- Este artículo es una crónica. Las opiniones que expone son personales.
- El fragmento expone que la nueva riqueza de Vietnam ha supuesto mucho sufrimiento para los rinocerontes de Sudáfrica y las personas que los protegen.
- Concluye que mientras el gobierno vietnamita ha comenzado a tomar medidas contra los envíos ilegales de cuernos de rinoceronte que llegan a los puertos y aeropuertos, la solución sostenible a la crisis de la caza furtiva que sufre este animal desciende por la ética del consumidor.
El dinero consigue muchas cosas. Puede traer mucha felicidad pero también puede causar un gran dolor, depende de cómo se utilice. La ética es importante.
La nueva prosperidad tras la entrada de Vietnam en la Organización Mundial del Comercio en 2007, ha mejorado el nivel de vida de muchas personas en el país, pero desgraciadamente, ha supuesto mucho sufrimiento para los rinocerontes de Sudáfrica y para las personas que los protegen.
El consumo de cuerno de rinoceronte («sung te giac» en vietnamita) trae nueva riqueza. La creciente economía tigre vietnamita propició más riqueza para la emergente clase media que se había convertido en el mayor consumidor a nivel mundial de este producto.
He vivido en Vietnam durante cuatro años, según mi experiencia, sus gentes son profundamente conservadoras y respetuosas, con una gran admiración por la belleza natural. Sin embargo, surgen contradicciones y tensiones llamativas como resultado de una actitud utilitaria hacia la vida salvaje que predomina en el país.
Mientras que la gente ha utilizado tradicionalmente el cuerno del rinoceronte para bajar la fiebre y tratar la intoxicación, los consumidores de hoy en día lo utilizan como tónico general para la salud, alivio para la resaca, símbolo del estatus social o como un regalo de lujo.
Los gobiernos generalmente tienen también una actitud bastante funcional hacia la vida salvaje. No son muy buenos en lo que a la protección del medioambiente respecta. Simplemente no entra dentro de sus preocupaciones principales, como mantener el poder y levantar la economía. De hecho, la protección del medioambiente es contraria a lo que la mayoría de los gobiernos del mundo hacen.
No estoy criticándoles. Es simplemente un hecho que cuando se trata de personas, sus necesidades son prioritarias. Como las poblaciones crecen y se desarrollan, los gobiernos toman el control de más y más tierras, dejando la vida salvaje en manos de unos pocos.
Vietnam es un buen ejemplo de país desarrollado que ha recorrido un largo camino en los últimos 20 años.
La Guerra de Vietnam y las sanciones económicas que siguieron impidieron el desarrollo del país. Cuando llegué a Vietnam en 2007, escuché historias de amigos vietnamitas sobre las dificultades y la pobreza que experimentaron desde su infancia.
Aquellos años entre 1980 y la década de los 90 fueron difíciles para la economía.
Una de ellos, relataba la pérdida de dos hermanos por enfermedad, cuando era una niña, en las tierras altas centrales de la ciudad de Dalat. Su familia creyó que fue culpa del frío. Viviendo con un presupuesto ajustado la familia luchaba incluso por conseguir las necesidades más básicas. Dependían de los remedios caseros.
Treinta años después, mi amiga disfruta de una mejor calidad de vida. Ella y su hermano tienen buenos trabajos en una ONG y en la industria tabacalera. Cuando enferma, combina la medicina moderna con la tradicional. Ambas son caras, pero se lo puede permitir.
Vietnam goza de mayor prosperidad.
Otro amigo me contó que sus abuelos en la ciudad costera central de Danang poseían un cuerno de rinoceronte desde hacía cincuenta años. Para tratar la fiebre, lo utilizaban según el método tradicional, moliéndolo en polvo y mezclándolo con agua para beber junto con otras hierbas. Cuando murieron no hace mucho, sólo quedaban unos pocos milímetros de su base.
Su tía que vive en EE.UU. heredó el cuerno y cuando vino al funeral se lo llevó de vuelta a su casa.
Ya que los abuelos de mi amigo compraron el cuerno alrededor de 1960, debió pertenecer a un rinoceronte de Java (Rinoceronte sondaicus) que habitaba en Vietnam por aquella época (la especie se encuentra extinguida en Vietnam y solo se cuentan 60 individuos en Indonesia), o podría haber llegado desde África a través de un comerciante chino en Vietnam.
Así pues, los rinocerontes eran más comunes en África que lo que son ahora. Había más de cien mil, la mayoría ejemplares, negros (Diceros bicornis).
Entre los años 1960 y 1990, los rinocerontes negros han diezmado a decenas de miles, desaparecidos completamente de muchos estados africanos para alimentar en el continente asiático con sus cuernos la demanda en la Medicina China Tradicional (MCT).
Los esfuerzos internacionales detuvieron las matanzas para salvar al rinoceronte negro, antes de que fuese demasiado tarde. El gobierno chino tomó medidas debido a la presión internacional y al deseo de dar una imagen de hacer lo correcto a nivel mundial. Sudáfrica comenzó un proyecto de conservación revolucionario para trasladar tanto a los rinocerontes negros como a los blancos del sur (Ceratotherium simum simun) a todos los rincones del país.
Mientras tanto, Sudáfrica estaba también invirtiendo seriamente e implementando medidas de conservación innovadoras para salvar a los rinocerontes blancos del borde de la extinción, las subespecies a finales del siglo XIX estaban contabilizadas en 50 debido a las cazas coloniales incontroladas.
Hoy, quedan unos 5000 ejemplares de rinocerontes negros en varias partes del continente, mientras que los blancos del sur se han recuperado a 20 000, la mayoría de ellos permanecen en Sudáfrica. Las otras subespecies del rinoceronte blanco, el rinoceronte blanco del norte (C.simum cottoni), parecen estar extinguidas.
Sin embargo, la globalización ha forjado vínculos entre los ricos y los pobres. La clase media de Vietnam, consumidores de cuerno de rinoceronte, está ahora explotando indirectamente a los lugareños más pobres de Sudáfrica y Mozambique para que cacen rinocerontes de forma ilegal en el país.
Motivados por la promesa de un año completo de salario digno a cambio de unos pocos días de caza, estos pobres cazadores se arriesgan a largas penas de prisión o incluso a ser disparados por cazadores furtivos vietnamitas ilegales y sindicatos de contrabando.
Como Vietnam, Sudáfrica se está recuperando del colonialismo. La economía de Sudáfrica depende del turismo de vida salvaje. La industria de la caza se ve afectada por el comercio del cuerno de este animal. Los intentos de detener el furtivismo están costando al gobierno del país una fortuna.
Por encima del coste financiero, los daños que ha provocado a la sociedad sudafricana son terribles, tal como describí en mi crónica crónica este verano para Mongabay. Ya no hay nadie en la industria de la caza que confíe en los demás. Mientras que en el exterior todo parece normal, se sospecha que la corrupción está por todas partes. Los trabajadores y funcionarios de sector temen por sus familias y rechazan hablar en contra de los sindicatos del cuerno de rinoceronte. La subsistencia y sus vidas están amenazadas.
La codicia y el dinero han tomado el control.
Aunque el gobierno vietnamita ha comenzado a tomar medidas contra los envíos ilegales de cuernos de rinoceronte que llegan a los puertos y aeropuertos, la solución sostenible a la crisis de la caza furtiva que sufre este animal pasa por la ética del consumidor.
Mi amigo, con sus abuelos propietarios de un cuerno, es un hombre de negocios moderno, de clase media que viaja por el mundo. Al igual que sus abuelos, cree profundamente en la eficacia de la medicina tradicional, en la eficacia médica del cuerno de rinoceronte. Me preguntó que si un fármaco funcionara y pudiera ayudar a alguien, aceptaría utilizarlo. Contesté que no, que era inmoral.
¿Porque los rinocerontes están en peligro de extinción?
Sí, y por el daño que está causando a la gente de Sudáfrica y a los animales, le contesté.
La ética consiste en reducir el daño. Comprar cuerno de rinoceronte podría conllevar algún beneficio para las personas, pero está causando más daño que beneficios.