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Experta en derrames de petróleo pide que haya más datos de referencia oceánicos a cargo de la industria

  • El derrame de petróleo del Deepwater Horizon en 2010 en el Golfo de México desafió todas las expectativas. Los científicos pensaron que el petróleo derramado terminaría en la superficie y en las playas, pero la mayor parte quedó en aguas profundas, contaminando comunidades ecológicas poco estudiadas.
  • Samantha Joye de la Universidad de Georgia, quien encabezó la investigación sobre los efectos del derrame, afirmó en la revista Science que tener información de referencia de calidad antes del derrame podría haber ayudado a determinar la mejor forma de tratar el petróleo y saber cómo el derrame afectó a las comunidades ecológicas.
  • Según Joye, los esfuerzos para obtener datos ecológicos de referencia antes de realizar perforaciones deberían ser financiados por las empresas de petróleo y gas como parte del "costo de su negocio".

Cuando la plataforma petrolera Deepwater Horizon hizo explosión hace más de cinco años, desencadenó una serie de eventos que dieron como resultado el derrame en el Golfo de México desde el pozo Macondo de más de 2 millones de galones de petróleo y al menos 65 millones de galones del equivalente de petróleo en gas natural. El derrame en el mar, más grande y profundo que cualquier otro, sobrepasó las expectativas. Los científicos pensaron que el petróleo derramado terminaría en la superficie y en las playas, pero la mayor parte quedó en aguas profundas, afectando comunidades ecológicas sobre las que la ciencia sabía poco. En un nuevo comentario en la revista Science, Samantha Joye, experta en geoquímica microbiana de la Universidad de Georgia, afirma que se necesita más información de referencia sobre los ecosistemas marinos, en especial porque la perforación en aguas profundas ha llegado aún más hondo desde el desastre de 2010.

“Los mejores cálculos ahora sugieren que todo el gas y hasta la mitad del petróleo vertidos fueron arrastrados a las aguas profundas del Golfo”, escribe Joye, quien durante cinco años ha liderado la investigación sobre el impacto del derrame.

Además, hasta un 15 por ciento puede haber terminado en el suelo del lecho marino. Sin embargo, los científicos tenían poca información previa al derrame acerca de cómo funcionaba este medio ambiente y cómo reaccionaría a cualquier derrame de petróleo, mecho menos a uno de esta magnitud. Más de cinco años después de lo sucedido, los científicos siguen haciendo conjeturas acerca del destino de gran parte del petróleo.

No obstante, según Joye, contar con datos de referencia de calidad antes del derrame podría haber hecho una gran diferencia a la hora de decidir la mejor manera de tratar el petróleo y saber cuál fue el impacto total del derrame en las comunidades ecológicas.

Aerial view of the Deepwater Horizon oil spill in the Gulf of Mexico, in June 2014. Photo by Tim Donovan/FWC/ Florida Fish and Wildlife.
Vista aérea del derrame de petróleo del Deepwater Horizon en el Golfo de México, junio de 2010. Foto de Tim Donovan/FWC/ Florida Fish and Wildlife.

“Los datos de referencia describen las variaciones medioambientales naturales como resultado de cambios climáticos a corto y largo plazo”, afirmó en un comunicado de prensa. “Sin estos datos de un sistema, vivimos en un ‘presente invisible'”.

Según Joye, esta información debe incluir estudios de biodiversidad, funcionamiento ecológico, patrones de nutrientes y cómo responden los microbios al derrame de petróleo y gas. No sorprende entonces que haya afirmado que “toma años establecer estas referencias”.

Joye es experta en este tipo de recolección de datos y en la actualidad encabeza un grupo de investigadores de 14 instituciones diferentes conocido como ECOGIG o Ecosystem Impacts of Oil and Gas Inputs to the Gulf (en español, Impacto sobre los Ecosistemas de la Entrada de Petróleo y Gas al Golfo), dedicado a estudiar el derrame.

Actualmente, ECOGIG está recolectando información de referencia en lugares del Golfo de México donde el petróleo y el gas se filtran de manera natural en el medio ambiente y en otros lugares no contaminados, para comparar y contrastar.

Joye declaró que aunque los científicos y el gobierno colaboren en recolectar datos de referencia, estos esfuerzos deberían ser financiados por las empresas de petróleo y gas como parte del “costo de su negocio”.

Dolphins swim through oil spilling from the Deepwater Horizon oil well in 2010. Scientists recently determined that exposure to petroleum products from the spill contributed to an unusually high number of dolphin deaths. More than 1400 dolphins and other cetaceans have stranded since the spill. Photo courtesy of NOAA.
Delfines nadando entre el petróleo derramado por el pozo de la plataforma Deepwater Horizon en una fotografía de 2010. Los científicos han calculado de manera reciente que la exposición a los productos petroleros del derrame contribuyó a una cantidad inusualmente elevada de muertes de delfines en los años siguientes al desastre.
Más de 1400 delfines y otros cetáceos han quedado varados desde el derrame. Foto cortesía de NOAA.

A pesar del derrame de la plataforma Deepwater Horizon, el Golfo de México sigue siendo una de las áreas de perforación petrolera más grandes de los Estados Unidos. Según la Administración de Información Energética de este país, las perforaciones offshore en el Golfo proveen el 17 por ciento del crudo de los Estados Unidos, y un cinco por ciento de su gas. Aún así, incluso en este lugar, todavía falta información de referencia, según Joye.

“Lamentablemente faltan referencias medioambientales sobre el ecosistema del Golfo de México y otros ecosistemas que ya se ven afectados o que pueden verse afectados pronto por la extracción de hidrocarburos”, escribe Joye.

Map of the northern Gulf of Mexico shows nearly 4,000 active oil and gas platforms circa 2012. Map courtesy of National Oceanic and Atmospheric Administration.
Mapa del norte del Golfo de México muestra casi 4000 plataformas activas de gas y petróleo alrededor de 2012. Mapa cortesía de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos.

Uno de estos ecosistemas es el océano Ártico. Rusia, el primer país en hacer esto, ha estado extrayendo petróleo del lecho marino del Ártico desde finales de 2013 en la costa occidental de Siberia. Mientras tanto, en una controvertida licitación para explotación petrolera en el Ártico, la administración de Obama recientemente dio permiso a la Royal Dutch Shell para explorar más allá del estado de Alaska en busca de petróleo.

“Dada la expansión de la extracción de petróleo y gas a (más de) 1500 metros dentro de las aguas profundas (más profundo que el pozo Macondo) en el Golfo de México y en las costas de Brasil y el oeste de África, la probabilidad de otro incidente es una amenaza real”, escribe Joyce.

En el Ártico, Shell está perforando 2483 metros por debajo de la superficie, casi mil metros más profundo que el pozo del Macondo, y en una región más inhóspita y remota.

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