- Los oficiales papales han estado visitando los líderes globales en vista de que el Vaticano hizo pública la emblemática encíclica sobre cambio climático y medio ambiente del Papa Francisco el pasado junio.
- “Tratamos de ser una especie de catalizador” de una diplomacia efectiva sobre el cambio climático, contaba en una entrevista exclusiva con mongabay.com el cardenal Peter Turkson de Ghana, líder el Consejo Pontificio de Justicia y Paz.
- Aunque la delegación del papa no tiene poder de negociación, el equipo del Vaticano en la COP21 ha estado trabajando bajo cuerda recordando a los negociadores cuán vital es un acuerdo climático para la conservación del medioambiente y proteger a los más desfavorecidos y vulnerables del mundo.
El Papa Francisco hizo pública su Laudato Si, el cuidado de la casa común en junio, y los oficiales de la iglesia han estado difundiendo la palabra de este documento didáctico sobre la protección ambiental y cambio climático desde entonces —desde América hasta África, y ahora en la Cumbre Climática de la ONU en París. La iglesia católica cuenta con una gran delegación en este evento.
“Tratamos de ser una especie de catalizador”, contaba en una entrevista exclusiva con mongabay.com el cardenal Peter Turkson de Ghana, líder el Consejo Pontificio de Justicia y Paz. “Ya está pasando. Hemos participado en eventos mundiales y motivado a obispos de diferentes países a lleva el mensaje a sus jefes de estado. Nuestra esperanza al venir a País es que esos líderes entiendan nuestro apoyo moral y confianza”.
Es difícil evaluar el impacto de estos deseos en las negociaciones de la COP21. La delegación de la Santa Sede, compuesta por cuatro personas y que mantuvo una actitud discreta hasta el martes, ha conseguido asistir a todas las negociaciones. Pero no se le fue concedido el estatus para negociar.
“Hemos sido testigos del deseo universal de llegar a un acuerdo ambicioso, legalmente vinculante y transformativo. Pero también hemos encontrado importantes dificultades”, informaba Monsignor Bernadito Auza, mientras hablaba en una rueda de prensa en la COP21. Él es el representante del Vaticano en la ONU y miembro de la delegación en la cumbre.
Auza explicaba que estas dificultades a menudo chocaban con la riqueza relativa de las naciones y cómo estos países están siendo devastados por el calentamiento global.
Una reverencia a la Tierra o trabajos para los más pobres
Durante el reportaje en Perú el pasado verano, conocí a dos humildes mineros que aunque profesaban amor y respeto por el Papa Francisco como primer Papa latinoamericano, también expresaban sus miedos por su inflexible postura medioambiental que podría costarles su puesto de trabajo.
En la COP21, compartí la opinión de los mineros con el cardenal Turkson, que respondió: “este Papa sería la última persona que querría quitarle el trabajo a la gente. No es posible que un mismo papa desafíe a la iglesia a crear trabajo para la gente y diga a los padres que no pueden dar de comer a su familia que se arriesgan a perder su dignidad. No se puede tener un Papa que hable de empleo y siga habiendo gente que piense que quiera quitar esos trabajos”.
En su lugar, Turkson remarcó que las naciones del mundo deben a sus ciudadanos trabajos mejores y más seguros —trabajos que les permitan ganarse la vida, sin comprometer su salud o el bienestar de sus familias y el planeta. Esa es una enseñanza clave de Laudato Si, que debemos aprender, decía.
Los observadores del Papa dicen que Francisco, aunque no lidere el debate en París, ha utilizado una encíclica sin precedentes —la primera hasta ahora sin tratar un tema religioso— para ayudar a sentar las bases de charlas sobre el clima satisfactorias.
Reconociendo el vacío en el liderazgo global sobre el abordaje firme y reducción de las emisiones de carbono, el Papa Francisco —uno de los líderes más populares e influyentes del mundo— quiso que su presencia moral en la COP21 recordara a los legisladores que espera de ellos lo mejor.
“Estamos aquí para proveerlos de un impulso moral”, decía Turkson. “El punto de la encíclica es brindarles fuerza moral y estímulo en la medida en que el Papa Francisco se centra e identifica ciertas vulnerabilidades de la sociedad humana, como lo son el trato agresivo tanto con la tierra como con el pobre.
Durante 18 meses, Turkson fue la mano derecha del Papa a la hora de aunar los esfuerzos de expertos globales en ciencia climática, mercados de capital, sociología, economía y teología para conformar el boceto del Laudato Si. Ahora, es un experto en estas materias y habla con seguridad tanto de la ciencia climática como el tema más importante del Papa: respeto y protección del pobre.
“Lo importante es que el Vaticano está aquí para captar la atención hacia estas vulnerabilidades, como el aire, por ejemplo”, decía Turkson en la COP21, un día en que la ciudad de Beijing, en China, estaba sumida en una niebla tóxica que aparecía en primera plana en las noticias con la orden de emergencia a sus ciudadanos de no salir al exterior. “El trato con la tierra es abusivo, hay poblaciones débiles, los pobres, gente viviendo en la periferia. Esta gente está quedando excluida y deben ser invitados a formar parte de la sociedad.
No culpemos a capitalistas ni contaminantes de carbono
En una rueda de prensa por la tarde en la COP21, Turkson dio el siguiente paso. El Vaticano no busca señalar con el dedo y culpar “a esos que más han contribuido al problema”, decía, estas partes incluyen los Estados Unidos, la Unión Europea y China entre otras naciones industrializadas. “Lo que queremos es la solidaridad de la familia humana para encontrar soluciones”.
Ese mismo día, contaba a mongabay.com: “lo más urgente ahora es reconocer que algunas naciones isleñas se enfrentan a la posibilidad de perder sus tierras debido a la subida del nivel del mar. Hemos recibido obispos de estos lugares, han venido a Roma para contarnos sus problemas. Este punto fue clave en la motivación para elaborar la encíclica. Es un punto de referencia allá donde vayamos”.
Ahora se trata de difundir la palabra, decía. “El consejo pontificio en Roma se ha celebrado para expandir el mensaje a todas las diócesis católicas del mundo. Todas ellas han sido instadas a celebrar una comisión sobre justicia y paz. A partir de ahí, el mensaje debe llegar a las parroquias y colegios católicos. Los sacerdotes deben estar instruidos, puesto que si no conocen los riesgos del cambio climático y ambiental, entonces tendremos un montón de gente asistiendo a la iglesia que tampoco sabrán nada”.
El Papa Francisco y su delegación en París estaban librando sin lugar a dudas una larga batalla. Reconoce que llevará años hasta que la encíclica pase a formar parte de las enseñanzas de la iglesia, del mismo modo que para los católicos el tema del cambio climático y el medioambiente pase a ser un tema moral. Eso es normal, pero ¿qué hacen los líderes del gobierno en la cumbre climática de la ONU? Deben ser agresivos, decía el cardenal Turkson. Se les —y se nos— está acabando el tiempo.
“La humanidad es una familia”, decía Turkson. “Igual que hermanos y hermanas, compartimos un único hogar. La tierra se nos regaló como un jardín, no hagamos que sea inhabitable para las futuras generaciones”.
Justin Catanoso es director de periodismo en la Universidad Wake Forest. Sus informes están respaldados por el Pulitzer Center on Crisis Reporting en Washington D.C., y el Centro de Energía, Medioambiente y Sostenibilidad en Wake Forest.