Lobo mexicano esperando a ser puesto en libertad. Foto: Arizona Game and Fish Department.
Los lobos utilizan la nariz para rastrear a su presa por el olor. Ahora un científico cambia las tornas, ha creado un dispositivo portátil que analiza el hedor de los excrementos de lobo para determinar la edad, el género y la identidad individual del animal que los dejó.
El objetivo es mejorar las estimaciones sobre el tamaño y la demografía de las poblaciones de lobo mexicano que está en peligro de extinción; y finalmente, ayudar a traer de vuelta a los lobos y restaurar un mayor equilibrio en los bosques del sudoeste de EE.UU. y México.
El lobo mexicano (Canis lupus baileyi) es “la subespecie de lobo que sobre todo se encuentra en el sur y es la más pequeña, la más rara y genéticamente la más diferente de Norteamérica”, según la página web del U.S. Fish and Wildlife Service (USFWS).
En los 70 la subespecie casi había desaparecido de toda su distribución natural. Hubo un intensivo esfuerzo de erradicación de los lobos después de que ellos empezasen a atacar el ganado, cuando la población de su presa natural había disminuido y la ganadería de reses y ovejas había arraigado en la región. Después de que los lobos figurasen como en peligro de extinción bajo la U.S. Endangered Species Act (“Ley de Especies en Peligro de Extinción de EUA”), los esfuerzos de recuperación llevaron a la primera reintroducción de 11 lobos mexicanos criados en cautividad a su hábitat natural en 1998.
Loba mexicana justo antes de ser transportada al lugar de liberación en el desierto de Arizona. Había sido cogida para la crianza en cautividad y fue puesta en libertad embarazada junto con su pareja, en abril de 2015. Foto: U.S. Fish and Wildlife Service.
Actualmente hay cerca de 110 lobos mexicanos en libertad, la mayoría de ellos viven en un área de aproximadamente 15.540 km2 en Arizona y Nuevo México llamada Blue Range Wolf Recovery Area (BRWRA). Otros 300 viven en cautividad. Calcular el tamaño de su población y sus estadísticas demográficas es crucial para el esfuerzo de recuperación, dirigido por el USFWS. Sin embargo no es fácil: los lobos son escurridizos por naturaleza y recorren grandes territorios remotos.
Aquí entra Eric Burnham, un biólogo de vida silvestre de la Universidad estatal de Nuevo México que ha pasado tiempo entre lobos en Washington y Wyoming. En lo referente a lobos, Burnham contó a mongabay.com que vio deficiencias en los métodos comúnmente utilizados para estudiar las poblaciones de la fauna salvaje.
Algunos de los lobos mexicanos llevan collares localizadores para rastrear su ubicación. Pero abultan y ponerlos requiere capturar y sedar al animal, lo cual es estresante para ellos y caro para los investigadores. Determinar la edad de un lobo es incluso más difícil. Los investigadores tienen que sedar al animal y extraerle un diente para analizar sus anillos, así que rara vez se hace.
Lobo mexicano puesto en libertad en el bosque nacional de Gila, en la región Blue Range Wolf Recovery Area en Nuevo México, en 2010. Foto: Mexican Wolf Interagency Field Team.
Y mientras los científicos cada vez más han recurrido a nuevos métodos no invasivos para estudiar la vida salvaje, varios de los más importantes no son ideales para el seguimiento de las poblaciones de lobos. Las cámaras con sensor de movimiento tienen un valor limitado porque los lobos no se pueden identificar visualmente de forma individual. Los análisis genéticos de células capilares o fecales pueden ser maravillosamente informativos, ya que proporcionan información tanto de la identidad individual del animal como de su género. Pero esa estrategia no es infalible y es costosa, unos 100$ (91€) por excremento dice Burnham.
En busca de una mejor forma de rastrear y estudiar a los lobos, en 2003 Burnham empezó a idear una técnica para analizar las volátiles substancias químicas que constituyen el olor de los excrementos mediante cromatografía de gases, una herramienta común en la química analítica. En un artículo de 2008 demostró que el método podía distinguir entre cuatro especies caninas estrechamente emparentadas con un 82% de precisión: coyote (Canis latrans), perro doméstico (C. lupus familiaris), zorro gris (Urocyon cinereoargenteus), zorro rojo (Vulpes vulpes) y zorro veloz (V. velox).
Jóvenes lobos mexicanos salvajes en el Blue Range Wolf Recovery Area de Arizona y Nuevo México en 2007. Foto: Mexican Wolf Interagency Field Team.
Burnham ha llevado a cabo más investigaciones con excrementos de lobos mexicanos en cautividad, pero aún no se han publicado. Su método fue capaz de identificar lobos concretos según el particular perfil químico del hedor de las heces con un 94% de precisión, asegura. También podía identificar con exactitud el sexo del lobo de un excremento concreto el 84% de las veces y la edad el 95%, afirma
Se tarda unos 90 minutos conseguir un resultado y cuesta unos 20$ (18€) por caca, un quinto del precio del análisis genético, según Burnham.
“Con el tiempo lo que nos gustaría tener es un instrumento portátil de mano que funcione a pilas, que puedas llevarte al terreno y analizar excrementos”, declara Burnham. Tiene un prototipo que funciona; un cacómetro, por decirlo de algún modo. También está desarrollando una forma de recolectar y analizar olores de pisadas que espera probar este verano.
El siguiente paso es probar su estrategia en un gran grupo de heces de lobos mexicanos y comparar los resultados con los de los métodos de análisis genéticos actuales.ds.
Con ese fin, Burhnman puso en marcha una página de crowdfunding para recaudar 3.000$ (2.728€) para el trabajo de campo y el equipo y así pueda partir al BRWRA en misión de recolectar excrementos. Dijo que calcula que necesita 100 heces, lo que significa recoger más que eso porque en el terreno es difícil diferenciar entre caca de coyote y de lobo.
Miembro de la manada de lobos mexicanos de Luna, en 2011. Foto: Mexican Wolf Interagency Field Team.
Burnham dice estar seguro de que puede hacer que el método funcione y de ser así sería útil para estudiar todo tipo de fauna salvaje. “Creo que es una gran pieza de tecnología para cualquier animal que deambule por un área grande, sobre todo animales que son algo escurridizos como el lobo: osos, pumas y la fauna silvestre de África como los leones y los leopardos y así sucesivamente”, declara.
No hay forma de saber qué más podrían aprender los científicos a partir del olor de los excrementos de animales, por ejemplo sus dietas y sistemas inmunológicos son buenas opciones.
En cuanto a los lobos mexicanos, llevar al superdepredador de vuelta al sudoeste podría desencadenar efectos ecológicos positivos. Burnham señaló el parque nacional de Yellowstone, donde los lobos mexicanos reintroducidos han disminuido el número de alces y les han enseñado a evitar el pastoreo cerca de arroyos.
“Las zonas al lado de los riachuelos son buenos lugares para que los lobos tiendan emboscadas”, afirma Burnside. Sin el alce, la vegetación a las orillas de los arroyos ha crecido más exuberante y diversa y eso causa un destacado repunte de insectos polinizadores y otra fauna. “Lo que realmente nos gustaría ver es si ese mismo efecto ocurriría aquí en los bosques del suroeste”.
Alces macho en el Blue Range Wolf Recovery Area de Arizona y Nuevo México. El pastoreo de los alces destruye la flora junto a los arroyos. Los biólogos esperan que la reintroducción de los lobos mexicanos contenga la cantidad de alces y permita que la vegetación ―y la fauna que sustenta― se recupere. Foto: U.S. Fish and Wildlife Service.
Sin embargo, el lobo mexicano aun no está fuera de peligro. Su reintroducción ha sido polémica en comunidades ganaderas y la caza ilegal continúa siendo un problema, a pesar de que ha habido pocos casos de lobos mexicanos que hayan atacado el ganado, según Burnham.
Si empiezan a acabar con las ovejas o las reses, el USFWS tiene la libertad de recapturar o matar a los animales problemáticos ya que los lobos figuran como “población experimental innecesaria”. Desde que comenzó el programa de reintroducción, la USFWS ha matado a dos lobos reintroducidos. El más reciente fue a finales de mayo, después de que le diese por acercarse y observar a la gente, incluso a niños.
Cachorros de lobo mexicano. Foto: Mexican Wolf Interagency Field Team.
Citas:
- Burnham, E., Bender, L.C., Eiceman, G.A., Pierce, K.M. and Prasad, S. (2008). Use of Volatile Organic Components in Scat to Identify Canid Species. The Journal of Wildlife Management, 72: 792–797. doi: 10.2193/2007-330