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La inversión China en América Latina hace estragos en el medioambiente, sembrando las bases para un conflicto



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Cleared Cerrado in Mato Grosso, Brazil. Photo by Rhett A. Butler.
El deforestado Cerrado en Mato Grosso, Brasil. Foto de Rhett A. Butler

China ha estado invirtiendo fuertemente en los recursos naturales y el petróleo de América Latina. Recientemente, el país incluso prometió invertir 250 mil millones de dólares durante la próxima década para fortalecer su presencia en la región, y competir con los Estados Unidos. Pero, un nuevo informe publicado por la Universidad de Boston encontró que, este aumento del comercio e la inversión china en América Latina está también aumentando el conflicto social y medioambiental.



“La prensa está llena de historias de lo que significa para América Latina la ascensión china a primera potencia económica mundial”, le dijo a mongabay.com Rebecca Ray, investigadora docente de la Iniciativa de Gobernabilidad Económica Global de la Universidad de Boston. “Así que había llegado el momento de enfocar el tema basándose en las pruebas”.



Analizando la información de ocho países latinoamericanos, los investigadores observaron si, de hecho, China ha sido un conductor independiente del cambio social y medioambiental en América Latina y el Caribe y si el rendimiento de los inversores chinos se diferencia de otros inversores internacionales en la región.



Según el informe, el impacto del gigante asiático en el medioambiente latinoamericano es mucho mayor que el de otros países inversores. Las exportaciones de América Latina a China –que se concentran en los sectores de la agricultura y los recursos extractivos como el petróleo y el gas- comparadas con las exportaciones globales, utilizan casi el doble de agua. Por ejemplo, en 2012, los países latinoamericanos exportaron unos 100 billones de metros cúbicos más de agua a China que fue importado. Esto es casi el volumen del lago Nicaragua, apunta el informe.



“Estas diferencias sientan las bases para posibles conflictos, ya que las minas y las plantaciones que exportan a China compiten con las comunidades circundantes por el agua”, dijo Ray.






Áreas de alta biodiversidad, territorio indígena y la inversión china. Imagen cortesía de Ray et al., 2015.Haga clic para aumentar.


El informe señala que las exportaciones a China, cuando se las compara con otras exportaciones, también emiten más del 12 por ciento de gas de efecto invernadero por dólar. Las emisiones de gas de efecto invernadero aumentan aún más si se considera la deforestación para el transporte de mercancías. Un estudio en 2012 encontró que casi el 80 por ciento de la deforestación en América Latina, en Brasil, Argentina, Paraguay y Bolivia, estaba estrechamente asociado con las exportaciones relacionadas con la agricultura.



Más aún, los autores del informe señalaron que, estas exportaciones demandan menos puestos de trabajo que las exportaciones globales de la región. Así que, a la vez que la participación china en las exportaciones de América Latina aumenta durante la próxima década, los beneficios al empleo local se reducirán. Ray explicó que, en general, la actividad económica china afecta a América Latina, principalmente, de tres formas. La primera es por medio de los inversores chinos. La segunda es el auge de las mercancías que crea la demanda china, a menudo con el consiguiente aumento en la producción de las mercancías incluso sin los inversores chinos. Y la tercera es a través de la financiación china de los proyectos de infraestructura en América Latina.



Por ejemplo, los investigadores en Brasil encontraron que la inversión china ha sido un motor importante de la deforestación de la selva amazónica, que a su vez abre la selva a la invasión humana y afecta al movimiento de la fauna salvaje. Estas inversiones incluyen carreteras, canales y ferrocarriles para llevar las mercancías a los puertos financiadas por China. La demanda China por soya, también ha resultado en la eliminación en gran escala de vegetación de la sabana del Cerrado en Mato Grosso, dijo Ray. El Cerrado es uno de los ecosistemas más amenazado de Brasil.



En general, la deforestación de Brasil ha descendido significativamente, con una caída del 70 por ciento durante la última década. Sin embargo, información publicada recientemente sobre 2014 indica que la tendencia a la baja puede estar llegando a su fin. Según las cifras de Imazon, una ONG brasileña, el número de alertas forestales en 2014 fue bastante más del doble que en 2013.




Imazon publishes monthly SAD (Sistema de Alerta de Desmatamento) alerts, which identify areas of forest cover loss collected through satellite imagery. Global Forest Watch, a platform used to visualize forest data, shows 128,400 deforestation alerts occurred in 2013, while 335,209 alerts occurred in 2014.

Imazon publica mensualmente las alertas SAD (Sistema de Alerta de Desmatamento), que identifica las áreas de pérdida forestal a través de imágenes por satélite. Global Forest Watch, una plataforma usada para visualizar la información forestal, muestra 128.400 alertas de deforestación en 2013, mientras que en 2014 tuvieron lugar 335.209 alertas. Haga click in la imagen para ampliar..


Sin embargo, el impacto de la inversión china en los diferentes países latinoamericanos varía. Esto se debe en parte a que los países anfitriones tienen diferentes estándares medioambientales y reguladores. Más aun, hay diferencias en la manera en que los países hacen cumplir estos estándares.



Así que, en los países que tienen unos estándares reguladores altos y también los aplican, las empresas chinas tienden a acatarlos más a menudo. Las mismas empresas no alcanzan los estándares en países que son más permisivos con el cumplimiento.



“Los países latinoamericanos tienen algunos estándares medioambientales y sociales muy impresionantes –a menudo mucho más altos que en China- pero hacer cumplir estas leyes puede ser mucho más duro que promulgarlas”, dijo Ray.



Por ejemplo, según Ray, países como Perú y Bolivia tienen unos estándares reguladores altos cuando se refiere a consulta con las comunidades locales. Del mismo modo, Ecuador aplica unos estándares medioambientales y de trabajo más altos a proyectos que han sido rechazados por la mayoría de la comunidad. Pero la presión sobre los gobiernos para que aprueben nuevos proyectos también son enormes, dijo Ray.



“Cada día que una mina o yacimiento petrolífero se cierra para una limpieza medioambiental y cada día que un nuevo proyecto se aplaza para asegurarse que el Estudio de Impacto Medioambiental es sólido o que el proceso de consulta indígena ha sido justo, es un día que el gobierno pasa sin los cánones por ese proyecto”, añadió.






Puntos clave de la biodiversidad, territorios indígenas y minas de propiedad china en Bolivia. Imagen cortesía de Ray et al, 2015. Haga clic para ampliar.






Puntos clave de la biodiversidad, territorios indígenas y minas de propiedad china en Ecuador. Imagen cortesía de Ray et al, 2015. Haga clic para ampliar.



Por lo tanto, a los países les resulta más fácil tomar atajos para asegurarse que los proyectos salen adelante. Por ejemplo, para las nuevas concesiones petroleras en Ecuador, el gobierno no obtuvo una opinión mayoritaria de la comunidad local, dijo Ray. En su lugar, obtuvieron la aprobación de solo algunos líderes.



Pero no todo el panorama es desolador. A pesar de los diferentes estándares medioambientales y sus grados de aplicación, los investigadores encontraron que algunas empresas chinas estaban dispuestas a alcanzar los estándares. Esto les diferencia de algunos de sus homólogos occidentales, dijo Ray, que a veces tienen objetivos a más corto plazo y están dispuestos a tomar atajos para alcanzar sus objetivos de beneficios trimestrales.



Por ejemplo, una mina de propiedad china al borde del Hotspot de Biodiversidad de los Andes Tropicales en Perú. Cuando la empresa, Chinalco, heredó la mina en 2007, voluntariamente se puso a ayudar al gobierno peruano a reubicar a los 5.000 residentes de Morococha, una ciudad cerca de la mina cuyos suministros de agua habían sido contaminadas por décadas de actividad minera. Además de agua limpia, la nueva ciudad, “Nueva Morococha”, promete tener mejores infraestructuras como un sistema de agua y saneamiento moderno. El informe apunta que este es considerado como el primer caso de “traslado comunitario participativo, voluntario en la historia moderna de Perú”.



“Es muy importante señalar que esto no quiere decir que los inversores chinos son siempre unos santos”, añadió Ray. “Sino que nuestro estudio muestra que si los gobiernos locales están dispuestos a priorizar a sus trabajadores, sus derechos humanos y su medioambiente estableciendo unos estándares altos y cumplen con esos estándares aplicando la ley, los inversores chinos han mostrado que están dispuestos a cumplirlos, a hacer lo que sea para continuar con unas relaciones pacíficas y duraderas con los gobiernos centrales de sus países anfitriones”.



Así que los gobiernos latinoamericanos necesitan redoblar sus esfuerzos, dijo Ray, y asegurarse que su medioambiente y su gente están protegidos.



“Tengo esperanza en el modo que los líderes medioambientales, indígenas y de trabajo están aprendiendo de lo que funciona en otros países latinoamericanos e intentando ponerse en contacto con los bancos de política en China para que poder contarles cuando hay violaciones de las regulaciones y directrices chinas en el rendimiento medioambiental de la inversión extranjera”.



Los inversores chinos también están aprendiendo de los fracasos anteriores. Por ejemplo, algunas empresas chinas han tomado nota de los antiguos conflictos que rodean al crudo en Ecuador y las minas en Perú y han puesto en marcha medidas para reducir los conflictos con las comunidades locales.



“Pero todavía hay un enorme trabajo por realizar”, dijo Ray.



“La relación entre América Latina y China no será sostenible si los gobiernos tienen un enfoque más laxo y dejan los efectos medioambientales y sociales al azar”, añadió. “Pero si esos mismos gobiernos están a la altura del reto, tienen un margen mucho mayor para establecer las reglas de compromiso básicas que en relaciones anteriores con socios poderosos”.



“En resumen, depende de los gobiernos latinoamericanos asegurarse de que esta relación atiende las necesidades de la gente y del planeta. Tienen tanto la oportunidad como la responsabilidad de hacerlo”.






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