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El cambio climático está provocando grandes cambios en los bosques tropicales

  • Durante la última década, los bosques tropicales del noroeste de Colombia han estado encogiéndose y cambiando direccionalmente posiblemente debido a las condiciones del cambio climático.
  • Los investigadores advierten que esto podría suponer la muerte de especies en espacios aislados y sin ningún otro lugar al que ir.
  • Las averiguaciones del estudio probablemente no se limitan a Sudamérica sino que los bosques tropicales de todo el mundo están cambiando en respuesta al cambio climático.

Se sabe perfectamente que el cambio climático está afectando notablemente a los océanos del planeta, ya que el nivel del mar sube y el agua se acidifica. No obstante, los bosques también están experimentando un fuerte impacto. Los cambios en los patrones de precipitaciones están provocando sequías en el bosque tropical del Amazonas, y las temperaturas más cálidas de invierno están permitiendo que escarabajos responsables de la muerte de los árboles se expandan más al norte en regiones boreales. Ahora, una nueva investigación revela que el cambio climático podría estar “moviendo” los bosques tropicales.

Un estudio publicado recientemente en Proceedings of the National Academy of Sciences revelaba que en la última década, los bosques tropicales del noroeste de Colombia han estado encogiéndose y cambiando direccionalmente posiblemente debido a las condiciones del cambio climático. Las áreas del norte de los bosques montanos de los Andes y tierras bajas colindantes de Colombia están experimentando un fenómeno llamado “termofilización”, según el estudio. Se trata del descenso de la cantidad de especies de las tierras altas que toleran el frío mientras que solo están quedando las que se adaptan al calor de las tierras bajas. Existe una constante en estos patrones y se esperan migraciones de especies hacia arriba debido al cambio climático, señalan los autores.

El estudio descubrió fuertes vínculos entre la composición de las especies forestales y los cambios de temperatura. A simple vista, los cambios en los bosques parecen aparentemente pequeños, contaba a mongabay.com Kenneth Feeley, coautor del estudio del PNAS y Profesor Asistente de Biología en la Universidad Internacional de Florida. “Si fuéramos al bosque cada año y mirar a nuestro alrededor, veríamos muchísima vegetación fuerte y sana”, decía. “Solo con mediciones precisas sobre qué especies hay, cuántas de ellas y la altura de cada árbol se pueden evidenciar los cambios. Una vez que ves estos números, te das cuenta de que los cambios son enormes”.

Bosque montano en Colombia. Foto por Rhett A. Butler.

Feeley decía que la expansión de algunas especies está redirigiéndose hacia arriba con una media de dos o tres metros cada año, lo que iguala un cambio horizontal de decenas de metros. Él atribuye la mayor parte de este cambio al secado que están sufriendo las distribuciones forestales en altitudes más bajas.

“De manera que si permanecemos en el rango inferior de las especies un año y volvemos diez años más tarde, los árboles más bajos de esas especies serían ahora algo así como 20 metros más altos y 100 metros más alejados”, decía Feeley.

En otras palabras, en lugar de las distribuciones de comunidades de árboles cambiando o expandiéndose, están retirándose hacia arriba ya que es hace demasiado calor en las áreas más bajas de su cobertura. Esto, según los autores, no es un buen augurio para la subsistencia de las especies o la biodiversidad.

Este estudio, realizado en Antioquía, Colombia, continúa las averiguaciones de dos estudios anteriores; uno en el Parque Nacional Manu, en Perú, y el otro en el Volcán Barva, en Costa Rica. “En su conjunto, los tres estudios sugieren que el aumento de la expansión de migraciones pudiera estar sucediéndose en muchos otros bosques montanos neotropicales”, afirman los autores del estudio.

Feeley comenta que los efectos parecen ser ubicuos en las áreas estudiadas.

“La cantidad relativa de especies de tierras bajas está incrementando”, decía Feeley. “Pero solo se debe a que ha habido un descenso en la cantidad de especies de las tierras altas. El patrón general es que las especies mueran en las partes más bajas y cálidas de sus dominios, pero no están expandiendo su alcance a nuevos y propicios hábitats en elevaciones más altas. En tan solo una década, la riqueza de especies de árboles adultos disminuyó en 15 de los 16 puntos de estudio en Colombia con una media de cuatro especies”, afirmaba.

“En teoría, podríamos esperar que las especies también invadieran zonas más elevadas de las áreas que solían ser muy frías para ellos pero que ahora son “perfectas”. No obstante, en la mayoría de casos, las especies no están adentrándose en áreas más elevadas”, añadía Feeley. Esto, decía, podría ser debido a la falta de dispersión o a muchos otros factores que evitan que las especies se establezcan en nuevas áreas.

Los bosques tropicales de Colombia son hogar de muchas especies, como el mono aullador rojo (Alouatta seniculus). Foto por Rhett A. Butler.

Los investigadores descubrieron que las comunidades de árboles adultos con más de un mamífero, pájaro o semillas dispersadas por viento modifican más rápido su composición respecto a comunidades con más dispersión balística, por gravedad, por agua u hormigas.

Desde un punto de vista de conservación, esto es importante ya que “paralelamente estamos disminuyendo la cantidad de mamíferos y especies de aves, así como fragmentando el hábitat en estos paisajes”, describen los autores.

En el caso de los árboles jóvenes, los cambios de composición se asocian de manera más evidente a las condiciones de la tierra que puede influenciar la germinación y establecimiento en el lugar. Se descubrió que las comunidades de árboles jóvenes están cambiando más rápidamente que las comunidades adultas. Feeley afirmaba que esto se debe a que las comunidades jóvenes son más dinámicas que las adultas. Los árboles mueren y se renuevan más rápidamente, lo que significa poder ver tasas más rápidas de cambio en la composición a lo largo del tiempo, aseguraba. Las comunidades adultas poseen mucha fuerza, son árboles grandes y viejos que tienen a quedarse incluso cuando el clima no les favorece.

Águila harpía (Harpia harpyja). Foto por Rhett A. Butler.

Otros factores ambientales como la adaptación de las especies a la tierra, así como perturbaciones antropogénicas como la caza y pérdida de hábitat pueden limitar las migraciones de vida salvaje y, como consecuencia, reducir la capacidad de las poblaciones de bosques para responder ante el cambio climático, destaca el informe.

El estudio revela que la termofilización se produce en árboles a una velocidad constante y con el correspondiente aumento de las temperaturas. Las averiguaciones apoyan la hipótesis de que los cambios en la composición que se han observado son parte de un proceso a largo plazo, como el calentamiento global, y no una respuesta a ningún evento episódico particular. Todos los resultados indican que los bosques tropicales se están viendo fuertemente afectados por el cambio climático y sugiere que muchas especies correrán un riesgo elevado de extinción a medida que el calentamiento continúe.

Desde la década de 1960, las temperaturas medias anuales en la provincia de Antioquía, en Colombia, han estado aumentando. La tasa de calentamiento por todo el Neotrópico está acelerándose y se espera que las temperaturas suban de dos a cuatro grados Celsius a final de este siglo.

Los investigadores afirman que es importante tener en mente que el cambio climático supone muchas variables más allá de la temperatura media anual. Por ejemplo, los cambios en el tiempo y cantidad de las precipitaciones pueden provocar posibles migraciones de especies también. “En otra palabras, la termofilización de las poblaciones de árboles del norte de los Andes puede tener el efecto adverso de aumentar la demanda de humedad de estos bosques y vulnerables a futuras sequías”, dice el estudio. Son malas noticias para la persistencia de estos sistemas ya que la mayoría de modelos climáticos predicen un descenso de precipitaciones, especialmente en periodos estacionales secos en las próximas décadas en esta región. Los cambios en las comunidades de árboles jóvenes también indican que estos bosques seguirán experimentando variaciones en su composición durante mucho tiempo en el futuro.

Los bosques tropicales están sistemáticamente infrarrepresentados en los estudios que examinan los efectos del cambio climático, decía Feeley. “Tendemos a centrar nuestra atención en sistemas como el Ártico o la Antártida donde los cambios son claramente visibles: hielo derritiéndose o subida del nivel del mar. Pero en realidad, algunos de los efectos más fuertes y extremos del cambio climático se están produciendo en los bosques tropicales”, decía.

Basilisco de cabeza roja (Basiliscus galeritus). Foto por Rhett A. Butler.

Según Feeley, es frecuente considerar la región montañosa de los Andes el más cálido de todos los puntos de biodiversidad; una de las regiones más biodiversas biológicamente y más amenazadas de todo el mundo. La mayoría de las especies de los andes tienen unos dominios reducidos y muchas están limitadas a estrechas hileras de elevación o incluso a valles o crestas.

“Las Montañas de los Andes contienen un gran número de especies endémicas que inherentemente son más sensibles a los cambios en su medio ambiente que las especies generales extendidas”, decía Feeley.

De acuerdo con la Alianza para la Extinción Cero, el lugar del estudio es hogar de un número de especies en peligro de extinción como el arrierito antioqueño (Lipaugus weberi) y la diglosa pechifurra o mielero (Diglossa gloriosissima), ambas son aves nativas de Colombia. Entre las especies en peligro crítico de extinción hay anfibios como el sapo Antado Stubfoot (Atelopus galactogaster) del que se conocen 10 especímenes, el sapo stubfoot de Niceforo (Atelopus nicefori), y la rana cutín de Argelia (), que ocupan un área de menos de 10 kilómetros cuadrados (cuatro millas cuadradas). La zarigüeya de Handleyi (Marmops handleyi) es otra especie en peligro crítico de extinción del que se conocen tan solo dos ejemplares que fueron encontrados en el punto de estudio en Antioquía.

According to Global Forest Watch, the region encompassing the study site (outlined in green) lost nearly 4 percent -- 369,000 hectares -- of its tree cover to deforestation and plantation activity between 2001 and 2013. The area features many Alliance for Zero Extinction (AZE) sites, which indicate the ranges of endangered species with limited distributions and populations found nowhere else on the planet.
Los datos de Global Forest Watch mostrando que la región comprendida en el lugar del estudio (destacada en verde) perdió cerca del 4 por ciento —369 000 hectáreas— de su cubierta forestal debido a la deforestación y actividades de plantación entre 2001 y 2013. El área presenta muchos puntos de Alianza para la Extinción Cero (AZE, por sus siglas en inglés), lo que indica los ámbitos de especies en peligro de extinción con distribuciones y poblaciones limitadas que no se encuentran en ningún otro punto del planeta.

“Si las especies de árboles se secan, entonces los animales que dependen de ellos también morirán,” decía Feeley. De hecho, un estudio anterior en Perú mostraba que las especies de pájaros están modificando sus distribuciones aproximadamente al mismo ritmo que las especies de árboles.

Muchas de las miles de especies que viven en bosques tropicales están adaptadas y especializadas a climas muy estables y, por lo tanto, muy sensibles a los cambios que están produciéndose ahora, decía Feeley.

La consistencia de los tres estudios independientes realizados en diferentes partes del Neotrópico entre distintos bosques lanza dos conclusiones: el desencadenante de los cambios de composición es el calentamiento global, y que probablemente estén ocurriendo en otros bosques tropicales del mundo.

“Los efectos del cambio climático son ubicuos y generalizados —no pueden evitarse y poco importan el aislamiento o protección”, decía Feeley.

De acuerdo con el estudio, las altas tasas de deforestación y pérdida de vida animal en el área de estudio reducirán aún más la conectividad forestal y disminuirán la habilidad de muchas plantas para alcanzar nuevas áreas propicias en un futuro.

“La reducida conectividad junto con un acelerado cambio climático (incluyendo tanto incrementos en temperatura como reducción en la disponibilidad del agua) dará como resultado la retracción más rápida de los hábitats y puede provocar posibles extinciones locales y globales”, redactan los autores.

No obstante, saber cómo cambian los bosques puede servir de ayuda a los ecologistas para prepararse ante un mundo nuevo.

“Saber cómo responden las especies al cambio climático es crucial en el desarrollo de estrategias de conservación efectivas”, afirman los autores del estudio.

 

Fuentes:

 

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