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Los jaguares del Chaco argentino están al borde de la extinción local

El majestuoso jaguar (Panthera onca), el felino más grande el Nuevo Mundo, se puede encontrar tan al norte como en los estados del sur de Estados Unidos, y tan al sur como en el norte de Argentina. En el pasado los jaguares llegaban hasta 1.500 quilómetros (930 millas) más al sur, pero el área donde se encuentran se ha reducido con el aumento de la pérdida de hábitat y de la influencia humana. En general, los jaguares se clasifican como Casi Amenazados en la lista de la UICN, pero el nivel de riesgo al que se enfrentan los jaguares varía según la región. La población de Argentina, a día de hoy el límite de su área en el sur, se ha identificado como una de las más amenazadas.



Se considera que El Chaco es el hogar de la mayor población de jaguares en argentina, pero la inaccesibilidad de la región ha hecho que hasta hace poco no se conociera gran cosa sobre el estado exacto de la población en esta zona. Para poder afrontar esta escasez de conocimiento, los biólogos han emprendido un importante estudio sobre el alcance y la abundancia de los jaguares que se ha publicado recientemente en la revista de Fauna and Flora International, Oryx. Los resultados del estudio apuntan a una conclusión llamativa: la población de jaguares en El Chaco argentino está en crisis y ante un riesgo inminente de extinción local.





La bióloga Verónica Quiroga con la piel de un jaguar cazado en el Chaco. Foto cortesía de Verónica Quiroga.

La bióloga Verónica Quiroga con la piel de un jaguar cazado en el Chaco. Foto cortesía de Verónica Quiroga.

Con una vasta naturaleza de bosque seco, monte y llanuras, el Gran Chao es la segunda mayor región de las Américas. Abarca partes de Argentina, Bolivia y Paraguay, y es una región calurosa, inhóspita y escasamente poblada. En parte, este aislamiento fue lo que llevó a la bióloga Verónica Quiroga, del Consejo Nacional de Investigación de Argentina, autora principal de estudio, al Chaco argentino, donde ha estado trabajando durante más de una década.



“Desde la primera vez que fui al Chaco y vi las primeras huellas de mamíferos marcadas en el polvo seco, supe que quería trabajar durante un tiempo en ese ambiente y con grandes mamíferos”, afirmó a mongabay.com. Sus estudios sobre los mamíferos en el Parque Nacional Copo desencadenaron su interés en los jaguares en particular. “Las primeras conclusiones alarmantes fueron que se conocía muy poco sobre las especies que habitan la región del Chaco, que nadie estaba estudiando a los jaguares en particular y que, al parecer, las poblaciones han sufrido un descenso numérico importante en la región”.



“La
La bióloga Verónica Quiroga recogiendo heces de puma en la Reserva Aborigen. Foto cortesía de Verónica Quiroga.

Desde entonces, Quiroga y su equipo han llevado a cabo un estudio intenso a largo plazo sobre los jaguares en el Chaco argentino. Se centraron en las localizaciones donde se suponía una mayor probabilidad de encontrar jaguares, incluyendo el Parque Nacional Copo y la Reserva Aborigen, así como lugares que difieren en sus niveles de protección legal, carga de ganado y presión por la caza. Una gran red de cámaras ocultas registró más de 5.320 noches de grabación, y se entrevistó a más de 120 personas de la localidad sobre su conocimiento y sus experiencias con los jaguares. El equipo caminó más de 900 quilómetros (560 millas), buscando señales de la presencia de jaguares. A pesar de este esfuerzo exhaustivo, los resultados fueron desalentadores. No se captó ninguna fotografía de jaguares con las cámaras trampa, y se encontraron muy pocas pistas. En total, se registraron 35 grabaciones de jaguares y tan solo 13 eran observaciones directas.



Los jaguares habitan en tres regiones de Argentina, y la población del Chaco es importante para mantener la conectividad de la población no solo en Argentina, sino también entre las poblaciones en Bolivia y Paraguay.



“Hasta el inicio de este estudio, se creía que la población de jaguares del Chaco era la mayor en Argentina, por la gran superficie de área ocupada y su conexión con otras poblaciones, como el Chaco de Paraguay”, dijo Quiroga. “Fue una gran sorpresa descubrir que no solo la densidad era muy baja, sino que esta población es la más amenazada de las tres que quedan en el país”



A puma (Puma-concolor) marcando su territorio en las márgenes del río Bermejo en La Fidelidad. Foto cortesía de Verónica Quiroga.
A puma (Puma-concolor) marcando su territorio en las márgenes del río Bermejo en La Fidelidad. Foto cortesía de Verónica Quiroga.


La conversión del hábitat del jaguar en una zona de ganadería y la persecución de los jaguares son los principales motivos para el descenso de la población. La cantidad de jaguares cazados de los que se ha informado en las entrevistas se puede usar como indicador de la abundancia de jaguares, y el estudio ha mostrado que el descenso se ha multiplicado por diez en la última década. Más que indicar un cambio en la práctica de la caza, o en la percepción de que los jaguares son una amenaza para el ganado y para las personas, esto refleja el ritmo al que la gente entra en contacto con jaguares. Aunque el área general donde viven no ha disminuido, la drástica caída en su abundancia incentivará la acción para la conservación.



“En estos momentos, es necesario desarrollar una campaña urgentemente para mejorar la concienciación sobre los problemas a los que se enfrenta esta especie, el valor de su conservación y la importancia que tiene en el ecosistema como gran depredador”. Explicó Quiroga.



“También necesitamos una campaña para sugerir cambios en la gestión del ganado, para así evitar posibles conflictos con la especie. Es necesario trabajar con las escuelas rurales, con los guardas forestales, con las comunidades locales y con otros actores clave en la región rural del Chaco para intentar cambiar la percepción sobre la especie.”




Un Aguará guazú (Chrysocyon-crachiurus) en el bosque seco del Chaco en La Fidelidad, Argentina. Foto cortesía de Verónica Quiroga.
Un Aguará guazú (Chrysocyon-crachiurus) en el bosque seco del Chaco en La Fidelidad, Argentina. Foto cortesía de Verónica Quiroga.


El descenso del número de jaguares en el Chaco es un indicador de mayores descensos de población que afectan a otras especies, como el armadillo gigante (Priodontes maximus), el pecarí barbiblanco (Tayassu pecari), el endémico pecarí del Chaco (Chacoan wagneri), y el puma (Puma concolor). Por lo tanto, si se emprenden acciones para beneficiar al jaguar, también se estará beneficiando a muchas otras especies.



“La creación de nuevas áreas protegidas, así como el correcta aplicación de las medidas que ya existen, como pasillos de protección donde la caza furtiva está controlada, son acciones urgentes que el gobierno local debe emprender”, afirmó Quiroga.



Quiroga y su equipo siguen adelante con su trabajo para documentar y proteger a los mamíferos del Chaco argentino. Su futuro trabajo se centrará principalmente en una región conocida como La Fidelidad, la cual se ha propuesto como futuro parque nacional.



Verónica Quiroga y el veterinario Juan Arrabal comprobando los rastros en el Parque Nacional Copo. Foto cortesía de Verónica Quiroga.
Verónica Quiroga y el veterinario Juan Arrabal comprobando los rastros en el Parque Nacional Copo. Foto cortesía de Verónica Quiroga.


“Esta área se encuentra en el corazón del Chaco argentino, tiene una extensión de 2.500 quilómetros cuadrados de bosque del Chaco en excelentes condiciones, sin habitantes rurales y con un gran potencial para la recuperación del jaguar. Este lugar es uno de los últimos que quedan con estas características en la región, está una localización estratégica con respecto a otras zonas protegidas y cuenta con gran disponibilidad de presas para el jaguar”, explicó Quiroga.



“Los esfuerzos de nuestra investigación en los próximos años se centrarán en La Fidelidad y en otros lugares de la región del Chaco donde creemos que el jaguar aún tiene posibilidades”.




Tapir (Tapirus-terrestris) en el bosque seco del Chaco en La Fidelidad, Argentina. Foto cortesía de Verónica Quiroga.
Tapir (Tapirus-terrestris) en el bosque seco del Chaco en La Fidelidad, Argentina. Foto cortesía de Verónica Quiroga.


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