- El mayor productor de petróleo de Europa no está mostrando ninguna señal de aminorar la perforación. En su lugar, está compensando su daño climático con la financiación de REDD+ y otros programas para que no se talen las selvas tropicales y sigan creciendo.
- Algunos activistas climáticos ven esta contradicción como una hipocresía interesada, mientras que los legisladores lo ven solo como otro instrumento útil en la caja de herramientas de las políticas climáticas.
- “Estoy esperanzado con REDD. Las oportunidades son inmensas”, dijo Per Pharo, el director noruego de Iniciativas de Clima y Bosques. Habló con Mongabay en una entrevista exclusiva en la COP21.
PARÍS – Más allá de ser el país anfitrión donde se concede el Premio Nobel de la Paz cada año, es justo decir que Noruega no ocupa un lugar prominente en el escenario mundial ni produce noticas globales a menudo.
Pero en cualquier cumbre climática de las Naciones Unidas, incluida la COP21 en París, este país nórdico juega un papel desmesurado y tiene una influencia excesiva para una pequeña nación del norte de solo 5 millones de habitantes, aproximadamente la mitad de Carolina del Norte.
¿Por qué? La respuesta es la riqueza petrolera.
Per Pharo es el director noruego de Iniciativas de Clima y Bosques. No es un potente negociador climático. Es una especie de Papá Noel nórdico, dotado con miles de millones de dinero del petróleo noruego y con la directiva de hacer el bien por el planeta con el profundo pozo de efectivo a su disposición.
“Tenemos una tradición de un nivel bastante elevado de ayuda extranjera, lo que se traduce en altas contribuciones a la financiación climática”, dijo Pharo en una entrevista exclusiva con mongabay.com durante la COP21. “No somos parte de la UE, así que podemos jugar un papel independiente en las negociaciones. Eso nos permite ser ambiciosos en lo que deberíamos alcanzar aquí. Somos vistos como un actor pequeño, no intimidante, que puede jugar una función de facilitación”.
Incluso con 100 líderes mundiales, incluido el presidente Obama, agolpándose para posicionarse en el centro del escenario a la COP21 el 30 de noviembre, el día de la inauguración de la cumbre, Noruega se las arregló para estar por encima de esos jefes de estado y atraer la atención. Anunció la renovación de su promesa de 3 mil millones de dólares a la iniciativa de salvar la selva tropical de REDD+ y que unía fuerzas con Alemania y el Reino Unido, que aportaron unos dos mil millones de dólares adicionales. “Estoy esperanzado con REDD”, dice Pharo, cuya fundación invierte fuertemente en la conservación de los bosques brasileños. “Las oportunidades son inmensas”.
El doblepensar de Noruega
Mientras que la generosidad medioambiental noruega es exactamente el tipo de asistencia del primer mundo a los países en desarrollo que los legisladores dicen es necesaria para alcanzar los goles del cambio climático, algunos críticos cuestionan las contradicciones del programa.
“Es hipócrita que Noruega esté perforando [tan extensivamente] mientras que al mismo tiempo dice que está profundamente preocupado por el cambio climático”, dijo Samantha Smith, que vive en Noruega y trabaja ahora para WWF International, una ONG medioambiental. “Ya no vivimos en ese mundo donde podemos hacer ambas cosas. Este país tiene que elegir”.
Pero Noruega no está eligiendo. Está haciendo las dos cosas: perforar y donar para preservar los bosques. Como un porcentaje de ayuda extranjera per cápita dada de su presupuesto nacional, Noruega ocupa un lugar muy elevado, solo detrás de Suecia y Luxemburgo como un líder mundial con un 0,99 por ciento. Noruega también es el primer exportador de petróleo de Europa (es el decimoquinto productor de petróleo más grande del mundo) –lo que le hace un contribuidor principal a los gases invernadero–.
“Antes podías perforar todo el petróleo que quisieras mientras apoyases esfuerzos meritorios para mantener los bosques”, dijo Smith, que trabajó para Statoil, la empresa petrolera noruega estatal, de 2007 a 2011 en su división de energías renovables. “Eso se acabo. Ahora vivimos en un mundo donde el 80 por ciento de las reservas de combustibles fósiles tienen que permanecer en el suelo si vamos a mantener el calentamiento global por debajo de los 2 grados centígrados [3,6 grados Fahrenheit] para 2100. Es así. Es una realidad”.
Noruega sufre de otras políticas climáticas contradictorias: incluso cuando pone un gran impuesto sobre la gasolina –la gasolina cuesta, aproximadamente, 12 dólares el galón– su sector del transporte, altamente contaminante, está largamente desregulado. Noruega, cuyas emisiones de combustibles fósiles son relativamente bajas, tampoco alcanzará los objetivos de reducción voluntaria que se estableció a sí mismo en la COP1, dijo Smith.
Todas estas contradicciones pueden contribuir en gran medida a explicar el compromiso de Noruega y Pharo con REDD. Permite a países como Noruega seguir con la perforación y quema de combustibles fósiles, al tiempo que compensan su propia producción de carbono. Esto lo hace a través del pago a países tropicales para reducir la deforestación, mantener más bosques y así proporcionar sumideros de carbono para la contaminación que genera Noruega.
La promesa de Noruega; el momento Kodak de las grandes petroleras
Pharo, por supuesto, no lo ve así.
“Nuestra promesa es cortar emisiones un 40 por ciento junto con la UE para 2030”, dijo. “Creemos que es posible. Y lo haremos sin compensaciones internacionales. La mayoría vendrán de la reducción de la quema de combustibles fósiles, puedes usar otros muchos instrumentos”.
“En Noruega, somos un 95 por ciento hidroeléctricos. Nuestras emisiones por la generación de energía son muy bajas. Tenemos otros desafíos. Necesitamos transportar muchas mercancías. Tenemos el sector [petrolero] de alta mar, que quema mucho [combustibles fósiles]. Pero para partes de Europa, el carbón es el auténtico problema. Ese no es un problema que tengamos nosotros”.
Algunos críticos dicen que conservar los bosques a la vez que se estimula el cambio climático es, simplemente, un engañoso juego de trileros. Statoil, la empresa petrolera estatal noruega, está presente en más de 30 países por todo el mundo. También tienen concesiones petroleras mar abierto con Noruega que abarcan décadas, sin ningún compromiso a la vista para reducir sus perforaciones. Y, mientras las emisiones de carbono de Noruega pueden parecer bajas, es como los grandes exportadores de petróleo, Canadá y Arabia Saudita: las grandes cantidades de petróleo que perfora Noruega, de las que se beneficia generosamente, son enviadas a algún otro lugar y se convierten en el problema de emisiones de carbono de otro país.
“Estamos encantados de ver a Statoil retirarse de sus [planes] perforaciones del Ártico”, dijo Sharan Burrow de Australia, la secretaria general de la Confederación Sindical Internacional. “Pero estamos muy decepcionados que esta empresa, con el gobierno centrista que existe, no se ha comprometido para convertirse en una empresa 100 por ciento de energía renovable. Podrían ser los líderes del mundo. En su lugar, se están quedando rezagados”.
Noruega no es diferente a otras naciones industriales con una gran riqueza petrolera. No están “dejándolo en el suelo”, que es el mantra de los ecologistas en la COP21. Están perforando, exportando y quemando y son una gran parte del problema del calentamiento global. Pero esos otros países no están comprometiendo miles de millones, como Noruega, para conservar las selvas tropicales, principalmente en América Latina, para que actúen como esponjas de carbono.
“Tenemos una tradición de divulgación activa que va más allá de lo diplomático y dentro de las organizaciones de la sociedad civil”, dijo Pharo. “En general, Noruega tiene la convicción de que deberíamos desempeñar un papel activo en el mundo. Como una nación rica, relativamente pequeña, deberíamos; tenemos Fuertes intereses en actuar de esta manera”.
Con REDD, Pharo enfatizó que había beneficios más allá de las compensaciones de carbono que reclama Noruega.
“El motivo para participar en REDD comenzó por interés propio”, apuntó. “Empezó como una mitigación, pero ahora vemos que hay un número de beneficios que va acompañado de esto –como la conservación de la biodiversidad en estos bosques–. Salvamos mucho más que árboles. Y es bueno para la economía local (de Brasil, Colombia o Perú) al reducir la deforestación”.
Pero, ¿Qué pasa con Statoil? ¿Por qué la empresa no reduce sus perforaciones y usa su gran riqueza para convertirse en un líder en la energía eólica y solar?
Smith, que trabajó para Statoil, cree saber por qué. En los cuatro años anteriores a la cumbre climática de las Naciones Unidas en Copenhagen, había un gran optimismo de que el cambio hacia las renovables era real e inminente. Statoil multiplicó su división de renovables y lideró proyectos en alta mar como plataformas eólicas flotantes.
Entonces la COP de Copenhagen falló bajo el peso de sus propias altas expectaciones, dijo Smith, que añadió que, “la gente decidió entonces que no venía el cambio. Todavía estamos hacienda mucho más dinero con el petróleo y el gas. Perdimos nuestro momento”.
Explicó aún más: las empresas como Statoil deberían ser vistas más como empresas mineras, no como miembros del sector energético. Lo que hacen, y hacen bien, es perforar. Pero ¿Hacer y gestionar paneles solares y turbinas eólicas? Eso es un sector totalmente diferente que requiere unas aptitudes completamente diferentes.
“Piensa en Kodak”, dijo. “Hacían cámaras y rollos. De repente, la gente ya no necesitaba ni uno ni otro y no se pudieron adaptar. Las industrias de petróleo y gas están teniendo ahora su momento Kodak”.
La promesa de Noruega
Pharo no está de acuerdo: “Cualquiera que mire seriamente a todas las oportunidades de mitigación [de carbono] que tenemos, se dará cuenta de que hemos tirado de todas las palancas disponibles, punto final. No hay que elegir. La innovación aún está llegando. El cambio gradual de la flota automovilística es importante; la necesidad por petróleo va a caer”.
Pero Smith está impaciente. Insiste que esta historia necesita un final esperanzador, y necesita llegar rápidamente. Intenta proporcionar una: en Noruega, la Primera Ministra, Erna Solberg, está promoviendo un “cambio verde” inminente. Gracias a la riqueza de combustibles fósiles del país, tiene un Fondo del Petróleo que supera el billón de dólares que mantendrá a los noruegos libres de preocupaciones financieras. Con su gran riqueza, unos trabajadores formados, altos índices de sindicalización y una sociedad civil activa, se considera que el país está en una posición ideal para dejar atrás completamente los combustibles fósiles.
“Si no lo puedes hacer en Noruega”, dijo Smith, “si no puedes hacer algo por la gente que está perdiendo sus trabajos en el sector del petróleo porque los precios del petróleo están cayendo en picado, si no puedes coger estos activos y convertirlos en un ejemplo de cómo se puede tener una transición justa a sectores más verdes y trabajos, no sé donde puedes hacerlo”.
“Vivo en Noruega”, concluyó Smith. “Tengo hijo que están creciendo ahí. Quiero ver un país que tiene tantas cosas positivas que muestra al resto del mundo como se hace. Realmente creo que pueden hacerlo”.
Justin Catanoso es director de periodismo en la Universidad Wake Forest en Carolina del Norte. Su artículo está patrocinado por el Centro Pulitzer sobre Crisis Reporting en Washington, D.C., y el Centro para Energía,, Medio Ambiente y Sostenibilidad de Wake Forest.