Entre el 24 de junio y el 13 de julio, se encontraron flotando nada menos que los cadáveres de tres ballenas francas glaciales del Atlántico Norte en peligro de extinción en aguas canadienses en el golfo de San Lorenzo.
Con solo unos 500 ejemplares vivos, los científicos dicen que la muerte prematura de cualquier ballena franca glacial del Atlántico Norte (Eubalaena glacialis) es motivo de preocupación. La especie no ha conseguido recuperarse de la caza intensiva, a pesar de las medidas de protección adoptadas desde el final de la caza comercial de esta especie de ballenas en 1935.
“Tres ballenas francas glaciales en tres semanas… Es bastante alarmante”, dijo Moira Brown, una científica del New England Aquarium en Boston que dirige un programa que monitoriza a las ballenas en sus zonas de alimentación históricas del verano en la bahía de Fundy y frente a la costa de Nueva Escocia. “Es un golpe para la población y sin precedentes en términos de lugar y tiempo. Simplemente un mal inicio al 2015 para las ballenas francas glaciales del Atlántico Norte en aguas canadienses, eso es seguro”, le dijo a mongabay.com.
Conocida como la “ballena urbana”, la ballena franca glacial del Atlántico Norte vive, principalmente, en las transitadas aguas a lo largo de la costa este de los Estados Unidos y Canadá. Las amenazas más importantes para su supervivencia incluyen colisiones con barcos –la principal causa de muerte del animal según un estudio de 2012– y enredarse en aparejos de pesca. Otro estudio de 2012 de los patrones de las cicatrices en los cuerpos de las ballenas francas glaciales del Atlántico Norte encontró que el 83 por ciento de los animales se habían enredado en aparejos de pesca al menos una vez. A veces, las ballenas se las arreglan para deshacerse de los aparejos ellas mismas o con la ayuda de personas que las rescatan, pero cuando no lo hacen, puede constituir una muerte lenta y atroz. Científicos también han documentado unos índices de reproducción inesperadamente bajos y un declive en el número de hembras entre las ballenas francas glaciales que no han sido capaces de explicar totalmente.
Todavía se desconocen las causas de las tres últimas muertes.
La primera ballena se encontró flotando cerca de la pequeña ciudad de Percé, Quebec, el 24 de junio. Los científicos remolcaron el cadáver a tierra, lo sacaron del agua y fue transportado por un remolque de caja plana a un vertedero tierra adentro, donde realizaron una necropsia, según Brown. No encontraron una causa evidente de la muerte, aunque los análisis de tejidos en el laboratorio pueden aún revelar algunas pistas, dijo.
Científicos del New England Aquarium, que mantienen un catálogo de casi todos los ejemplares de la especie, identificaron a la ballena como una hembra de aproximadamente 24 años llamada Piper que han seguido desde 1993. A lo largo de los años, Piper dio a luz a tres crías, la última hace solo dos años. Se había enredado en aparejos de pesca al menos dos veces, en 1994 y 2002, dijo Brown.
“No encontraron un feto, pero le habría tocado quedarse embarazada enseguida, bien este año o, normalmente, el siguiente –suele ser cada tres años–”, dijo Brown. “Por supuesto, la tragedia de perder a una hembra adulta, una madre, es que la pierdes a ella y pierdes a sus futuras crías”.
Dos semanas después de Piper, el 9 de junio, un avión del gobierno canadiense fotografió un segundo cadáver a, aproximadamente, 70 millas náuticas al este de Percé. Según Brown, estaba flotando y ya se encontraba muy descompuesto. Entonces, cuatro días más tarde, el 13 de julio, unos marineros fotografiaron una tercera ballena franca glacial muerta unas 20 millas náuticas al oeste de las islas de la Magdalena, también en el golfo de San Lorenzo.
Ningún cadáver fue trasladado. Los investigadores del acuario no pudieron identificar el segundo cuerpo, pero determinaron que el tercero era una hembra de seis años, que no tenía nombre, que había sido vista viva por última vez el 27 de diciembre.
Brown llamó a la pérdida de al menos dos hembras “un golpe” para la especie.
Extrañas Migraciones
Las tres muertes llegan en medio de un aumento sorprendente de la actividad de la ballena franca glacial en el golfo de San Lorenzo, dijo Brown. Este verano, ya ha habido informes de 20 ballenas francas glaciales en el golfo, pero, normalmente, las ballenas no aparecen en la zona hasta más adelante en el verano.
“Este es un número de avistamientos en el golfo de San Lorenzo sin precedentes para esta época del año”, dijo Brown.
Pero, en los últimos años, las migraciones anómalas de la ballena franca glacial se han convertido en lo normal.
Una buena proporción de la población solía migrar, fiablemente, entre los criaderos de inviernos frente a las costas de Florida y Georgia, las zonas de alimentación de invierno en la bahía de Cabo Cod y las zonas de alimentación de primavera y verano cerca de Cabo Cod. Y los datos del acuario, que se remontan 35 años, muestran que la mayoría de las ballenas, de manera consistente, pasan desde el final de la primavera hasta el otoño, principalmente, en dos zonas de alimentación bastante al sur del golfo de San Lorenzo: en la bahía de Fundy y en una zona conocida como Roseway Basin al sur de Nueva Escocia. Entre otras desviaciones en el antiguo patrón migratorio, durante los últimos cuatro veranos y otoños ha habido muchas menos ballenas en esos dos lugares, y las que han ido, no se han quedado mucho tiempo, dijo Brown.
Las ballenas parecen estar buscando, pero no encuentran, el determinado tipo de zooplancton –copépodos– de los que dependen para su sustento y otrora encontrados en abundancia, dijo. Tanto ella como otros investigadores sospechan que el calentamiento de las aguas de la región están manteniendo a los copépodos, que tanto les gusta el agua fría, más al norte.
Brown se está preparando para salir en el barco a realizar el estudio anual del acuario de las ballenas francas glaciales en la bahía de Fundy y en Roseway Basin, como lo ha hecho cada agosto y septiembre de los últimos 35 años. Sin embargo, este verano también llevará a cabo estudios auxiliares en el golfo de San Lorenzo.
Encontrar y proteger ballenas con nueva tecnología
Donde quiere que estén las ballenas que faltan, es casi seguro que se han ido allí en busca de comida, dijo Brown, y tanto ella como los otros científicos están decididos a encontrarlas.
Este verano, además de los estudios a bordo de un barco de Brown, el Centro Noroeste de Ciencia Pesquera de la Administración Nacional Oceánica Atmosférica está llevando a cabo estudios aéreos de manera periódica de las ballenas en aguas frente a la costa noreste de los EE.UU.
Pero los biólogos de la ballena franca glacial están cada vez más a menudo echando mano de las nuevas tecnologías. El New England Aquarium es parte de una colaboración dirigida por investigadores de la Universidad Dalhousie en Halifax que está intentando aclarar el cambio en los patrones migratorios de las ballenas y encontrar donde se pueden estar congregando.
La semana pasada el grupo desplegó un trio de vehículos autónomos conectados por satélite en Roseway Basin y en otro lugar frente a la costa de Nueva Escocia, dijo Brown. Dos de los vehículos están equipados con hidrófonos que pueden detectar e identificar cuatro especies de ballenas en peligro de extinción por sus llamadas: la ballena franca glacial del Atlántico Norte, la ballena rorcual norteña (Balaenoptera borealis), la ballena de aleta (Balaenoptera physalus) y la ballena jorobada (Megaptera novaeangliae). El tercer vehículo autónomo puede detectar plancton, así como medir la temperatura del agua, la salinidad y la profundidad.
“Estamos mirando, escuchando y esperando que bien oigamos o veamos algo”, dijo Brown.
Se tardó décadas en establecer las zonas de hábitats esenciales de las ballenas francas glaciales y protegerlas, lo que incluyó mover ciertas vías de navegación para evitarlas. Pero ahora que las ballenas parecen haber cambiado sus itinerarios en respuesta a los cambios en las condiciones del océano, los investigadores deben volver a pensar cuál es la mejor manera de protegerlas. El gol es tener un sistema ágil para detectar las ballenas donde quiera que estén y alertar a los marineros tan rápido como sea posible para que así puedan evitar colisiones, dijo Brown.
Además del uso de vehículos autónomos, la estrategia incluye el despliegue de una aplicación llamada WhaleAlert que permite a cualquiera informar de avistamientos de ballenas, incluidos animales muertos o heridos. También avisa a los marineros cuando las ballenas están cerca y les envían información detallada sobre zonas de velocidad reducida y de exclusión.
“No podríamos haber incorporado la tecnología en un mejor momento. Porque necesitamos ayuda para intentar encontrar donde se están congregando las ballenas francas glaciales. Y… el área potencial es tan amplio que no podemos hacerlo solo visualmente”, dijo Brown.
No está claro si cualquiera de estas cosas podría haber ayudado a las tres ballenas francas glaciales del Atlántico Norte que, hasta la fecha, han muerto este verano. Si hay un resquicio de esperanza a las prematuras muertes es que pueden, con el tiempo, ofrecer una pista a los cambios migratorios de las ballenas.
Citas
Van Der Hoop, J. M., Moore, M. J., Barco, S. G., Cole, T. V.N., Daoust, P.-Y., Henry, A. G., McAlpine D. F., McLellan, W. A., Wimmer, T. and Solow, A. R. (2013), Assessment of Management to Mitigate Anthropogenic Effects on Large Whales. Conservation Biology, 27: 121–133. doi: 10.1111/j.1523-1739.2012.01934.x
Knowlton, A., Hamilton, P., Marx, M., Pettis, H., and Kraus, S (2012), Final report on 2009 right whale entanglement scar coding efforts. NOAA, NMFS, Northeast Fisheries Science Center. Contract #EA133F-09-CN-0252.