- El ecosistema de Leuser en Sumatra abarca 2,6 millones de hectáreas e incluye dos cordilleras, tres lagos, nueve sistemas fluviales y tres parques nacionales. Se jacta de tener 10 000 especies de plantas y 200 especies de mamíferos, decenas de los cuales solamente pueden encontrarse ahí. De los 6000 orangutanes que quedan en Sumatra, el 90 % vive en Leuser.
- Pero la región está bajo asedio del gobierno de Aceh, que en repetidas ocasiones ha intentado vender concesiones a compañías de palma aceitera que traspasan los límites de las zonas conservadas.
- Mientras que las ONG medioambientales de nivel internacional se han centrado en salvar a los orangutanes de Leuser, las ONG locales han tenido más éxito centrándose en los 23 mil millones de dólares estadounidenses en servicios ecosistémicos proporcionados por la reserva (como la prevención de inundaciones, el abastecimiento de agua, la agroecología, el turismo, la prevención de incendios y la captura de carbono, entre otros).
- Muchos campesinos sumatranos no ven a los orangutanes como una especie en peligro de extinción que debe ser protegida, sino como una plaga para las granjas y los jardines. Coordinadores locales como Rudi Putra y T.M. Zulfikar están organizando un movimiento ecologista que ha surgido en Sumatra y que depende mucho de las disputas sobre la potencial pérdida de servicios ecosistémicos en Leuser.
Hace cinco años, probablemente poca gente de fuera de Indonesia conocía un lugar llamado ecosistema de Leuser. Hoy en día, esta gran y asediada selva tropical en la isla de Sumatra (Indonesia) está a punto de ser tan famosa como el Amazonas por su fauna única e importancia global en cuanto a conservación.
Leuser ha recibido visitas de una innumerable cantidad de periodistas, ha sido el foco de atención de grandes campañas de ONG y, hace poco, fue el telón de fondo de las fotos de Leonardo DiCaprio en Instagram y Twitter.
Se podría decir que los orangutanes siguen generando gran parte de esa atención. Leuser es uno de los últimos refugios de estos primates En Peligro Crítico, ya que viven solamente en las islas de Sumatra y Borneo, y el “último lugar en la Tierra” —tal y como se ha promocionado Leuser en los medios— donde cohabitan con tigres, elefantes y rinocerontes.
Pero aunque esta carismática megafauna ha captado una gran atención global, la preservación de su hábitat y su futuro yacen no solo en las manos de ONG internacionales, sino también en las de la gente que vive ahí. Y los lugareños tienen un punto de vista muy diferente y prioridades muy distintas.
Un creciente movimiento ecologista comunitario en Sumatra ha obtenido auténticos logros en la protección del ecosistema de Leuser. No obstante, han tenido éxito solucionando primero las grandes preocupaciones de los habitantes, no apelando al amor de los ciudadanos por los grandes simios. Abordaron sus necesidades de tener aire limpio, agua dulce y varios servicios ecosistémicos de valor incalculable que proporciona una selva tropical intacta.
Desconexión local e internacional
Cuando viajé a Sumatra a finales de 2014, al principio era para escribir una historia sobre este floreciente movimiento comunitario, pero mis editores no la querían, buscaban historias sobre los apuros de los orangutanes.
Así que informé sobre el excelente trabajo del Sumatran Orangutan Conservation Program (SOCP) y Human Orangutan Conflict Response Unit (HOCRU). Se trata de organizaciones de rehabilitación y rescate que abordan en primera línea la destrucción del hábitat y la protección de los orangutanes.
En SOCP conocí amantes de la vida salvaje como Asril Abdullah, que había pasado noches lejos de su mujer e hijos para vigilar las 24 horas a bebés orangután huérfanos. También conocí a Yenny y Ricko Jaya, un matrimonio de veterinarios que hacían caminatas de 12 horas desde su casa a pueblos remotos para tratar a los orangutanes que necesitaran atención médica urgentemente.
A medida que escribía, seguía viendo que la historia fundamental no se contaba. Los campesinos sumatranos no estaban obsesionados con el rescate de los orangutanes. Es difícil preocuparse por estos grandes primates tras ver cómo destrozan reiteradamente sus jardines y su suministro de comida.
Como mucha gente los ve como una plaga, los ciudadanos corrientes que conocí en cafeterías o en la calle me acorralaban y querían saber: “¿Por qué a los estadounidenses os importan tanto los orangutanes?”.
Mientras tanto, las ONG locales en Aceh no querían hablarme de grandes simios, sino de ordenación territorial. Puede que sea un tema mucho menos fascinante, pero es mucho más importante para la vida de los ciudadanos y el futuro de su tierra.
El Edén de los orangutanes bajo asedio
El ecosistema de Leuser, que cubre la mitad norte de la isla de Sumatra, abarca casi 2,6 millones de hectáreas (10 038 m2) dentro de Aceh (un territorio especial semiautónomo) y la provincia de Sumatra del Norte. No se debe subestimar su valor ecológico ya que incluye dos cordilleras, tres lagos, nueve sistemas fluviales y tres parques nacionales. Aquí viven unas 10 000 especies de plantas y 200 especies de mamíferos, decenas de los cuales solo pueden encontrarse ahí. De los apenas 6000 orangutanes que quedan en Sumatra, se calcula que el 90 % vive en el ecosistema de Leuser.
Desde mediados de los 70, durante décadas esta zona se consiguió proteger de alguna forma del intenso desarrollo que ocurrió en el resto de Sumatra debido a los conflictos civiles. A menudo se desataba violencia entre el gobierno central de Indonesia y el movimiento independentista conocido como Movimiento Aceh Libre (Gerekan Aceh Merdeka o GAM, en indonesio).
Como parte de un acuerdo de paz, en 2005 Aceh recibió una condición territorial especial y retuvo el control sobre sus recursos naturales y las decisiones sobre el uso de la tierra. Después de que se le concediera oficialmente al ecosistema de Aceh la condición de protegido por parte del gobierno nacional, en 2007 Irwandi Yusuf, el primer gobernador de Aceh tras la guerra, respondió con la BPKEL (Badan Pengelola Kawasan Ekosistem Leuser o “Autoridad de gestión del ecosistema de Leuser”). Se trata de una autoridad aprobada por el gobierno que pagaba a guardabosques para patrullar Leuser e impedir la tala y la caza ilegales.
En 2012 Zaini Abdullah, el líder del Movimiento Aceh Libre, fue elegido gobernador y la cosa cambió. En un año, se disolvió la BPKEL y se despidió a los guardabosques. Al año siguiente, el gobierno de Abdullah sacó un nuevo plan territorial para la provincia de Aceh. El ecosistema de Leuser se omitió por completo del mapa y el futuro de sus bosques y vida silvestre estaba en grave peligro.
Una respuesta local
Ahora los apoyos para salvar Leuser entraron en pleno apogeo, tanto internacional como localmente.
Rápidamente ONG localizadas en Aceh y voluntarios entregados llenaron el vacío que dejó la BPKEL cuando se disolvió. Rudi Putra, ecologista de Aceh y uno de los guardabosques que el gobierno puso en la calle, ayudó a fundar dos grupos: el Foro de conservación de Leuser (Forum Konservasi Lesuer o FLK, en indonesio) y Bosques, naturaleza y medioambiente de Aceh (Hutan, Alam dan Lingkungan Aceh o HaKa, en indonesio).
Con la ausencia de una protección gubernamental de las fronteras de Leuser, Putra y sus organizaciones se encargaron. Compararon datos GPS con los mapas de las zonas concedidas para determinar qué empresas de aceite de palma estaban traspasando los límites del parque. Cuando encontraban alguna transgresión, cooperaban con los líderes locales y agentes de policía para talar y destruir palma plantada ilegalmente.
En 2014, las organizaciones de Putra se habían deshecho de unos 1200 acres de plantación ilegal de palma en Leuser. Empezaron a ganar cierta reputación por sus tácticas poco ortodoxas, pero efectivas. Putra apareció en un documental de VICE sobre el desarrollo del aceite de palma en Sumatra y ganó el prestigioso Premio Medioambiental Goldman.
A pesar de todo el éxito y el reconocimiento, la organización vivía al día. Algunos de los agentes de Putra que trabajan sobre el terreno no habían recibido el sueldo en meses. Pero las cosas han mejorado. Putra contó a Mongabay que hoy en día el presupuesto de la organización ha aumentado en un 400 %. Todo gracias a la notable donación de la Fundación Leonardo DiCaprio, que prometió dar dinero para ayudar a HaKa y otras organizaciones a hacer frente a las luchas ecológicas en Leuser. (En un viaje a Sumatra, DiCaprio conoció a Putra y los dos, además de la cofundadora de HaKa Farwiza Farhan, posaron junto a un elefante de Sumatra).
“Trabajamos muy despacio, aumentando nuestra capacidad y trabajo con la pequeña financiación”, me cuenta Putra. “Es un trabajo muy importante y [se ha ayudado de la] captación de fondos que hemos tenido en los últimos dos años”.
Victoria en los tribunales
El movimiento medioambiental de Sumatra no se ha centrado en la fauna, sino en aplicar las leyes existentes. Una de las primeras grandes pruebas fue en 2011, cuando el gobernador Yusuf emitió una concesión para una plantación de palma aceitera dentro del bosque de Tripa. Esta turba de tierras bajas dentro del ecosistema de Leuser es el hogar de la población más densa de orangutanes en Sumatra y es un importante sumidero de carbono que ayuda a contener el calentamiento global.
Los activistas medioambientales de la zona no tardaron en responder. Reivindicaban que el gobernador estaba infringiendo la ley al ignorar las fronteras del parque aprobadas a nivel nacional.
T.M. Zulfikar, director de Yayasan Ekosistem Lestari (YEL), fue el primero en retar legalmente esa licencia. Otras ONG regionales, nacionales e internacionales ofrecieron su apoyo y difundieron el caso, incluyendo el Foro indonesio de medioambiente (Wahana Lingkungan Hidup Indoneisa o WALHI).
El resultado salió en 2016, tras un extenso pleito de tres años y una investigación por parte de la policía nacional y el Ministerio de Medioambiente. La empresa de palma aceitera, PT Kallista Alam, se vio obligada a pagar más de 26 millones de dólares en multas y por los costes de restaurar el bosque. Se trataba de una cifra sin precedentes para una causa medioambiental en Indonesia.
En el comunicado de prensa en el que se anunciaba la victoria, Zulfikar escribió que el veredicto debe servir como “gran advertencia a otras compañías de que no se tolerará la tala ilegal de bosque en el protegido ecosistema de Leuser”.
Michael Griffiths es un asesor que lleva implicado en la protección de Leuser más de tres años. Señala que aunque el movimiento ecologista en Sumatra y en Indonesia acaba de aparecer, ha conseguido compromisos reales por parte del gobierno y la industria.
Las ONG locales “son listas. Saben cómo conseguir un buen respaldo para las causas dentro de los círculos locales”, cuenta Griffiths a Mongabay. “Tienen buenas habilidades políticas y estratégicas a la hora de hacer campaña. Han hecho tanto, no solamente protegiendo el bosque, sino que también contando la historia de lo que se está perdiendo. Y eso es un enfoque totalmente nuevo”.
El mensaje que divulgan: lo que la gente de Aceh y de Indonesia está perdiendo es mucho más valioso que el hábitat de los orangutanes y la vida silvestre. El ecosistema de Leuser controla el flujo y la distribución de agua dulce para cuatro millones de sumatranos.
Desde el punto de vista de prevención de incendios e inundaciones, abastecimiento de agua, agroecología, turismo, captura de carbono y sede de otros servicios ecológicos; se ha calculado que el valor económico de un ecosistema de Leuser intacto sería de 22,3 mil millones de dólares. Ese es el precio que los habitantes locales entienden.
Actuar a nivel local y global
Farwiza Farhan, nativa de Aceh de 30 años que confundó HaKa, me dijo que sí que existe cierta actitud romántica hacia los orangutanes en Indonesia a nivel nacional, sobre todo entre ciudadanos que viven lejos de las selvas tropicales y no tienen ningún contacto con los animales. Pero remarca que a nivel local “no hay muchos miembros de la comunidad [que] vean a los orangutanes como un tesoro, como fauna superinteligente [cuyo] hábitat necesita protección”.
Explica que “a menudo veo que los habitantes ven a los orangutanes como algo malo, sin mucho sentimiento. Es un poco como encontrarte un conejo en tu jardín, [una plaga] que resulta que está ahí”.
Además de estar sacándose el doctorado, Farhan hace casi todo el trabajo de comunicación y campaña en HaKa. Ella es una de los nueve demandantes que hay en un nuevo proceso civil que apela a que el gobierno nacional de Indonesia cancele el plan espacial de Aceh por ser anticonstitucional y perjudicial para el medioambiente.
Farhan señala que aunque estas acciones legales son muy importantes, también es crucial educar a los sumatranos sobre por qué las demandas sobre Leuser salen adelante. Explica que en gran medida Indonesia se sigue el sistema de cliente y patrocinio. Cuando la gente no está contenta con las decisiones sobre el uso de la tierra, normalmente van al líder de la zona, que no tiene prácticamente jurisdicción sobre esos asuntos y por tanto esa estrategia no funciona.
En su lugar, ella y la red HaKa están enseñando a la gente cómo denunciar cuando experimenten infracciones en el uso de la tierra. Les dice que vayan a la policía, que pongan una denuncia. Si es necesario, id a los tribunales. Ella insta a presionar el sistema jurídico, “con el fin de proteger [vuestra] tierra natal”. Farhan dice que HaKa también hace saber “que no están solos”.
Según Farhan, este tipo de trabajo es diferente de hablar a la gente sobre grandes conflictos como el cambio climático o especies en peligro de extinción, ya que no se necesita tanto concienciar a la gente sobre eso. Los campesinos sumatranos ya saben que la deforestación es un gran problema. Con frecuencia ven los dañinos resultados de la tala rasa en su vida cotidiana.
“La amenaza es muy real. Nadie necesita decirles que [la deforestación] es una mala idea”. De hecho, según ella, los habitantes estarán encantados de contar a cualquiera que escuche que la tala ilegal de los bosques está mal. “A veces, necesitan que se les escuche”.
Si se escucha a la población rural de Sumatra y se fortalece, el ecosistema de Leuser y los últimos orangutanes salvajes que quedan en el mundo podrían salvarse.