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Ola de secuestros de crías de elefante golpea Sri Lanka, según los ambientalistas

En Sri Lanka, una estafa oculta con la fauna ha estado gestándose desde hace tiempo. Y un acontecimiento reciente la hizo explotar.



La noche del 1 de mayo, una banda intentó secuestrar una cría de elefante del Parque Nacional Uduwalawe en Sri Lanka. Gracias a la denuncia de un grupo de aldeanos, oficiales de policía y guardabosques frustraron el secuestro. Los secuestradores escaparon, pero antes, según se afirma, habrían atacado a un miembro de la prensa y le habrían quitado la cinta donde había quedado documentado el altercado. La cría fue hallada al día siguiente, a poca distancia del Parque Nacional, pero muchas otras crías de elefante que habían sido secuestradas no tuvieron la misma suerte.



Los ambientalistas de Sri Lanka calculan que al menos entre 50 y 60 crías de elefante han sido robadas desde 2011. Según ellos, los responsables son bandas bien organizadas que trabajan para ricos y poderosos, quienes, a su vez, tienen conexiones con políticos, funcionarios del sector ambientalista e instituciones religiosas.



Hace tiempo que suceden estos secuestros; sin embargo, hace muy poco que se comenzó a movilizar a la gente para hacer algo al respecto. Alrededor de dos años atrás, en Sri Lanka, ambientalistas y grupos activistas en defensa de los animales comenzaron a notar una inconsistencia en la cantidad de crías de elefante en cautiverio. Esta cantidad parecía aumentar a pesar de haber muy pocos nacimientos en cautiverio.




Cría de elefante confiscada por las autoridades en Mirigama. Foto: Nadika Hapuarachchi.

Cría de elefante confiscada por las autoridades en Mirigama. Foto: Nadika Hapuarachchi.



Un año más tarde, un libro de registros de todos los elefantes en cautiverio en Sri Lanka, llevado por el Department of Wildlife Conservation (Departmento para la Conservación de la Vida Silvestre), desapareció misteriosamente.



“Un grupo de ambientalistas tomaron cartas en el asunto y comenzaron a investigar. Descubrieron que existían muchas discrepancias entre los permisos expedidos y la cantidad de elefantes en cautiverio”, informó a mongabay.com Prithiviraj Fernando, científico del Centre for Conservation and Research en Sri Lanka (Centro para la Conservación y la Investigación).



Para agravar el dudoso proceso de registro de elefantes cautivos, el ministerio de Medioambiente de Sri Lanka declaró una amnistía controvertida. Según esta, aquellas personas que tuvieran elefantes de manera ilegal simplemente podían pagar un millón de rupias (alrededor de USD 17 000) para legitimar la posesión.



“Por lo tanto, esta amnistía da carta blanca para capturar elefantes de manera ilegal y luego legalizar el proceso mediante el pago de un millón de rupias —afirma Srilal Miththapala, activista por la defensa de los elefantes y la vida silvestre, y expresidente de la Hotels Association de Sri Lanka—. Creo que esta controversia ha intensificado la captura ilegal de crías de elefante en los últimos años”.



El modus operandi de estas bandas es muy especializado. Algunos especulan con que estos grupos sedan a las crías que quieren llevarse y luego disparan al aire para asustar al resto de la manada. Según otras voces, estos grupos simplemente matan a la madre para capturar a la cría.



Si bien el cálculo actual de crías de elefante capturadas ilegalmente es de entre 50 y 60, la cifra real de crías secuestradas en su hábitat es mucho mayor.



“Capturar crías en secreto en su hábitat natural, mantenerlas ocultas en el bosque hasta poder transportarlas en algún vehículo, y conservarlas en secreto hasta domesticarlas, sin el cuidado necesario ni las instalaciones apropiadas, posiblemente aumente en gran proporción la mortalidad de estas crías —sostiene Fernando—. Por lo tanto, la cantidad de crías capturadas es dos o tres veces mayor a la que sobrevive”.



¿Qué sucede con las crías capturadas?



La venta y el alquiler de elefantes es un negocio muy lucrativo en Sri Lanka. Las crías capturadas ilegalmente son vendidas en mercados clandestinos por un monto que suele superar las 10 millones de rupias (USD 170 000). Una vez vendidas, se las alquila para festivales religiosos, desfiles y turismo por cifras entre USD 15 000 y USD 20 000 por mes.



“Tener elefantes en Sri Lanka es como tener un Mercedes o una Ferrari —explica Vimukthi Weeratunga, un activista en defensa de la vida silvestre, de Sri Lanka—. La gente relaciona la tenencia de elefantes con la riqueza”.



Perturbados por lo acontecido el 1 de mayo, Weeratunga y otros ambientalistas se reunieron hace poco para hablar sobre el problema. La reunión se concentró en la falta de transparencia dentro del Department of Wildlife Conservation con respecto a la gestión de licencias, el registro de elefantes cautivos y la confiscación de elefantes capturados de manera ilegal.



Cría de elefante encontrada cerca de Galgamuwa a punto de ser cargada en un camión, con las cuatro patas atadas. Gracias a la vigilancia de las comunidades cercanas, se la pudo liberar y regresó con la manada. Foto: Vimukthi Weeratunga.
Cría de elefante encontrada cerca de Galgamuwa a punto de ser cargada en un camión, con las cuatro patas atadas. Gracias a la vigilancia de las comunidades cercanas, se la pudo liberar y regresó con la manada. Foto: Vimukthi Weeratunga.


“Cuando comenzamos a investigar este problema, no sabíamos que iba a ser tan complicado —cuenta Weeratunga—. Pero pronto nos dimos cuenta de que teníamos que luchar contra distintos frentes, incluidos los políticos. Sin embargo, la prensa ha sido de gran ayuda y el tema se está tratando en el Parlamento”.



Según la Fauna and Flora Ordinance (Ordenanza de Protección de la Flora y Fauna), es ilegal matar un elefante en Sri Lanka. La captura ilegal de un elefante en estado salvaje es penada con una multa considerable de entre USD 1400 y USD 4500, o con 2 a 5 años de prisión, o con ambos. Pero las personas “influyentes” continúan protegiendo a aquellos involucrados en estas actividades.



“Es frustrante cuando existen disposiciones legales adecuadas para tomar medidas contra este problema, pero hay obstáculos mayores y más complejos en el contexto actual de la estructura administrativa. Creo que la intensa opinión y agitación públicas pueden generar cambios”, sostiene Miththapala.



Sri Lanka siempre ha tenido una población considerable de elefantes cautivos, así como también la mayor densidad de elefantes asiáticos en estado salvaje de Asia. Con una mayor pérdida y fragmentación del hábitat, los seres humanos y los elefantes están en constante conflicto debido al ataque a los cultivos y a la destrucción de propiedad, lo que termina con la muerte tanto de hombres como de elefantes. La captura de crías de elefante solo puede intensificar el conflicto.



“En la actualidad, alrededor de 250 elefantes mueren por año en Sri Lanka a causa de un conflicto hombre-elefante (HEC por sus siglas en inglés) —afirma Fernando—. Otra cantidad desconocida pero considerable muere de inanición dentro de las áreas protegidas, y por cercas electrificadas en un intento fallido de mitigar el HEC. Por lo tanto, si agregamos la gran cantidad de crías capturadas, tenemos un importante problema de conservación”.




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