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El muriqui: El “mono hippie” de Brasil que está en peligro, pero se mantiene firme

  • Menos de 2.000 muriquis del norte y sur viven en lo que queda del bosque atlántico en Brasil.
  • Karen Strier y otros investigadores -- muchos de ellos sus ex-estudiantes — se han encargado de proteger esta especie de primates, con bastante éxito.
  • Por 150.000 dólares, “por el equivalente de unos cuantos misiles SCUD, podríamos salvar a la población más grande de muriquis del norte”, dice Strier. Unos 300.000 dólares más protegerían el hábitat de las especies del sur. 

Los muriquis a menudo comienzan sus días abrazándose. Los monos brasileños pueden terminar tan enredados entre sus brazos delgados y largos y sus colas prensiles, envueltos alrededor de otros muriquis y de los árboles, que resulta difícil distinguirlos de uno a otro. Sus habilidades sociales tampoco acaban ahí. Estos primates no pelean por su comida, ni por el sexo o el lugar donde duermen — su estilo de vida tan tolerante les ha dado el sobrenombre de “los monos hippies”.

Pero a pesar de ello, la pacífica manera de ser de los muriquis oculta una lucha por sobrevivencia.

Trepados a lo alto de los árboles del bosque atlántico — un corredor boscoso a lo largo de la costa del este de Brasil que ahora sufre de alta deforestación — el muriqui del norte (Brachyteles hypoxanthus) ha estado en la lista de animales que están en peligro crítico de la UICN durante más de 25 años.

Y este año, el muriqui del sur (Brachyteles arachnoides) se unió a sus primos del norte en la misma lista. Como muchas especies en peligro, las poblaciones han ido disminuyendo a causa de las presiones combinadas de la deforestación, hábitats fragmentados y la caza. Se estima que quedan menos de 2000 muriquis de ambas especies en Brasil.

A sooty-faced Southern muriqui (Brachyteles arachnoides). These monkeys are found south of Rio de Janeiro to Paraná, with 90 percent of the population in São Paulo State. Facial pigment is one feature that distinguishes them from the Northern muriqui, who typically have mottled black and pink coloring. Photo by Miguelrangeljr under the Creative Commons Attribution 2.0 Generic license.
Un muriqui del sur (Brachyteles arachnoides). Estos monos se encuentran al sur de Río de Janeiro hasta Paraná, con 90 por ciento de la población en el estado de São Paulo. Foto por Miguelrangeljr bajo Creative Commons Attribution 2.0 Generic license.

A primera vista, estos monos que aún sobreviven parecen haber tenido suerte. Muchos de ellos viven en parques estatales, reservas nacionales, o áreas privadas donde son protegidos. Estas especies peludas también son consideradas como una especie principal del bosque atlántico, y están incluidos en planes de conservación tanto nacionales como regionales. Pero en realidad, estos monos necesitan aún más apoyo para evitar a que pasen de ser animales en peligro a estar extintos.

El muriqui que nadie conoce

“Los muriquis realmente sufren de una falta de presencia”, dijo Russell Mittermeier, el vicepresidente ejecutivo de Conservation International y miembro del grupo de especialistas en primates de la UICN. “La gente nunca llega a verlos porque hay muy pocos en cautiverio. Hasta en Brasil, donde estos primates son los mamíferos más grandes originarios del país, la gente no sabe que existen.”

Su bajo perfil persiste a pesar de que la apariencia del animal salga en dos estampillas de correo y en una campaña (fracasada) que hizo del muriqui la mascota para las Olimpíadas de Río en el 2016. Sin embargo, algo si ha traído ventajas a más de tres décadas de conservación: un documental titulado “Cry of the Muriqui” (o “El Grito del Muriqui”) creado por un estudiante de la Universidad de Harvard y producido por el programa de primates de los Estados Unidos de la Asociación para la Defensa de la Naturaleza (WWF). Le película resalta la situación de los muriquis y los tamarinos leones.

La película no tuvo gran impacto en Hollywood. Pero si motivó a un estudiante de maestría en antropología, Karen Strier, a visitar la estación de investigación de Mittermeier en Brasil donde se filmó el documental. Strier llegó a la Estação Biologica de Caratinga en 1982 — un refugio que después ganó el nombre de RPPN-Feliciano Miguel Abdala gracias al hombre que aseguró que esta reserva pudiera ser conservada permanentemente.

Hippie monkeys” just hanging out. When researchers first observed the northern muriquis’ egalitarian society they were shocked. The species showed no dominance hierarchies, no fighting over food or sex, none of the competitive and aggressive behaviors that were thought to form the prevailing primate behavior paradigm tfor all species, including humans, at that time. The muriquis quickly became the poster primates for peace, love, and letting it all hang out. Photo by Paulo B. Possamai under Creative Commons Attribution 2.0 Generic license.
“Los monos hippies” pasando tiempo juntos. Cuando los investigadores observaron la sociedad igualitaria de los muriquis del norte, quedaron sorprendidos. Foto por Paulo B. Possamai bajo Creative Commons Attribution 2.0 Generic license.

Cuando Strier vio los muriquis quedó completamente cautivada; los animales transformaron su vida. Hoy en día, la estación de investigación y reserva de Caratinga se encuentra bajo su liderazgo y recibe el apoyo de muchos de sus colegas, y también cuenta con uno de los estudios sobre primates con mayor trayectoria de América del Sur.

Al frente de la investigación sobre primates

Los primeros años de trabajo de Strier en Caratinga nos explicaron la vida de los primates. Cuando ella presentó sus observaciones sobre la sociedad igualitaria de los muriquis, su investigación dio una vuelta al paradigma ya establecido sobre el comportamiento de los primates.

Antes de que el muriqui — y el equipo de investigación de Strier — nos demostrara lo contrario, se creía que todos los primates llevaban vidas agresivas y competitivas, como los babuinos o los gorilas. Sin embargo, varios años de observación mostraron que estos monos viven en grupos sin complicaciones, sin jerarquías dominantes entre los machos o las hembras. En su primer libro, Caras en el Bosque (Faces in the Forest), Strier demostró que existían otras posibilidades.

This young Northern muriqui shows his pigmented face, which distinguishes him from the southern, sooty-faced muriqui. Photo by Peter Schoen under the Creative Commons Attribution 2.0 Generic license.
Este muriqui joven del norte muestra su cara pigmentada, que lo distingue de la especie del sur. Foto por Peter Schoen bajo Creative Commons Attribution 2.0 Generic license.

“Hemos aprendido mucho sobre otros primates y llenado los vacíos que existían en nuestro conocimiento sobre su comportamiento, pero los muriquis aún se mantienen al extremo más pacífico del espectro”, dijo Strier, quien ahora es una profesora de antropología y zoología en la Universidad de Madison-Wisconsin.

Strier sigue documentando el incremento en la población de muriquis del norte en la Estación Biológica de Caratinga, que fue de 22 animales al nivel actual de más de 354 individuos; cinco nuevos bebés fueron vistos ahí recientemente.

Ella ha monitoreado la población de muriquis mientras que su crecimiento resulta complicado bajo un hábitat tan fragmentado. Esto ha generado nuevos comportamientos. Los muriquis, quienes raramente se movilizaban por el piso del bosque, ahora pasan horas al día moviéndose abajo. Los monos buscan entre las hojas secas del piso por nuevos alimentos como hojas o frutas; se aparean, y hasta toman siestas ahí — todos son comportamientos peligrosos para primates que pueden ser presa para animales como el puma.

“Las formas en que los muriquis están respondiendo al crecimiento de su población revela su capacidad para ser flexibles”, dijo Strier, quien también co-dirige un grupo de trabajo que escribe estudios comparativos sobre las vidas de diferentes primates. “Me hace más optimista ver que lo que estamos observando es el proceso de una población que se recupera”.

The muriquis don’t start having babies until about nine years of age, and can live 30 years or more. This long life history means their groups often include overlapping generations, allowing plenty of time to learn from each other. Such circumstances may contribute to the muriquis’ ability to develop new behaviors that allow them to adapt and prevail even as their environment changes. Photo by Bart van Dorp under the Creative Commons Attribution 2.0 Generic license.
Los muriquis no tienen crías hasta que tienen alrededor de nueve años de edad, lo cual les da la oportunidad de conocerse todos bien. Foto de Bart van Dorp bajo Creative Commons Attribution 2.0 Generic license.

Esta no es exactamente una historia de final feliz, ya que el muriqui todavía es considerado como una especie en peligro crítico. Sin embargo, el proyecto de Strier es prueba de un programa de consevación exitoso. Por ejemplo, en el 30 aniversario del programa, la ciudad cercana de Caratinga le dio ciudadanía honoraria a Strier como prueba de los lazos estrechos que ella y sus colegas han creado con las comunidades locales.

Otra prueba de las ganancias de trabajos de conservación a largo plazo es el entrenamiento que ahora está disponible para estudiantes brasileños en la estación de investigación. Muchos de estos estudiantes han seguido liderando sus propios estudios sobre muriquis.

Un esfuerzo de investigación más amplio

Los muriquis del norte cuentan con un campeón incondicional en Fabiano Rodrigues de Melo, aún profesor de la Universidade Federal de Goiás, quien recientemente estuvo trabajando por un año como un becado postdoctoral con Strier en la Universidad de Wisconsin-Madison.

Baby on board, high in the canopy. Photo by Bart van Dorp under the Creative Commons Attribution 2.0 Generic license.
Bebé a bordo, a lo alto de los árboles. Foto de Bart van Dorp bajo Creative Commons Attribution 2.0 Generic license.

“Siempre estoy tratando de buscar una oportunidad para proteger a los muriquis” dijo Melo. Entre sus muchos roles, el acompaña a Strier en la junta del Plan Nacional de Acción Muriqui. Esta iniciativa brasileña fue oficialmente aprobada en 2010 por el Instituto Chico Mendes, con el objetivo de “reducir al menos una de las categorías de extinción para ambas especies de muriqui para el año 2020”.

Él también fundó el Instituto Muriqui para la Biodiversidad con la esperanza de que se den más becas de conservación para preservar a los monos y a otras especies. Pero Melo no pasa mucho tiempo sentado en su escritorio. Una de sus prioridades es la creación de un programa de cría selectiva para el muriqui. Eso no ha sido nada fácil, porque pocos de estos monos se encuentran en cautiverio. Es más, la hembra que Melo escogió para comenzar el programa prefiere su libertad; Socorro ha evadido la captura durante los últimos cuatro años. Cuando finalmente pueda ser atrapada, un macho llamado Zidane la esperará en la Fundação Zoo-Botânica.

Melo también recoge información sobre poblaciones más pequeñas de monos aislados. De los aproximadamente 1000 muriquis del norte que quedan en Brasil, menos de 400 viven en la reserva Caratinga, lo que deja que muchos monos no sean estudiados. Cuando Melo identifica poblaciones aisladas de muriquis, él está especialmente interesado en obtener datos sobre su diversidad genética. En grupos separados y pequeños, los monos con menos diversidad genética tienden a ser más susceptibles a las enfermedades y a ser menos resistentes a los cambios ambientales.

Apoyando a la causa de los Muriquis

Otro de los colegas de Strier es Sérgio Lucena Mendes, quien ahora coordina un proyecto del Instituto de Pesquisas da Mata Atlântica (IPEMA) que sigue alrededor de 100 muriquis del norte que se encuentran a lo largo de fragmentos de bosques privados en Santa Maria de Jétiba. Mendes era un colega cuando conoció a Strier hace varias décadas — ambos estudiaban primates en el mismo bosque.

Life is good! Muriquis are more leisure-oriented than most other primates, and spend an average of 49% of their day resting — compared with 29% traveling, 19% feeding, and 2% socializing and engaging in other activities — according to researchers. A northern muriqui in RPPN Feliciano Miguel Abdala, Minas Gerais, Brasil. Photo by Bart van Dorp under the Creative Commons Attribution 2.0 Generic license.
¡Viva la vida! Muriquis disfrutan más del tiempo libre que otros primates. Un muriqui del norte en RPPN Feliciano Miguel Abdala, Minas Gerais, Brasil. Foto de Bart van Dorp bajo Creative Commons Attribution 2.0 Generic license.

“Mi trabajo se centra en el monitoreo de poblaciones, en la ecología del paisaje, genética, y educación científica que busca proponer y ejecutar acciones para proteger a la población de muriquis del estado de Espírito Santo”, dijo Mendes, quien ahora es profesor en la Universidade Federal do Espírito Santo. “También preparamos un plan de acción para preservar a los muriquis de la región, y estamos participando en el Plan de Acción Nacional (PAN) para la protección de ambas especies”.

Más al sur, los muriquis se han beneficiado del interés de un antiguo estudiante de Strier, Mauricio Talebi. Ahora él es presidente de la Asociación Pro-Muriqui, donde ha estudiado las especies del sur durante 15 años. Alrededor del 90 por ciento de estos monos se encuentran en el estado de São Paulo, especialmente en el Parque Estatal Carlos Botelho, con algunos grupos en la ciudad de Río de Janeiro y el estado de Paraná. Aunque viven en áreas protegidas, estos monos sufren más a causa de los cazadores que por sus hábitats fragmentados.

A prehensile tail is handy for these tree-dwellers who move around the forest using rapid hand-over-hand movements and tail-swinging techniques. Photo by Kenny Ross under Creative Commons Attribution 2.0 Generic license.
Una cola prensil es de gran ayuda para estos primates que se mueven por el bosque usando técnicas de movimiento de mano a mano y colgándose de los árboles con la ayuda de sus colas. Foto de Kenny Ross bajo Creative Commons Attribution 2.0 Generic license.

Talebi hizo sus estudios en medicina veterinaria, pero desarrolló una pasión por los primates antes de empezar sus prácticas. Los muriquis lo intrigan, no solamente por su gran tamaño — pesan un promedio de 9 kilos — pero también por su rol importante para la distribución de semillas por todo el bosque.

“Para mí, ellos son poéticos”, dijo Talebi. “Estos monos son los jardineros del bosque, cumplen una función muy importante. Si los muriquis se extinguieran, en unas dos o tres décadas, estos bosques presenciarían una mucho menor diversidad de árboles”.

Variaciones de muriquis del norte y del sur 

Curiosamente, los comportamientos “hippies” que fueron documentados por Strier al norte no son siempre típicos en el sur. “Imagínense”, dijo Talebi, “yo me adentro a este bosque y todo lo que he estudiado sobre el pacífico muriqui resulta ser lo contrario aquí. Estos monos compiten por su alimento y se burlan los unos de los otros. La ciencia conoce un mono, pero yo estoy empezando a aprender sobre otro”.

A big male leaping tree-to-tree. Courtesy of Sergio Mendes. Photographer Rogerio Ribeiro.
Un macho grande brincando de árbol a árbol. Cortesía de Sergio Mendes. Fotógrafía de Rogerio Ribeiro.

En los últimos cinco años, Talebi se ha centrado en esta “nueva frontera” en el estudio del muriqui del sur, a través del monitoreo sistemático de la población. “Para las especies que están al borde de la extinción, no está mal observar a una población donde todo parece ir bien”, dijo. “Pero debemos monitorear las poblaciones aisladas y más pequeñas, también”.

Su lugar de estudio de campo es el Parque Estatal Carlos Botelho, un área completamente protegida donde se estima que viven de 600 a 800 muriqui. Talebi también está comparando otros cuatro lugares a lo largo del estado de São Paulo, donde existe un total aproximado de 100 monos. Los fondos para muchos de estos proyectos vienen de FUNBIO, el Fondo Brazileño para la Biodiversidad, y de grandes compañías, como fabricadores de papel Fibria Papel e Celulose y Klabin S/A, los cuales quieren mejorar su imagen ambiental.

Talebi también monitorea otras poblaciones de muriquis. En muchos lugares donde antes había poblaciones saludables, Talebi está descubriendo que no quedan evidencias de los animales. El descubrimiento de extinciones locales a gran escala fue la razón inicial por la cual la denominación de animal en peligro fue otorgada al muriqui este año.

A pesar de estos descubrimientos poco alentadores, la conservación del muriqui está mejorando. Para los muriquis en la reserva de Caratinga, lo importante será conseguir más espacio para que la población pueda seguir creciendo. Strier es optimista sobre la reforestación de fincas abandonadas alrededor de la reserva, algo que está ocurriendo de forma natural y que podrá ofrecer un nuevo hábitat para los monos.

Los grupos más pequeños de muriquis del norte posiblemente necesitarán otras estrategias, dijo Strier, como por ejemplo la translocación de hembras entre grupos para maximizar el apareo y la diversidad genética.

Para el muriqui del sur, Talebi menciona muchas otras posibilidades: mayor información y educación para que el público reconozca el valor del muriqui; la mejora de corredores boscosos para que se unan grupos aislados; y el entrenamiento de una nueva generación de científicos que seguirán con las tradiciones de investigación y conservación de Strier.

Aunque el gobierno y la asistencia corporativa han ayudado a la conservación del muriqui, siempre resulta complicado mantener suficientes fondos para continuar la lucha.

Zidane” is one of the few muriqui in captivity. Captured in 2008, he is the only surviving male from a small group of 10 monkeys that disappeared from a small forest fragment. Now the lonely primate lives at Fundação Zoo-Botânica, awaiting the capture of a wild female so a selective breeding program for this species can begin. Photo courtesy of Fabiano Rodrigues de Melo.
“Zidane” es uno de los pocos muriquis en cautiverio. Fue capturado en el 2008, y es el único macho sobreviviente de un pequeño grupo de 10 monos que desapareció de un fragmento de bosque. Foto cortesía de Fabiano Rodrigues de Melo.

De acuerdo a Talebi, los esfuerzos para salvar a los muriquis del sur han costado alrededor de 50.000 dólares al año en la última década, junto a otros 100.000 dólares de inversión para la compra de tierras para que los monos tengan un hábitat casi ideal. Para asegurarle un futuro a los muriquis, esos fondos deben duplicarse cada año, dijo. Aún más importante es la falta de 300.000 dólares para comprar un terreno que asegurará un hogar para los muriquis del sur.

Para los muriquis del norte en Caratinga, Strier calculó que los gastos anuales para la investigación, infraestructura, y apoyo de personal que trabaja en la reserva son aproximadamente de 100.000 dólares. Como es una reserva privada, no tiene acceso a fondos del estado o del país. En un mundo ideal, un mejor futuro para los monos incluiría un bosque expandido y más personal en la reserva para ayudar a turistas y a proyectos educativos. Esos planes podrían llevar a gastos de 150.000 dólares al año para esa población, donde vive un tercio de los muriquis del norte.

“Lo que necesitamos para Caratinga, y lo que apreciaríamos de parte de todos los donantes, sería el establecimiento de un fondo fiduciario”, dijo Strier. Un fondo de 3 millones de dólares con una tasa de interés de cinco por ciento podría generarnos 150.000 dólares cada año para cubrir los costos de operación y de investigación. “Por un costo equivalente de unos cuantos misiles SCUD, podríamos salvar la población más grande de muriquis, continuaríamos estudiándolos, y nos quedarían aún fondos para apoyar a otros proyectos en otras partes”, dijo Strier.

El dinero no es la única cosa necesaria para la conservación de muriquis. Aunque se reconoce el valor de las donaciones para los grupos de conservación de muriquis, también se necesitan voluntarios con experiencia.

Por ejemplo, Talebi dice que él se beneficiaría enormemente de la ayuda de un “buen diseñador de sitios de internet” para su nueva ONG; un trabajo que se podría hacer de lejos, sin la necesidad de usar un pasaporte. Talebi también invita a estudiantes universitarios a que sigan sus estudios en sus sitios de investigación de muriquis. El ecoturismo también se está convirtiendo en un gran recurso para la conservación de las especies, y de paso ayudando a las comunidades y a las personas que comparten el mismo hábitat boscoso.

“Nuestro desafío principal en los próximos 30 años es: ¿Cómo podemos aprovechar la creatividad de las personas — no sólo de los científicos o del gobierno — para salvar a estos increíbles monos?” dijo Talebi.

Socorro,” the one who got away. Fabiano Rodrigues de Melo and his colleagues have been trying to capture this isolated Northern muriqui female for four years. Females generally leave their “home” group at around six years of age to find less closely related monkeys with which to live and mate. But most muriqui populations are small and dispersed among forest fragments. Socorro, for example, lives in a forest fragment of just 3 hectares. So, females sometimes end up alone — a disaster for a critically endangered species that can’t afford to miss any breeding possibilities. Two months ago, Melo’s team finally trapped this female. Then, to the astonishment of the would-be muriqui matchmakers, she wriggled between the cage bars and escaped. Hence her name, which loosely translates as “distress.” Socorro was unharmed by her escape; this image was taken shortly after she regained her freedom. Photo courtesy of Fabiano Rodrigues de Melo.
“Socorro,” la que se escapó. Fabiano Rodrigues de Melo y sus colegas han tratado de atrapar esta hembra aislada durante más de cuatro años. Socorro no ha sufrido a causa de su escape; esta imagen fue tomada poco después de que hubiera recuperado su libertad. Foto cortesía de Fabiano Rodrigues de Melo.
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