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Caminos hacia el petróleo y la destrucción ecológica: el tráfico de carnes de animales silvestres y especies salvajes en el Ecuador

  • Las compañías petroleras construyen sistemas de caminos para sus operaciones en Ecuador, y a menudo ofrecen vehículos, canoas, botes a motor y armas a pueblos indígenas. 
  • Estudios recientes en Ecuador muestran que los caminos abren bosques a economías de mercado, afectando el equilibrio de las culturas indígenas locales. La caza se vuelve una actividad comercial, lo cual afecta drásticamente a las poblaciones de especies salvajes.  
  • Un estudio sobre el camino Maxus que penetra al Parque Nacional Yasuní encontró que este generó nuevos asentamientos indígenas a lo largo del camino, y un cambio en la tradición de caza en la comunidad Waorani.
Onya Tega, a proud member of the Waorani culture, maintains many age-old hunting traditions in the face of innumerable modern pressures. Oil companies in Ecuador often provide “gifts” to indigenous people, including high powered hunting rifles and ammo that dramatically increases pressure on wildlife. Photo courtesy of Kelly Swing
Onya Tega, miembro de la cultura Waorani, mantiene muchas tradiciones de caza a pesar de las presiones de la vida contemporánea. Foto cortesía de Kelly Swing.

La relación problemática del Ecuador con su petróleo comenzó en 1964, cuando Texaco fue el primero en descubrir ‘oro negro’ en la Amazonía oriental. Aquel descubrimiento a veces llevó a enfrentamientos entre la sociedad moderna y los pueblos indígenas, quienes fueron forzados a salir de su aislamiento, y evacuados de sus hogares y estilos de vida tradicionales.

En la actualidad, la Amazonía ecuatoriana representa un 80% de lo que queda de cobertura boscosa en el país, aunque la explotación petrolera, la cual depende mucho de la construcción de carreteras, sigue amenazando la selva. Nuevos caminos siguen afectando a las culturas indígenas, llevando a que la caza tradicional se vuelva insostenible, y amenazando gravemente a las especies salvajes.

La degradación lenta del Parque Nacional Yasuní, establecido en julio de 1979, es un ejemplo importante. Ubicado en el extremo este ecuatoriano, Yasuní fue designado una Reserva Biosférica de la UNESCO en 1989, y cuando se unió a la Reserva Étnica Waorani, se extendió a casi 17.000 kilómetros cuadrados. Es un tesoro de la biodiversidad; los investigadores han encontrado ahí el mismo número de especies de árboles en una hectárea de los que hay en los Estados Unidos y Canadá. La región también contiene unos 850 millones de barriles de petróleo crudo bajo tierra, o el 20 por ciento de las reservas del Ecuador.

En 1992, la compañía petrolera Maxus Oil construyó una carretera dentro de Yasuní que penetraba la Amazonía del noreste ecuatoriano. El camino generó una serie de eventos que, de acuerdo a un estudio, provocó a que miembros de la tribu semi-nómada Waorani se convirtieran en una comunidad de caza comercial — transformando, de esta manera un estilo de vida sostenible en uno que está contribuyendo a la destrucción de la vida salvaje.

De la carretera del petróleo a la disminución de la biodiversidad

Aunque la carretera de Maxus fue cerrada al público, los Waorani podían moverse a lo largo de ella. Esto les dio acceso a nuevas áreas más extensas y les permitió cazar más eficientemente. Los Waorani, cazadores y guerreros orgullosos, se asentaron más cerca a la carretera de Maxus para facilitar su acceso.

Ocata, an adept Waorani hunter, is enticed by outside markets to use his traditional skills to acquire modern goods, but the forest simply cannot sustain this enhanced level of harvest. Photo courtesy of Kelly Swing
Ocata, un hábil cazador Waorani, utiliza sus talentos tradicionales para adquirir bienes modernos, pero el bosque no puede sostener este nuevo nivel de caza. Foto de Kelly Swing.

Los cazadores indígenas no cazaban de forma ilegal. La caza tradicional de animales salvajes para la subsistencia, o carne del monte, es permitida y sigue siendo una fuente de proteína importante para muchas comunidades indígenas. Sin embargo, cuando los Waorani empezaron a vender su caza adicional, la actividad dejó de ser legal.

Poco tiempo después se creó un mercado ilegal de carne de monte en el pueblo de Pompeya, apenas cinco kilómetros afuera del límite de Yasuní. Dr. Esteban Suárez, investigador en la Universidad de San Francisco Quito, y su equipo estudiaron el mercado por siete años y descubrieron que las comunidades indígenas estaban cazando animales salvajes en cantidades exageradas. Para el año 2007, se vendían casi 12.000 kilogramos de carne de monte al año en el mercado.

El estudio, publicado en 2009 en la revista Animal Conservation, descubrió que cuatro especies representaban el 80 por ciento de la carne en venta: la huangana (Tayassu pecari); la paca (Cuniculus paca); el pecarí de collar (Pecari tajacu), y el mono lanudo (Lagothrix poeppigii). El mono lanudo está en la lista de especies vulnerables de la UICN y sus poblaciones están disminuyendo. Aquellos quienes venden los animales en el pueblo son típicamente indígenas Waroani o Kichwa; los colonos no indígenas venden un cinco por ciento del peso total de carnes vendidas.

Las carretas del petróleo aumentan la caza, y reducen las especies de depredadores y presas. 

El cambio de la auto suficiencia nomádica a la caza comercial creó impactos en todos los ecosistemas vecinos a la carretera de Maxus.

Un estudio de seguimiento de Suárez comparó la densidad de especies salvajes a lo largo de la antigua carretera Auca — construida en la década de los setentas por Texaco — y la carretera Maxus. Los investigadores descubrieron que las especies más vendidas en el mercado, junto a otras especies que incluían predadores, no se encontraban a lo largo de ambos caminos — aunque estén “cerrados” al público. Las carreteras supuestamente protegían los bosques, pero no a sus especies salvajes.

A Waorani girl with a peccary. In traditional societies such animals are often kept as pets, a tendency that has over time been widely adopted by Ecuadorian society in general. In areas close to oil roads prey species such as peccaries are much diminished, as are the predator species that hunt them. Image courtesy of Santiago Espinosa
 Una niña Waorani con un pecarí. En las áreas cercanas a las carreteras del petróleo, las especies como el pecarí están disminuyendo, al igual que las otras especies que los cazan. Foto cortesía de Santiago Espinosa.

“Lo que he observado es que en las áreas donde la caza para la carne del monte es intensa, vemos menos abundancia de jaguares”, dijo el Dr. Santiago Espinosa de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador a mongabay.com. Espinosa condujo un estudio con cámaras escondidas que documentaron poblaciones de jaguares en la vecindad de la carretera Maxus.

“La carretera Maxus tiene un sexto, o hasta menos, de jaguares que las áreas remotas donde viven más presas para ellos”, dijo Espinosa. El Parque Nacional Yasuní es considerado un “hotspot” para los jaguares, pero obviamente, los grandes felinos están amenazados por las carreteras del petróleo por donde cazadores indígenas han eliminado gran parte de las especies presas.

La fuerza motriz del mercado en carne del monte es la demanda. Y la demanda está muy arraigada en la cultura del Ecuador. Se la busca por muchas razones: los turistas buscan ‘el sabor Amazónico’; las comunidades locales creen que la carne del monte ofrece beneficios para su salud; y para las personas indígenas o mestizas quienes viven “atrapadas” en áreas urbanas lejos de sus hogares ancestrales, Suárez sugiere que la carne del monte ofrece un sentido de nostalgia. “Creo que comer carne del monte es como comer una sopa que te hace recordar a tu madre y tu niñez”, dijo, ofreciendo una posible teoría.

En términos de volumen, el mercado de Pompeya no está al mismo nivel que el de Iquitos en Perú, donde se venden más de 70.000 kilogramos de carne del monte al año, pero es importante a nivel local, y quizás regional. Casi la mitad de la carne en Pompeya termina en los platos de los centros urbanos cercanos de Puyo, Lago Agrio y Tena, de acuerdo al estudio de Suárez.

En respuesta a su estudio, las autoridades del Ministerio del Ambiente (MAE) tomaron acción y cerraron el mercado de Pompeya. Han tenido mucho éxito. “Ahora [la carne del monte] no puede ser vendida de manera abierta como lo era hace algunos años”, explicó Suárez.

Pero el comercio aún existe. De acuerdo a los datos más recientes del MAE, casi 680 kilos de carne del monte fueron confiscados a lo largo de 120 operaciones policiales en la Amazonía el año 2012. Esas incautaciones siguen ocurriendo, y no incluyen todo lo que la policía no logra confiscar.

“Se ha vuelto una actividad secreta; todavía se puede conseguir [carne del monte] en restaurantes locales y mercados si sabes a quién preguntar”, dijo Suárez. “Tenemos evidencia que sugiere que ha disminuido un poco, pero que aún sucede”.

Spider monkeys (Ateles Belzebuth), sometimes kept as pets by indigenous families, are primates with stereotypically low reproductive capacity, which means they are easily overhunted and disappear quickly with the inidgenous acculturation process. Photo courtesy of Kelly Swing
Los monos araña (Ateles Belzebuth) a veces resultan siendo mascotas de familias indígenas. Son primates con una capacidad limitada de reproducción, lo que significa que son cazados indiscriminadamente y pueden desaparecer rápidamente con el proceso de aculturación de las comunidades indígenas. Foto cortesía de Kelly Swing.

Nuevas rutas para el tráfico de carne del monte han surgido últimamente como una manera de evitar el monitoreo del MAE. Espinosa ha presenciado los nuevos métodos a primera vista: “He viajado en el bus con los Waorani que vienen desde adentro de Yasuní y a lo largo del camino de Maxus”, dijo.

“Lo que hacen es tomar un pequeño desvío, y bajan la carne del monte del bus para dársela a las personas del pueblo Kichwa”. Desde ahí la carne viaja por rutas secretas hasta los mercados ilegales, desde donde va a intermediarios que la transportan a las ciudades para cobrar precios más altos. “Es difícil seguirle la pista”, dijo Suárez, pero “es posible verla si estás en el bus con los Waorani. De otro modo, no puedes verla”.

El poder transformativo de las carreteras y del petróleo

Los impactos de las compañías petroleras a menudo se enfocan en lo que es extraído de un área, o en derrames petroleros. Pero se presta poco análisis a los impactos de las tecnologías que se usan dentro de un área petrolera. Cuando las compañías petroleras entran, lo primero que hacen es construir un camino a través del bosque. También hacen promesas a las comunidades indígenas — las cuales rompen a menudo — a cambio de que puedan extraer petróleo en sus tierras ancestrales.

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Two aerial images taken in the same place a quarter century apart. The first, captured in 1975, in then remote eastern Ecuador, shows expansive intact rainforest in every direction around a newly established oil well with its access road. The second photo circa 2000 depicts the deforestation that can result when uncontrolled access is given to a vulnerable ecosystem. Extensive Amazonian deforestation like that seen here eliminates as many as 100,000 species per hectare (2,471 acres). Image credit Instituto Geografico Militar
Dos imágenes satelitales tomadas en el mismo lugar con 25 años de diferencia. La primera, tomada en 1975 en una zona remota al este de Ecuador, muestra la boscosidad densa alrededor de una nueva carretera del petróleo. La segunda foto del año 2000, muestra la deforestación que puede resultar cuando se da un acceso incontrolado a un ecosistema vulnerable. La deforestación amazónica extensa como esta elimina hasta 100.000 especies por hectárea. Foto cortesía de Instituto Geografico Militar.

Junto a las carreteras y a las promesas, las compañías ofrecen “regalos”. Vehículos motorizados, canoas, botes a motor, rifles para la caza y munición han sido algunos de los regalos de parte de las compañías petroleras. Todos ellos significan mejor acceso a áreas remotas de la selva, o caza indiscriminada en zonas donde entran las carreteras.

Tales regalos perturban el equilibrio delicado que existió antes entre las especies salvajes y los cazadores que en un pasado usaban arcos y flechas y viajaban a pie. Los pueblos indígenas de repente tienen mayor movilidad y armas para devastar las poblaciones de animales salvajes en la Amazonía ecuatoriana mientras que intentan mejorar su calidad de vida. Por supuesto, estos cazadores ahora deben pagar también por la gasolina y las balas, lo que requiere más dinero, y requiere más caza — atrapándolos en un vicioso ciclo económico.

“Cuando un individuo recibe un regalo, ¿es un regalo entre comillas, verdad? Porque no es realmente un regalo, es un soborno”, dijo Espinosa. “Si la compañía petrolera no da el regalo, los Waorani bloquearán cualquier clase de actividad petrolera. Así que se vuelve una relación muy tóxica”.

Mientras conducía su propia investigación, Espinosa se enfrentó al legado de los regalos por parte de las compañías petroleras. Algunos Waoranis hasta demandaron pago a cambio de no sabotear su estudio de investigación. De acuerdo a Espinosa, los regalos están “subsidiando” el mercado en carne del monte, algo que también comprueba el estudio de Suárez.

Las carreteras alteran los valores indígenas y pueden llevar al tráfico de especies salvajes 

Antes de que hubiera contacto con el mundo exterior, la pobreza, la riqueza, y los objetos fabricados no eran de gran importancia para los pueblos indígenas como los Waorani. Las “cosas” que ahora desean son “artefactos de la modernidad” que se han convertido en la “aspiración y preocupación” de las comunidades tradicionales — un cambio enorme y súbito en su cultura. Esa es la teoría del Dr. Kelly Swing, fundador y director de la Estación de Biodiversidad Tiputini. Al ser empujados del aislamiento a una economía capitalista sin tener acceso a ganancias, los cazadores Waorani tienen pocas o ningunas opciones sino usar sus habilidades tradicionales para ganar dinero. Cuando reciben armas, medios de transporte y un camino abierto a los mercados, su opción es simple: cazar más.

En un estudio comparativo entre dos tribus indígenas, los Waorani en Ecuador y los Bagyoli en Camerún, Swing analizó el impacto de la aculturación, el proceso por el cual las tribus “remotas” son traídas a la “modernidad”, así sea o no de manera forzosa. Antes del primer contacto, los pueblos indígenas del mundo generalmente vivían en equilibrio con el medio ambiente. Swing sugiere que una “extraña percepción del ‘noble salvaje’ como un guardia natural” está profundamente arraigada en Ecuador. El cree que la idea de que los pueblos indígenas siempre usarán recursos de manera sostenible, sin importar los cambios en sus circunstancias, no es verdad en muchos lugares.

“Esta [percepción] se cae a pedazos con el proceso de aculturación”, dijo. “El acceso a los mercados [modernos] ofrece un incentivo para usar sus tradiciones para producir dinero que necesitan para pagar por los bienes”, dijo Swing a mongabay.com.

Espinosa explica que la antigua relación de pueblos indígenas con la caza es una dinámica de recurso-depresión. Un “área de recursos” es básicamente una donde existe poco o nada de caza, donde las tasas de nacimiento de especies son más altas que las tasas de mortalidad, mientras que un “área de depresión” es lo opuesto. “Dentro de un sistema de caza en un área protegida puedes tener esta dinámica”, dijo Espinosa. Los animales “pueden moverse de áreas de recursos hacia áreas de depresión. Y de esa manera, se puede mantener un balance en el sistema… porque las poblaciones [salvajes] pueden ser reemplazadas por animales que vienen de áreas de recursos”.

Jaguar populations fell dramatically along the Maxus road after its construction, probably due to steeply declining prey numbers. Photo by Rhett Butler
Las poblaciones de jaguares fueron reducidas dramáticamente a lo largo de la carretera Maxus después de su construcción. Foto de Rhett Butler.

Cuando las carreteras abren caminos hacia una región, y los cazadores pueden movilizarse fácilmente más allá de sus límites geográficos, la dinámica puede cambiar y el equilibrio delicado entre el cazador y la caza se altera.

“Lo importante sobre este sistema es que tenemos un área de recursos lo suficientemente grande como para que los animales se muevan hacia el área de depresión. Si el área de depresión se vuelve más grande que el área de recursos, lo que sucederá es que no tendremos suficientes recursos y eventualmente las poblaciones de animales desaparecerán”.

Simplemente, el acceso a una economía de mercado altera el equilibrio que existe en las culturas indígenas. La caza se vuelve en una actividad comercial, y las poblaciones de animales salvajes caen rápidamente. Es importante observar que la caza puede ser para el mercado de carne del monte, así como para las delicias culinarias como la carne o huevos de tortuga para mercados tan alejados como en China; o para abastecer el mercado internacional de mascotas con aves tropicales o peces.

Sin importar que forma tome el tráfico de especies salvajes, el resultado es siempre el mismo. Los cazadores indígenas, equipados de armas y transportes modernos, junto a fuertes incentivos económicos, pueden vaciar los bosques y ríos de especies salvajes. Y cuando la policía aparece, los cazadores buscan traficantes en los mercados negros — criminales expertos en bienes ilegales — con quienes puedan hacer negocio. Esos traficantes son a menudo expertos en carne del monte, animales vivos, armas, drogas, y hasta seres humanos destinados para el mercado ilegal.

Aunque está comprobado que los Waorani y otros grupos indígenas al este de Ecuador participan en el suministro de carne del monte nacional, todavía no se sabe si participan en el suministro de mascotas para el mercado internacional, o para el mercado de delicias culinarias.

Los animales salvajes desaparecen

La Estación Tuputini a cargo de Swing fue inicialmente concebida como un lugar donde la naturaleza sería estudiada sin el impacto complicado de los seres humanos. “Queríamos ser buenos vecinos para toda la gente de la región — sin necesariamente tener vecinos”, escribió Swing en un blog para National Geographic. “Queríamos estudiar y aprender sobre la naturaleza misma sin tener impactos humanos en la naturaleza”.

Pero hoy en día, su “pedazo de bosque” se encuentra en peligro, mientras que sus lejanos vecinos se acercan a él.

Swing no cree que la caza indiscriminada esté tomando lugar dentro de un radio de 6,5 kilómetros cuadrados alrededor de Tiputini, pero fotos de cazadores armados han sido capturadas recientemente por las cámaras de la estación en la selva.

Settlements and deforestation along a road in the Napo River in the Ecuadorian Amazon. Photo by Jeremy Hance
Asentamientos y deforestación a lo largo de una carretera en el Río Napo en la Amazonía ecuatoriana. Foto de Jeremy Hance.

“A lo largo del río en nuestra vecindad, sabemos que se están llevando una gran variedad de mamíferos y de aves”, dijo. Una de las peores víctimas de la caza es el caimán negro (Melanosuchus niger), el cual existía en abundancia en el río cercano a la estación. Los caimanes fueron desapareciendo cuando creció el tráfico de lanchas y ahora ya casi están extintos. El caimán negro es una especie que actualmente causa “menos preocupación” de acuerdo a la UICN, pero hay tanta escasez de otras especies a su alrededor que se teme que una extinción local pronto se convierta en una extinción global.

“Antes de que las compañías petroleras empezaran a ofrecer acceso a carreteras y transporte en camiones, o a través de regalos [como canoas y lanchas a motores] para la pacificación de sus vecinos indígenas, nadie venía a nuestro pedazo de bosque”, dijo Swing. “Hoy en día, es mucho más fácil que los cazadores visiten nuestra área”.

Las carreteras del petróleo en la Amazonía no solo están facilitando la salida de carne del monte, sino también de especies vivas para el mercado nacional e internacional. Se considera que esto es un producto del mercado de la carne del monte.

De acuerdo a los datos del MEA, casi 8000 animales fueron rescatados del tráfico en la Amazonía entre 2003 y 2013, y terminaron en centros de rehabilitación en Ecuador. La mayor cantidad de animales traficados fueron reptiles, seguidos por mamíferos y aves.

Estos animales terminan en todas partes del Ecuador, donde existe una vieja tradición de tener animales salvajes como mascotas. Es algo que está cambiando lentamente, pero tomará tiempo y muchos esfuerzos de concientización para convencer a un público escéptico de que tener mascotas en casa está poniendo a especies salvajes en peligro.

“Hace diez años, era muy común que la gente tuviera un mono mascota o un ave tropical, y no se veía de mala manera”, dijo Frank Weijand, fundador del centro de rescate de especies salvajes Merazonia, basado cerca a Puyo. “Hoy en día, las campañas de concientización, junto a la reciente idea de que los animales salvajes no pertenecen dentro de las casas, han disminuido su presencia en los hogares”.

De carne del monte al tráfico de especies

El código criminal del Ecuador fue actualizado en febrero del 2014 para incluir específicamente a crímenes contra la flora y fauna salvajes. Una persona que trafica o vende especies que se encuentran en peligro o amenazadas ahora puede recibir un castigo de uno a tres años de cárcel.

Oil roads are followed by oil wells and oil pipelines, and then often by oil spills. In remote areas around the world, oil spills such as this one in the heart of Yasuni Nationa Park, are common but they rarely receive any attention from the media. These events degrade the environment and diminish wildlife. Photo by Kelly Swing
A las carreteras del petróleo les siguen pozos y tuberías petroleras, y después, a menudo, derrames. Foto de Kelly Swing.

A pesar de estas nuevas leyes, Suárez dice que el crimen en contra de especies salvajes recibe “la menor prioridad que te puedas imaginar” en Ecuador. Él recuerda de un caso en que un video fue publicado a principios del 2015, donde se veían oficiales del gobierno celebrando la caza exitosa de un oso andino en vías de extinción.

“Es horrible, y el oso parece estar crucificado, mientras que las personas cantan y ríen alrededor de su cuerpo muerto”, dijo Suárez. En el video se puede escuchar a personas del pueblo gritando, “Viva el Alcade” y “Viva el Vicealcalde.”

“El Ministerio del Ambiente anunció una investigación”, dijo Suárez. “Pero no pasó nada al final porque las autoridades envueltas en el incidente pertenecían al partido que está en el poder”.

La especulación es que aquellos que buscan los animales para el mercado de mascotas son los mismos cazadores indígenas que buscan carne del monte. Los animales vivos son capturados a lo largo de las mismas carreteras del petróleo, transportados por las mismas rutas secretas y manejados por los mismos intermediarios que comercializan la carne del monte. Los animales capturados para el tráfico de mascotas a menudo terminan dentro de un hogar ecuatoriano, o son traficados fuera del país para los mercados internacionales. Sin embargo, la documentación de este mercado clandestino es difícil y hace falta mucha más investigación.

“La mayoría de los animales que fueron confiscados venían de pequeños mercados y de hogares privados”, le dijo Gloudina Joy Greenacre a mongabay.com. Ella ha trabajado extensamente con centros de rescate de animales en la región ecuatoriana de Pastaza.

Greenacre argumenta que la caza para el mercado de mascotas por personas indígenas es común porque ellos buscan “oportunidades, y lo que más tienen es jungla, así que usan lo que sea que existe en la jungla”. Sin embargo, ella cree que la culpa no debe caer sobre quienes cazan, y que el problema ni siquiera es uno de falta de policía. Al contrario, en Ecuador existe una cultura arraigada de uso de animales que ha normalizado la carne del monte y el mantenimiento de mascotas.

En la región de Puyo, las prácticas de algunos grupos indígenas han sido aceptadas por la sociedad hasta el punto que ciertas cosas, como la caza, ya no se ven como algo inusual. “El gobernador a veces defendía un centro de rescate, y después lo veías vestido con piel de jaguar o marchando en un desfile donde las comunidades indígenas llevaban anacondas alrededor de sí mismos”.

“Al principio, yo era una activista en oposición a los cazadores y las personas que vendían en los mercados”, dijo. “Pero ese no era el problema. El problema no es que la gente venda animales a nivel local. Es definitivamente un problema de cultura y de educación”.

Las carreteras del petróleo crean nuevos caminos en la Amazonía

En 2012, se descubrió que una compañía petrolera había construido una enorme y nueva carretera en lo profundo del Parque Nacional Yasuní para poder llegar al Bloque 31 en la selva ecuatoriana. El gobierno de Ecuador había aprobado el sitio de extracción Bloque 31 bajo la condición de que el área alrededor se mantuviera libre de carreteras, y que todo el equipo se trajera con helicópteros. Esto protegería la extraordinaria biodiversidad de Yasuní. Pero las imágenes de satélite de alta resolución revelaron que la compañía estatal petrolera, PetroAmazonas o su predecesor, violaron su promesa con un enorme camino dentro del parque.

Nina, a woolly monkey (lagothrix logotricha), was confiscated during a raid on a hotel by Ecuador’s MEA and, according to Frank Weijand, unleashed a “Braveheart like cry of freedom” when she was released from her tight harness. Image courtesy of Frank Weijand, founder of the Merazonia wildlife rescue centre based near Puyo.
Nina, un mono lanudo (lagothrix logotricha), fue confiscada durante una redada en un hotel por el Ministerio del Ambiente y de acuerdo a Frank Weijand, pegó un gran grito cuando fue liberada. Imágen cortesía de Frank Weijand de Merazonia.

El Dr. Matt Finer y su equipo de investigación usaron imágenes satelitales y documentaron toda la carretera y descubrieron que menos de un 6 por ciento del camino se encontraba bajo los 15 metros de ancho en la línea de flujo, aprobada por el gobierno. PetroAmazonas es la compañía estatal que ha negado la existencia de cualquier carretera, asegurando que es sólo un “sendero ecológico”.

Por el momento, la carretera “no existente” del Bloque 31 se encuentra cerrada y monitoreada por el ejército, quien prohíbe el acceso al público y a la mayoría de investigadores. Pero parece que se ha establecido un precedente. Como lo muestra el trabajo de Finer, la carretera ha ido mucho más allá de lo que parece ser un “sendero ecológico”. Imágenes satelitales claramente muestran grandes camiones movilizándose a lo largo de una ancha carretera que cruza la selva.

Más recientemente, en 2014, Ecuador dio luz verde a los planes de Petroamazonas para la explotación en la concesión Ishpingo-Tambococha-Tiputni — el bloque petrolero ITT o el Bloque 43 ubicado en la Amazonía y parcialmente superimpuesto con el Parque Nacional Yasuní. Aún no está claro si la compañía construirá carreteras hacia el lugar de la explotación o no, pero los conservacionistas son escépticos con el proyecto.

El camino clandestino que fue construido hacia el Bloque 31 da una razón más para dudar las intenciones de Petroamazonas, dijo Finer en un artículo en Mongabay en febrero del 2015. “Uno de los componentes más críticos para la implementación del modelo de desarrollo tierra adentro es asegurarse de que el corredor de tubería no sea utilizado como una carretera. Eso es lo que sucede ahora en el Bloque 31 y muy probablemente suceda también en [el Bloque ITT del Parque Nacional Yasuní]”.

Los eventuales impactos de la carretera del Bloque 31 — o de la explotación petrolera en el Bloque ITT — sobre las especies salvajes y el tráfico son desconocidos. Mucho depende de que el gobierno ecuatoriano mantenga su promesa de que el camino del Bloque 31 siga sellado. El gobierno ha mantenido a los colonos fuera de la zona hasta ahora, pero Santiago Espinosa no se siente optimista sobre el futuro.

“Si esa carretera se conecta algún día a la red principal, podemos esperar que cause una seria degradación [ecológica y de especies salvajes] en el área”, dijo. Parar la colonización a lo largo de la nueva carretera, particularmente por parte de los Waoranis, sería “muy difícil”.

“Espero que el gobierno tenga éxito, porque de otro modo, será sin duda otra carretera Maxus”.

La evidencia científica nos muestra ahora que las carreteras del petróleo, construidas en la profundidad de los bosques, son un primer paso hacia la degradación ecológica. Con las carreteras vienen asentamientos indígenas permanentes, el fin de la caza de subsistencia sostenible, y la explotación del comercio de carne del monte. Hace falta más investigación sobre el rol que juegan las carreteras en el tráfico nacional e internacional, pero los conservacionistas ya están muy preocupados. Aún falta ver si el gobierno ecuatoriano y las compañías petroleras pueden operar en lo profundo de la Amazonía sin destruir irrevocablemente la biodiversidad de la región.

 

Citaciones

E.Suarez, M. Morales, R. Cueva, V. Utreras Bucheli, G. Zapata-Rios, E. Toral, J.Torres, W. Prado & J. Vargas Olalla. (2009) Oil industry, wild meat trade and roads: indirect effects of oil extraction activities in a protected area in north-eastern Ecuador. Animal Conservation 12 364–373.

Suárez, G. Zapata-Ríos, V. Utreras, S. Strindberg & J. Vargas, (2012) Controlling Access to oil-roads protects forest cover but not wildlife communities: a case study from the rainforest of Yasuní Biosphere Reserve (Ecuador). Animal Conservation 16 265-274.

Espinosa. (2012) Road development, bushmeat extraction and jaguar conservation in yasuni biosphere reserve – Ecuador. University of Florida

Zapata-Rios, E. Suarez, V.Ultreras, R. Cueva. (2011) Uso y conservación de fauna silvestre en el Ecuador. Published in: Retos y amenazas en Yasuni.

Swing, V. Davidov, B. Schwartz. (2012) Oil Development on Traditional Lands of Indigenous Peoples Coinciding Perceptions on Two Continents. Journal of Developing Societies. 26 257-280.

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