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La acidificación del océano Ártico amenaza a la red alimentaria y las pesquerías principales


Scientists collected water samples to measure ocean acidification in the Bering, Chukchi, and Beaufort seas on two research cruises aboard the US Coast Guard cutter Healy. Photo credit: Jeremy Mathis / NOAA.Los científicos recogieron muestras de agua para medir la acidificación del océano en los mares Bering, Chuckchi y Beaufort durante dos viajes de investigación a bordo del rompehielos de los guardacostas de los EE.UU. Healy. Fotografía de Jeremy Mathis /NOAA.



Uno de los efectos secundarios del incremento de los niveles de dióxido de carbono es el aumento de acidez en los océanos, un fenómeno que los científicos han descrito como una amenaza existencial para la vida marina. Las aguas del Ártico y del extremo norte del Pacífico son especialmente propensas a la acidificación como resultado de varios factores naturales, por lo que los científicos creen que esta región tiene la misma función que el canario que se introduce en las minas para el resto de los océanos del mundo. Un nuevo estudio muestra que en solo quince años las aguas podrían ser demasiado ácidas para que ciertas especies marinas construyan y mantengan sus caparazones durante el año.

La acidificación de los océanos funciona así: la capa superior del océano entra en contacto con los gases atmosféricos y los disuelve gradualmente; el dióxido de carbono crea ácido carbónico cuando se disuelve en el agua, lo cual aumenta la acidificación del océano. A medida que el agua del océano se acidifica, pierde la capacidad de mantener los niveles de carbonato de calcio mineral que muchos organismos marinos, desde el diminuto plancton al final de la cadena alimentaria hasta las almejas y los cangrejos, necesitan para reconstruir sus caparazones.

El nuevo estudio, publicado en la revista Oceanography, afirma que ya en estos momentos “la rápida acumulación de dióxido de carbono en los mil metros superiores del océano ha alterado radicalmente la química del agua marina, lo cual ha hecho que el océano sea un 30 % más ácido”.


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La tripulación del Healy baja sensores que miden la temperature, la salinidad y el carbon disuelto en el océano Ártico. Fotografía: Jeremy Mathis / NOAA/ NOAA.

Para saber cuánto tiempo tardaran las aguas del Pacífico y el Ártico en alcanzar umbrales críticos tras los cuales los animales con caparazón no serían capaces de reproducirse o sobrevivir, investigadores de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de los Estados Unidos (NOAA), la Universidad de Alaska Fairbanks y la Institución Woods Hole Oceanographic pasaron un mes en el rompehielos guardacostas de los EE.UU. Healy en los mares de Bering, Chukchi y Beaufort en Alaska.

Desde el rompehielos Healy, evaluaron la química del agua en la región tras medir elementos como la temperatura, la salinidad y la disolución del carbono. Gracias a esas mediciones, pudieron validar las predicciones de un modelo informático diseñado para predecir cambios en la acidez del océano en esa región. Después, utilizaron el modelo para proyectar niveles de acidificación futura en la región del Pacífico norte y el Ártico.

El modelo predijo que los niveles de aragonito –un mineral de carbonato cálcico esencial para construir los caparazones– descenderá por debajo de los umbrales naturales durante gran parte del año en 2015 en el mar de Beaufort, en 2027 en el de Chukchi y en 2044 en el de Bering.

“Nuestra investigación muestra que en 15 años, la química de estas aguas ya no tendrá la suficiente saturación de carbonato de calcio para que muchos animales desde pequeños caracoles de mar hasta el cangrejo rey de Alaska construyan y mantengan sus caparazones durante ciertas épocas del año”, afirmó Jeremy Mathis, oceanógrafo de NOAA y creador principal del estudio, en un comunicado de prensa.


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Jessica Cross, investigadora de la Universidad de Alaska y coautora del nuevo estudio hace pruebas con las muestras de agua en un viaje de investigación en el Ártico a bordo del Healy. Fotografía: Jeremy Mathis / NOAA.

El efecto dominó de estas alteraciones del ecosistema a gran escala tendrá eco en estratos superiores de la cadena alimentaria marina. Finalmente, podría tener repercusiones económicas y nutricionales enormes para las poblaciones humanas que dependen del pescado. Según el comunicado, casi un 60 % de las pesquerías comerciales que llegan a los Estados Unidos por peso se capturan en Alaska. Eso representa más de 2600 millones de kilos de pescado y un valor de 1900 millones de dólares al año.

“La región del Pacífico y el Ártico, con su vulnerabilidad a la acidificación oceánica, nos da una visión temprana de cómo responderán los océanos mundiales ante el aumento de las emisiones de dióxido de carbono provocadas por los humanos que están absorbiendo”, declaró Mathis en el comunicado de prensa. “Aumentar la observación en esta zona nos ayudará a desarrollar la información medioambiental necesaria para que los políticos y la industria aborden los desafíos cada vez mayores de la acidificación del océano”.

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