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La modalidad

Una vez removidas de su hábitat, las especies pueden ser traficadas vivas, sin embargo, en muchas ocasiones, solo ciertas partes son comercializadas, especialmente los huevos de tortugas charapas, cabezas, cuernos, garras y colmillos que luego son vendidos como adornos. “La dinámica del tráfico depende de muchas variantes, pero la principal es la demanda”, explica Karen Noboa, funcionaria de la Unidad de Vida Silvestre de la Agencia Nacional de Biodiversidad del Ministerio del Ambiente.

Los pedidos y exigencias de este mercado ilegal pueden a veces desafiar la imaginación de los expertos.  “Hemos tenido casos de personas del Oriente (del Ecuador), como tienen ciertas costumbres alimenticias, quieren ciertas partes de animales que están en peligro de extinción, como una vesícula biliar”, cuenta Noboa.

Además de especímenes vivos y elementos constitutivos de los animales, la Unidad de Vida Silvestre también ha detectado el tráfico de muestras biológicas, por ejemplo, tejidos que son enviados al extranjero ser incluidos dentro de algunas colecciones científicas. “Es para acceso a recursos genéticos”, dice Noboa. “Eso es un poco más complicado porque recién lo estamos detectando como un delito”.  

Un negocio lucrativo

Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), el tráfico de vida silvestre genera ingresos que oscilan entre los 7000 y 23 000 millones de dólares por año, lo cual lo convierte en la cuarta actividad ilícita con mayor influencia a nivel mundial, después del negocio ilegal de las drogas, las armas y la trata de personas.

Los traficantes regionales e internacionales que operan en el Ecuador han logrado establecer una red de personas, llamadas extractores, que conocen muy bien el método de caza, la ubicación de los animales y el tipo de trampas que se deben utilizar para sacarlos de su hábitat natural. “Los extractores son los que menos reciben dentro de esta cadena grande”, explica Noboa. “Cuando (la especie) llega a su destino internacional, el precio es veinte o diez veces mayor del que recibió la persona que lo mató o simplemente lo extrajo”.  

Mono Machín (cebús albifrons aequatorialis ) rescatado por la Unidad de Vida Silvestre del Ministerio del Ambiente. Foto: Cortesía del Ministerio del Ambiente de Ecuador.
Mono Machín (cebús albifrons aequatorialis ) rescatado por la Unidad de Vida Silvestre del Ministerio del Ambiente. Foto: Cortesía del Ministerio del Ambiente de Ecuador.

A pesar de esto, los extractores son piezas clave  dentro del tráfico de vida silvestre, porque sin ellos los intermediarios o comerciantes grandes no podrían acceder al hábitat de los animales.

Tanto Noboa como Carrión coinciden en que esta actividad ilegal tiene la misma estructura que el tráfico de drogas o de alguna manera, se relaciona con ella. En efecto, hace unos años Carrión y su equipo de la Fundación Zoológica recibieron un decomiso de 100 pericos del Pacífico que fueron hallados por la Policía durante un operativo antidrogas. Las aves, comunes en el ecosistema subtropical del Ecuador, fueron luego liberadas en la Reserva Ecológica Lalo Loor, ubicada en la provincia de Manabí, en la costa ecuatoriana.

Sin embargo, esta no es la única manera en la que los traficantes camuflan a las especies en cautiverio. Muchas veces, los animales son escondidos dentro de tubos PVC, especialmente los loros o pericos pequeños, y los insectos también. Otra opción es llevarlos ocultos debajo de la ropa.Los anfibios son muy fáciles de transportar. Hay unos que son muy pequeños y simplemente los llevan en fundas”, explica Noboa.

En ocasiones, la Unidad de vida Silvestre ha tenido decomisos de lepidópteros, mariposas y colibríes que son importantes para las colecciones científicas en otros países.

En el caso de las aves, son los pericos y guacamayos las especies más traficadas, así como las tortugas charapas, sus huevos y las boas también. En cuanto a los mamíferos, los primates son muchas veces tomados como mascotas. La mayoría de animales destinados al tráfico provienen de la Amazonía, específicamente de Orellana, Napo y Sucumbíos, aunque también se ha detectado actividad en Esmeraldas y, en menos magnitud, en la zona subtropical de Imbabura.

A pesar de que internamente se ha incrementando el control del tráfico de vida silvestre, Noboa explica que la dificultad viene cuando los traficantes llegan a las zonas fronterizas, especialmente aquella con Perú, ya que ahí es poco regularizada la venta de animales vivos en la calle. “Lo que no pasa acá en Ecuador”, asegura Noboa. Esto, sobre todo, desde que se incluyó el artículo 247 en el Código Orgánico Integral Penal (COIP) que permite sancionar estas actividades ilegales.

Desde Agosto de 2014, “la persona que cace, pesque, capture, recolecte, extraiga, tenga, transporte, trafique, se beneficie, permute o comercialice, especímenes o sus partes, sus elementos constitutivos, productos y derivados, de flora o fauna silvestre terrestre, marina o acuática, de especies amenazadas o en peligro de extinción y migratorias”, puede enfrentar de uno a tres años de cárcel.  

Para la Unidad de Vida Silvestre ha sido complicado determinar los principales destinos de venta de fauna. Sin embargo, la institución cree que se puede señalar a China, Japón y Tailandia como el mercado principal para estas especies, esto basado en bibliografía que ellos manejan internamente. Europa y Estados Unidos no quedan fuera de la lista. “Es muy variada la dinámica. Es muy grande el espectro de esto”, dice Noboa.

Esfuerzos por proteger la fauna silvestre

Una de las instituciones que apoya la preservación de la fauna silvestre en el Ecuador es la Fundación Zoológica a través del manejo del zoológico de Guayllabamba. “Nuestro zoológico cuida a animales que han  sufrido de la actividad humana, del tráfico o incluso que han sido mantenidos como mascotas”, explica Carrión. “Nuestra razón de ser es combatir el tráfico ilegal de animales”.

Oso de anteojos: En la fotografía se ve al oso "Yumbo" que fue rescatado y liberado en el sector del Noroccidente de Quito. En la fotografía se le ve con el collar que contiene un rastreador satelital que permite monitorearlo y garantizar su supervivencia. Cortesía: Max Araujo/ Asistente de Proyectos de la Fundación Zoológica.
Oso de anteojos: En la fotografía se ve al oso “Yumbo” que fue rescatado y liberado en el sector del Noroccidente de Quito. En la fotografía se le ve con el collar que contiene un rastreador satelital que permite monitorearlo y garantizar su supervivencia. Cortesía: Max Araujo/ Asistente de Proyectos de la Fundación Zoológica.

En lo que va del 2016, esta institución ha recibido 113 animales que han sido rehabilitados a través del cuidado veterinario y de intervenciones quirúrgicas. A pesar de querer reinsertar a estas especies en su hábitat, los especialistas del zoológico muchas veces no conocen la procedencia del animal ni el grado de dependencia que tienen con el ser humano, dos factores que influyen en la capacidad que tiene el animal para volver a adaptarse a su hábitat natural.

Los animales que son reinsertados a su hábitat natural no llegan al 4 %”, asegura Carrión. “Generalmente los animales que se reinsertaron son aves rapaces, osos perezosos, osos hormigueros, puercoespines pero que son una minoría”.  La tortuga es una de las especies que más llega al zoológico de Guayllabamba y a decir de Carrión “es ahora el animal más traficado en el Ecuador”.

Halcón Variable: Este es un halcón que llegó con una fractura expuesta en el ala, se tuvo que cortar parte de los huesos e inmovilizar para que la herida se recupere, luego de mucho tiempo los huesos se soldaron, la herida cicatrizó y hoy en día hace vuelos cortos de 1 y 2 metros de distancia. Cortesía: Fundación Zoológica.
Halcón Variable: Este es un halcón que llegó con una fractura expuesta en el ala, se tuvo que cortar parte de los huesos e inmovilizar para que la herida se recupere, luego de mucho tiempo los huesos se soldaron, la herida cicatrizó y hoy en día hace vuelos cortos de 1 y 2 metros de distancia. Cortesía: Fundación Zoológica.

Otra institución involucrada en la protección de especies es el Instituto Nacional de Biodiversidad, de la mano del proyecto Códigos de Barras de ADN. Aún en fase de desarrollo, este proyecto busca generar una biblioteca que permita identificar a las especies sujetas al tráfico ilegal y usar esta información como prueba dentro de los procesos judiciales.

Hasta el momento se ha conformado una base de datos de 200 especies amenazadas o comúnmente traficadas”, explica Diego Inclán, director del Instituto Nacional de Biodiversidad. Para detectar esta lista inicial de especies, expertos involucrados se basaron en listas oficiales del Ministerio del Ambiente. “Todas son prioridad por el estado crítico al que se enfrentan”, señala Inclán.

Este proyecto global, manejado por el Instituto Smithsonian y Consortium for the Barcode of Life, se ha implementado ya en Kenia, México, Nepal, Sudáfrica y Nigeria, siendo Ecuador el único país en Latinoamérica en incorporarse.  

A pesar de la situación, todos coinciden en que la educación es la mejor manera de combatir el tráfico de vida silvestre. “En la medida en que la gente aprenda y valore su patrimonio, se caerá menos en esta agresión al patrimonio natural”, sostiene Carrión.

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