- El bloque petrolero ITT de Yasuní es uno de los sitios de perforación más controversiales del mundo.
- Los pozos de petróleo se encuentran en lo que los científicos describen como el lugar con mayor biodiversidad del planeta.
- El gobierno prometió que esa nueva perforación impactaría menos del 1 % de la zona
Mongabay ha obtenido una nueva imagen de satélite en alta resolución de lo que se sospecha que pueden ser una tubería y plataformas de perforación de Petroamazonas en el famoso bloque Ishpingo-Tambococha-Tiputini (ITT).
La imagen obtenida de Planeta fue analizada por el equipo del Proyecto Monitoreo de la Amazonía Andina (MAAP) justo después de que Ecuador anunciara que había comenzado la perforación en el lugar posiblemente más biodiverso del planeta.
Con una resolución de tres metros, la imagen muestra una tubería que serpentea en medio de densos bosques amazónicos y que terminan en rectángulos, los cuales se cree que son plataformas petrolíferas. La imagen es especialmente importante debido a la falta de monitoreo externo del bloque ITT.
“El gobierno no ha permitido ningún monitoreo independiente por parte de científicos, periodistas, o la sociedad civil. El sitio también está militarizado, y sobrevuelos e imágenes aéreas están prohibidas”, dijo Kevin Koenig, el director del Programa Ecuador de Amazon Watch. “La falta de transparencia y monitoreo independiente son contrarias a cualquier proceso creíble de diligencia”.
¿Bajo impacto?
El gobierno de Ecuador ha afirmado que la nueva perforación tendrá un impacto de menos del 1 % en el Parque Nacional Yasuní. Sin embargo, los críticos sostienen que esto no toma en cuenta los impactos secundarios de las operaciones de perforación de petróleo, incluyendo potenciales nuevas carreteras, infraestructura y un ejército de trabajadores petroleros.
“Es bien sabido que la construcción de carreteras en el interior de un parque nacional compuesto por selva tropical con una gran cantidad de ríos, conducirá inevitablemente a la colonización, deforestación, reducción de vida silvestre y a la continua degradación de los mismos elementos que los parques nacionales están diseñados para proteger”, dijo Adrián Forsyth, director de la Asociación para la Conservación de la Cuenca Amazónica (ACCA).
Según Kelly Swing, director de la Estación de Biodiversidad Tiputini en Yasuní, esta destrucción comienza con los trabajadores petroleros infiltrándose en la región.
“[A los trabajadores] se les muestran enormes concentraciones de animales silvestre todavía libres. Por eso, al terminar sus asignaciones temporales con el personal petrolero, muchos regresan como cazadores”.
Cabe añadir que tales actividades fueron “subvencionadas eficientemente por las compañías petroleras”.
Esta historia ha sido repetida en todo Yasuní, ya que vastas áreas del parque han sido explotadas para el desarrollo petrolero desde los años setenta. Áreas petroleras explotadas han pasado a ser infiltradas por cazadores furtivos, taladores ilegales y colonizadores, y se han enfrentado a casi constantes derrames de petróleo.
“Teniendo en cuenta que los estudios sísmicos llevan a cientos de personas al bosque para realizar actividades ruidosas en todo el paisaje (en un patrón de cuadrículas cada pocos cientos de metros), se puede decir que al menos el 80 % de la región sufre algún nivel de impacto”, Swing continuó.
Los críticos dijeron que Ecuador potencialmente podría reducir esa destrucción si continúa con un modelo de desarrollo petrolero tierra firme-alta mar, el cual no solo permitiría la construcción de carreteras adicionales a las nuevas plataformas de petróleo, sino que también permitiría el uso de helicópteros y transporte fluvial para llegar a las cabezas de los pozos.
El modelo tierra firme-alta mar –que básicamente trata las plataformas de petróleo como si estuvieran en el océano– ha estado en uso en algunos proyectos en los bosques amazónicos, como el proyecto de gas natural Camisea en Perú y el proyecto Urucú en Brasil.
“La explotación petrolera en Yasuní es un hecho ya anunciado desde hace mucho tiempo”, escribió Enrique Ortiz, vicepresidente de ACCA, en un correo electrónico a Mongabay. “Si se aplica tecnología y condiciones modernas, los riesgos ambientales pueden ser reducidos y/o prevenidos”.
Ortiz añadió que seguir ese camino requeriría de “total transparencia”, lo cual hasta la fecha no ha sucedido.
El modelo tierra firme-alta mar es considerablemente más caro que los modelos más tradicionales como los dependientes de carreteras. Varios expertos entrevistados creen que Petroamazonas no hacía ningún esfuerzo por mantener los bloques ITT como un estricto proyecto con modelo tierra firme-alta mar. El escepticismo es impulsado aún más por el hecho de que el gobierno de Ecuador permitió a Petroamazonas construir una carretera enorme en el adyacente bloque 31 a pesar de que se había comprometido a no construir carreteras allí. El Gobierno se refiere a este camino como un “camino ecológico”, pero en realidad es un camino donde varias grandes excavadoras pueden caber una al lado de otra.
Incluso una operación tierra firme-alta mar puede tener un impacto significativo, según Koenig. Él pone el bloque 10 como ejemplo de esta situación, ya que hay helicópteros de Petrozamazonas y un monorriel que llevan materiales dentro y fuera de los sitios de perforación.
“Veinte vuelos de helicópteros al día ahuyentaron a la vida silvestre, y la ruptura en el dosel debido al monorriel y las líneas de flujo petroleras –aunque sean más pequeñas que un camino– fue suficiente para mantener a los animales lejos”.
Con el tiempo, los colonos vinieron de todos modos, siguiendo el monorriel que cortaba la selva.
“Todavía no hay un ejemplo de extracción de petróleo responsable en la Amazonía”, dijo Koenig. “En los lugares que son ecológicamente frágiles y culturalmente sensibles, como Yasuní, aun las mejores prácticas de la industria –incluso siguiéndolas– no protegerán adecuadamente el bosque y sus pueblos. Yasuní es un lugar que debe estar simplemente fuera del alcance de las perforaciones”.
Los indígenas aislados
Tal vez la crítica más concluyente de las operaciones de petróleo –incluso con un modelo tierra firme-alta mar– es que siguen violando las tierras pertenecientes a tribus indígenas que han optado por permanecer aisladas del mundo exterior.
En lo profundo de Yasuní viven las tribus Tagaeri y Taromenane, una parte de los grupos indígenas Waorani. Las tribus Tagaeri y Taromenane son las únicas tribus en aislamiento que quedan en el Ecuador. Estos grupos han tenido encuentros violentos con personas de afuera, incluyendo madereros ilegales con lanzas y otros indígenas Waorani.
Petroamazonas dice que ITT no solo pone en riesgo potencial a sus trabajadores, sino también a los Tagaeri-Taromenane. Las tribus, aun pudiendo ser unas pocas docenas en número, son altamente vulnerables a enfermedades comunes con las que han tenido poco contacto y por ello desarrollaron poca inmunidad. Las tasas de mortalidad después del contacto con esas enfermedades han sido muy graves y han acabado con la mitad de sus comunidades. Los expertos temen que empujar las perforaciones petroleras más adentro de Yasuní pueda dar lugar a la extinción completa de estas dos tribus.
Ortiz dijo que aunque los impactos ambientales de la explotación de petróleo “pueden ser prevenidos para minimizarlos”, este no fue el caso para “las asuntos culturales y sociales”.
“Esos son más peligrosos que los medioambientales”, añadió.
Adicción al petróleo
El bloque ITT de Yasuní es sin duda el lugar de perforación de petróleo más controversial del mundo, ya que los pozos se sitúan directamente en lo que los científicos creen que es el lugar de mayor biodiversidad en la Tierra.
“Basados en todas las estimaciones fiables, más del 10 % de todas las especies en el planeta viven aquí”, dijo Kelly. “Esto representa una oportunidad única para salvar una enorme proporción de la herencia natural del planeta, así como una responsabilidad enorme”.
Estudios han demostrado que esta zona del mundo tiene la mayor diversidad de mamíferos, aves, anfibios y plantas vasculares. De hecho, se ha señalado a menudo que una sola hectárea en el Parque Nacional Yasuní contiene más especies de árboles que todo EE.UU. y Canadá combinados.
En un intento por proteger ITT, Ecuador propuso una idea radical en 2007: renunciaría a la perforación en el bloque ITT de Yasuní (aunque siguió perforando en el resto del parque) si la comunidad internacional se comprometía a donar $3.6 mil millones (aproximadamente la mitad del esperado ingreso) a un fondo de gestión del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. La Iniciativa ITT, como se le llamaba, fue presentada como una forma de proteger la biodiversidad, combatir el cambio climático y proteger las poblaciones indígenas. Pero en el 2013, Ecuador abandonó el programa citando que solo había recaudado $330 millones o el 9 % del total.
Ecuador es dependiente de los ingresos petroleros para financiar sus operaciones gubernamentales, una dependencia que se volvió más desesperada cuando los precios del petróleo cayeron. Swing dice que el dilema de Ecuador es “el mismo para al mundo entero”.
“¿Cómo podemos escapar de la todopoderosa industria del petróleo impulsada por el dinero, la cual ha estado dispuesta a hacer cualquier cosa para mantener su dominio en los mercados internacionales a través de la manipulación de los mercados y de la opinión pública?”.
En el caso de Ecuador, Swing dice que el país debería centrarse más en el desarrollo y la promoción del ecoturismo en lugar de explotar sus áreas protegidas.
“Con tantas especies en tan poco espacio [en el Yasuní], es bastante obvio que el visitante tiene la posibilidad de ver más especies en menos tiempo y con menos gasto que en cualquier otro lugar en el planeta, pero nadie lo sabe, ya que casi nadie, dentro o fuera del país, se ha molestado en comprobar los detalles y ha sido muy poca la promoción en los últimos años”.
Los primeros pozos en el bloque ITT han sido aprovechados y ya comenzaron a producir. Se prevé que suceda lo mismo con muchos otros pozos.
Esta historia fue publicada por primera vez en la web en inglés el 09 de octubre de 2016.