2000 a la fecha el uso de armas de fuego para matar tapires ha vuelto a elevarse a niveles prebélicos.



Claro que trabajar con una población que creció durante la guerra tiene muchas complicaciones. Cuando una persona está acostumbrada a la guerra parecería que se le hace más problemático adoptar una perspectiva a largo plazo y más bien se concentra en asegurar su supervivencia día a día, lo cual es agravado por la gran pobreza en la Costa Caribe de Nicaragua. Una perspectiva a largo plazo es realmente un lujo que muchos no pueden costearse; algo que, claro, se opone totalmente a la forma en que abordamos el mundo como conservacionistas y que lleva a vender recursos, a cosechar en demasía o a conductas medioambientalmente destructivas que buscan rendimiento económico expedito. En este contexto es realmente importante identificar a guardianes locales de visión más conservacionista y a largo plazo, y aliarse a ellos o ellas. Tienen mucha más credibilidad en la comunidad y les es más fácil explicar los beneficios de ciertas conductas o proyectos conservacionistas que si lo hiciese alguien foráneo que no necesariamente comparte la misma realidad.



Mongabay: ¿Qué función tiene el tráfico ilícito de drogas en el lugar en que trabaja? ¿De qué formas complica la conservación?



Christopher Jordan: La Costa Caribe de Nicaragua es ruta activa en el trajín de drogas, lo que significa que el comercio ilícito de drogas tiene un gran impacto en la mayoría de las comunidades.



Los efectos los amplifica la extrema pobreza en la región. El trabajo con los principales narcotraficantes locales es una de las pocas oportunidades de empleo estable. La mayoría de sus empleados compran barriles de gasolina y provisiones y usan botes individuales para entregarlos a narcotraficantes en aguas costeras. Puede ser un trabajo peligroso que acarrea días o semanas de cárcel pero no es poco común.



La población lugareña también deriva ingresos del narcotráfico de otras formas. Como la marina nicaragüense es muy buena capturando narcotraficantes, cuando los persigue de cerca, los traficantes lanzan su cargamento al mar a la primera oportunidad y éste suele terminar en las playas rurales o enredado en redes de pesca, brindando a los pescadores un jornal instantáneo y comparativamente enorme.



Las implicaciones de esto para las comunidades son tanto buenas como dañinas. Hace poco leí una noticia sobre un gobierno comunitario del norte de Costa Caribe que declaró que todo el dinero de la cocaína sería usado como fondo de desarrollo, en parte en protesta por la falta de apoyo del gobierno central. A veces quienes encuentran drogas hacen buenas inversiones y mejoran sus vidas. Si el dinero es puesto a buen uso para mejorar la calidad de vida, es difícil culpar a la gente campesina por usarlo. Sin embargo, la mayor parte del dinero obtenido por vender cocaína abandonada se gasta en alcohol y en fiestas, y no en mejorar la calidad de vida a largo plazo. En un escenario más trágico pero no inusual, vi comunidades volverse adictas al crack. Cuando algunos de sus miembros hallan cocaína, la transforman en crack y la venden a sus propias familias y amistades.



Aun cuando parece un suceso extraordinario, es bastante frecuente que la cocaína acabe en la playa. Los pescadores en altamar también se aseguran de buscar aquello que a veces llaman “langosta blanca” y algunos a veces salen a navegar sólo para buscar drogas cuando se enteran que hubo algún arresto. Ocurre con suficiente frecuencia como para que muchos jóvenes que viven a lo largo de la costa se dediquen a caminar playa arriba y playa abajo en lugar de trabajar en faenas agrícolas. En algunos lugares este vagar ha reducido la agricultura y, con ello, la deforestación. Claro que la menor presencia de residentes afrodescendientes e indígenas en el bosque también significa menos control de bosques y abre la puerta a la colonización de sus tierras por afuereños.



En ocasiones la gente del lugar también se lamenta del acierto del gobierno central en capturar a narcotraficantes. Recientemente, Ted Hayman, uno de los zares del narcotráfico en Bluefields, fue capturado y encarcelado, generando diversas reacciones a lo largo de la costa. Hayman era un empleador importante en la región y tenía el apoyo de mucha gente. Según rumores, regularmente daba grandes fiestas y, mientras duraran sus fiestas, pagaba grandes sumas a tiendas locales para que no le cobraran a su clientela por alimento y provisiones.



El narcotráfico afecta directamente mi trabajo en los sitios más sureños en los que estudio, a los cuales viajo en bote por el mar del Caribe. Una vez, una embarcación de narcotraficantes perseguida por la marina llegó a la comunidad en la que estaba trabajando. Por supuesto que generó caos y perturbó mi trabajo de campo pero también reveló otra forma en la que las personas del lugar obtienen dinero de los narcotraficantes. Cuando éstos llegan a una comunidad en situación similar, los miembros de la comunidad les ayudan a esconder la cocaína y a huir de las autoridades a cambio de cuantiosas sumas. Tengo que ser realmente cuidadoso en situaciones así y negarme a llevar a cualquier persona de una comunidad a otra en bote para estar seguro que no meta cocaína al bote. Las personas del lugar también deben cuidarse en casos así y resistirse a la tentación de robar droga oculta. Apenas el año pasado dos personas del lugar que por años me ayudaron a instalar cámaras fueron asesinadas a causa de droga robada.



Otra forma en la que el narcotráfico afecta la conservación y la investigación en la región es la distorsionada perspectiva económica a la que da lugar. Mucha gente lugareña se ha acostumbrado a adquirir grandes sumas de dinero en un santiamén y está menos dispuesta a trabajar por salarios razonables en proyectos de conservación e investigación. Igualmente, las comunidades tienden a interesarse más en proyectos que crean riqueza instantánea que en inversiones a largo plazo que con frecuencia rinden poco, como la investigación y la conservación.



En breve, el tráfico ilícito de drogas tiene implicaciones sociales, económicas y ecológicas de gran alcance.



Mongabay: ¿Por qué es tan importante apoyar a la gente joven en ciencias y conservación en Nicaragua?




El asistente de campo monta una cámara trampa. Foto por: Christopher Jordan.
El asistente de campo monta una cámara trampa. Foto por: Christopher Jordan.


Christopher Jordan: La gente rica en Nicaragua nunca ha tenido cuentas bancarias que dependan del país sino que más bien invierten en las economías de naciones desarrolladas. Por ende, aunque hay cierta evidencia que esto va cambiando, los inversores nicaragüenses ven a la gente de su propio país como mano de obra barata, lo cual obviamente impide un desarrollo integral. Es más, en muchos casos, los empleos y los cargos importantes se dan por razones políticas y no por mérito o experiencia. De modo que como los inversores nacionales no están dispuestos a apoyar a sus compatriotas nicaragüenses y como la experiencia de trabajo, los títulos universitarios y otras competencias no necesariamente resultan en un buen empleo, no hay suficiente incentivo para que muchos y muchas estudiantes se apliquen y hagan sacrificios para ganar experiencia y superar a sus pares, a no ser que vean una clara trayectoria hacia un empleo fuera del país. Por ende, es un gran reto hallar estudiantes o posibles asistentes de campo con disposición a dedicarse a la investigación y a la conservación como una inversión en su futuro y en el futuro de su país. Mas, estudiantes y conservacionistas con tanta dedicación sí existen y creo que es de extrema importancia darles toda oportunidad posible de aprender y desarrollarse, y recompensarles por su visión a largo plazo.



El estado de la ciencia y de la educación en ciencias en Nicaragua sigue siendo pobre y se refleja en cuán poco se entiende lo que constituye una buena investigación y el por qué la integridad de la investigación es prioridad para la conservación. He visto funcionarios de gobierno y ONG medioambientales hacer declaraciones exageradas basándose en información inadecuada o simplemente mentir sobre los resultados que no encajan en una determinada agenda. Es evidente que esto no sólo ocurre en Nicaragua pero aquí tiene mayor efecto porque es un país en que la minoría de la población estudiantil cuenta con estudios adecuados en ciencias durante su educación secundaria y universitaria. Aquí hay poca gente en ciencias que puede desafiar conclusiones científicas cuestionables; por tanto, quienes tienen mayor visibilidad pública y mayor inclinación política son quienes configuran la visión pública de la ciencia. Esto puede obstaculizar a quienes nos hemos educado para tener una obligación moral de conducir ciencia sólida y honesta.



El pobre estado de la ciencia en el país también se refleja en la escasa investigación de calidad sobre la flora y la fauna del país. Simplemente no sabemos mucho de la biodiversidad de Nicaragua, como dónde habitan muchas especies y la situación de sus poblaciones. Hay algunas excepciones, como el de la gran guacamaya verde en el área del río de Rio San Juan, los jaguares en Bosawás, las poblaciones de peces en la Laguna de Perlas, los tapires de Baird a lo largo y ancho del país y las tortugas de mar, tanto en Costa Caribe como en la costa del Pacífico. Aun así, nuestro conocimiento de la mayoría de las especies en el país es, en el mejor de los casos, limitada.



En este contexto es de suma importancia crear proyectos de investigación en el país y oportunidades de trabajo en investigación para la gente nicaragüense. De allí que sea importante hallar gente universitaria hoy y en el futuro que se apasione por la conservación, e involucrarla en proyectos para que gane experiencia y se prepare para trabajos así, ahora y en el futuro. Merece tener una buena educación en ciencias y participar apropiadamente en el proceso de toma de decisiones sobre la conservación y la explotación de los recursos naturales. El país se beneficiaría considerablemente de una fundación sólida de profesionales nicaragüenses en ciencias que trabajen en entender y conservar la flora y la fauna del país.



Mongabay: Dados todos estos desafíos, ¿qué lo mantiene trabajando en Nicaragua?



Christopher Jordan: En parte, sigo trabajando en Nicaragua por razones prácticas. Me pasé años construyendo una red que me apoya a mí y a mi trabajo en América Central y que se beneficia de mi estadía en este país. Además, por lo menos a corto plazo creo que puedo contribuir más aquí de lo que podría hacerlo en otro lugar, por decir, en los EE.UU.



No obstante, a un nivel más fundamental, los desafíos hacen que el trabajar aquí sea interesante y gratificante en extremo. Nicaragua tiene una historia absolutamente fascinante y la mayoría de los desafíos que mencionamos está enraizada en la historia política, ecológica y económica de Nicaragua. Por ende, el tratar de entender y sortear los retos me da la oportunidad de adentrarme en la historia del país de otra manera y de aprender nuevas cosas.



Mongabay: ¿Cómo se puede ayudar a los esfuerzos de conservación en el país?


Christopher Jordan: Hasta cierto punto y en algunas áreas del país, es importante que más gente visite Nicaragua y se sienta involucrada en el bienestar del país y de su flora y fauna. El turismo aumentó notoriamente este último año o par de años debido al interés de la prensa internacional en el país pero la mayor parte de la gente viene a centros vacacionales, reservas pequeñísimas, o a comprar casas en la playa para cuando se retiren, y no está expuesta a ninguna de las complejas problemáticas que dan pie a la destrucción de la biodiversidad de Nicaragua. Me imagino que esta experiencia con el turismo es similar en otros países en desarrollo pero haría mucho bien que las y los turistas visitaran algunas de las áreas más amenazadas para ayudar a atraer la atención a los principales causantes de la destrucción medioambiental y cultural. Como ya mencioné, la indignación internacional por la destrucción de Bosawás ayudó a obligar al gobierno a actuar; campañas similares para otras reservas podrían tener un efecto análogo.



Hay varias ONG medioambientales que admiten personas voluntarias o aceptan donaciones, como la Foundation for the Autonomy and Development of the Caribbean Coast of Nicaragua (FADCANIC) [Fundación para la Autonomía y el Desarrollo de la Costa Atlántica de Nicaragua] y [Fundación Amigos del Zoológico Nicaragüense]. FAZOONIC opera el único centro de rescate del país y el zoológico nacional. Algunos miembros claves de nuestro proyecto de conservación de tapires son de FAZOONIC y FADCANIC.



También estamos en medio de una campaña indiegogo para recaudar dinero para nuestro Centro de Rescate y Rehabilitación de Tapires en Wawashang. Quienes deseen contribuir estando en su país pueden visitar el
website [sitio en la web] de la campaña. También publicamos vídeos y actualizaciones periódicas en. facebook y youtube, sobre nuestro trabajo en conservación de tapires; se enterarán de modos de participar si consultan estas páginas con frecuencia.



Debo recalcar que nos encantaría que más gente, instituciones y universidades se involucren en nuestro proyecto. Esto no necesariamente significa que queremos donaciones. Nos gustaría muchísimo que el público, incluyendo artistas, estudiantes de comercialización, gente en investigación, y zoológicos nos dieran ideas sobre formas de asegurar la supervivencia de los tapires de Baird en Nicaragua. Nos gusta mantener las puertas abiertas para toda persona que quiera aportar y para cualquier otro enfoque en conservación, de modo que pónganse en contacto conmigo para compartir sus ideas, comentarios y sugerencias.



Mongabay: Logró bastante en su carrera hasta ahora; ¿qué consejo daría a quienes están estudiando y pensando seguir una carrera en conservación?




Tapires capturados por una cámara trampa en Nicaragua.



Christopher Jordan: Recalcaría la importancia de luchar por mantener sus estudios lo más multidisciplinarios posibles. Para poder sortear acertadamente los retos de la conservación se necesita estudiar antropología, comercialización, comunicación, historia, y la lista sigue y sigue. En la mayoría de los programas universitarios esto no es tan fácil como parece pero es de extrema importancia poder trabajar de cerca con la gente y contar con herramientas para aprender sobre las poblaciones y sus culturas. No sólo me refiero a la gente del lugar sino también a donantes, la prensa, universidades, y otra gente que investiga y trabaja en conservación.



A la gente universitaria que trabaja en proyectos de investigación y tiene interés en postularse a iniciativas de conservación también le sugiero adoptar una visión a largo plazo del efecto de su investigación en el área de estudio. Quienes estudian, en especial maestrías y doctorados, suelen tener incentivos para ser realmente eficientes y obtener resultados a la brevedad posible pero esto no necesariamente produce los mejores resultados para un esfuerzo de conservación a largo plazo. En el contexto de paisajes habitados que no son prístinos es necesario atravesar un dilatado proceso de aprendizaje para compenetrarse con la gente del lugar y con la complejidad de las problemáticas y las preguntas que rodean a la investigación y a la conservación. También es importante conocer a quienes trabajan en esferas gubernamentales y comprender el modo en el que operan. Quizás esto implique tomarse descansos de la investigación en biodiversidad para pasar el tiempo simplemente viviendo con la gente del lugar, asistiendo a reuniones y presentaciones de agencias de recursos, y llegar a conocer a toda posible parte involucrada. Hacer atajos en este proceso hará difícil establecer una fundación sólida de apoyo local y nacional. Esto no significa estar pendiente de andar complaciendo a toda la gente sino más bien generar un proceso necesario de aprendizaje para labrar un plan acertado a largo plazo.



También es importante actuar siempre con humildad y dejar las puertas abiertas a cualquier persona y a todas las personas. La conservación es un trabajo complejo con una diversidad de actores y todos afectan positiva o negativamente un proyecto de conservación, sin importar cuán importantes, poderosos o extrovertidos parezcan. De modo que es importante, al coordinar un proyecto, dar la bienvenida y comunicarse efectivamente con todas las personas y aprender a trabajar con ellas para ayudarlas a desenvolverse mejor en nuestro trabajo, a beneficiarse de éste o a aportarle.





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