Las redes emergentes regionales y nacionales buscan establecer conexiones entre las comunidades locales y apoyar su lucha contra las presas, minas y otras amenazas ambientales.
Una protesta anti-minería en la ciudad de montaña de Artvin, Turquía. Foto por: Green Artvin Association.
Neşe Karahan señalaba por la ventana del coche cómo este iba surcando el camino a través de un pinar nevado en una tranquila mañana de abril. “Por aquí está es la reserva minera; al otro lado de la colina está el área de esquí”, decía. “Es ridículo: este mismo lugar es de donde proceden nuestras aguas, donde vamos de picnic en la naturaleza y donde hay un área minera”.
Karahan muestra un mapa para resaltar lo absurdo del tema: Más que un centro turístico de esquí, prácticamente toda esta región montañosa del lejano este de Turquía está enmarcada en los solapados límites de un área destinada a la minería y al turismo.
“Caminar en estas montañas es maravilloso, es como hacerlo sobre una suave alfombra. Tenemos 40 tipos diferentes de orquídeas aquí, y los cinco tipos de variedades de flor de rododendro, que emanan una fantástica fragancia —y las abejas que se alimentan de ellos producen deliciosa miel”, contaba Karahan a mongabay.com, dueño de una panadería en la ciudad próxima de Artvin y el incansable presidente de la Asociación Green Artvin.
Ella rápidamente señaló, orgullosa, que el área de Artvin era el hogar de la primera reserva de la biosfera reconocida por la UNESCO en Turquía, la Reserva de la Biosfera Camili. “Pero las compañías mineras solo se preocupan de lo que hay bajo tierra, no en su superficie”.
Esta montaña en Artvin se asienta en los límites de un área destinada para el turismo y un área destinada a la minería. Foto por: Jennifer Hattam.
Las minas, presas y carreteras de acceso ya han deteriorado gran parte del paisaje en Artvin, donde los activistas se reunieron el pasado año para frenar el inicio de una mina de oro en Cerattepe, parte del área montañosa recreacional. “Ninguno de estos proyectos podrían haberse producido en la década de los 80, pero si la gente sigue abandonando sus pueblos, será incluso más fácil llevarlos a cabo”, dijo Karahan.
Del mismo modo que en otras partes de Turquía, la región del Mar Negro que incluye Artvin ha experimentado una migración masiva de las áreas rurales a los núcleos urbanos desde mediados del siglo veinte, con un ritmo progresivo de cambio demográfico desde 1980 en adelante. El reducido apoyo gubernamental para la agricultura y cría de ganado motivó el éxodo a las ciudades, igual que el crecimiento económico generado por la apertura de las fronteras nacionales a Georgia tras el colapso de la Unión Soviética. Los activistas dicen que el desarrollo de las plantas hidroeléctricas y las industrias de extracción en los pueblos y valles de la región ha creado también un círculo vicioso en que la construcción empuja a la gente afuera, dejando cada vez menos residentes para protestar por el futuro desarrollo de estos proyectos.
“En muchos de estos pueblos, la juventud se ha ido para estudiar y trabajar, quedándose solo la gente mayor. No tienen mucho dinero y quizás estén asustados de enfrentarse a compañías y al gobierno (que las respalda)”, dijo Murat Deha Boduroğlu, abogado en Estambul que representa sin cobrar a los aldeanos del Mar Negro que luchan contra los proyectos perjudiciales para el medio ambiente.
El Partido de Justicia y Desarrollo de Turquía (AKP), en el poder desde 2002, perdió la mayoría parlamentaria en las elecciones celebradas el 7 de junio. Se espera que los próximos meses traigan o bien la formación de un gobierno de coalición, o bien una llamada para una nueva elección. Aún no queda claro si esto moderará la habilidad de AKP para continuar su apoyo de toda la vida a la minería e intereses hidroeléctricos en áreas rurales.
De cualquier manera, la migración externa que ha dejado a muchos aldeanos del Mar Negro vulnerables también está ayudando a otros a dar una mayor base de apoyo y una mayor representación en algunas de las ciudades más grandes de Turquía.
“La gente que se ha trasladado a Estambul y otras grandes y pobladas ciudades siguen volviendo a sus pueblos en vacaciones y a menudo mantienen el deseo de mantener esos lugares verdes, intactos y con alguna actividad agrícola para sus años de retiro”, contaba a mongabay.com Sinan Erensu, candidato doctorado en la Universidad de Minnesota estudiando la resistencia al desarrollo energético en la región del Mar Negro de Turquía. “Esta gente pueden ser defensores de lo que ellos llaman yaşam alanı, o ‘espacios vitales’”.
La lucha de Artvin contra la mina de oro se vio respaldada por gente, muchos originalmente de la ciudad minera próxima de Murgul, donde el oro excavado en Artvin podría haber sido procesado usando un método llamado lixiviación que crea piscinas tóxicas de residuos de cianuro.
“En Estambul, Bursa, Ízmir y otras ciudades turcas donde la gente ha migrado desde Murgul se han estado produciendo marchas solidarias”, dijo Alper Şeyhoğlu de la Plataforma No al Cianuro en Murgul, un grupo de abogados que ayudaron a organizar las manifestaciones locales en septiembre. Tres mil personas participaron, sacando a sus hijos de las escuelas y cerrando las tiendas el día de la protesta.
Mapa de Turquía. Mapa por: Google Maps. Clic para ampliar.
“La gente no pierde su vínculo con el valle al mudarse”, dijo Ahmet Ali Kork, ingeniero eléctrico de Çayeli, un pueblo del Mar Negro en el escarpado valle de Senoz, donde cultivan té y donde sigue prosperando la poco conocida cultura de Hemşin. Cuando los lugareños se levantaron contra la construcción de canteras de piedra y presas hidroeléctricas, decía Kork, “La gente de Senoz en Estambul también luchaba para detener este asalto a la naturaleza”.
Las nuevas redes ecologistas en la región y por todo el país están siendo de gran ayuda a la hora de conectar los residentes del Mar Negro, a menudo aislados, entre sí y con el exterior. El abogado Boduroğlu y su socio legal Alp Tekin Ocak forman parte del Colectivo Ecológico, un grupo de abogados, periodistas, científicos sociales y otros profesionales que brindan ayuda legal gratis y apoyo técnico a las comunidades locales en Turquía y las ayudan a hacer públicas sus causas.
“Ha sido difícil desarrollar una gran resistencia ambiental en Turquía, porque no hay epicentro definido, pero estamos intentando ayudar a aunar diferentes esfuerzos”, contaba a mongabay.com Doğu Eroğlu, un periodista miembro del colectivo.
En los últimos años, muchos grupos ecologistas han empezado a buscar una causa común. Ecologistas en Estambul, Ankara y otras grandes ciudades organizaron una serie de excursiones en autobús para reforzar el estatus de los productores de olivos que ahora luchan por los planes cancelados para construir una planta a carbón en el pueblo Egeo de Yırca, y muestran ahora apoyo a Hasankeyf, una antigua ciudad al sureste de Turquía amenazada por una posible inundación a causa de una presa gigantesca.
Uno de los grupos que empezaron a protestar por proyectos de hidroenergía individuales por la ciudad de Riza en el Mar Negro se ha consolidado como una potente fuerza para la protección ambiental por toda la región.
Protesta en Estambul organizada por la Plataforma Hermandad de los Ríos contra una planta de energía nuclear planeada en la ciudad del Mar Negro de Sinop y diversas otras plantas hidroeléctricas ubicadas en otros lugares de la región del Mar Negro. La pancarta dice: “No a la energía nuclear e hidroeléctrica”. Foto por: Brotherhood of the Rivers Platform/Fuat Yüksek.
“La primera gran lucha contra la energía hidroeléctrica en la región fue en los años 90; a mediados de la primera década del siglo veintiuno estos proyectos empezaban en todos los valles”, Ömer Şan, periodista en Riza y portavoz del grupo de abogados Plataforma Hermandad de los Ríos, contaba a mongabay.com. Las copias de su pequeño periódico local y las etiquetas de correos en su oficina central en Rize fueron una pérdida de tiempo, explicaba Şan cómo el relieve del terreno y el nivel de precipitaciones en la región del Mar Negro de Turquía hacen de él un objetivo principal para la generación de hidroenergía fluvial natural.
“No dejamos de escuchar cómo estos proyectos se inician en todas partes, de manera que empezamos a llamar a la gente para compartir información y preguntarles si necesitaban ayuda”, decía. Finalmente, la Hermandad se convirtió en una organización coordinadora, quizás la primera en Turquía. Sus miembros —todos voluntarios— generan informes expertos, conceden ayuda legal y ofrecen experiencia mediática a comunidades luchando por preservar su medio ambiente natural y su forma de vida.
Estas luchas pueden ser largas y la victoria difícil de declarar. La Asociación Green Artvin lleva trabajando 20 años conteniendo la minería en Cerattepe. El caso legal contra el proyecto minero de oro dio fruto en enero cuando una corte administrativa en Rize canceló la aprobación del Ministerio de Medio Ambiente sobre la evaluación de impacto ambiental del proyecto. Artvin y Murgul celebraron la victoria con un tradicional horon (baile circular popular) del Mar Negro en las calles.
“Hemos demostrado a Turquía que se puede tener éxito contra una compañía tan grande como Cengiz”, dijo el activista en Murgul Şeyhoğlu. El conglomerado turco Cengiz Holding, que posee la mayor parte de las operaciones mineras en el área de Artvin, ha establecido lazos con el gobierno y un papel en proyectos controvertidos en el país, desde un tercer aeropuerto en construcción en Estambul hasta el plan de una futura central nuclear en la costa del Mediterráneo.
No obstante, con los ricos depósitos de oro, cobre y otros metales y minerales valiosos en el área de Artvin, pocos son los que piensan que las compañías mineras hayan abandonado su idea por las buenas. “El caso que ganamos fue apelado en una Corte Suprema, aún estamos esperando la decisión”, decía Karahan. “Si detenemos nuestra resistencia, Artvin desaparecerá”.