La Dra. Jane Goodall con Freud, un chimpancé de Gombe. Foto © Michael Neugebauer.
Con seguridad, Jane Goodall es la conservacionista más famosa de todos los tiempos, y la científica mejor conocida y más respetada del planeta.
Su trayectoria hasta tal cima fue tan improbable como es inspiradora. “Nunca te des por vencida” le dijo su madre, y veinte años después Goodall emprendía su sueño infantil de vivir con animales en África. A los 26 ya vivía así. El afamado antropólogo Louis Leakey la eligió para que vaya a Gombe, Tanzania, a conducir el primer estudio extenso sobre el comportamiento de los chimpancés en su hábitat. Sin tan siquiera un título universitario, Goodall llegó a ser la única persona en ser aceptada en un grupo de chimpancés. Su trabajo ofreció percepciones profundas — y controversiales — de nuestros parientes más cercanos, como la noción de que los seres humanos no son los únicos que usan herramientas. Con el tiempo contribuyó a un gran movimiento científico por identificar y documentar la “cultura” de otras especies. Este sería el primero de muchos reconocimientos para Goodall.
Mucha gente que trabaja en biología se contentaría con publicar un cuerpo de trabajo que se cita asiduamente, con ganarse una lista impresionante de premios y cambiar la forma en que nos vemos y vemos el mundo; “la Dra. Jane” fue mucho más allá y saltó de la investigación a la incidencia. Viendo que los chimpancés podrían extinguirse en la naturaleza se dedicó de lleno a un esfuerzo todavía más desafiante: la conservación. Se negó a dejar que el mundo perdiese lo que ella había llegado a amar tanto.
Goodall se dio cuenta que el trabajo de extensión era más que apelar ciegamente a todo el mundo, así que invocó a las generaciones más jóvenes. En 1991 lanzó Roots and Shoots, [Raíces y brotes] una plataforma ecológica de educación y servicio que hoy tiene más de 150.000 miembros en más de 130 países. Por otra parte, el Instituto Jane Goodall, su organización de investigación y conservación, trascendió su misión original y ahora opera en 29 países.
Durante más de cinco décadas de trabajar con la vida silvestre, Goodall ha sido testigo de un gran cambio en el campo de la conservación y se ha convertido en una aguda observadora de lo que funciona y lo que no funciona.
Número uno en su lista están las batallas enconadas de conservacionistas por dinero, y a causa de sus egos y sus tácticas. Dice que sería mejor que trabajasen juntas para tratar las insistentes amenazas a la vida silvestre y a los hábitats, en lugar de usar los escasos recursos en peleas intestinas.
“Quisiera que hubiesen más asociaciones, que los recursos se compartiesen más”, le dijo a mongabay.com. “Lastimosamente, la competencia por fondos hace que muchas organizaciones recelen de una asociación; peor aun cuando los egos se interponen”.
Goodall menciona enfoques que excluyen a la gente lugareña como ejemplos de conservación que tienden a estancarse.
“Los programas de conservación que acordonan una porción del mundo natural y dejan por fuera a la gente que vive por ahí no tienen muchas probabilidades de acertar, por lo menos en el mundo en desarrollo en el que vive tanta gente en la pobreza.”
Para la humanidad es esencial cerrar esas brechas y aunar el trabajo para superar los ingentes desafíos ecológicos que se nos vienen. Aun así, Goodall mantiene sus esperanzas y cita cinco razones para tenerlas (véase abajo).
“Las noticias son realmente lúgubres, por eso tanta gente está desalentada, se siente impotente y, por ende, nada hace”, dijo Goodall. “Es verdad que si no hay cambios más vale que nos rindamos, pero creo firmemente que todavía hay tiempo – si bien se nos está acabando muy rápido”.
[Primicia: Goodall se unió al consejo asesor de Mongabay el mes pasado].
Jane Goodall. Cortesía del Instituto Jane Goodall.
UNA ENTREVISTA CON JANE GOODALL
Mongabay.com: ¿Qué cualidades cree que Louis Leakey le vio para darle semejante oportunidad, una en un millón, de estudiar a los chimpancés en su entorno?
Jane Goodall: Al principio le impresionó que hubiese ahorrado para ir a África y que supiese tanto sobre los animales de África – tanto leer y estar horas en el Museo de Historia Natural en Londres – y quizás también mi entusiasmo y sinceridad. Por todo eso me invitó a la pequeña expedición a la Garganta de Olduvai que, sin senderos en esa época, parecía remotísima. Una vez ahí, le llamó la atención el que yo parecía comportarme instintivamente en un medio silvestre: me sentía en casa. No me asusté cuando hallé un rinoceronte en las llanuras mientras caminaba una tarde con la otra joven inglesa de la expedición, ni cuando nos encontramos otra tarde con un joven león que nos siguió por un trecho bastante largo. Era su simple curiosidad.
Esas cualidades las nutrió mi madre. Siempre me decía que si quería hacer algo, tenía que trabajar duro, aprovechar oportunidades y nunca darme por vencida. Mi sueño infantil de ir al África a vivir con animales, del que todas(os) se reían, empezó a mis ocho años, cuando leí que el Doctor Doolittle devolvió al África unos animales de circo, y creció en 1944 cuando leí Tarzán de los monos. Tenía 10 años. No teníamos dinero. A África se la conocía como el “continente negro”. No había vuelos llevando y trayendo turistas. Se libraba la segunda guerra mundial y yo era apenas una niña. Era 1944.
Mas mi madre me dijo, “si realmente quieres algo, tendrás que trabajar muy duro, aprovechar oportunidades – y nunca darte por vencida”.
No había dinero para que vaya a la universidad, sólo para hacer secretariado. Mamá me dijo que quizás podría conseguir un trabajo en África. Conseguí mi primer trabajo en Oxford y disfruté la vida universitaria ¡sin el trabajo universitario! Mi siguiente trabajo fue en Londres, con películas documentales. Fue entonces que una amiga del colegio me invitó a la finca que su madre y su padre acababan de comprar en Kenia. Volví a casa y trabajé de mesera en un hotel a la vuelta de la esquina. Me tomó meses pero ahorré lo suficiente para un pasaje ida y vuelta al África – en barco. Tenía 23 años. En esa época no se veía a muchachas yéndose a África. ¡¡La gente pensaba que mi madre era una irresponsable!! ¡Gracias a Dios que ella no se inmutó!
Bosque tropical húmedo en África; foto por Rhett Butler
Mongabay.com: Muchos de sus últimos libros tratan el tema de la esperanza. A diario se publican graves noticias sobre el medio ambiente, y la humanidad enfrenta tremendos retos, ¿qué es lo que a usted la tiene esperanzada en nuestro futuro?
Jane Goodall: Las noticias son realmente lúgubres, por eso tanta gente se siente impotente y está tan desalentada que nada hace. Es verdad que si no hay cambios más vale que nos rindamos, pero creo firmemente que todavía hay tiempo – si bien se nos va acabando muy rápido. Las razones de mi esperanza son simples:
1. La energía, el compromiso y el trabajo duro de la gente joven, una vez que entiende los problemas y ha sido empoderada para debatir soluciones y ponerlas en ACCIÓN, es lo que me hace dedicar tanto tiempo a desarrollar nuestro programa Roots & Shoots para jóvenes, desde la edad preescolar hasta la universitaria. Ahora, Roots & Shoots está en 137 países. Cada grupo escoge tres proyectos: mejoras para la gente, para otros animales y para el medio ambiente con un tema transversal: aprendamos a vivir en paz y armonía allende la religión, cultura y nación; seamos jóvenes o mayores, con o sin dinero, del lugar o inmigrantes. Y aprendamos a vivir en mayor armonía con la naturaleza. Hay unos 150.000 miembros en el mundo y de veras hacen diferencia. Eligen los proyectos que les apasionan y ponen manos a la obra, y hay mucha gente adulta que estaba en Roots & Shoots y que sigue comprometida de por vida.
Seeds of Hope: Wisdom and Wonder from the World of Plants [Semillas de esperanza: Sabiduría y maravilla del mundo de las plantas] |
2. El cerebro humano: la mayor diferencia (en mi opinión) entre nosotras(os) y nuestros parientes animales más cercanos, los chimpancés, es el cerebro humano. Los chimpancés son mucho más inteligentes de lo que se creía pero inclusive el cerebro más brillante de un chimpancé no se compara con el de una criatura que diseñó un cohete del cual salió un robot que se arrastra por Marte tomando fotos para que se las estudie en la Tierra. De allí que la pregunta es: ¿cómo puede ser que la criatura más inteligente que camina y ha caminado por el planeta Tierra esté destruyendo su único hogar? (¡Las fotos de Marte muestran patentemente que no podría ser un hogar apropiado!) ¿Será que perdimos sabiduría? Para tomar una decisión importante, nos preguntamos: “¿Cómo me beneficiará esto ahora? ¿O en la siguiente reunión de accionistas en 3 meses? ¿O en mi próxima campaña política?”; deberíamos estar preguntándonos cómo afectará nuestra decisión a las futuras generaciones.
Pero estamos recobrando el sentido común. Por el mundo ya se desarrollan soluciones innovadoras a muchos de los problemas que creamos, como la energía renovable y la agricultura sostenible; y, como individuos, dejamos huellas ecológicas más ligeras.
3. La Resistencia de la naturaleza. A principios de la década de los 90, el medio ambiente que rodeaba los 78 kilómetros cuadrados del diminuto Parque Nacional de Gombe, alguna vez parte del bosque que se extendía ininterrumpidamente por la costa oriental del Lago Tanganica, se había reducido a cerros desnudos. Había más gente ahí de la que podía mantener la tierra y era demasiado pobre para comprar comida en otra parte. El suelo sobreexplotado había perdido su fertilidad. Mientras miraba desde un pequeño avión me preguntaba “¿Cómo tratar siquiera de salvar a los famosos chimpancés de Gombe cuando la gente que vive por el área lucha por sobrevivir?” Esto nos llevó a nuestro programa TACARE (TakeCare [Cuida]) para mejorar holísticamente la vida de la gente del lugar. Lo importante fue que les consultamos cómo deberíamos ayudarles y que les brindamos conocimiento – es decir, anzuelo en lugar de pescado. Un componente clave fue el microcrédito para grupos, mayormente de mujeres, del Banco Grameen, que presta dinero para proyectos ecológicamente sostenibles y brinda información sobre planificación familiar. Comenzamos con 12 poblaciones al borde del parque, con tal acierto que ahora operamos en 52. La cobertura forestal se va regenerando; los bosques que quedaban está siendo protegidos; la gente del lugar aprendió a usar tabletas de Google Earth para monitorear la salud de los bosques que quedaban y de los que van regenerándose, y acordaron reservar algo de su tierra para que sirva de zona de amortiguación alrededor del diminuto parque Gombe. Hoy, los chimpancés tienen el triple de bosque del que tenían hace 10 años y otras poblaciones están reservando tierras para formar un corredor que vincule a los chimpancés de Gombe, otrora aislados, con los otros grupos que quedan.
El mes pasado se lanzó el Gombe Street View, [Vistas de calles para Gombre], un esfuerzo conjunto de Google Maps, Google Earth Outreach (GEO), Parques Nacionales de Tanzania y el Instituto Jane Goodall (JGI por su sigla en inglés) para destacar los esfuerzos de conservación en el Parque Nacional del Río Gombe, tal como hizo Google cuando mapeó las calles del mundo. Esta vista de un sendero de Gombe muestra a una mama chimpancé del este y a su cría (Pan troglodytes schweinfurthii) caminando por Gombe. Imagen cortesía de Google Earth.
Y a los animales al borde de la extinción se les puede dar otra oportunidad. Doy muchos ejemplos inspiradores en Hope for Animals and their World [Esperanza para los animales y su mundo]; mi favorito es el del petirrojo negro de Nueva Zelandia – que llegó al punto en que sólo quedaban siete aves y una hembra fértil. Ella y su pareja se volvieron célebres. Ahora hay más de 500 – todos iguales genéticamente pero en cuatro islas distintas. Ojalá que haya variación genética con el tiempo.
4. El indomable espíritu humano – la gente que lidia con tareas aparentemente imposibles y no se rinde. Una persona así fue Don Merton, el que salvó al petirrojo negro aunque le decían que estaba perdiendo su tiempo. Algunas son figuras icónicas – como Nelson Mandela, quien emergió de 17 años de trabajo forzoso (21 años en prisión) con la asombrosa capacidad de perdonar y sacó a su nación del nefasto régimen del apartheid sin el baño de sangre que vaticinaba una mayoría. De hecho, si nos tomamos el trabajo de mirar, encontraremos este espíritu humano indomable en todas partes, y es sumamente inspirador.
5. La razón más reciente que tengo para mantener la esperanza es el poder de las redes sociales. Para citar un caso: para la reciente marcha del clima en Nueva York se esperaba unas 100.000 personas, pero la gente empezó a mandar mensajes por Twitter y a publicar avisos en Facebook, urgiendo a amistades y colegas a unirse, y al final fuimos cerca de 400.000 ¡yo entre ellas! (de hecho, se estaban uniendo más pero la policía disolvió la marcha).
Un chimpancé en su medio natural en Uganda. Foto por Rhett Butler.
Mongabay.com: Mongabay: Por mucho tiempo argumentó que los animales son seres sensibles. ¿Nos podría decir que quiere decir con esto y cuáles son las implicaciones éticas?
Jane Goodall: Cuando llevaba estudiando chimpancés por un poco más de un año, Louis Leakey me dijo que me había conseguido un puesto en la Universidad de Cambridge para hacer un doctorado (aunque nunca estudié en la universidad). Imaginen mi horror cuando se me pidió no hablar sobre personalidad, mente y emoción animal y se me dijo que eran cualidades únicas al animal humano (algunas(os) científicas(os) me increparon por darles nombres a los chimpancés en lugar de números). Claro que sabía que esa erudita gente de ciencias no estaba en lo cierto (y dudo que la mayoría lo creyese). Una no puede pasar tiempo con los chimpancés sin dejar de reconocer personalidades muy diferentes; no puede observar la respuesta de una madre a su bebé muerto sin dejar de reconocer su pena; no puede ver jugar a las crías sin dejar de sentir su gozo. Cualquier emoción de frustración, enojo, celos, placer y tristeza, entre otras, son igual de obvias. Mucho antes de estudiar a los chimpancés ya yo sabía que los animales tienen personalidades y emociones – lo aprendí de mi perro Rusty. Una no puede pasar tiempo significativo con un animal, ya sea perro, gato, caballo, conejo o cerdo, y no saberlo. El problema simplemente era que la ciencia no había descubierto formas de analizarlo.
Por mucho tiempo los humanos fuimos definidos como “fabricantes de herramientas” – la única criatura con esta habilidad. Y luego vi a David Greybeard (el primer chimpancé que me perdió el miedo) usar no sólo tallos de pasto para sacar a las termitas de su nidos subterráneos sino también quitar diligentemente las hojas a una ramita para hacerse de un utensilio. Un día vi a un chimpancé echado al sol, descansando apaciblemente. Se sentó, miró a su alrededor, deambuló hasta una grama de pastos altos, escogió tres o cuatro con mucho cuidado y luego se enfiló con determinación a atrapar termitas a un nido que no era visible porque estaba a unos 100 metros de distancia: un claro ejemplo de planificación. Como éste ejemplo, tengo cientos.
Cuando admitamos que los animales tienen personalidades, mentes capaces de pensar y, sobre todo, emociones; el dolor y el sufrimiento (mental y físico) que les infligimos sin pestañear nos quitarán el sueño. La granja intensiva, los mataderos, la caza por deporte, las trampas, los animales de entretenimiento, el trato a las “mascotas”, la pesca – y la lista sigue y sigue. Por eso me hice vegetariana y por eso trato de ayudar y alentar a quienes alivian el dolor y el sufrimiento de los animales en el mundo.
Jane Goddall. Foto © CBS/Landov.
Mongabay.com: ¿Cuáles de tus éxitos en conservación jamás hubieses imaginado?
Jane Goodall: Lo que comenzó conmigo sola en el campo llegó a ser una estación de investigación de campo. El primer Instituto Jane Goodall Institute (JGI) fue introducido en Estados Unidos en 1977 para conservar a los chimpancés (y a otros primates) – y, por supuesto, proteger los bosques. Desde un inicio su misión también fue la de cuidar chimpancés cautivos y educar a la gente sobre la importancia de nuestra misión. Jamás me hubiera imaginado verlos multiplicarse por el mundo – hoy, 29 países en África, América, Europa, Asia y el Medio Oriente tienen un JGI – y compartir la misión.
Sobrevolando el diminuto Parque Nacional de Gombe en 1990 me horroricé de ver cerros desnudos allí donde solía haber bosque espeso. Así nació TACARE. Los JGI ahora operan programas similares en Uganda, RDC, Congo-Brazzaville y Senegal, y todos están diseñados para ayudar a la gente y para crear asociadas locales que conserven y protejan el medio ambiente y las especies que aloja. Ni en sueños me hubiese imaginado programas así cuando comencé (de hecho, no se los necesitaba en 1960 pues los bosques donde vivían los chimpancés se extendían por toda África central – se les llamaba el Cinturón ecuatorial de bosques).
Tampoco me hubiese imaginado en ese entonces que un programa para gente joven, iniciado por mí, crecería por todo el mundo como lo ha hecho Root & Shoots. Y por supuesto que una gran parte de Roots & Shoots está protegiendo y restaurando el medio ambiente y ayudando a los animales.
Mongabay.com: Para mirar la otra cara de la moneda, ¿qué es lo que no ha funcionado en conservación?
Jane Goodall: Los programas de conservación que acordonan una porción del mundo natural y excluyen a la gente que vive por fuera de ese cordón no tienen muchas probabilidades de acertar, por lo menos en el mundo en desarrollo en el que vive tanta gente en la pobreza.
Roots & Shoots de Jane Goodall; la Dra. Jane Goodall y miembros de Roots & Shoots de Jane Goodall plantan árboles en Singapur. © Chris Dickinson
Mongabay.com: ¿Qué percibe como la mayor brecha u oportunidad en conservación?
Jane Goodall: Quisiera más asociaciones, compartir más los recursos. JGI trata de asociarse con la mayor cantidad posible de programas. La pena es que la competencia por fondos lleva a muchas organizaciones a recelar de asociaciones, y aún es peor cuando los egos se interponen.
Mongabay.com: ¿Te emocionan en particular las nuevas ideas, las innovaciones o la tecnología que emerge en conservación?
Jane Goodall: JGI se ha asociado a esri, Google Earth, Digital Globe y NASA. La Dra. Lilian Pintea de JGI formó vínculos con los que adquirimos destrezas en lo último del mapeo, para que la gente del lugar nos entienda cuando hablamos de restaurar hábitats y del beneficio que las cuencas les pueden reportar a sus poblaciones y a la vida silvestre en el futuro. Google nos dio tabletas a energía solar. La gente lugareña que monitorea los bosques y trabaja voluntariamente recibe capacitación para usarlas: listaron lo que piensan que debería o no debería ocurrir y las tabletas lo registran.
Conforme JGI y otros grupos en conservación capacitan a más gente en monitoreo, esta información puede alimentar a Global Forest Watch. Pronto se generará una imagen más clara de lo que está ocurriendo en los bosques del mundo.
Hoy, el ADN de un chimpancé (y de otros animales, claro) se determina analizando una muestra fecal. Una vez que tuvimos los perfiles de ADN de los chimpancés de Gombe, por primera vez determinamos quiénes eran los padres de las crías. El análisis de ADN de cualquier chimpancé desconocido determinará su relación con los de Gombe y probará la efectividad de nuestros corredores.
Este mes, del 17 al 23 de noviembre, la Fundación Thin Green Line [Delgada línea verde] estrenó una campaña de concienciación para Go Green for Rangers [Verde por los guardaparques]. En el siguiente mensaje de vídeo, la Dra. Jane Goodall apoya los esfuerzos de Sean Willmore y de la Fundación Thin Green Line por proteger y apoyar a nuestros guardaparques en el mundo. |
Las cámaras trampa están ayudando a mucha gente en conservación que trabaja con animales retraídos o que quiere recolectar información sin perturbar a los animales. Los drones también permiten hacer conteos y, en especial, combatir la caza furtiva. Las redes sociales han probado ser un poderoso instrumento para convocar a la gente a campañas, a levantar su voz, a recaudar dinero y a generar conciencia.
El incluir a la juventud no es una novedad pero va en aumento y es sumamente eficaz. Apenas ayer recibí un cheque por $150 colectados por una niña de 8 años que quiere ayudarnos a cuidar a chimpancés huérfanos en nuestro gran santuario Tchimpounga. Regularmente recauda dinero vendiendo limonada hecha en casa. Hay literalmente miles de jóvenes recabando dinero, concienciando – y, mejor aún, trabajando, entre otras cosas, para sacar plantas invasoras de un ecosistema, plantar árboles y monitorear las migraciones de mariposas monarca. Es un ejército vasto, entusiasta y decidido a salvar al medio ambiente y a los animales que aman.
Mongabay.com: ¿Cómo se imagina a Gombe en 50 años?
Jane Goodall: Espero que siga habiendo una estación de investigación que rastree a tataranietas(os) de algunas de mis amistades chimpancés de un principio. Después de todo, los chimpancés pueden vivir 60 años (a veces más) así que tomará al menos 100 ver respuestas interesantes sobre “lo innato” versus “lo adquirido” – la herencia genética versus la transmisión de comportamientos individuales mediante la observación, la imitación y la práctica. Registraremos los efectos del cambio climático y seguiremos trabajando con las comunidades vecinas, que se habrán “desarrollado” más pero entendiendo la necesidad de proteger la cuenca y el medio ambiente para el ecoturismo. Los métodos agrícolas serán aún más sostenibles ecológicamente. La gente lugareña estará orgullosa de su flora y fauna, especialmente de los chimpancés.
Mongabay.com: Recordando sus varios logros y reconocimientos, ¿qué es lo que más la enorgullece?
Ayudar a la gente a entender que los animales no son meras “cosas” sino individuos sensibles y sapientes que piensan y se emocionan; y comenzar Roots & Shoots.
Mongabay.com: Mucha gente quiere ayudar a la vida silvestre pero no sabe cómo hacerlo sin donar dinero. ¿De qué otra forma podría asegurar la supervivencia de las muchas especies del mundo que están en peligro de extinción?
Jane Goodall: Quizás el dinero sea importante pero también lo es el concienciar a través de redes sociales, artículos, libros.
Jane Goodall: 50 Years at Gombe [Jane Goodall: 50 años en Gombe] |
Educando a la gente joven – inclusive desarrollando currícula en escuelas ¡y comenzando grupos de Roots & Shoots!
Participando en campañas, alertando a otra gente por las redes sociales.
Haciendo trabajo voluntario (o trabajando) en proyectos de conservación ambiental.
Y, por último, captando el efecto que todo individuo tiene a diario. Nunca se olviden que cada individuo cuenta; que ustedes tienen una función que cumplir en esta vida; que lo que hacen cotidianamente sí hace una diferencia. Piensen en las consecuencias de sus opciones, por pequeñas que sean – lo que compran, comen, usan, etc. ¿Dónde se lo hizo? ¿Causó daños al medio ambiente (destrucción de bosques, por ejemplo, uso extendido de plaguicidas y herbicidas químicos, o cultivos genéticamente modificados) o a la gente (fábricas que emplean trabajo infantil esclavizador o talleres que explotan a sus operarias(os), por ejemplo)? ¿Causó sufrimiento a los animales (la agricultura industrializada y la cría intensiva, las prendas de vestir de angora de China que se hacen jalando el pelaje de conejos vivos, el foie gras que se hace forzando tubos metálicos por las gargantas de gansos y patos para rellenar sus hígados de grasa, y toda otra práctica cruel)? Cuando sean billones quienes opten por lo ecológica y socialmente correcto, los cambios serán mayores.