- El problema de niebla de Indonesia supone una oportunidad para Jokowi para asumir liderazgo en el cambio climático.
- La crisis está generando consenso para actuar en los problemas que permiten la degradación forestal y pantanosa en Indonesia.
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Esta semana, los datos de Guido van der Werf de la Base de Datos de Global Fire Emissions mostraba que las emisiones de carbono por fuegos en todos los pantanos de Indonesia han sobrepasado los 1400 millones de toneladas en CO2, o más de la emisión anual de Japón. De manera más evidente, los fuegos han provocado un brote de contaminación que se ha esparcido rápidamente formando una crisis política regional y una emergencia de salud nacional en Indonesia, así como empresas viendo cómo sus productos se retiraban de las estanterías del mercado y eran castigadas con multas multimillonarias por el gobierno de Singapur. Esta reacción vino al final de una gran caída de la rupia indonesia y quiebra del mercado de materias primas, que han perjudicado algunas de las mayores exportaciones del país: petróleo, carbón, aceite de palma y caucho. Son días oscuros para Indonesia, en sentido literal y figurado.
No obstante, las desgracias ecológicas y crisis de la salud pública se presentan ante el presidente Joko Widodo —popularmente conocido como Jokowi— como una oportunidad para finalmente realizar reformas en los sectores forestales y de plantaciones que su predecesor Susilo Bambang Yudhoyono no consiguió implementar. Jokowi cuenta con el apoyo nacional de sus ciudadanos y de los líderes de las empresas para adoptar y poner en práctica de manera real políticas que alejen a Indonesia de las prácticas que han destruido los bosques y pantanos del país, aumentado el conflicto social, deteriorado la seguridad local alimentaria y hecho del país uno de los mayores contaminantes de carbono.
El presidente Jokowi debería aprovechar esta oportunidad como ventaja definitiva para su próxima visita estadounidense. Jokowi podría aprovechar su visita con Obama y su participación en las reuniones sobre el clima en París para, por consiguiente, ayudar a Indonesia eliminar los problemas subyacentes que han creado la actual triple crisis de su país: ambiente, economía y salud pública.
El problema
Los fuegos que están provocando la niebla por el Sureste de Asia son el producto de las políticas de uso de tierras que han fomentado la conversión de vastas áreas de pantanos y bosques tropicales ricos en carbono en plantaciones de monocultivo. El proceso comenzó hace décadas con las concesiones de tala ofertadas bajo el mandato del dictador Suharto, cuyo sistema para mantener el apoyo político dependía de las concesiones de bosque. Una vez que se acababa con los bosques de madera dura, las industrias de plantaciones se ponían en marcha convirtiendo bosques deforestados en plantaciones para madera, pulpa de madera, caucho y aceite de palma. En su avance, las zonas pantanosas, consideradas como agua estancada e inútil, fueron drenadas y despejadas para los monocultivos. Las pequeñas compañías y forasteros despilfarraron aún más tierra para convertirla en plantaciones completamente. El proceso generó una enorme cantidad de carbono, pero también prendió la mecha de una bomba de carbono aún mayor.
Ahora, esa bomba está explosionando. Los pantanos secos son zonas muy inflamables y una vez incendiados es casi imposible apagarlos. En años normales, el daño de la quema de pantanos puede ser notable pero los peores impactos se producen al término de la temporada de lluvias. Sin embargo, un periodo prolongado de sequía —como el que caracteriza a los años de El Niño— puede provocar una devastación a gran escala.
La primera toma de conciencia sobre cuán grave ha sido el impacto de la gestión de los terrenos en Indonesia se produjo durante 1982-1983 con El Niño, cuando millones de hectáreas en Sumatra y Kalimantan quedaron cubiertas de humo. No obstante, esto no fue tomado como una llamada de atención; en su lugar, desencadenó un rápido aumento precisamente de las prácticas que provocaron el problema en un primer momento. Desde 1983, el área de cultivo de aceite de palma en Indonesia se ha expandido 11 millones de hectáreas; la pulpa de madera y la leña, 4 millones; y el caucho, 2 millones de hectáreas. Y la manera más barata de despejar el terreno sigue siendo el fuego.
El mundo no prestó mucha atención a esta actividad. Pero los colosales fuegos de 1997-1998 —que quemaron más de 8 millones de hectáreas, causaron miles de millones de euros en pérdidas financieras, hospitalizaron a cientos de miles de personas con problemas respiratorios y provocaron a decenas de miles una muerte prematura— obligaron al mundo a abrir los ojos. Aun así, se hizo poco para abordar el problema. Seguían emitiéndose concesiones en turberas, se deforestaban y degradaban los bosques por culpa de leñadores e Indonesia se negaba a firmar un acuerdo transfronterizo sobre la niebla, que tenía como objetivo mejorar la coordinación en la extinción de los incendios. Durante la primera década del 2000 y principios de la de 2010, los altos precios históricos de las materias primas, especialmente aceite de palma, atrajeron aún más interés sobre el desarrollo de plantaciones. Los fuegos y neblinas se convirtieron simplemente en parte del coste de hacer negocios. Únicamente en 2013, cuando desacertados vientos provocaron más neblina de la usual en Singapur, volvió el tema a aparecer en los titulares internacionales.
Mientras los oceanógrafos se centraron en estimar la gravedad de El Niño y poco se esforzaron en abordar los temas que desatan la degradación del terreno en Sumatra y Borneo, no fue ninguna sorpresa que la niebla volviese este año. Ya hay incendios y niebla que se prevén sean los peores desde 1997-1998. Guido van der Werf de La Base de Datos Global Fire Emissions en Ámsterdam estima que las emisiones de fuegos en las turberas desde principios de septiembre están superando las emisiones de la economía estadounidense entera. Y la situación no mejorará hasta que vuelvan fuertes lluvias.
La entrada de Jokowi
La presidencia de 2014 de Jokowi aterrorizó el establecimiento político indonesio. De raíces humildes como carpintero, el punto fuerte de Jokowi era su récord de gestión competente y buen gobierno mientras servía como alcalde en Solo y Yakarta, más que por conexiones políticas o militares con líderes pasados de Indonesia que hubieran confiado en él. Era conocido por su enfoque de gestión blusukan, con el que realizaba visitas espontáneas a los pueblos, vecindarios o incluso oficinas del gobierno, así como hacer funcionar una administración limpia y competente. En otras palabras, Jokowi era considerado un tipo corriente que defendía el interés público frente los intereses particulares y la corrupción de la poderosa clase dirigente. Defendía los problemas de la gente real.
Desde fuera de la estructura tradicional del poder, había preocupación por que Jokowi no tuviera el capital necesario para llevar a cabo sus proyectos. Existía un miedo de que acabara siendo tan solo una pequeña marioneta de las potencias tradicionales.
Y a buen seguro, para Jokowi, para nada fue coser y cantar. Incluso antes de entrar en la oficina, fuertes intereses han intentado debilitar su agenda prácticamente a cada momento. Los bosques, que han sido durante largo tiempo un recurso de riqueza para alguna de la gente más poderosa de Indonesia, ha acabado siendo una baja de su realidad.
Clima actual
Los sectores forestales y agrícolas han pasado por un momento difícil con precios desplomándose y revirtiendo el boom de la pasada década. El aceite de palma se ha visto muy afectado especialmente, los líderes políticos indonesios preparan nuevos esquemas de subsidio, incluyendo incluyendo un mandato de biofuel para convertir aceite de palma en biodiesel. Los líderes incluso utilizan “la seguridad” como justificación para el desarrollo de plantaciones a gran escala en remotas partes de Borneo y Nueva Guinea.Las prioridades secundarias parecen ser los ajustes prácticos, como estimular los intereses de las plantaciones existentes y tomar medidas con los defraudadores que venden semillas de peor calidad y dejan a los pequeños agricultores en la pobreza.
Hacerse cargo de estos intereses no es fácil, pero Jokowi tiene una oportunidad de oro para tomar parte gracias a los últimos compromisos hechos con algunas de las compañías más grandes de Indonesia y a la preocupación mundial por la crisis de la niebla.
Numerosas compañías que operan en Indonesia tienen aspiraciones de ser actores globales, algo que no pueden conseguir mediante la expropiación de tierras, desatando el conflicto social, incendiando el país y derribando viejos bosques. Por tanto, han adoptado de manera pública políticas de cero-deforestación que establecen estándares para la producción y extracción. Pero muchas de estas compañías tienen actualmente grandes problemas de credibilidad tras las imágenes por satélite que muestran puntos conflictivos ardiendo en concesiones que ellas controlan. Mientras que estas compañías sostienen su inocencia por los fuegos y hacen todo lo posible por apagarlos, esto les ha supuesto un impacto público durante la crisis, que ha provocado que algunas busquen soluciones a largo plazo: más claridad en los derechos relacionados con las tierras y un mejor cumplimiento de la ley. Sea verdad o no el posicionamiento temporal, los compromisos de estas compañías y exposición a la niebla han hecho que dejen de ser defensoras de los intereses tradicionales de los negocios a ser parte de la batalla por la reforma.
Igual que Jokowi, algunas de estas compañías han retrocedido por decisiones de organismos en el gobierno de Indonesia. Por ejemplo, el Ministerio de Coordinación para Asuntos Económicos hace poco declaró que los firmantes del Compromiso del Aceite de Palma, una promesa para poner fin a la deforestación para la producción de aceite de palma, estaban dañando a Indonesia con sus promesas. Jokowi podría señalar que la neblina es lo que realmente perjudica a los indonesios: la propia investigación de Miriam Marlier en la UCLA descubrió que la neblina de 1997-1998 provocó la muerte prematura a más de 11 000 adultos por enfermedad cardiovascular. El impacto en hijos y jóvenes se estimaba incluso mayor.
En el ámbito internacional, los vecinos de Indonesia piden a gritos pasar a la acción. Tras años haciendo poco más que quejarse, Singapur ha empezado a responsabilizar a compañías de su parte en el problema, recaudando impuestos mediante multas contra compañías asociadas con fuegos causantes de la neblina. Muchas de estas compañías tienen su sede u oficinas en Singapur, cuya reputación como lugar agradable para vivir y buen sitio para los negocios está en juego debido a la niebla. Singapur, Malasia y otros han ofrecido apoyo técnico, operativo y financiero para ayudar a Indonesia a combatir los incendios.
Además, la crisis ha captado la atención de diplomáticos que asistirán a las próximas charlas sobre el clima en París. De hecho, el clima es sin lugar a duda un tema principal en la agenda para la reunión de Jokowi con el presidente Barack Obama en Washington la semana que viene.
Con estos dos posibles poderosos elementos, además del apoyo de los ciudadanos de Indonesia que lo eligieron para servir como guardián del interés público, Jokowi puede emprender una agenda que abordaría la niebla y fortalecería el compromiso de Indonesia para luchar contra el cambio climático.
Reformas necesarias
Se necesitan auténticos cambios para combatir el constante ciclo de la degradación del terreno, fuegos y niebla que asola la franja de Sumatra y el Borneo de Indonesia, y que podría también afectar a la Nueva Guinea indonesia en un futuro próximo.
Indonesia ya ha tomado decisiones importantes. Desde 2011, se lleva estableciendo una moratoria que limita las nuevas concesiones en millones de hectáreas de bosques y turberas. Se ha iniciado el proceso denominado “Mapa Único” para solucionar el solapamiento de tierras y para el compromiso de reconocimiento de derechos tradicionales del territorio. El gobierno también se muestra más comunicativo sobre cómo se utilizan los bosques, facilitando datos a plataformas como Global Forest Watch que mejoran la responsabilidad. Pero para abordar la niebla en un periodo de tiempo relevante para contener las emisiones de gases con efecto invernadero, Indonesia debe acelerar el progreso en las áreas clave.
Mayor protección en áreas sensibles. Aunque Indonesia ya estableció una moratoria sobre nuevas concesiones de tala y plantación en 2011, sigue permitiendo actividades que degradan las zonas pantanosas y crean condiciones que favorecen los fuegos y la niebla. La administración de Jokowi, dada la severidad de la actual situación, debería aplicar una moratoria sobre la conversión de todas las turberas hasta que el Ministerio de Medio Ambiente complete una re-evaluación de las concesiones en las áreas pantanosas profundas. Deberían llevarse a cabo auditorías para asegurar que todas las leyes que regulan las turberas y bosques son respetadas. En caso que se sigan las leyes, la administración podría considerar enfoques más radicales como comprar concesiones y volver a emitir licencias sobre ellas para favorecer la restauración del ecosistema. Jokowi podría demostrar su verdadero liderazgo en la CdP de París con una fuerte moratoria sobre turberas y el compromiso de restaurar todas las zonas pantanosas recientemente quemadas.
Restauración del ecosistema. Después de los pasados sucesos de niebla, los empresarios han capitalizado el daño provocado por los fuegos para poder trabajar con pantanos para plantaciones de aceite de palma. Jokowi debería poner fin a esa práctica con una declaración que prohíba la plantación en áreas recientemente quemadas. Deberían ofertarse alicientes financieros —quizás asegurados por la comunidad internacional mediante mecanismos posiblemente adoptados en la cumbre sobre el clima en París este diciembre— para restaurar la función hidrológica y ecológica de estas zonas. Para asegurar el resultado de estos esfuerzos, la financiación podría vincularse a los resultados actuales e incluir una compensación constante por el mantenimiento del ecosistema. También, Jokowi debería aclarar que las compañías no serán penalizadas por dejar a un lado el stock alto en carbono y áreas de alto valor para la conservación con el objetivo de preservar el medio ambiente. Una compañía comprometida con proteger el patrimonio natural de Indonesia —que es una de los verdaderos puntos fuertes del país— debería ser recompensada por el gobierno y no privarla de sus licencias.
Cumplimiento de la ley. Indonesia posee muchas leyes sobre el papel que protegen las turberas y que actualmente están destruyéndose. Pero estas leyes a menudo son conflictivas y aplicadas de manera caprichosa, lo que lleva a un seguimiento discriminatorio a veces y selectivo. El gobierno indonesio precisa tratar seria y consistentemente el tema de infractores, castigando a los transgresores ya sean ejecutivos de compañías, especuladores con buenos contactos o invasores. La quema de leyes no puede ignorarse y la ley nacional que regula las turberas (PP Gambut no 71 de 2014) debe aplicarse de manera rigurosa. Los oficiales que constantemente fracasen al abordar los fuegos de sus distritos deberán responsabilizarse de ello.
Supervisión. Mediante datos por satélite, plataformas como Global Forest Watch e informes de diversas ONG, existe una gran información sobre dónde se están produciendo incendios; para así favorecer labores de extinción, pero el gobierno de Indonesia está impidiendo la publicación de los mapas de concesiones hasta la fecha que facilitarían los esfuerzos para el cumplimiento de las leyes y mejorarían la responsabilidad del sector privado. Disponer de información actualizada también permitiría aplicar la inteligencia antes de que se produzca el fuego. Se podría ayudar a la prevención de fuegos mediante modelos de predicción, redes locales de monitorización y campañas de compromiso, etc., una opción mucho más efectiva y rentable que la extinción de incendios.
Conflicto territorial. Las concesiones de tierra impugnadas son un problema en toda Indonesia debido al pobre registro, falta de comunicación entre varios niveles del gobierno y las agencias, corrupción y el fraude. Disponer quién tiene qué derechos sobre qué tierra es extremadamente complejo y a la vez crítico para establecer un buen gobierno, incluso para funciones tan triviales como la recaudación de impuestos, audición de permisos y planificación espacial. Jokowi debe comprometerse con un programa y los recursos para hacer del “Mapa Único” una realidad.
Experimentación. Al nivel de distritos y provincias, los gobiernos locales y el sector privado están experimentando con nuevos métodos para abordar los problemas que desatan los fuegos y la niebla. Por ejemplo, en Kalimantan Central, que se ha visto fuertemente afectada por los fuegos, se está llevando a cabo una labor para obligar a los productores de aceite de palma de una jurisdicción a seguir un estándar de producción sostenible. Con este método, los compradores podrían asegurarse de que todo el aceite de palma producido en según qué jurisdicción cumple con el estándar. Los productores dependerían uno detrás de otro bajo la presión de sus colegas: cualquier incumplimiento del estándar por parte de un productor pondría en riesgo al resto del distrito a perder su certificación.
Rigurosa responsabilidad.Las decisiones sobre utilización del terreno en Indonesia se han realizado tradicionalmente centrándose en el producto bruto más que en el coste de obtener ese producto. Como consecuencia, se le ha dado prioridad a la producción al por mayor de materias primas como el aceite de palma, madera y la pulpa de madera sobre otras diversas posibilidades de ingresos; y se han ignorado las externalidades como la contaminación del agua o del aire, inundaciones y hundimientos, reducción de la seguridad alimentaria, temperaturas ambientales aumentadas y riesgo de incendio incrementado. Pero a medida que la crisis de la niebla se manifiesta, el coste de los negocios como se conoce es muy alto. El gobierno indonesio puede ayudar empezando a reencaminar incentivos para motivar la economía en direcciones más sostenibles, incluyendo la motivación de empresas mixtas entre comunidades y compañías cuyo objetivo son tierras no forestales fuera de las zonas pantanosas. Los ministerios deberían ofrecer prórrogas impositivas para una mejor gestión y coordinar los objetivos de producción con mayor interés, no la extensión de plantaciones. La administración debería reconocer los derechos de las comunidades protegiendo bosques y no mantener sus concesiones en un vacío legal. La política fiscal debería beneficiar a los gobiernos locales que llevan a cabo programas de desarrollo sostenible de bajo carbono, además de eliminar los incentivos para la conversión de bosques naturales y turberas.
Estas medidas pueden ayudar a Indonesia a atajar las causas subyacentes de su actual crisis ambiental. También ofrecen un camino hacia un futuro más sostenible y equilibrado para Indonesia.
¿Podría el problema de la niebla salvar los bosques de Indonesia?
Puede que parezca que la crisis de la niebla es un improbable salvador de los bosques y turberas de Indonesia, pero si Jokowi actúa correctamente, podría ser precisamente eso.
Aprovechando el panorama internacional para la acción sobre el clima y los notorios compromisos de grandes compañías, Jokowi podría hacer uso de los cielos oscurecidos sobre el Sureste Asiático para lograr una victoria aún mayor que satisface la promesa que el electorado vio en él: defender el interés público frente a los intereses arraigados y bajas probabilidades; y darle un impulso a la situación de Indonesia. La ciudadanía de Indonesia, comunidad internacional e inversores nacionales y extranjeros sin lugar a dudas reaccionarían favorablemente.