- Los ecologistas se lucharon sin éxito contra un nuevo campo de Golf en Río que, según la ciudad, era necesario para las Olimpiadas de 2016.
- El campo de golf, de 60 millones de reales, incluye la construcción de edificios de 22 pisos en el hábitat de bancos de arena del Área de Protección Medioambiental de Marapendi (EPA).
- Los funcionarios de Río se defendieron de las críticas con un informe que negaba que hubiera daños en el hábitat, y apuntaba a que la ley de designación de áreas de protección de Brasil permite el desarrollo humano en este tipo de zona.
- La polémica por el campo de golf solo es una de las muchas que rodean a las Olimpiadas de Ríos, como la preocupación por la bahía contaminada con aguas residuales donde se celebrarán las competiciones de vela. Los investigadores federales expandieron recientemente su investigación para detectar posibles casos de corrupción en torno a la preparación del evento que dará comienzo el mes de agosto.
Tras un receso de más de 100 años, el deporte del golf volverá a jugarse en las Olimpiadas de verano, a pesar de que el evento se ha visto empañado por una polémica ambiental contra la que luchan los ecologistas. No obstante, no han evitado que los preparativos olímpicos de la ciudad de Río saliesen adelante.
Según las autoridades de Río, la competencia olímpica requería de un nuevo campo de golf, a pesar de que ya existían dos campos de golf reglamentarios en la ciudad de Río de Janeiro.
El terreno elegido para el nuevo campo de golf, que debía estar terminado en 2015 antes de las Olimpiadas, se asienta dentro del Área de Protección Medioambiental (en adelante, EPA) de Marapendi, un hábitat costero para la vegetación nativa de bancos de arena y vida animal, inclusive las especies en peligro de extinción.
El espacio abierto de la EPA también pasó a estar convenientemente dentro del lujoso barrio residencial de la playa de Río en Barra de Tijuca, apodado “el Miami Beach de Río”, una candente zona residencial donde los bloques de apartamentos y centros comerciales van en aumento, junto con la Villa Olímpica y el Parque Olímpico.
El biólogo Marcello Mello, muy crítico al proyecto, calificó claramente la construcción del campo de golf como un “delito ambiental”.
“El [anteriormente protegido] banco de arena pertenece a la Mata Atlántica, que está registrada [como patrimonio de la humanidad] por la UNESCO y [forma parte] de uno de los ecosistemas más amenazados del mundo”, afirmó Mello. En referencia a los daños causados al Área de Protección Medioambiental de Marapendi —hogar de 238 especies registradas— declaró: “Es un escándalo”.
La decisión de construir el campo de golf generó protestas inmediatas por parte de activistas ambientales y los fiscales estatales del Ministerio Público del Estado de Río de Janeiro (en adelante, MP-RJ), quienes tomaron parte de la decisión de la ciudad al presentar una demanda contra la licencia ambiental para el proyecto. La solicitud para detener las obras fue rechazada por los tribunales brasileños, por lo que la construcción salió adelante con 60 millones de reales brasileños para el proyecto.
Eso no detuvo a la oposición: se enfrentaron directamente al presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Thomas Bach, en el vestíbulo del Hotel Windsor Atlântica mientras se encontraba en Río para una reunión. Los manifestantes llevaban pancartas en las que se podía leer “asesino de la naturaleza”.
A medida que el proyecto avanzaba, los activistas de un grupo llamado “¿Golf para quién?” junto con otros críticos, llegaron al lugar de las obras de construcción para protestar. Sin embargo, sus esfuerzos no lograron detener el proyecto. El 22 de noviembre de 2015, Eduardo Paes, alcalde de Río, inauguró el campo de golf de forma oficial en presencia del presidente del Comité Olímpico de Brasil, Carlos Arthur Nuzman.
En febrero de 2016, el estado de Río de Janeiro emitió un informe del gobierno de expertos diciendo que el campo de golf “contribuyó al desarrollo de la vegetación local” y que mejoraba el hábitat silvestre en lugar de dañarlo. Al mismo tiempo, afirmaba que el hábitat de los bancos de arena del EPA de Marapendi se había degradado gravemente tras muchos años extrayendo arena.
“La franja de vegetación nativa no ha cambiado con la construcción del campo de golf”, detalló el informe, una afirmación con la que la ciudad de Río está de acuerdo. El informe de los expertos también aseguró que el campo de golf había aumentado y no disminuido el número de especies que viven en el lugar.
Desde entonces, el MP-RJ ha discutido el análisis con otro organismo, el Grupo de Actuación Especial de Medio Ambiente (GAEMA), y pidió al tribunal que celebrara una nueva audiencia que incluiría un “equipo multidisciplinario” para analizar los daños al hábitat. El juez hasta ahora no ha respondido a esa solicitud.
Según GAEMA y los activistas de “¿Golf para quién?”, el campo de golf causó graves y perjudiciales impactos medioambientales, tales como la supresión y fragmentación de la vegetación nativa y la reducción de la biodiversidad local, lo que conlleva la pérdida del hábitat y de las especies nativas de fauna y flora, entre ellas especies en peligro de extinción.
“Este proyecto está acabando con la marisma del ecosistema, [el] hábitat de especies raras y en peligro”, dijo Mello, incluyendo a especies de mariposas de mar, el lagarto de arena blanca, especies raras de orquídea y un cactus poco conocido, además de especies más comunes, como el Jacaré do Papo Amarelo o yacaré overo (Caiman latirostris), el armadillo, el conejillo de Indias y el perezoso.
Mello también puso en duda la exactitud del informe de expertos del gobierno, diciendo que le habría llevado estudios ambientales extensos y costosos para demostrar el informe equivocado de la ciudad —un esfuerzo que los activistas no podían permitirse. Sostuvo que, mientras que los bancos de arena de la EPA se habían degradado ciertamente en el pasado, el hábitat se había recuperado en gran medida en los últimos años. También alegó que el informe presentó fotos engañosas que mostraban una pequeña área de terreno degradada de la EPA, pero que no enseñaba cualquier hábitat del banco de arena así recuperado. Esas fotografías, afirmó, hicieron que todo el mundo “creyera que la recuperación era una mentira”.
A día de hoy, el campo de golf cubre 970.000 m². Se construyó como parte de una Alianza Público-Privada (APP) entre el gobierno y Fiori Enterprises, la cual, a tenor del acuerdo, tenía derecho a construir un edificio de 22 plantas en la zona. Desde el principio, el permiso del proyecto había limitado la altura en seis plantas, pero los funcionarios de Río aprobaron el cambio de parámetro.
En la apertura del campo de golf, Paes, alcalde de Río, rebatió la crítica del proyecto al afirmar que el nuevo campo de golf reunirá todos los requisitos del COI, mientras que los dos campos de golf existentes en Río (Itanhangá y Gavea) no cumplieron con tales exigencias.
“Cualquiera que quiera entender el proyecto puede ir a la [página] web ‘explicagolfe‘ y verán que aquí [en la EPA] había una zona degradada por la extracción de arena local”. “Hicimos algunos ajustes [en la construcción del campo de golf]. Hemos recuperado parte del terreno [degradado], estableciendo [en ella] la vegetación de los bancos de arena”, argumentó.
Los ecologistas apuntan que los campos de golf no tienen una reputación de ser respetuosos con el medio ambiente: por lo general están plantados con hierbas invasoras no nativas; precisan de un mantenimiento intensivo, incluyendo el uso de pesticidas químicos, herbicidas y fertilizantes; aunque también necesitan un mantenimiento regular que precise de equipos pesados —prácticas que no son propicias para la vida silvestre.
Los organizadores olímpicos de Río niegan cualquier delito en lo concerniente al campo de golf, y señalan que, amparada por la ley, la designación de la EPA permite tanto la actividad humana —incluyendo edificios— y la preservación del medio ambiente, siempre que “se respeten las restricciones legales”. Los organizadores también sostienen que el campo de golf tenía concedidos todos los permisos ambientales requeridos y que, por tanto, su construcción no infringía ninguna ley.
Tras las Olimpiadas, una entidad pública gestionará el campo de golf durante 20 años. El complejo de golf tiene capacidad para entretener a 150.000 espectadores. Según el alcalde de Río, el objetivo del proyecto es divulgar y fomentar la práctica del deporte en la ciudad.
La polémica del campo de golf de Río llega en medio de una creciente investigación federal que investiga la posible corrupción que rodea a los Juegos Olímpicos de Brasil 2016 y sus muchos proyectos de construcción, contratos de servicios y seguridad. Río ha tratado de sortear la publicidad olímpica negativa, la cual ha incluido informes sobre su bahía infestada de aguas residuales en donde se llevarán a cabo las regatas, y la construcción de un nuevo carril bici costero tasado en 12 millones de dólares —una parte del cual se desplomó este mes de abril cuando fue golpeado por una ola, y acabó con la vida de dos personas.