- La agricultura comercial es la causa de más de dos tercios de la deforestación en todo el mundo.
- Muchas empresas que participan en las cadenas de suministros agrícolas se han comprometido a llegar a la “deforestación cero”, pero estos compromisos sólo llegan hasta cierto punto, según el Fondo para la Defensa del Medio Ambiente (Environmental Defense Fund).
- El grupo aboga, en un nuevo informe, por las “zonas de deforestación cero”, como una manera de poner en práctica los compromisos forestales del sector privado al hacerles trabajar con –en lugar de trabajar al lado de– iniciativas del gobierno, leyes y normativas.
La agricultura comercial es la causa de más de dos tercios de la deforestación en todo el mundo, lo que ha llevado al escrutinio y numerosas llamadas al cambio.
Tanto la industria privada como los gobiernos han hecho muchas promesas para abordar el problema. Sin embargo, de acuerdo con el Fondo para la Defensa del Medio Ambiente (EDF), no es probable que ninguna logre por sí misma el objetivo de poner fin a la deforestación, sobre todo porque las partes interesadas públicas y privadas que quieren mantener los bosques en pie raramente trabajan juntas. Así, los expertos forestales en el EDF han ideado un nuevo enfoque que les ayudará a hacer precisamente eso.
“”Los compromisos voluntarios del sector privado llegan sólo hasta cierto punto”, dijo Chris Meyer de EDF, quien tiene experiencia en temas de deforestación y clima tropical, a Mongabay en un correo electrónico. Meyer fue coautor de un informe publicado en el Journal of Sustainable Forestry en defensa de las zonas de deforestación cero”, como una manera de poner en práctica los compromisos forestales del sector privado al hacerles trabajar con –en lugar de trabajar al lado de– REDD + y otras iniciativas del gobierno, leyes y normativas.
Las principales empresas de agricultura industrial como Cargill y Archer Daniels Midland han adoptado compromisos de deforestación cero, al igual que las grandes empresas de la cadena global de suministro de productos, desde los productores a los fabricantes de los productos de consumo. Por ejemplo, el Consumer Goods Forum (Foro de Bienes de consumo), una red de más de 400 empresas, ha anunciado en 2010 un plan para trabajar hacia la deforestación tropical cero para el año 2020, a través del abastecimiento responsable de productos como carne de vacuno, soja, aceite de palma, celulosa y papel.
Las empresas agrícolas tienen buenas razones para estar preocupadas por la deforestación. Según el informe del EDF, la deforestación altera algunos de los servicios de ecosistemas de los que depende la propia agricultura, tales como agua limpia y un clima local estable. La presión de los grupos de sociedad civil y consumidores es otro factor que impulsa a las empresas a adoptar compromisos de deforestación cero.
La parte difícil siempre ha sido hacer realidad esos compromisos en el terreno. Por ejemplo, en el Amazonas, las empresas que controlan más del 90 % de las compras de soja, alrededor de la mitad de la faena de carne de vacuno y 96 % del comercio del aceite de palma, se han comprometido a las políticas de deforestación cero, dice el informe. Brasil ha sido testigo de una enorme caída en la deforestación del Amazonas en la última década, gracias en parte a esas promesas de deforestación cero. Pero hay señales de que el progreso está en peligro de revertirse, lo cual ilustra lo difícil que es transformar la relación de la industria con los recursos naturales en los que se apoya.
Para ilustrar aún mejor el problema con los compromisos de deforestación cero de las empresas, Meyer señala que incluso si algunas operaciones agrícolas están vendiendo productos libres de deforestación a las empresas con compromisos, las granjas vecinas todavía podrían despejar la tierra y vender a los compradores sin compromisos. Por lo tanto, los compromisos voluntarios del sector privado podrían crear “islas de verde en el mar de deforestación”, dice Meyer.
Ahí es donde el gobierno tiene que intervenir y crear políticas públicas para incentivar y hacer cumplir la conservación de bosques en las grandes áreas. El informe del EDF defiende que REDD+ —una iniciativa que recibe el nombre oficial de Reducción de las Emisiones provenientes de la Deforestación y Degradación de los bosques, que está encabezado por la ONU como parte de las negociaciones climáticas en curso— podría proporcionar apoyo a los gobiernos para supervisar y hacer cumplir las leyes forestales, de manera que todo el mundo tenga que seguir las mismas normas. Esto tendría el beneficio adicional de minimizar los riesgos de que los productos que están vinculados a la deforestación sean “blanqueados” en cadenas de suministro de las empresas por los proveedores indirectos, cuenta Meyer.
Muchos países y estados ya tienen programas de REDD+, señala el informe, lo que significa que han adoptado compromisos y políticas para reducir la deforestación a lo largo de sus jurisdicciones. Brasil y algunos de sus estados amazónicos, por ejemplo, tienen compromisos para reducir la deforestación bruta en un 80 % o más para el año 2020.
Aun así, REDD+ también tiene sus limitaciones; la más importante es que “nunca será capaz de generar suficiente apoyo financiero para igualar el costo de oportunidad de deforestación en algunas áreas y para algunos cultivos”, según Meyer. Se necesitan los compromisos del sector privado para enviar una señal no financiera de que existe demanda de productos de deforestación cero, lo que puede aumentar el alcance de REDD+ y sus recursos limitados, dijo este.
Sin embargo, y hasta el momento, los esfuerzos públicos y privados para detener la deforestación se han llevado a cabo mayormente como iniciativas separadas. El resultado es que, a pesar de todos los compromisos del sector público y privado –algunos de los que han sido, de hecho, exitosos–, la deforestación sigue siendo muy prevalente en las cadenas de suministro corporativo y en las tierras públicas. “Un complejo panorama de políticas gubernamentales, diferentes impulsores de la deforestación, múltiples actores con diferentes incentivos y la aplicación inadecuada de las leyes contribuyen a que el problema continúe”, indica el informe.
El equipo del EDF afirma que la creación de “zonas de deforestación cero” mediante la alineación de los sectores públicos y privados a través de un enfoque de toda la jurisdicción no sólo aumentaría la eficacia de esos esfuerzos, sino que también reduciría el coste de la eliminación de la deforestación de las cadenas de suministro de productos.
Al usar el enfoque de las zonas de deforestación cero, las empresas obtendrían preferentemente los productos que cumplan con sus compromisos de deforestación cero de jurisdicciones que han establecido los programas de REDD+ y que están en el camino de las emisiones cero de la deforestación para el año 2020.
Daniel Nepstad, director ejecutivo y científico principal del Earth Innovation Institute (EII), una ONG de desarrollo sostenible ubicada en San Francisco, le contó a Mongabay que acoge favorablemente el apoyo del EDF hacia un enfoque jurisdiccional para el abastecimiento sostenible. No es algo sorprendente si tenemos en cuenta que EII presentó una propuesta muy similar en 2013 y está implementándola en Brasil, salvo que ellos denominaron su enfoque “el sistema de rendimiento territorial”.
Los autores del informe del EDF definen una “zona de deforestación cero” como una región que ha logrado “cero emisiones netas de la deforestación”. Pero Nepstad ha considerado la elección del nombre de la EDF como una oportunidad perdida, ya que implica que los terratenientes tendrán que cumplir un objetivo muy difícil: no talar ningún árbol, cuando en realidad ese no es el caso.
En los planes de “deforestación neta cero” como los de EDF y EII, la deforestación puede permitirse siempre que se haga un esfuerzo para compensar las emisiones de la deforestación mediante el crecimiento de nuevos bosques para acumular una cantidad igual de carbono. Tales objetivos son a menudo apodados “cero emisiones netas” o “neutralidad forestal de carbono”.
Nepstad dice que términos como esos pueden ser más efectivos que la “deforestación cero” porque se consideran mucho más alcanzables por los agricultores, un grupo crítico de partes interesadas que, según Nepstad, se deja a menudo fuera de la mayoría de los diálogos sobre la deforestación tropical.
Sin embargo, otros expertos argumentan que la deforestación neta cero es un enfoque equivocado y que los compromisos deberían centrarse de lleno en la reducción de la destrucción de los bosques nativos y la reforestación de la tierra que ha sido despejada, con el fin de maximizar el almacenamiento de carbono y el hábitat silvestre.
El informe del EDF no estipula exactamente cómo lograr una zona de deforestación cero. En su lugar, eso debe ser decidido por las principales partes interesadas en cualquier país o región determinada, incluyendo a los responsables políticos, empresas, agricultores, organizaciones no gubernamentales, pueblos indígenas y otras comunidades locales, ya que todos ellos estarían de acuerdo en qué apariencia tiene su zona de deforestación cero particular y usarían los sistemas de seguimiento y evaluación de REDD+ para realizar un seguimiento de la deforestación.
Según el informe, los compromisos del sector privado “proporcionarían las bases” para las zonas de deforestación cero al conciliar a los proveedores y las tierras agrícolas con las leyes locales pertinentes. Las empresas todavía tendrían que vigilar sus cadenas de suministro, pero el abastecimiento preferencial de las zonas de deforestación cero reduciría el riesgo de que compraran, sin darse cuenta, productos ligados a la deforestación.
“Los compromisos del sector privado son buenos a la hora de enfocarse en los productos que son los principales impulsores de la deforestación, como la carne de vacuno, la soja y el aceite de palma, debido al poder de mercado que producen los compradores en las áreas geográficas clave”, explica Meyer. “La aplicación de las leyes forestales es, a menudo, muy débil, así que los grandes compradores pueden tener más influencia sobre las prácticas de la deforestación de los proveedores de la que pueden tener las leyes y las regulaciones”, añadió.
Mientras tanto, bajo el enfoque del EDF, la financiación de REDD+ se canalizaría a través del sector público para conceder subvenciones de cara a la intensificación sostenible de la agricultura, la certificación de terceros y otras iniciativas que reducen las presiones de la deforestación. Los fondos de REDD+ podrían ser usados también para realizar pagos a los pueblos indígenas y comunidades locales por los servicios ecosistémicos de las tierras que administran, y para construir programas que faciliten la inclusión de esos servicios ecosistémicos en las cadenas de suministro.
Todo esto significa que para que las zonas de deforestación cero funcionen es fundamental que los países apoyen REDD+ en las negociaciones climáticas de la ONU y en las políticas nacionales, dijo Meyer. REDD+ está diseñado para canalizar fondos de países desarrollados en incentivos para que los países en desarrollo reduzcan emisiones de los terrenos forestales e inviertan, en su lugar, en el desarrollo bajo en carbono. Sin el apoyo de los países donantes y países receptores, REDD+ no tendrá éxito, al igual que tampoco lo tendrían las zonas de deforestación cero.
La alineación de los compromisos privados y REDD+ no sólo conciliaría las señales privadas y públicas con los productores de los productos agrícolas, presionándoles para que cumplan con las leyes forestales y dejen de despejar sus terrenos, dijo Meyer, sino que también crearía ciclos virtuosos de retroalimentación.
Por ejemplo, una mayor aplicación de las leyes en las zonas de deforestación cero ofrecería a las empresas la seguridad que necesitan para hacer inversiones a largo plazo. Esas inversiones traerían, a su vez, más fondos para la jurisdicción, los cuales podrían ser usados para programas de desarrollo sostenible. Los fondos de REDD+ podrían entonces utilizarse para ayudar a los agricultores a aumentar su rentabilidad, aliviando desde el principio la necesidad de la tala de bosques para la agricultura.
Meyer y el equipo de EDF pretenden dejar espacio para que todas las partes involucradas trabajen en conjunto y así construir la síntesis ideal de las iniciativas públicas y privadas. Tal y como escriben en su informe: “Mediante nuevos debates entre las partes interesadas, las ZDC podrían perfeccionarse para proporcionar una solución a escala de paisaje que podría eliminar la deforestación para el año 2020”.
Referencias
- Meyer, C., Miller, D. (2015). Zero Deforestation Zones: The Case for Linking Deforestation-Free Supply Chain Initiatives and Jurisdictional REDD+. Journal of Sustainable Forestry34(6-7): 559-580.
- Brown, S., Zarin D. (2013). What Does Zero Deforestation Mean? Science 342: 805-807.
- Nepstad, D.C., Irawan, S., Bezerra, T., Boyd, W., Stickler, C., Shimada, J., Alencar, A., Azevedo, A., Tepper, D., Lowery, S. (2013). More food, more forests, fewer emissions, better livelihoods: linking REDD+, sustainable supply chains and domestic policy in Brazil, Indonesia and Colombia. Carbon Management 4(6): 639–658.