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Europa aprueba medicamento veterinario que casi extermina a los buitres de Asia


Buitres indios (Gyps indicus) En Peligro Crítico, junto a su nido en Orchha, Madhya Pradesh. Foto por: Yann.

Buitres indios (Gyps indicus) En Peligro Crítico, junto a su nido en Orchha, Madhya Pradesh. Foto por: Yann/Creative Commons 3.0.



Cuando los europeos llegaron por primera vez a Norte América exterminaron tres a cinco mil millones de palomas migratorias (Ectopistes migratorius) cazándolas y destruyendo su hábitat, en el breve lapso de un siglo. En 1914, la última paloma migratoria que quedaba con vida pereció en el Zoológico de Cincinnati. A pesar de lo pasmoso de este evento de extinción, tres especies de buitres del Sureste de Asia ostentan la dudosa distinción de haber tenido el mayor colapso demográfico de toda avifauna. Quizás no comenzaron con poblaciones tan cuantiosas como las de la paloma migratoria, pero apenas en una década se vieron reducidas en un 96 a 99 por ciento.



El mundo científico debatió en vano la causa de esta dramática declinación y especuló que se trataba de un virus aún sin documentar, letal y sumamente infeccioso. Cuando el misterio finalmente se resolvió en 2006—para sorpresa de casi todos—la causa era un solo medicamento, diclofenac, que suele prescribirse para someter al ganado. Subsecuentemente se prohibió a los veterinarios prescribírselo a los agricultores del subcontinente, pero, pese a lo anterior y ante tal evidencia, la Unión Europea acaba de autorizar a los veterinarios en toda UE a que usen diclofenac. Según los grupos locales de conservación, es muy probable que los buitres europeos sean las siguientes víctimas de una exterminación en masa y de un evento de extinción.



“Es una vergüenza”, le dijo José Tavares, Director de la Fundación Conservación de los Buitres, a Birdlife International, “que una droga que ya diezmó tanta vida silvestre en Asia se ponga ahora en el mercado en países cruciales para la conservación de los buitres como son España e Italia, especialmente porque la prohibición absoluta de diclofenac en India ya da señales de que los buitres indios se están recuperando”.



El diclofenac mata: la evidencia de India




La historia del uso de diclofenac en India, Nepal y Paquistán muestra la importancia de evaluar el impacto ecológico de medicamentos prescritos por médicos y veterinarios. Los estudios poblacionales de los buitres bengalíes (Gyps bengalensis) en India revelan un descenso del 99,9 por ciento entre 1991 y 2007, y mermas correspondientes del 96,8 por ciento en las poblaciones del buitre indio (Gyps indicus) y del buitre de pico corto o picofino (Gyps tenuirostris). Si bien en Nepal la reducción fue menos dramática, casi el 75 por ciento de los buitres bengalíes murieron entre 2002 y 2009. Hoy, la Lista Roja de UICN considera a las tres especies En Peligro Crítico.



El diclofenac mató a decenas de millones de buitres bengalíes (Gyps bengalensis). Foto por: Goran Ekstrom.
El diclofenac mató a decenas de millones de buitres bengalíes (Gyps bengalensis). Foto por: Goran Ekstrom.

Tan pronto se supo de esta acelerada declinación surgió un coro de discrepancias en la comunidad científica. Adam Welz, el periodista que cubrió la historia en aquel entonces, informó a The Guardian que abundaban las explicaciones contradictorias, que por varios años no llegaron a un consenso sobre las muertes. Algunos expertos le dijeron que, como la clase media de India, cada vez más occidentalizada, estaba consumiendo más carne de res, afectaba la principal fuente de alimento de los buitres, que eran las vacas. También se arguyó que la modernización de India demandaba tanta piedra y madera que hacía escasear sitios para que los buitres aniden, típicamente sobre árboles y en acantilados. Inclusive se sugirió que tal vez los plaguicidas eran responsables del desplome.



“Los científicos más prominentes y cuyo trabajo recibe fondos estaban convencidos de que era un virus infeccioso”, informó Welz, mas los continuos intentos por aislar el misterioso virus no prosperaron.



El propio Welz vio reunirse a una gran cantidad de buitres sobrevivientes al norte de India, en un grupo propicio para la transmisión de un virus infeccioso, pero ninguno de los individuos dio señales de estar enfermo. En 2000, dicha evidencia llevó a la Peregrine Foundation a crear el Asian Vulture Crisis Project [Proyecto asiático sobre la crisis de los buitres] con la Sociedad Ornitológica de Paquistán, lejos del ambiente político y tenso en extremo que rodeaba al tema en la India de esa época. Su descubrimiento, descrito en la revista científica Nature, reveló que una dosis diminuta del medicamento antiinflamatorio diclofenac podía causar un daño letal al riñón de un buitre leonado (del género Gyps), y llevarle a la muerte en un par de días. El examen de los cadáveres hallados al centro y norte de India reveló que, en efecto, contenían suficiente diclofenac como para dar cuenta de la acelerada declinación de las poblaciones de buitres.



Un grupo de buitres leonados (Gyps fulvus) se posa sobre una cierva muerta en Cataluña, España. Foto por: Mario Modesto Mata.
Un grupo de buitres leonados (Gyps fulvus) se posa sobre una cierva muerta en Cataluña, España. Foto por: Mario Modesto Mata/Creative Commons 3.0.



Los científicos continuaron monitoreando tanto los cadáveres como los buitres en los años que siguieron a la prohibición decretada por India en 2006. Ni antes ni poco después de la prohibición hallaron cambios en la concentración y la prevalencia de diclofenac en los cadáveres (un 10,8 por ciento), pero, a los dos años y medio de la prohibición, sólo el 6,5 por ciento de los cadáveres contenían diclofenac. Los modelos de predicción hallaron que la tasa a la que declinaba la población de buitres cayó en un 40 por ciento en comparación a la de años anteriores, aun cuando seguía elevada, hasta 18 por ciento al año. Se cuestionó la aplicación de la prohibición, dando a entender que los esfuerzos por sacar al diclofenac del mercado debían ser mayores para que las poblaciones se recuperaran.



Hasta 2011, los índices de mortalidad de los buitres de India parecen haberse desacelerado dramáticamente, pero a los conservacionistas de buitres les sigue preocupando el que los datos censales sean imprecisos. Los funcionarios recomendaron un sustituto para diclofenac llamado meloxifam, poco tóxico para los buitres Gyps. Lastimosamente, como meloxifam se usa rara vez, es costoso. Hace poco se tuvo evidencia de que el diclofenac de uso comercial en humanos va apareciendo en farmacias veterinarias como una alternativa, barata aunque mortal, al meloxifam.


La lucha por salvar a los buitres de India está lejos de acabar, pero es imposible ignorar las lecciones que dejaron estos descensos demográficos.



“El caso aquí es claro—en realidad es cuestión de aprender de lo que ocurrió en India y también de respaldar y ser coherentes con el liderazgo de muchas políticas de UE, especialmente en conservación de la naturaleza”, escribieron los conservacionistas en un documento técnico recién publicado sobre el diclofenac en Europa.



Insisten en que el diclofenac, y quizás otras drogas antiinflamatorias, son peligrosas para los buitres. Por lo tanto, recomiendan esforzarse por evitar que se lo use en el planeta, inclusive en regiones vulnerables como África, en donde los buitres son un rasgo prominente y la ganadería doméstica formal apenas empieza a extenderse.



Los buitres y el diclofenac en Europa



El buitre negro (Aegypius monachus) es el más grande de los buitres del viejo mundo. Foto por: Rhett A. Butler.
El buitre negro (Aegypius monachus) es el más grande de los buitres del viejo mundo. Foto por: Rhett A. Butler.


España tiene ocho de las diez especies de buitres de Europa. De éstas, a cuatro se las considera raras y en peligro de extinción, y reciben cierta protección de las leyes europeas. El alimoche o buitre egipcio (Neophron percnopterus) está En Peligro y el buitre negro (Aegypius monachus) está Casi Amenazado; mientras que otros dos, el buitre leonado (Gyps fulvus) y el quebrantahuesos (Gypaetus barbatus), se han beneficiado de décadas de esfuerzos de conservación y sus poblaciones van recuperándose gradualmente.
Un informe técnico sobre el diclofenac, publicado por la Fundación Conservación de los Buitres, destaca la magnitud del papel de España en conservar a los buitres: “España tiene más de 70.000 buitres leonados (90% de la población europea), 5.000 buitres negros (97% de la población europea), 3.000 buitres egipcios (85% de la población europea) y 300 quebrantahuesos (67% de la población europea), por lo que, para estas especies, es el país más importante del continente—y para algunas especies (como el buitre leonado y el negro) es el país más importante del mundo”.



Los buitres sobreviven casi por completo de carroña o carne en putrefacción. En España esto significa que consumen los cadáveres de animales de granja que se deja en sitios especiales llamados muladres. Al limpiar y comerse a los animales muertos, cumplen una función singular en las comunidades locales; de no hacerlo, los cadáveres tentarían a los perros callejeros y éstos podrían a su vez transmitir enfermedades peligrosas como la rabia. De hecho, los expertos estiman que si India adoptara un programa de conservación de buitres se ahorraría a la larga casi $56 millones pues ya no necesitaría recolectar y deshacerse de restos animales, ni ocuparse de las enfermedades que propaga la numerosa población de perros callejeros. Para que los buitres cumplan su función sin riesgos, se debe monitorear sitios como los muladares para cerciorarse de que los buitres no se están alimentando de animales que murieron de enfermedades infecciosas.



El sitio primordial en que  los buitres anidan en India. Muchos quedaron vacíos. Foto por: Morgan Erickson-Davis.
El sitio primordial en que los buitres anidan en India. Muchos quedaron vacíos. Foto por: Morgan Erickson-Davis.

Debido a que los estándares con los que Europa controla medicamentos son bastante rigurosos, en comparación con países como India, los conservacionistas no se han preocupado mucho por prohibir el diclofenac en Europa. De hecho, nueve proyectos de conservación de buitres ya habían recibido 10,7 millones de euros (cerca de $15 millones) entre 2008 y 2012. Por ende, resulta curioso que en el verano de 2013 la Agencia española de Medicinas autorizara a los veterinarios a usar diclofenac en cerdos y en ganado en España. Otros países europeos también comercializan diclofenac —en Italia está disponible con el nombre de Reuflogin para usarlo en caballos, en el ganado y en cerdos.



La Fundación Conservación de los Buitres, una ONG grande que lucha por evitar que los buitres sean envenenados, formó una coalición—que incluye a Royal Society for the Protection of Birds [Sociedad Real para la Protección de Aves] y a BirdLife Europe—para urgir a UE a considerar la prohibición del diclofenac para uso veterinario en todo el continente.



A la fecha, gracias a los esfuerzos de la coalición, se enviaron cartas a 12 países en la Unión Europea y se reunieron más de 16.000 firmas en la petición change.org (que se puede ver (which may be viewed aquí). También se ha solicitado formalmente a UE iniciar una comisión de remisiones para evaluar la comercialización del diclofenac.



La coalición cree que “UE y sus Estados Miembros tienen la obligación legal de conservar a los buitres, conforme a la Directiva de Aves de UE y al reglamento de UE sobre medicamentos veterinarios que exige evitar daños ecológicos”.



Se espera que esto tenga la ventaja adicional de motivar a los países africanos a dejar de usar el diclofenac, que ya prueba ser un problema para los buitres africanos.



Proporción de buitres que tienen residuos de diclofenac, gota visceral, o ambos (señalada por el área negra de cada gráfico circular), en 13 sitios en donde se halló buitres muertos o agonizando. El área de los círculos está a escala, según la cantidad de aves evaluadas por sitio, registrada junto a cada círculo. Figura adaptada de Shultz et al., 2004.
Proporción de buitres que tienen residuos de diclofenac, gota visceral, o ambos (señalada por el área negra de cada gráfico circular), en 13 sitios en donde se halló buitres muertos o agonizando. El área de los círculos está a escala, según la cantidad de aves evaluadas por sitio, registrada junto a cada círculo. Figura adaptada de Shultz et al., 2004.



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