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Prohibir la deforestación ha funcionado bien en Costa Rica

Los bosques primarios se destinan a la agricultura industrial en Costa Rica a pesar del incremento de la población y del aumento de las exportaciones.



La prohibición que dispuso Costa Rica de eliminar completamente los bosques “maduros” parece estar surtiendo efecto en cuanto a que fomenta la expansión agrícola en tierras deforestadas, según informa un estudio publicado hoy en la revista Environmental Research Letters.



La investigación, que fue dirigida por Matthew Fagan de la Universidad de Columbia, está basada en el análisis de los datos obtenidos vía satélite que se contrapesan con visitas a la zona de estudio en las tierras bajas del norte de Costa Rica.



El estudio mostró que desde que Costa Rica implementó la prohibición de transformar los bosques maduros en 1996, la tasa anual de pérdida de bosques vírgenes cayó un 40 por ciento a pesar del auge de la agricultura en la zona. El resultado indica que Costa Rica está incrementando la producción agrícola a la vez que evita causar daños innecesarios a los bosques.



“Observamos que acatando la prohibición, la pérdida de bosques maduros ha disminuido de un 2,2 por ciento a un 1,2 por ciento al año, y la proporción de piña y otros cultivos destinados a la exportación provenientes de bosques maduros descendió de un 16,4% a un 1,9%”, indicaron los investigadores. “El crecimiento de cultivos de piña y otras cosechas que ha tenido lugar después de la prohibición ha reemplazado con creces al pasto, a las plantaciones de árboles, tanto exóticos como especies autóctonas y a los bosques secundarios”.



Fagan y sus colegas se percataron de que la prohibición resultaba particularmente efectiva en disuadir la agricultura industrial o a gran escala en las zonas de bosques maduros. Sin embargo, no ha conseguido parar su transformación por pastos para el ganado.



“Llegamos a la conclusión de que los esfuerzos por proteger los bosques en el norte de Costa Rica probablemente hayan conseguido reducir la pérdida de bosques maduros y hayan encaminado la expansión de las tierras de cultivo a otras zonas fuera de los bosques maduros”, señalan. “Los resultados indican que las prohibiciones de deforestar pueden proteger los bosques maduros mejor que la regeneración de bosques más viejos y puede limitar su eliminación para cultivos a gran escala más eficazmente que su eliminación para pastos”.











Aunque estos hallazgos pueden parecer contraproducentes, ya que las cosechas a gran escala son bastante más rentables que las actividades ganaderas, son consistentes con las tendencias emergentes en otros sitios. Una explicación podrían ser las actividades agrícolas industriales, principalmente las relacionadas con el cultivo de piña y plátano en el norte de Costa Rica, que requieren una inversión de capital considerable y hace que los dueños estén menos dispuestos a arriesgarse a cometer una ilegalidad fácil de advertir (las imágenes vía satélite son una herramienta muy útil para aplicar la ley en el uso de terreno a gran escala). Además, ya que sus cosechas están destinadas al mercado de exportación dónde las preocupaciones medioambientales y cuestiones como la trazabilidad son de gran importancia, los productores de piñas y plátanos evitan la tala de bosques para conseguir tierras de cultivo. Por el contrario, muchos ganaderos son operadores relativamente pequeños cuyo producto se consume localmente, y no son suficiente aliciente para respetar la prohibición de deforestar. Se han advertido progresos similares en la producción de soja y ganado en algunas partes de la Amazonia brasileña.



“Los productores de plátano y piña destinados a la exportación en el norte de Costa Rica son más susceptibles a posibles boicots y a que la imagen de sus marcas se vea dañada que un productor nacional de ganado”, aclaran. “El éxito de la moratoria de la soja en tierras deforestadas en Brasil indica que los grandes productores pueden y, de hecho, responden a la presión sociopolítica”.








Desventajas de la intensificación



Sin embargo, los investigadores advierten que la intensificación podría no ser la panacea ecológica. Se han percatado de que la agricultura intensiva ha llegado hasta bosques que no están protegidos, incluyendo terrenos pantanosos y bosques secundarios. Además, los monocultivos industriales ofrecen menos conectividad del hábitat que otros paisajes menos manipulados — un típico pasto para ganado incluye una cubierta de árboles esparcidos que utilizan muchas especies, mientras que una granja de piña está normalmente desprovista de árboles y funciona como un desierto biológico. Finalmente el uso de productos químicos agrícolas es un riesgo para animales y hábitats acuáticos.



“La producción de piña y plátano en Costa Rica depende del uso de cantidades extremadamente elevadas de fertilizantes y pesticidas tóxicos”, apuntan los autores. “En Costa Rica estos agroquímicos han reducido la calidad del agua, interrumpido los ecosistemas aguas abajo y contaminado bosques montanos con pesticidas”.



No obstante, desde la perspectiva de las normas del uso del terreno, los investigadores concluyen que el planteamiento de Costa Rica podría incluir lecciones para otras zonas dónde los bosques están siendo convertidos para uso agrícola.



“Una amplia normativa sobre protección de bosques podría ser una herramienta útil para fomentar la preservación de terrenos en zonas que están siendo sometidas a deforestación por agricultura intensiva”, comenta.










FUENTE: M E Fagan et al (2013) Land cover dynamics following a deforestation ban in northern Costa Rica. (“La dinámica de la cobertura del terreno después de prohibir la deforestación en el norte de Costa Rica”) Environ. Res. Lett. 8 034017




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