- El viernes 9 de septiembre, un juez dictaminó que el controversial oleoducto Dakota Access, de 1886 km de longitud, podía avanzar. Poco después, la administración de Obama revirtió esa decisión, al menos de manera temporal.
- Activistas de la tribu siux y otras tribus, así como también sus defensores, han estado luchando contra el oleoducto, para lo que emplean tres estrategias principales: jurídica, de acción comunitaria y política.
- Donde el enfoque legal de la tribu falló, las otras dos contribuyeron con lo que muchos sostienen como una victoria contra el oleoducto.
Por las mañanas, en el borde occidental del campamento de la Rocas Sagradas —el improvisado asentamiento de los manifestantes tribales y sus aliados, que tratan de detener el oleoducto Dakota Access—, puedes ver gente subiendo una loma baja que se eleva sobre las carpas donde se cocina y los espacios de reunión. Ahí están ellos, bamboleándose en la luz matinal.
“Pareciera como si estuvieran rezando”, le dijo Dallas Goldtooth, activista siux, a Mongabay.
Pero una mirada más cercana revela el destello de las pantallas de los smartphones. La loma —a la que los activistas llaman graciosamente Facebook Hill— es el único lugar en el campamento donde la gente puede incluso conseguir una recepción irregular para los servicios de datos de sus teléfonos.
Es así como se ha convertido en el fino cable que conecta a los aproximadamente mil doscientos residentes del campamento con el resto de la civilización. Noticias de casa, noticias sobre las victorias, noticias sobre las derrotas, noticias sobre la violencia: todo llega a Facebook Hill, y fue esta loma la que Goldtooth, organizador de la Red Ambiental Indígena (Indigenous Environmental Network) y uno de los principales líderes de la protesta contra el oleoducto, subió ese viernes para verificar los resultados de la crucial audiencia que se desarrolló en Washington.
A finales de julio, los siux de Standing Rock, cuya agua proviene del río Misuri, habían presentado una orden judicial contra el oleoducto Dakota Access. Ellos alegaron que el Cuerpo de Ingenieros del Ejército, al autorizar el proyecto, no los había consultado debidamente con respecto al impacto que los 1886 km de oleoducto provocarían en sus lugares tradicionales y en el suministro de agua, ya que se planea que cruce el Misuri unos ochocientos metros río arriba de la toma de agua de la reserva.
En las semanas previas, se vio una creciente confrontación entre los manifestantes y el propietario del oleoducto —la compañía con base en Texas, Energy Transfer Partners—, en las que se destacan actos masivos de desobediencia civil seguidos de arrestos masivos que culminaron con una aglomeración el 3 de septiembre. De acuerdo con el New York Times, ese día los equipos de construcción se trasladaron para arrasar las tierras en las que los siux dijeron que habían encontrado lugares ceremoniales sagrados. Los manifestantes tiraron abajo una cerca y se metieron rápido en el sitio de construcción, donde la empresa de seguridad los enfrentó con gas pimienta y perros guardianes. (Un video del enfrentamiento publicado por el programa periodístico independiente Democracy Now! recibió cerca de un millón de visitas).
Ahora bien, como se continuó con la construcción del resto de la línea, una difícil tregua se había instalado en la pradera, ya que ambos lados esperaban la decisión del juez James Boasberg. Goldtooth encendió su teléfono. «Y fue como: “Oh, vaya, está en marcha”».
Una oleada de correos electrónicos contó la historia: en su decisión, el juez Boasberg se había referido a “decenas” de intentos por parte del Cuerpo de Ingenieros del Ejército de contactar con la tribu y solucionar los efectos del oleoducto en tierras tribales alrededor del lago Oake, la porción embalsada del río Misuri que abastece a la reserva siux de Standing Rock. “Consciente de los agravios que sufrió la tribu durante los últimos siglos, la Corte analiza aquí el proceso de permisos con sumo cuidado”, escribió. Sin embargo, concluyó que el Cuerpo de Ingenieros del Ejército había cumplido con su obligación legal. La construcción podía proseguir.
Para Goldtooth, la insinuación fue clara, tanto para los manifestantes en su totalidad como para ellos mismos como líderes: luego de una tregua que duró semanas, la confrontación para la que ellos se habían preparado se avecinaba. “Estábamos esperando que Dakota Access se comenzara a excavar en esta área lo más pronto posible”, dijo. Eso significaba que habría seguridad de Dakota Access, policía e incluso Guardia Nacional. “Reaccionamos inmediatamente”.
El fallo significó dos duros desafíos. Primero, ellos tenían que usar sus cuerpos para evitar que los contratistas de obras de Energy Transfer Partners perforaran el lago Oahe, y sin que ningún manifestante recurriera a la violencia —algo para lo que se entrenó a los manifestantes durante semanas—. Segundo, tenían que determinar cómo informar al resto del campamento de que la causa judicial sobre la cual muchos habían depositado sus esperanzas había fallado y prepararlos para enfrentar las excavadoras.
Depositaron sus esperanzas en el segundo. Ese día, los manifestantes habían planeado una concentración frente al capitolio del estado en Bismarck, Dakota del Norte. “Decidimos demorar el anuncio [sobre la decisión del juez] hasta la concentración”, comentó Goldtooth. Camino a la concentración, él y otros organizadores pensaron cuál sería el mensaje. Explicarían la estrategia más amplia a los manifestantes reunidos. “En esta lucha contra Dakota Access, tienes una estrategia legal, una política y una de acción social y trabajan en conjunto y a veces de manera independiente”, dijo.
Tras recordar las preparaciones para la concentración, Goldtooth marcó las estrategias, las que él había aprendido en la resistencia del medio oeste contra el oleoducto, ahora bloqueado, Keystone XL. Está la estrategia básica de desobediencia civil, con la que los manifestantes siux y sus aliados habían bloqueado exitosamente la construcción semanas atrás. Se distingue de la estrategia legal, seguida por los líderes de Standing Rock, que desafía los permisos y solicita órdenes judiciales. «De ninguna manera la pérdida de una significa la pérdida de las otras, así que decimos: “Está bien, el camino legal puede que no haya funcionado en este momento, pero tendremos que mostrar nuestra responsabilidad en el campo” y enfrentar los equipos de construcción con resistencia no violenta», dijo Goldtooth.
Pero la última, tal vez, es la estrategia más importante, la que él llamó “estrategia media” o “estrategia política”, dirigida a aumentar la presión sobre la administración de Obama para bloquear el oleoducto. Tal apelación personal al presidente había sido una pieza central de la campaña anti-Keystone XL. El propio Goldtooth había participado en la manifestación en la Explanada Nacional de 2014, realizada durante varias semanas por la denominada Alianza de Vaqueros e Indios con el propósito de presionar a Obama para que interviniera en la construcción de ese oleoducto.
Igual que las protestas cerca del río Misuri, esa ocupación había aprovechado el poder del espectáculo, para lo que usaron jinetes cabalgando a medio galope e indios pintados con colores brillantes y con sus vestimentas tradicionales para insinuar que las primordiales fantasías populares del oeste americano se levantaban contra el oleoducto.
Para Jane Kleeb —fundadora del grupo progresista Bold Nebraska y uno de los organizadores básicos más influyentes de las batallas contra los oleoductos en EE. UU.—, el espectáculo había sido clave para convencer a Obama, un trabajo en conjunto con el más tradicional cabildeo en el Capitolio. Al comienzo de las protestas en Dakota del Norte, a medida que los medios de comunicación empezaron a publicar fotos coloridas de los indios que se enfrentaban a la seguridad privada del oleoducto, Kleeb deslizó que ellos seguirían una estrategia similar, con acciones públicas pintorescas para crear apoyo popular, que podría luego ser usado para influenciar a los formuladores de políticas —en particular, los de la administración de Obama—.
A mediados de agosto, Kleeb le dijo a Mongabay que “recibimos un aviso de los contactos en la Casa Blanca de que ellos están siguiendo lo que pasa en Dakota del Norte”. En las semanas siguientes, ese interés parece haber crecido. Los esfuerzos de los opositores del oleoducto que dieron repentino fruto el viernes se mostraron horas después de la decisión del juez Boasberg de permitir que continuara la construcción.
Goldtooth iba en una camioneta camino a la manifestación cuando vio el correo electrónico: un comunicado de prensa emitido por los departamentos de Justicia, del Interior y del Ejército de los Estados Unidos anunciaba que la construcción debía detenerse en el área alrededor del lago Oahe y solicitaba a Energy Transfer Partners que pausara la construcción a 32 km a cada lado. Aunque no era obligatorio, ya que el Cuerpo de Ingenieros del Ejército solo tiene jurisdicción sobre el río y el cruce de este, la pausa permitiría a los organismos “determinar si [el Cuerpo de Ingenieros del Ejército] necesitará reconsiderar alguna de las decisiones previas con respecto a la zona del lago Oahe bajo la Ley Nacional de Políticas Ambientales (NEPA, por sus siglas en inglés) u otras leyes federales”, dice el comunicado.
Además, sobre lo que el periodista John Schwartz, del New York Times, llamó “quizás más importante”, el comunicado también dice que la administración de Obama estaba considerando repensar el papel de los derechos de tierras tribales en la planificación de la infraestructura —una decisión que podría tener enorme impacto—.
Energy Transfer Partners sigue manteniendo un silencio de radio. La mayoría de las historias sobre la ocupación llevan alguna versión de la frase “No se pudo obtener ninguna respuesta por parte de Energy Transfer Partners”. La compañía sostiene que cumplió con todas las leyes existentes.
Aun así, el silencio de la compañía tiene como telón de fondo el personal de seguridad que les tira gas pimienta y los perros a los pacíficos manifestantes —imágenes que casi ni se veían en Estados Unidos desde el movimiento por los derechos civiles—. Mientras tanto, la violencia llevó a la oficina del sheriff del condado de Morton a tomar cartas en el asunto, ya que le pidió apoyo a la Guardia Nacional y emitió una orden de arresto para Amy Goodman, de Democracy Now!, por la filmación de los enfrentamientos entre los manifestantes y la seguridad de la compañía. También emitió una orden de arresto por vandalismo para la candidata presidencial del Partido Verde, Jill Stein, quien había tuiteado una foto de ella misma pintando con aerosol una excavadora de la constructora del oleoducto junto con la leyenda “El oleoducto Dakota Access es supervandalismo”.
Goldtooth comentó que fueron las reacciones visibles, de mano dura, como estas, así como también “el descarado e indignante desdén por las políticas federales indias” de Energy Transfer Partners, las que habían ayudado a cambiar la opinión pública, y por ende la del Gobierno, en favor de los siux. La intervención de Obama fue, en otras palabras, un triste ejemplo del principio del que el propio Goldtooth había planeado hablar: la estrategia de la protesta como una cuerda con hebras interdependientes. Una hebra se rompió, la legal, pero las otras dos —la básica y la política— se mantuvieron firmes y bloquearon el paso del oleoducto Dakota Access a través del lago Oahe y el río Misuri.
En las horas y los días que siguieron a los tirantes acontecimientos de ese viernes, historias y mensajes victoriosos llenaron las redes sociales, ya que los activistas se atribuyen un triunfo. Para Goldtooth, esto es prematuro, todavía hay un largo camino por andar.
“El tema de conversación principal del día es que esto no fue una victoria —aún—”, dijo. “Pero es una clara manifestación de que estamos ganando”.