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Cabecera hidrográfica andina represa una hecatombe ecológica en la cuenca amazónica

Artículo de Liz Kimbrough en investigación conjunta con Anjali Kumar

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La mayoría de las represas hidroeléctricas “por encima del río” en la cuenca amazónica se emplean para desviar todo el caudal del canal natural del río para generar electricidad en una central eléctrica situada río abajo. Dichas represas interrumpen la conectividad ecológica y eliminan cualquier uso dependiente del caudal en la zona afectada del río. Foto acreditada a: Ecuadorian Rivers Institute.

En lo alto de la Cordillera de los Andes, un sinnúmero de riachuelos comienzan su peregrinaje descendiente, uniendo fuerzas con la lluvia para formar los afluentes del río Amazonas. Los sedimentos y la materia orgánica que transportan en su viaje hacia el mar, son la nutritiva savia que alimenta la amplia red de vida acuática y terrestre en la cuenca amazónica.

Este poderoso flujo descendiente de energía se está represando cada vez más para generar energía hidroeléctrica. Aunque el número exacto de proyectos previstos está en continuo cambio, se han propuesto 151 presas para cinco de los seis principales afluentes andinos del Amazonas a partir de 2014 –un número que se prevé que aumente.

Desgraciadamente, la pésima planificación de los proyectos hidroeléctricos previstos pueden abrir la caja de Pandora de los problemas ambientales, incluyendo interrupciones de la conectividad del flujo fluvial, la pérdida de biodiversidad, la deforestación y la fragmentación de los ecosistemas.

La gravedad de estas amenazas no se ha investigado plenamente, pero los científicos entrevistados por el equipo de mongabay.com han mostrado fuertes puntos de vista respecto a los peligros que rodean a la proliferación de las represas andina-amazónicas.

“Me preocupa el hecho de que haya muchas represas previstas y construidas en los ríos andino-amazónicos”, contó a mongabay.com la Dra. Elizabeth Anderson, directora de los Programas de Investigación Internacional en la Universidad Internacional de Florida.

“Durante años, ha habido represas en esta región. Un ejemplo es la Represa Hidrográfica en Ecuador, que fragmentó el río Pastaza, y que lleva décadas funcionando. Así que, el hecho de que se estén construyendo las represas no nos pilla por sorpresa. Lo que difiere del escenario actual es el gran número de proyectos nuevos, y el hecho de que muchos son enormes –mayores de los que ya existen– y por lo tanto, es probable que tengan un considerable impacto ecológico y social”.

Carreteras hacia la ruina

 


The first is the worst. New roads open up territories for development. Photo credit: Rhett Butler.
La primera es la peor. Nuevas carreteras facilitan territorios para el desarrollo. Foto acreditada a Rhett Butler.

Uno de los mayores impactos ambientales inmediatos surgirá no de la proliferación de las propias represas hidroeléctricas, sino de las redes de carreteras y líneas de transmisión eléctrica que han de construirse para apoyar la construcción de presas y su explotación.

Más del 80% de las represas andina-amazónicas previstas impulsarán, probablemente, una mayor deforestación debido a nuevas carreteras y a las inundaciones, según un estudio de Finer y Jenkins publicado en 2012 en la revista PLOS ONE.

“Es importante entender que un nuevo proyecto hidroeléctrico es algo más que una estructura de represa,” explicó Matt Terry, director ejecutivo del Instituto Ecuatoriano de Hidrología. “El desarrollo de nuevas carreteras, minas de grava, [operaciones de] explotación forestal, trabajos de campo y líneas de transmisión de energía pueden causar impactos ambientales adicionales, así como la segregación y fragmentación de ecosistemas y hábitats. Entonces, estos nuevos accesos pueden convertirse en un factor determinante para el desarrollo adicional y el nuevo asentamiento e intervención que aumenta el impacto inicial de los ecosistemas”.

El Dr. William Laurance de la Universidad James Cook sostiene esta valoración: “Hay más de 150 represas con una capacidad superior a 2 megavatios que, o bien se han previsto o están construyéndose en este momento en las estribaciones de los Andes. Hay 12 represas que están previstas actualmente para el río Tapajos [cuenca en Brasil] y se ha estimado que dichas represas, dada la red de carreteras, den lugar a casi 1 millón de hectáreas [10.000 kilómetros cuadrados] de deforestación adicional más allá de la que ya se produciría. Por tanto, el verdadero problema es que se abran esas zonas fronterizas”.

Haciendo añicos la conectividad ecológica

 


Finer and Jenkins 2012: Represas hidroeléctricas existentes y previstas del Amazonas Andino. Las represas están ordenadas por estatus (existentes y previstas) y tamaño (2–99 MW, 100–999 MW y =1.000 MW de capacidad). Clic para agrandar.

El río Amazonas y su cuenca están estrechamente ligados a la Cordillera de los Andes. La construcción de 151 represas en los principales afluentes creará la primera interrupción importante en esa conectividad en 10 millones de años –con consecuencias ecológicas en gran medida desconocidas.

Todos los afluentes del Amazonas Andino son un singular sistema con patrones de diversidad únicos. Sin embargo, esos ríos son parte de un patrón de funcionamiento de ecosistemas mayor y más complejo. “Perder o dañar la conectividad entre estos sistemas y el principal espolón del Amazonas es es tan malo como cortar venas o formar coágulos en el sistema circulatorio”, dijo Jorge Celi a mongabay.com. Celi es un especialista que lleva estudiando los ecosistemas acuáticos en la cuenca del río Napo desde 1992.

“La proliferación masiva de la represa desmembraría todos los sistemas hidrográficos y aislaría las poblaciones biológicas, lo cual tendría efectos perjudiciales y duraderos en los niveles de diversidad de la cuenca, en su funcionamiento y en los servicio”, señaló Celi. “Podría crearlos en cascada [los impactos], lo que afectaría al ecosistema más diverso de la Tierra con consecuencias para todo el planeta y la humanidad”.

Los ¨rápidos¨ del Amazonas Andino ofrecen un amplio abanico de beneficios ecológicos. Económica y ecológicamente hablando, numerosas especies importantes de peces de agua dulce emigraron de las tierras bajas a las estribaciones para desovar.

Los afluentes andinos también ofrecen un suministro anual de materia orgánica que respalda el gran abanico de vida acuática tropical de agua dulce a lo largo de la cuenca amazónica. Las nuevas represas, si se construyen, retendrán todos estos sedimentos y nutrientes y alterarán el flujo de los afluentes, con consecuencias extremas para la productividad río abajo, la deposición de sedimentos en llanuras aluviales, los organismos vivos y la población.

This Amazon river drainage flows freely from its source in the Andes. Photo credit: Ecuadorian Rivers Institute.El drenaje de este río amazónico discurre libremente desde su nacimiento en los Andes. Foto acreditada a: Ecuadorian Rivers Institute.

 

Un estudio publicado por la revista Nature Geoscience en 2014 descubrió que los ríos de las tierras bajas de la cuenca del río Amazonas que portan grandes volúmenes de sedimento deambulan más a través de llanuras aluviales que por ríos que portan menos sedimentos. Este potencial para la “remodelación del entorno de la llanura aluvial” y la limitación de la distribución de la materia orgánica, afirman los científicos, tiene claras implicaciones para el sistema hidrográfico del Amazonas. Los ríos de tierra baja y sus llanuras aluviales presentarían cargas de sedimentos alteradas significativamente si se construyeran las represas previstas, y los nutrientes no se propagarían tan ampliamente.

“La retención de sedimentos y el régimen de flujo alterado también podrían ocasionar una desestabilización geomorfológica de las orillas de los ríos y los diques, de los que dependen los centros de cultivo y los lugareños para poder subsistir”, explicó el Dr. Steve Hamilton, científico de la Universidad Estatal de Michigan que estudia cómo discurre el agua por los paisajes. “En los ríos de baja inclinación, el efecto remanso de la represa puede inundar permanentemente grandes zonas del canal del río y del hábitat de la llanura aluvial, que anteriormente tenía un pulso de flujo estacional”.

En su estudio de 2012, Finer y Jenkins advirtieron que: “Las principales interrupciones en la conectividad podrían generar impactos graves e impredecibles”. Los investigadores se centraron en las 151 represas previstas y descubrieron que un 47% tendrían un gran impacto. “El 60% de las represas causaría la primera gran interrupción en la conectividad entre las cabeceras hidrográficas andinas protegidas y las tierras bajas del Amazonas”, escribieron los autores.

“A pesar de que se sabe relativamente muy poco de la extensión de las conexiones ecológicas entre los Andes y el Amazonas, creo que podría decir sin miedo a equivocarme que la conectividad Andes-Amazonas se presta a la fundación estructural para una relación contextual de la que han derivado casi toda la biodiversidad conocida [de la región], hábitats y ecosistemas”, dijo Matt Terry. “En pocas palabras, sin la aparición de la cordillera andina y los procesos que siguieron moldeando su formación activa, no habría cuenca amazónica alguna tal y como la conocemos”.

¿Un inconcebible impacto de la biodiversidad?

Las especies con más probabilidades de verse afectadas negativamente por las represas de interrupción de la conectividad de la Amazonia Andina serán peces migratorios, plantas y animales acuáticos y la flora y fauna de la ribera y la llanura aluvial. Desgraciadamente, los científicos poco saben del alcance de las especies que podrían verse afectadas. Esta falta de datos y de una adecuada investigación científica de las especies acuáticas andino-amazónicas supone un problema al que se ha hecho alusión en casi todas las entrevistas a mongabay.com.

These yellow lady-slipper orchids (Phragmipedium reticulatum) are an example of the native riparian vegetation found along Andean Amazon rivers, plants that are dependent on a natural flow regime to provide very specific conditions for moisture, temperature and humidity. Photo credit: Ecuadorian Rivers Institute
Estas orquídeas amarillas zapatillas de dama (Hragmipedium reticulatum) son un ejemplo de la vegetación ribereña nativa encontrada a lo largo de los ríos de la Amazonia andina, plantas que dependen de un régimen de flujo natural para proveerse de unas condiciones muy específicas para la humedad y la temperatura. Foto acreditada a: Ecuadorian Rivers Institute.

“Según mi experiencia, hay una incipiente comprensión científica de la presente hidrología de los arroyos andino-amazónicos. Cuando los alteramos construyendo represas, afectamos a todo el sistema acuático”, comentó Catherine Schloegel, directora ejecutiva de la Fundación Cordillera Tropical. “Por supuesto que las experiencias en Norteamérica sugieren que las especies de peces –pensemos en el pikeminnow en el tramo norte del río Colorado, por ejemplo– necesitan tanto picos de crecida alta como baja para reproducirse. Cuando dominemos los salvajes ríos andinos y creemos una crecida uniforme [con una gran represa], alteraremos drásticamente todo el ecosistema río abajo de forma que a duras penas imaginábamos al principio”.

El pikeminnow de Colorado (Ptychocheilus Lucius), que se desarrolla a 1.828 metros de profundidad, era un pez migratorio abundante y una valiosa fuente de alimento para los colonizadores del principal espolón del río Colorado y sus afluentes en siete estados. El pikeminnow precisaba de un ininterrumpido paso del río y una crecida natural caracterizada por un gran manatial de escorrentía del agua de deshielo y flujos de base más bajos y estables. Las represas del sistema del río Colorado hicieron de él una especie en peligro de extinción. Hoy día, solo permanecen dos poblaciones silvestres aisladas.

The freshwater pink river dolphin (Inía geoffrensis). Photo credit: Georg Sanderadapted under a CC BY-NC 2.0 license.
El delfín rosado de río de agua dulce (Inía geoffrensis).Foto acreditada a: Georg Sander bajo una licencia CC BY-NC 2.0.

El delfín rosado de agua dulce (Inía geoffrensis) podría sufrir un destino similar si se construyen indebidamente las represas sudamericanas. Es una de las especies acuáticas más emblemáticas de la Amazonia Andina y se vería directamente afectada por las represas de interrupción de la conectividad. Esos delfines viven en la cuenca alta del río Madeira en Bolivia y en la cuenca del Orinoco. Se desplazan de los principales canales del río a desbordados bosques durante las estaciones lluviosas. No hay datos del número de delfines, por lo que no se conoce su estado de conservación. Sin embargo, las represas indebidamente construidas podrían tener un impacto devastador en sus hábitats y fuente de alimento.

Los afluentes andinos son increíblemente biodiversos. Se han identificado más de 600 especies de peces solo en las cuencas del río Napo y se descubrieron nuevas especies en cada viaje de recogida de muestras, lo que han hecho de Napo uno de los ríos más biodiversos en el mundo en términos de especies de peces en relación al tamaño del río. El río Napo es uno de los últimos afluentes importantes que quedan del Amazonas con un caudal fluido.

Amazon fish, Loricaridae. Photo credit: Sebastian Heilpern.
Pez amazónico Loricaridae. Foto acreditada a Sebastian Heilpern.

“El propuesto proyecto hidroeléctrico Mazán amenaza con interrumpir la conectividad ecológica del río Napo en la base de toda la cuenca, justo por encima de la confluencia con el Amazonas”, informó Matt Terry.

Es probable que el bagre migratorio, que representa a la familia Pimelodidae, y otros peces migratorios de la familia Prochilodontidae, también se vean afectados por las interrupciones en la conectividad fluvial. Los impactos negativos de la pesca pueden afectar al suministro de alimentos y a la soberanía alimenticia de las poblaciones locales y comunidades indígenas que dependen de la pesca de subsistencia como fuente importante de proteínas en toda la Amazonia.

Amazon fish Pimelodidae,
Pez amazónico Pimelodidae, “Zungaro”, bagre migratorio. Foto acreditada a Sebastian Heilpern.

La nutria gigante de río (Pteroneura brasiliensis), en peligro de extinción, que ya ha perdido un 80% de su especie en la cuenca amazónica, está en situación de riesgo por las represas que degradarían aún más su hábitat y afectarían a las especies de peces de los que depende para alimentarse.

La herpetóloga alemana Claudia Koch descubrió recientemente 14 especies de reptiles y anfibios nuevos para la ciencia en el río Marañón en el valle de los andes peruanos en solo 13 meses de investigación. El Marañón está considerado como la principal fuente del Amazonas. A Koenig le preocupa que estos animales, junto con muchas especies endémicas aún no identificadas, “se pierdan para siempre” si se construyen allí las represas previstas.

Innumerables especies de plantas raras y endémicas establecen su hogar a lo largo de los afluentes andinos, y precisan de unos microclimas específicos creados por regímenes de flujo naturales para poder sobrevivir. “Las especies de plantas acuáticas, Myriocolea irrorata, por ejemplo, crecen solo en una parte específica del río Topo en la cuenca de Pastaza de Ecuador y está en peligro de extinción por el desarrollo de un pequeño proyecto hidroeléctrico, de 27 megavatios, sobre el agua del río [el proyecto hidroeléctrico Topo], que ha acabado con quizá la conectividad más importante de caudal fluido de la Amazonia andina en la cuenca de Pastaza”, dijo Matt Terry.

Myriocolea irrorata, a liverwort endemic to the Topo River in the Pastaza watershed of Ecuador. Photo credit: Lou Jost.
Myriocolea irrorata, una hepática endémica del río Topo en la cuenca de Pastaza de Ecuador. Foto acreditada a Lou Jost.

La represa y sus huellas atmosféricas

Los embalses creados por enormes represas hidroeléctricas pueden inundar grandes áreas y generar un impacto masivo. La represa de Balbina en Brasil, por ejemplo, ha inundado una zona de unas 2 millones de hectáreas (20.000 kilómetros cuadrados).

Las 20 represas hidroeléctricas previstas para los 1.700 kilómetros del río Marañón inundarían aproximadamente 7.000 kilómetros cuadrados a lo largo del 80% del espolón principal del río, según un informe publicado en 2014 por la ONG estadounidense International Rivers. “El hoy día río enérgico y de caudal fluido estaría casi completamente hundido”, rezaba dicho informe. Se han programado más de 40 represas para el principal espolón del Marañón y sus afluentes –y este es solo uno de los cinco principales afluentes del Amazonas Andino en donde se han propuesto los proyectos hidroeléctricos.

Las represas inundan los bosques, el hábitat, las tierras de cultivo y las comunidades a corto plazo, pero también acarrean consecuencias a largo plazo para el clima global.

“Cuando destruyes ese bosque y lo inundas, los árboles se descomponen anaeróbicamente y eso convierte el carbono en gas metano, uno de los peores gases del efecto invernadero”, dijo a mongabay.com el Dr. William Laurance. “Otra cosa que tiende a ocurrir con estas represas es que distinguen perfectamente entre estaciones húmedas y secas, por tanto las represas tienden a reducirse mucho en la estación seca y se recuperan en la estación húmeda”. Cuando las represas tropicales experimentan bajos niveles de agua, se observa un rápido crecimiento de plantas a lo largo de las costas. Entonces, cuando la represa se reinunda en la estación húmeda esa vegetación muere, se pudre y se convierte en más gas metano. El metano es un gas de efecto invernadero 20 veces más potente que el dióxido de carbono.

“Así que, hay una gran serie de impactos que se producen, tanto a escala local y regional como a escala global, como resultado de las represas [neotropicales]”, concluyó Laurance.

Un punto de inflexión cataclísmico

“La energía hidroeléctrica puede ser parte de un futuro energético sostenible si se diseña y opera de manera que evite y reduzca al mínimo los impactos sobre las funciones vitales de los ríos”, dijo a mongabay.com Jeff Opperman, principal científico de The Nature Conservancy y de Great Rivers Partnership Initiative. “Un escenario de represas situadas en lo alto de la cuenca [del Amazonas Andino] y solo en algunos afluentes podría ocasionar el mínimo impacto sobre el medio ambiente y aún así ofrecer beneficios significativos a la electricidad. El grado del impacto es en gran medida una función de una buena ubicación y diseño”.

Una estrategia ideal: no construir represas en el principal espolón de los afluentes del Amazonas, incluyendo los ríos Marañón, Madeira, Napo, Putumayo y Ucayali, y diseñar y proteger estos riachuelos como vías navegables de “caudal fluido”.

Free-flowing Andes Amazon rivers are vital to aquatic and terrestrial species, and to indigenous peoples. Photo credit: Ecuadorian Rivers Institute.
Los ríos de caudal fluido de los Andes amazónicos son vitales para las especies acuáticas y terrestres y para los pueblos indígenas. Foto acreditada a: Ecuadorian Rivers Institute.

Desafortunadamente, a día de hoy no existe autoridad en toda la cuenca para coordinar los proyectos hidroeléctricos, aunque algunos están metiendo presión a la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA) para que se haga cargo de la tarea. A pesar de todo, hay una necesidad imperiosa para la investigación, la planificación holística, la financiación, los mecanismos políticos e incentivos si se han de mantener la salud y vitalidad del caudal fluido de los afluentes de la Amazonia andina.

“Las represas del Amazonas van a ser un punto de inflexión para la Amazonia, por desgracia”, concluyó William Laurance. “Creo que son un desastre medioambiental envuelto en catástrofe, la forma en que se están desarrollando y proponiendo actualmente. Estoy muy, muy preocupado”.

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