- ¿Qué condiciones se dan en el lugar para que los incendios se propaguen con tal facilidad?
- ¿Qué papel juega el cambio climático en el desastre ocurrido en Valparaíso?
Valparaíso comenzó el 2017 con una cruda postal conocida por su gente: el 2 de enero una nube de humo negro cubrió los cielos de la bahía por el avance sin tregua de un incendio forestal que, en pocas horas, destruyó más de 240 casas al penetrar en zonas urbanas.
El inicio de las llamas aún no ha podido ser determinado. Sin embargo, las primeras versiones por parte de las autoridades comunales apuntan a la intervención de terceros en un fundo privado ubicado en el sector de Laguna Verde, al sur de la ciudad puerto. La situación generó una Alerta Roja en toda la zona y se confirmaron más de 50 hectáreas quemadas de pastizales y eucalipto.
Diecinueve personas resultaron lesionadas y más de 300 fueron evacuadas a un albergue habilitado por la Universidad de Playa Ancha. Tan solo nueve días después la emergencia se volvió a repetir, y ese es el cuento de todos los años para los porteños.
En promedio, cada siete meses se produce un siniestro de gran magnitud en Valparaíso. Así lo graficó el alcalde, Jorge Sharp, en una entrevista otorgada a la televisión local: la ciudad “es un polvorín”. La geografía de la ciudad se asemeja a un anfiteatro natural que mira de frente hacia la bahía y uno de los datos que no hay que pasar por alto, es que Valparaíso está rodeado por plantaciones de eucalipto que se extienden por sus quebradas y terreno irregular.