- El Amazonas y sus afluentes portan actualmente grandes cantidades de ricos sedimentos y nutrientes por toda la Cuenca Amazónica, manteniendo sus ecosistemas y biodiversidad.
- El flujo del delta Amazónico podría verse reducido por cientos de nuevas presas a prácticamente cero.
- Los estudios sobre ríos tropicales contenidos por todo el mundo demuestran que las presas y embalses pueden tener consecuencias imprevistas, incluyendo un aumento notable de la producción de gases con efecto invernadero.
El boom de las construcciones de presas está destruyendo las regiones neotropicales del mundo. En el Amazonas, la cuenca fluvial más grande y sin lugar a dudas más importante ecológicamente del mundo, hay ya cientos de presas y embalses en fases iniciales para las futuras décadas. Casi cada país de la región está planificando escenarios de construcción que implicarán al menos a cinco de los seis afluentes más grandes del río.
Brasil, con la porción más grande del Amazonas, es quien lidera esta carga. El país ha propuesto construir al menos 58 presas en un futuro próximo, incluyendo un proyecto subterráneo masivo y controvertido en Belo Monte en el Río Xingu. Belo Monte, con una capacidad de 11 233 megavatios, sería la tercera instalación hidroeléctrica más grande del mundo.
Una serie de presas propuestas en el tramo principal del Río Tapajós, considerado uno de los últimos afluentes salvajes del Amazonas, inundaría cerca de 200 000 hectáreas, incluyendo dos parques nacionales y un bosque nacional.
La creciente demanda energética, fomentada por un prolongado periodo de estable crecimiento económico, está obligando a los gobiernos a fijarse bien en el gran potencial hidroeléctrico del Amazonas, hasta ahora sin explotar. La hidroenergía es la fuente más abundante y barata de energía que puede ofrecer un río cualquiera. Se está promocionando como energía “limpia”, una alternativa baja en carbono a los combustibles fósiles que tiene la ventaja de producirse nacionalmente.
Pero los costes ambientales derivados de la contención del torrente de tantos ríos amazónicos pueden ser altos. El desarrollo de la hidroenergía de toda la cuenca tendrá posiblemente grandes consecuencias irreversibles en el medio ambiente, dicen los científicos. Además de su impacto en poblaciones fluviales locales, las presas y embalses que se crean bloquearán las migraciones de larga distancia de peces y destruirán un hábitat crucial tanto para especies terrestres como acuáticas. “Existe la posibilidad de que todas las especies de agua dulce en la cuenca Amazónica queden afectadas”, dice Jeff Opperman, jefe científico de agua dulce para la Colaboración Grandes Ríos de la Conservación de la Naturaleza.
El problema de los sedimentos y nutrientes estancados
La compleja hidrología del Amazonas y sus afluentes quedarán también fuertemente afectados. Las presas romperán la conectividad entre las cabeceras en los Andes y los bosques tropicales de las tierras bajas, bloqueando el transporte de sedimentos y nutrientes e interrumpiendo las inundaciones estacionales que fertilizan uno de los ecosistemas más productivos de la tierra.
Los estudios sobre los embalses del Amazonas también han revelado un hecho preocupante: los embalses tropicales quedarán obstruidos junto con la subida y bajada de enormes cantidades de materia vegetal en descomposición en sus riberas y pasando a ser nuevas y gigantescas fuentes de producción de gases con efecto invernadero. Las nuevas presas podrían multiplicar estas emisiones de carbono debido a las grandes cantidades de sedimentos.
“Esto es un gran experimento ecológico y social a nivel mundial”, dice Elizabeth Anderson de la Universidad Internacional de Florida.
Las presas, además de retener agua, también atrapan sedimentos, nutrientes minerales y material orgánico. En el Amazonas, esto supone muchas partículas en suspensión: algunos estiman que el río transporta 1100 millones de toneladas de sedimentos al Atlántico cada año, así como 270 millones de toneladas de materia orgánica disuelta.
Los afluentes de agua salvaje del Amazonas reciben la mayor parte de su color café con leche de las partículas erosionadas en los Andes, la fuente de hasta el 95 por ciento de la materia sólida suspendida en el Río Amazonas. Los ríos de las tierras bajas de “aguas negras”, coloreados por taninos lixiviados de la vegetación próxima, portan menos materia en partículas.
“Algunos de estos ríos en el Amazonas son prácticamente lodo gran parte del año. Son ríos sucios”, dice Clinton Jenkins, ecologista y profesor visitante en el Instituto de Pesquisas Ecológicas de Brasil.
Los materiales orgánicos se unen a las segmentos finos de cieno, suministrando nutrientes esenciales para los ecosistemas aguas abajo. Nitrógeno, fósforo, carbono y otros nutrientes nutren la flora y la fauna a lo largo de los bosques y pantanos de las tierras bajas, especialmente cuando las inundaciones estacionales provocan la crecida de los ríos, vertiéndolos sobre sus riberas y vastos terrenos inundables.
Ejemplos en todo el mundo
Las nuevas presas restringirán sin lugar a dudas el flujo de sedimentos y nutrientes de manera extraordinaria, lo que tendrá importantes consecuencias en el Amazonas, en su mayoría aún sin estudiar.
Sin embargo, otros ríos tropicales arrojan algo de luz. Un estudio sobre la presa de Hoa Binh en el Río Rojo de Vietnam —el noveno en el mundo por su cantidad de sedimentos— revelaba que tras un periodo de 50 años la presa había reducido la carga sedimental del río una media de un 61 por ciento, aun así solo redujo el flujo de aguas un 9 por ciento. Los autores de este estudio también sugieren que la erosión costera puede intensificarse cuando la sedimentación del río no se equilibra con las subidas del nivel del mar y el hundimiento tectónico, algo que podría tener grandes consecuencias en el gran delta del río Amazonas.
En el Mekong, hay 133 presas en construcción o en fases previas de planificación. De acuerdo con un estudio realizado por investigadores de la Universidad de California de Berkeley, estas presas podrían estancar hasta un 96 por ciento del suministro de sedimentos del río que va hasta su delta —una cifra muy superior a la estimación previa de un 50-75 por ciento. El bloqueo podría acelerar la erosión aguas abajo y provocar que el delta del río, falto de sedimentos, baje.
El proyecto de China de las Tres Gargantas, junto con otras presas en el rio Yangtsé, ha eliminado prácticamente el 91 por ciento de la carga de sedimentos del río en el transcurso de los últimos 60 años, provocando prácticamente un flujo claro bajo el embalse, dice el informe chino de 2013. La carga total de fósforo del río se ha reducido hasta un 77 por ciento cada año. Puesto que el fósforo es un nutriente vital para la biodiversidad en el río, su reducción tendrá consecuencias ecológicas aún por conocer. Podría reducir ampliamente la productividad principal del río y desequilibrar su régimen de nutrientes, por ejemplo, incrementando el ya alto ratio de nitrógeno-fósforo. Estos desequilibrios podrían devastar tanto ecosistemas como especies acuáticas.
Las presas propuestas para los 1700 kilómetros del Río Marañón de Perú es uno de los temas más preocupantes del Amazonas, dice Opperman. En 2011, el gobierno de Perú declaró su intención de construir 20 presas en el tramo principal del río. La presa más grande, en Manseriche, podría generar hasta 7550 Mw e inundar una superficie de más de 3000 kilómetros cuadrados de bosque. Se trataría de una presa alta con un embalse muy grande situado en el punto más bajo posible de la cuenca, afirma Opperman. “Atraparía virtualmente todos los sedimentos y nutrientes que entrasen al embalse, acumulando una gran parte de los sedimentos del río Amazonas”. El Marañón se considera el afluente más grande e importante del Amazonas.
El Río Madeira, que discurre por Perú, Bolivia y Brasil, ofrece un contraste algo motivador. El principal afluente del sur del Amazonas es uno de los ríos más cenagosos en el mundo, registrando cerca de la mitad del total de la carga sedimental del río Amazonas. A la altura de la Presa de 3750 Mw de Jirau, actualmente en construcción en Rondônia, en Brasil, el Río Madeira transporta 2,1 millones de toneladas de sedimentos cada día.
La presa Jirau tiene un diseño de producción de energía natural, que no precisa prácticamente de almacenamiento de agua. Las presas de energía fluvial natural, sujetas a los cambios estacionales en su flujo, se consideran menos agresivas ecológicamente que las presas que generan grandes embalses para ofrecer un suministro anual de agua seguro. La planta de energía renovable de Jirau es la más grande del mundo de su tipo, con su registro en el programa. Mecanismo de Desarrollo Limpio de la ONU. El registro se basó en una serie de factores desde la calidad del agua y la erosión hasta el impacto en poblaciones indígenas y la biodiversidad.
Al mismo tiempo, los investigadores se preocupan por la acumulación de mercurio en los afluentes del Madeira. La minería de oro exhaustiva en la década de los 80 generó toneladas de mercurio atrapado en sedimentos anóxicos, donde pueden ser transformados en su forma metilada, que es altamente tóxica.
Acumulación de tóxicos y emisión de gases con efecto invernadero
La acumulación de sedimentos contaminados puede suponer un serio problema en algunas divisorias de aguas. Un análisis en el Embalse Flix en el río Ebro de España, realizado por investigadores con el Instituto de las Ciencias Marinas y el Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua, descubrió que se habían acumulado más de 360 000 toneladas de residuos antropogénicos en menos de 40 años. La mayor parte eran sedimentos específicos que estaban bastante contaminados con mercurio, cadmio, cinc y cromo.
Un elemento que provoca aún más preocupación para los científicos acerca del clima es el carbono: el subproducto de grandes cantidades de materia orgánica que termina descomponiéndose en los embalses. Se estima que los embalses de todo el mundo almacenan hasta 3 billones de kilogramos (3300 millones de toneladas) de carbono. Parte se transforma en dióxido de carbono, y otra en metano, que tiene de 28 a 36 veces más potencial de calentamiento global en un periodo de 100 años, según el Consejo Intergubernamental de la ONU sobre Cambio Climático. Cuanto más sedimento quede atrapado, más metano se produce. Un estudio, realizado por Andreas Maeck y sus colegas de la Universidad de Koblenz-Landau en Alemania, calculaba que el metano producido en los embalses podría incrementar las emisiones globales de agua dulce en un 7 por ciento sobre las predicciones actuales.
“A menudo se usa esto como gancho comercial para las presas: sin emisiones de dióxido de carbono”, dice Jenkins. “Pero la verdadera cuestión que precisa de más atención es: ¿son estas presas verdes o no en términos de cambio climático global? Vender hidroenergía como alternativa verde puede resultar un fracaso total”.
Existen formas de reducir la cantidad de sedimentos estancados en las presas, como vaciar periódicamente los embalses para limpiarlos y construir derivaciones. Pero todo lo que haga que un flujo de corriente de agua cenagosa quede paralizado siempre provocará algún tipo de sedimento a su paso. Hay que tener muy en cuenta este simple hecho ya que los planes para construir cientos de presas en el Amazonas siguen adelante.
Esta es la primera parte de una serie de dos artículos. Lea la segunda parte aquí.
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