Video de: Mic Smith.
En marzo del año 2012, unos cazadores furtivos ingresaron a la reserva natural Kariega en la provincia de Cabo Oriental, Sudáfrica. Después de disparar dardos con drogas veterinarias inmovilizantes a unos rinocerontes —lo cual es más silencioso que atacar con disparos—, los cazadores les cortaron los cuernos con machetes, y provocaron heridas faciales profundas a los animales, que estaban inmóviles pero no anestesiados.
Will Fowlds, un veterinario de vida silvestre que trabaja en Grahamstown, en la provincia de Cabo Oriental, describe el horror que sintió al llegar a la escena del ataque poco después de que se hubieran encontrado a los rinocerontes, aún con vida.
“El grado de fuerza y violencia que hay que ejercer para quitar esa cantidad de carne de la cara del rinoceronte, debido al grosor de la piel y la dureza del cráneo y de la base de los cuernos que tuvieron que cortar… Realmente es muy difícil. Hay que estar muy decidido para atacar a un animal de esa manera, y especialmente a un animal que está vivo”, cuenta.
Uno de los rinocerontes murió esa noche, pero Fowlds estuvo al cuidado de los otros dos que sobrevivieron, un macho llamado Themba y una hembra llamada Thandi. Themba murió tres semanas después debido a una infección que se produjo en una herida que le habían hecho los cazadores en la pierna.
Fowlds operó a Thandi para reparar cerca de cincuenta heridas que tenía en la cara. Con el tiempo la rinoceronte se recuperó, y en enero de 2015 dio a luz a una cría.
Fowlds es pionero en técnicas quirúrgicas de reconstrucción facial en animales y sigue ayudando a tratar a aquellos que sobreviven a los ataques de cazadores furtivos, que han aumentado considerablemente en Sudáfrica para dar abasto al mercado negro de Asia.
Lea el informe completo de Mic Smith aquí:
Amid rhinoceros poaching frenzy, dark days for South African society