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El megáfono mediático: ¿ayuda a frenar los malos proyectos de infraestructura?

  • Un tsunami de desarrollo en infraestructura está poniendo en riesgo los ecosistemas globales, la fauna y a la gente. Veinticinco millones de kilómetros de carreteras nuevas planeadas para el 2050, la mayoría dentro de los países en desarrollo; además de tuberías, cientos de presas en el Amazonas, el Mekong y en otros sistemas fluviales, cuya electricidad frecuentemente es usada en los megaproyectos mineros.
  • Como ocurrió en el pasado, esta oleada de construcción está siendo respaldada fuertemente por los gobiernos nacionales, beneficiando enormemente la industria y a los inversionistas internacionales, con frecuencia al costo de los indígenas, las comunidades rurales, la fauna y el hábitat. Típicamente, el gobierno y la industria tienen grandes relaciones presupuestales para promover dichos proyectos.
  • Muchos conservacionistas que intentan mitigar el daño de estos proyectos mal considerados, o incluso verlos cancelados, dependen en gran medida de los medios de comunicación para alcanzar sus objetivos. Existe un precedente para tal estrategia: la cobertura de los medios de comunicación ha jugado históricamente un rol clave para frenar algunos de los proyectos internacionales de megainfraestructura más ambiciosos.
  • Mientras el desarrollo de la infraestructura se acelera rápidamente, los ambientalistas de hoy están utilizando todas las herramientas mediáticas a su disposición —desde los tradicionales periódicos y televisión, hasta blogs, Twitter, Facebook y YouTube— para poner en el reflector proyectos de infraestructura diseñados pobremente y para informar y enganchar al público.
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Una familia de chimpancés en Uganda. El desarrollo de megaproyectos de infraestructura —autopistas, presas, minas, tuberías y más— está amenazando los hábitats de innumerables especies salvajes alrededor del mundo. Foto por Julie Larsen Maher / Wildlife Conservation Society / Wikicommons

Vivimos hoy en la era más explosiva del desarrollo de infraestructura en la historia humana. Para mitad del siglo, la tasa sin precedentes de construcción de autopistas, presas, minas y plantas de energía; junto con el crecimiento de las ciudades, tejerá el mundo de hormigón. Supuestamente, esa ráfaga de actividad mejorará las vidas de millones de personas. Sin embargo, todo esto está llegando a expensas de un precio terrible para el mundo natural, en tanto perdemos selvas, estuarios, humedales, fauna e indígenas.

A lo largo de las pasadas décadas, una tremenda ola de de desarrollo en infraestructura —y daño ambiental— que alguna vez dominó primordialmente los paisajes europeos y estadounidenses, ha arrasado a través de África, Asia y Latinoamérica.

Y junto a ella han llegado campañas ambientales transnacionales con la determinación de minimizar el daño, proteger el hábitat y apoyar a los indígenas. Estos campañistas ambientales —típicamente superados tanto en artillería como en fondos por los desarrolladores corporativos— han trabajado diligentemente para eliminar proyectos potencialmente riesgosos o mitigar sus efectos negativos.

Una estrecha relación con los medios de comunicación ha sido capital para las campañas más exitosas de defensa ambiental. ¿Pero qué tan importante ha sido el rol de estos medios?

“Los medios de comunicación son esenciales para ‘correr la voz’ en cuanto a la infraestructura mal considerada —son la conexión clave entre los científicos que estudian estas cuestiones, quienes toman las decisiones y el público en general”, le dijo a Mongabay Bill Laurance, un distinguido profesor de investigación de la Universidad de James Cook, en Australia.

“Con muchísima frecuencia los científicos esencialmente son ignorados por quienes proponen los proyectos y toman las decisiones, pero es mucho más difícil para ellos hacer algo, así que los medios pueden poner el reflector sobre un proyecto y mostrar por qué ambiental, económica y socialmente es una mala idea.

The BR-364 highway in the northern Brazilian Amazon. By 2050, an estimated 25 million kilometers of new roads are planned, mostly in the developing world. These roads provide a gateway into forests and easy access for illegal loggers, settlers, and wildlife traffickers. Photo by Gleilson Miranda licensed under the Creative Commons Attribution 2.0 Generic license.
La autopista BR-364, en la Amazonía brasileña del norte. Para el 2050, está planeado un estimado de 25 millones de kilómetros en nuevos caminos, la mayoría en los países en vías de desarrollo. Estos caminos proveen una puerta a los bosques y un acceso fácil para traficantes de vida salvaje, taladores y asentamientos ilegales. Foto de Gleilson Miranda con licencia Creative Commons Atribución 2.0 licencia genérica.

El megáfono mediático en acción

Laurance habla de su experiencia: ofreció cientos de entrevistas a medios de comunicación para ayudar a hacer públicos los potenciales costos ambientales en la Amazonía brasileña del proyecto Avança Brasil —una inversión propuesta por el gobierno de 40 mil millones de dólares entre el 2000 y el 2020 en una “avalancha” de nuevas carreteras, presas, líneas de energía, de gas y más infraestructura que habría entrecruzado la Amazonía brasileña y la habría abierto para ulterior explotación y urbanización.

“Esto se volvió una enorme controversia tanto en Brasil como internacionalmente, y finalmente el gobierno se vio forzado a llevar a cabo una gran revisión interministerial que recomendó la cancelación de algunos de los proyectos más peligrosos”, dijo Laurance.

Señaló otros proyectos recientemente cancelados, como la red de carreteras Ladia Galaska, en Sumatra, y la autopista Serengueti, en Tanzania —proyectos ambientalmente dañinos en los que cree que los medios jugaron un papel crucial en la educación del público.

John Reid, fundador del Conservation Strategy Fund, está de acuerdo en que los periodistas están en una posición única que los vuelve “claves” en las campañas exitosas contra los proyectos defectuosos de infraestructura.

“Ni los defensores del medio ambiente, ni los científicos independientes ni los analistas tienen los millones de dólares que pueden desplegar los desarrolladores de los proyectos para sustentar sus proyectos con estudios. Sacarle la verdad a un amplio espectro de contribuyentes, consumidores de electricidad, legisladores y gente potencialmente impactada, es algo que solo los medios de comunicación pueden hacer”.

Villagers in Thailand protest the construction of the Xayaburi Dam on the Mekong River during the Asia Europe Summit in Vientiane, Laos in 2012. Very often protests signs used by environmental groups against large infrastructure projects feature both a country’s native language and also English, so that if the demonstration gains coverage by the international press the message will get easily communicated to the English-speaking world. Photo by Pianpron Deetes / International Rivers CC-BY-NC-SA 2.0 (Flickr)
En el 2012, aldeanos en Tailandia protestaron contra la construcción de la presa Xayaburi en el río Mekong, durante la cumbre Asia-Europa en Vientián, Laos. Con mucha frecuencia los mensajes de protesta usados por los grupos ambientalistas contra los grandes proyectos de infraestructura llevan tanto el lenguaje nativo del país como el inglés, para que así, de obtener cobertura por parte de la prensa internacional, el mensaje sea más fácilmente transmitido al mundo anglohablante. Foto por Pianpron Deetes / International Rivers CC-BY-NC-SA 2.0 (Flickr)

La evidencia de tal éxito, señaló, se ha visto clara en relación a cierto número de proyectos, incluyendo la expansión del Canal de Panamá, la carretera BR-319, en Brasil, y la presa Bala en Bolivia.

“Los medios de comunicación con frecuencia alertan al público de que estos proyectos están sucediendo. Y más allá de eso, hacen que los científicos, economistas y activistas independientes sean escuchados”, dijo Reid.

La fuerza imparable de la infraestructura

La necesidad de una mayor conciencia del público respecto a grandes proyectos de infraestructura ambientalmente riesgosos nunca ha sido tan grande.

Más de 25 millones de kilómetros de carreteras nuevas han sido proyectadas a lo ancho y largo del planeta para el 2050, lo suficiente para darle la vuelta al mundo más de 600 veces. Nueve de diez serán construidas en países en desarrollo, y muchas en regiones con biodiversidad excepcional y ecosistemas protegidos.

Es igualmente pasmosa la proliferación de los proyectos de presas propuestos en sitios claves de biodiversidad global. Por ejemplo, los planes actuales llaman a rebalsar cinco de los seis más grandes afluentes andinos que alimentan el río Amazonas, con más de 150 proyectos hidroeléctricos nuevos anunciados para su construcción en los próximos 20 años. Al otro lado del mundo, al menos 27 represas están planeadas para el afluente principal del río Mekong.

The Belo Monte dam under construction in Pará, Brazil. Media coverage helped to make this infrastructure project one of the most controversial in the country’s history. The mega-dam was built anyway, doing significant harm to the environment and to indigenous and traditional communities in the region. Photo courtesy of International Rivers
La presa Belo Monte en construcción en Pará, Brasil. La cobertura mediática ayudó a hacer de este proyecto de infraestructura uno de los más controversiales en la historia del país. Le megapresa fue construida de todos modos, dañando significativamente el ambiente, a los indígenas y a las comunidades tradicionales de la región. Foto cortesía de International Rivers

Muchas de estas presas propuestas están siendo construidas para producir electricidad para proyectos mineros gigantescos. El hambre insaciable de los países más desarrollados por oro, escasos elementos terrestres, diamantes, zinc, acero y bronce han resultado en una carrera para minar los últimos lugares salvajes del mundo. La propuesta Arco Minero del Orinoco, en Venezuela, por ejemplo, impactaría casi 112 000 kilómetros cuadrados de territorio salvaje, gran parte del cual está constituido por selva.

Como en el pasado, esta marejada de construcción está siendo respaldada fuertemente por los gobiernos nacionales, beneficiando la industria y a los inversionistas extranjeros, frecuentemente al costo de los indígenas, las comunidades rurales y el hábitat.

A 2010 Greenpeace protest against Brazil’s Belo Monte dam. Such demonstrations are often designed to be visually dramatic, so as to attract TV cameras and gain media coverage, which helps build public awareness and opposition to ill-advised infrastructure projects. Photo by Roosewelt Pinheiro/Agência Brasil
Una protesta de Greenpeace en el 2010 contra la presa Belo Monte. Tales manifestaciones son diseñadas con frecuencia para ser impresionantes visualmente, de tal modo que atraigan las cámaras de televisión y la cobertura mediática, lo cual ayuda a construir conciencia pública y la oposición a proyectos de infraestructura mal considerados. Foto por Roosewelt Pinheiro/Agência Brasil

Pero muchos conservacionistas esperan ser capaces de mitigar el daño de los proyectos desacertados, o incluso de verlos cancelados —y los medios serán importantes para esos objetivos. De hecho, existen precedentes para tales esperanzas: históricamente la cobertura mediática ha jugado una parte clave para frenar algunos de los proyectos internacionales de megainfraestructura más ambiciosos.

A mediados de 1980, por primera vez el Banco Mundial detuvo los pagos de un préstamo debido a cuestiones ambientales y amenazas a poblaciones indígenas. El proyecto Polonoreste, de 1.5 mil millones de dólares, con inversionistas financiando una gran campaña de publicidad proautopistas para que la gente subiera a bordo del proyecto, había previsto pavimentar 1500 kilómetros de camino a través del corazón de la cuenca amazónica.

Sin embargo, con la exposición de los medios agregándole poder a las protestas y realzando los riesgos que suponía el proyecto, esa campaña se encontró frente a una barrera de intensas críticas internacionales y locales de los grupos ambientales e indígenas. En marzo de 1985 el banco suspendió la financiación.

“En la mayoría de los casos, la atención de los medios es lo que amplifica la consternación ciudadana respecto al proyecto”, le dijo Susan Park a Mongabay.

Park, profesora asociada de Relaciones Internacionales de la Universidad de Sídney, autora de un libro acerca de las interacciones del Banco Mundial con los ambientalistas, señala particularmente unos reportajes de investigación en el New York Times y en 60 Minutes que mostraban cómo el banco estaba financiando la destrucción del Amazonas. Ella destaca la mala publicidad como un factor de gran importancia en el retiro de los fondos.

El programa 60 Minutes “fue el evento determinante en los Estados Unidos. Esto condujo directamente a la creación del Departamento Ambiental en el Banco Mundial. En Europa, fueron críticos los documentales de [el contemporáneo cineasta británico] Adrian Cowell, más que la cobertura de la prensa”, dijo Philip Fearnside, profesor de investigación del Instituto Nacional de Pesquisas da Amazônia (INPA).

An aerial view of an Amazon tributary. Observers say that thanks in part to the role of the media, the World Bank suspended payments to the Polonoreste project in northern Brazil. The World Bank, however, denies that the media had any influence on its decision. Photo by Rhett A. Butler
Vista aérea del afluente amazónico. Observadores mencionan que fue en parte gracias al rol de los medios de comunicación, que el Banco Mundial suspendió los pagos al proyecto Polonoreste en el norte de Brasil. El Banco Mundial, sin embargo, niega que los medios hayan tenido alguna influencia en su decisión. Foto por Rhett A. Butler

Fearnside señaló que a pesar del freno en el préstamo, el proyecto Polonoreste continuó hasta “el final de su vida prevista”, con muchas millas de pavimento terminadas. El proyecto fue seguido después por otro, Planaflora, el cual fue diseñado para reducir algunos de los impactos socioambientales causados por la previa construcción de autopistas. El deseo del Banco Mundial de financiar Panaflora como un proyecto de reemplazo más aceptable le “debió mucho a la prensa”, por la exposición que esta hizo de los impactos negativos de Polonoreste, dijo Fearnside.

El Banco Mundial, sin embargo, cuenta una historia de otro modo. Reduce la importancia del rol de los medios en el cese de los pagos del banco al proyecto Polonoreste, y dice que son otras razones las que gobiernan las decisiones que toma respecto al financiamiento de proyectos de infraestructura en general.

“El Banco Mundial canceló proyectos cuando vimos que podrían de algún modo afectar negativamente el desarrollo de un país. Es el impacto del desarrollo y no la cobertura mediática lo que constituye nuestra preocupación general.”

Después de un proceso de revisión de cuatro años, el Banco Mundial aprobó en agosto un nuevo Marco de Referencia Ambiental y Social.

“Este marco de referencia impulsará las protecciones para el ambiente y para la gente más pobre y vulnerable; conduce el desarrollo sustentable mediante la capacitación institucional y la propiedad del país; e incrementa la eficiencia tanto para el Prestatario como para el Banco”.

El rol de los medios locales y el Internet

No son solo los medios internacionales los que juegan un papel en frenar los abusos en infraestructura ambiental. Annina Aeberli, del Bruno Manser Fund, relata cómo la indignación en las redes sociales y el reportaje en los periódicos locales combinados resultó el año pasado en el arrinconamiento del proyecto de la megapresa Baram, en el estado Sarawak, Malasia.

A stretch of the Baram River. Its shores would have been flooded if the Baram dam had been built. A wave of Internet and social media coverage critical of the Malaysian government’s development policies was amplified by more traditional newspaper media. Photo courtesy of Bruno Manser Fonds.
Un tramo del río Baram. Sus orillas se habrían inundado si la presa Baram hubiera sido construida. Un oleaje de cobertura mediática a través de Internet y las redes sociales, crítico de las políticas de desarrollo del gobierno malayo, fue amplificado por los periódicos más tradicionales. Foto cortesía de Bruno Manser Fonds [BMF].

La presa, una entre la docena de las que el gobierno estatal borneo había propuesto, se planificó construir a lo largo del río Baram —el más largo en Malasia— e iba a producir algunos 1200 megavatios de energía.

Mientras los oficiales de gobierno declaraban que el proyecto hidroeléctrico incrementaría las oportunidades de inversión en Sarawak, disminuyeron la importancia del hecho de que también desplazaría a miles de nativos Dayak y degradaría la biodiversidad a lo largo del río de 400 kilómetros.

En Malasia, donde muchos de los medios principales son controlados por el gobierno, las redes sociales en línea son con frecuencia una “herramienta muy importante” para darle voz y difusión a opiniones críticas respecto a proyectos potencialmente peligrosos, de acuerdo a Aeberli.

Heavy equipment moving offsite during a protester blockade that was demonstrating against the proposed Baram dam in Malaysia’s Sarawak state. Photo by Peter Kallang / Save Rivers
Equipo pesado desplazándose a las afueras de un bloqueo durante una protesta contra la propuesta presa Baram, en el estado Sarawak, en Malasia. Foto por Peter Kallang / Save Rivers

En el caso de la presa Baram, un oleaje de cobertura mediática a través de Internet y las redes sociales, crítico de las políticas de desarrollo del gobierno malayo, fue amplificado luego por los medios de comunicación más tradicionales. Por ejemplo, un periódico del país, el Borneo Post, el cual usualmente no es crítico al gobierno, eligió la historia. Su reportaje probablemente tuvo la mayor de las influencias respecto a la muerte del proyecto el año pasado.

“A través del Borneo Post”, una nueva audiencia que todavía no era crítica de [las] políticas y a los grandes proyectos de infraestructura del gobierno Sarawak, pudo ser alcanzada. De pronto, un mayor público escuchó declaraciones críticas por primera vez a través los medios principales”, explicó Aeberli.

Informando e influyendo

Cynthia Ong, directora ejecutiva de la ONG ambiental Forever Sabah, habló de otra “participación estratégica” con los medios que probó ser altamente efectivo en Malasia.

En 2011, en el ecológicamente rico estado de Sabah, al norte de Borneo, fueron desechados los planes para una polémica central energética alimentada de carbón; esto como resultado de la oposición de una coalición ambiental local cuyo mensaje fue amplificado a nivel local y más allá de las fronteras del país gracias al reportaje periodístico.

Una coalición de ONG, incluyendo Forever Sabah (cuyo enfoque es el desarrollo sustentable), empezó por elaborar un exitoso argumento de relaciones públicas: las organizaciones lucharon para que las autoridades desplazaran su concentración y financiación de los proyectos de combustibles fósiles a los proyectos de energías renovables, para así cubrir las necesidades eléctricas del estado al mismo tiempo que se protegía el ambiente. La coalición reunió cobertura regional, nacional e internacional para que el mensaje llegara a la sociedad.

A coal burning plant in Germany. Poorly designed coal plants often pollute local water and air while also contributing significantly to global greenhouse gas emissions. Media played an important role in defeating a proposed coal-fueled power station in the ecologically rich state of Sabah, northern Borneo in 2011. Photo by Beroesz
Una planta de combustión de carbón en Alemania. Diseñadas pobremente, las plantas de carbón con frecuencia contaminan el agua local y el aire y también contribuyen significativamente a las emisiones globales de efecto invernadero. Los medios jugaron un papel importante en la derrota de la estación energética alimentada de carbón propuesta en el 2011 dentro del ecológicamente rico estado de Sabah, al norte de Borneo. Foto por Beroesz

“Los medios de comunicación fueron fundamentales en la campaña contra la planta de carbón. Fueron el medio primario para que [nuestro] movimiento informara, educara, construyera conciencia, movilizara, politizara, construyera apoyo y eventualmente ganara la batalla”, recordó Ong.

“Las varias formas de los medios proveyeron una plataforma de múltiples capas que volvió nuestro mensaje de campaña y las historias accesibles a un rango amplio del público, al gobierno y a quienes hacen las políticas”, dijo. Los medios, en otras palabras, generaron una invaluable publicidad gratuita, reuniendo alcance local y global para una coalición sin fines de lucro que carecía de acceso a las costosas relaciones públicas empleadas por la industria y el gobierno.

En esta “campaña histórica”, el movimiento local utilizó grandes noticieros internacionales para atraer la atención de los medios regionales alineados al gobierno. En el 2010, la revista Time sacó un artículo respecto a la propuesta planta de carbón, el cual fue ampliamente rescatado por los medios de comunicación malayos.

Ong comentó a Mongabay que uno de los periódicos locales influyentes —conocido por ser estrechamente alineado al gobierno— transmitió una historia que exhibía el interés de Time en la planta de carbón, preguntando: “¿Cómo fue que una revista internacional de esa talla escuchó respecto a esta cuestión? Si obtuvo su atención, quizás deberíamos estar poniendo atención [también]”. Ong agregó que la cobertura mediática internacional también provee algo de protección a noticieros locales, los cuales de otro modo enfrentarían sanciones gubernamentales por hacer reportajes de cuestiones sensibles.

La cobertura de los medios internacionales tuvo otro impacto: una coalición de activistas con raíces locales, de súbito fue vista por el público en general como poseedora de una influencia significativa y como parte de un “poderoso movimiento ambiental”.

Brazil’s Tucuruí dam, built in the 1980s, is one of the largest in the world. More than 150 Amazon dams are in the planning stages, with serious consequences for aquatic ecosystems, forests and rainfall patterns across the region. Environmental organizations such as Greenpeace and International Rivers have geared up to fight the dams. Greenpeace Brasil has launched a major international PR effort to protect the Tapajós Basin, with the aim of attracting the media, educating the public, and creating a movement to protect rivers, rainforest, and indigenous groups. Photo courtesy of International Rivers on flickr
La Presa Tucuruí, construida en los ochentas en Brasil, es una de las más grandes del mundo. Más de 150 presas amazónicas están en etapas de planificación, trayendo serias consecuencias a los ecosistemas acuáticos, bosques y a los patrones de lluvia a lo largo de la región. Organizaciones ambientales como Greenpeace e International Rivers se han preparado para luchar contra las presas. Greenpeace Brasil ha lanzado un esfuerzo de relaciones públicas internacionales para proteger la cuenca de Tapajós con el objetivo de atraer a los medios de comunicación, educar al público y crear un movimiento para defender los ríos, selvas y grupos indígenas. Foto cortesía de International Rivers, en flickr.

Jennifer Pinkowski, periodista detrás de la historia de Time, cree que las publicaciones en medios internacionales pueden jugar un papel importante al elevar el perfil de proyectos potencialmente dañinos, como el de Sabah. “Si los medios locales tienen una voz, las grandes publicaciones internacionales tienen un megáfono”, dijo.

Sin embargo, señaló, puede ser difícil lograr que las publicaciones más grandes se interesen en dar cobertura a proyectos que suponen amenazas locales. “Ha habido muchas ocasiones en que he sabido de a historias que necesitan ser contadas, pero no pude colocarlas en los grandes medios porque existía la preocupación por parte del editor de que, francamente, nadie lo leyera o a nadie le importara. Así que puede ser una batalla desalentadora”, dijo Pinkowski.

En el caso de la planta de Sabah, señaló que fue el rol de los activistas locales lo que finalmente trajo la cancelación del proyecto. “Todo lo que hice fue alumbrar un faro sobre el trabajo hecho por activistas locales. Su trabajo canceló la planta, no el mío”.

El impulso de prohibir la planta de carbón en Sabah tuvo otro efecto en los medios locales. “De algún modo, la campaña necesitaba del despertar del periodismo de investigación [ambiental] en Sabah”, recordó Ong.

La campaña también demandaba sofisticación de los medios y sagacidad de los activistas: “Entender el paisaje de energía, los actores políticos, gubernamentales y de negocios, las dinámicas, los sistemas cerrados, las aberturas, ser capaces de posicionar las historias correctas en los momentos correctos, eso fue crítico para nuestro éxito”, dijo Ong.

An elephant crosses State Road 156 in Malaysia. A tidal wave of construction worldwide is being heavily backed by national governments, benefiting industry and international investors, often at the cost of indigenous peoples, rural communities, wildlife and habitat. Photo by Ruben Clements
Un elefante cruza la carretera estatal 156 en Malasia. Una oleada de construcción alrededor del mundo está siendo respaldada fuertemente por los gobiernos nacionales, beneficiando la industria y a los inversionistas internacionales, con frecuencia al costo de indígenas, comunidades rurales, vida silvestre y hábitat

Las trampas de los medios

Fearnside, del INPA, señaló que a pesar del rol positivo que los medios han jugado en que los desarrolladores de infraestructura tengan en cuenta sus déficits ambientales, no sucede así de forma sistemática. “Históricamente, la cobertura mediática ha sido, de hecho, crucial… [pero] debería señalarse que el interés de los medios es veleidoso y temporal”, explicó, citando el reportaje periodístico de la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro, de las Naciones Unidas de 1992 (ECO-92) como evidencia de que el interés de los medios en cuestiones ambientales es a corto plazo.

“Posterior a la cobertura masiva antes y durante el evento, el medioambiente simplemente desapareció de la cobertura mediática por mucho tiempo, tiempo que empezó inmediatamente al final del evento”, dijo Fearnside.

El líder de campaña de Global Witness, Billy Kyte, señaló que mientras que la capacidad de presentar “historias humanas” en el corazón del impedimento de proyectos de infraestructura es cuestión exclusiva de los medios de comunicación, también hay “costos reales” para los defensores del medioambiente que buscan cobertura mediática.

“Por un lado [el de los ambientalistas] la causa puede ser tomada más en serio por las autoridades, pero por el otro, pueden enfrentar una reacción del estado o de los intereses corporativos cuyo objetivo es silenciarlos”, dijo Kyte. Una y otra vez el activismo ambiental —amplificado por la cobertura de los grandes medios— ha probado ser un juego peligroso para los ciudadanos que intentan bloquear proyectos de megainfraestructura como las presas y las autopistas.

Dispararon a la casa de Máxima Chaupe, activista antiminería indígena del Perú, quien ganara el Premio Ambiental Goldman el año pasado, apenas días después de ser premiada. En Honduras, Berta Cáceres, quien fuera otra galardonada del mismo premio, activista antipresas e indígena lenca, fue asesinada a disparos en marzo después de ser colocada en una lista de golpes militares. En el 2015 Global Witness documentó 185 asesinatos de defensores ambientales a través de 16 países —la mortalidad anual más alta de esta clase en la historia.

“Los defensores [del medio ambiente] tienen que ser conscientes de los riesgos potenciales de buscar la cobertura de los medios internacionales”, enunció Kyte con franqueza.

A bulldozer at a logging site in Malaysian Borneo. Logging and major infrastructure projects often go hand-in-hand. Photo by Rhett A. Butler / Mongabay
Una excavadora en un sitio de tala en el Borneo malayo. La tala y los grandes proyectos de infraestructura comúnmente van de la mano. Foto por Rhett. A. Butler / Mongabay

Cambiando el paisaje

Mientras que los medios tradicionales han ido declinando en importancia desde hace mucho en el mundo en vías de desarrollo, la circulación de periódicos y los ingresos por publicidad continúan incrementando en él, especialmente en países con una creciente clase media y baja penetración de banda ancha.

Nuevos modelos para financiar el tipo de periodismo en el mundo en desarrollo que puede hacer que los poderosos presenten cuentas, junto al uso extendido de las redes sociales para la diseminación de la información, ha conducido a un profundo cambio en el balance del poder comunicativo entre los desarrolladores de la infraestructura, con acceso adinerado a los medios principales, y los lugareños que se ven impactados por los proyectos de infraestructura.

“En términos generales, creo que los medios se han vuelto más especializados”, dijo Laurence, de la Universidad James Cook. “Esto es muy necesario porque ya pocos periódicos y medios de comunicación tienen periodistas devotos a cuestiones ambientales. Para periodistas no especializados y muy ocupados, es un desafío pasar mucho tiempo intentando entender los detalles técnicos de las preocupaciones ambientales y todas las cuestiones que rodean megaproyectos en específico”.

Para atender este déficit, algunos grupos no gubernamentales como Greenpeace han lanzado sus propias unidades de periodismo investigativo. Pero esto puede ser problemático: con frecuencia el público ve estas publicaciones, financiadas por las ONG, como menos imparciales que aquellas producidas por los medios independientes, dijo Aeberli, [campañista] del BMF.

“Es por esto que el periodismo de investigación se necesita más que nunca. La tendencia en el periodismo, desafortunadamente, va más dirigida al contenido proveído o financiado por compañías, en lugar de al reportaje independiente”, dijo.

TIPNIS highway protesters in La Paz, Bolivia, in 2011. At the time, the TIPNIS road looked like a sure thing, having received backing from Bolivian president Evo Morales, as well as backing from Brazil’s gigantic BNDES development bank. But this 264-mile protest march attracted the cameras of the global media. “The road, my friends, will be realized!” Morales declared defiantly. But he was wrong. The highway, which would have bisected a national park and indigenous lands, was abandoned by the government and the BNDES after a fire storm of criticism from inside Bolivia and the international community — protest catalyzed by media coverage. Today’s media mix of traditional platforms (print and television) and nontraditional technological platforms (Internet news sites, Twitter, Facebook, blogs and YouTube) have intensified scrutiny of proposed infrastructure projects. Photo by Szymon Kochański Attribution-NonCommercial-NoDerivs 2.0 Generic via Wikimedia Commons
Protestantes de la autopista TIPNIS en la Paz, Bolivia, en el 2011. En aquel tiempo, la carretera parecía aegurada, habiendo recibido tanto respaldo del presidente de Bolivia, Evo Morales, como del gigantesco banco brasileño BNDES [Banco Nacional del Desarrollo Económico y Social, por sus siglas en portugués]. Pero esta marcha protestante de 425 kilómetros atrajo las cámaras de los medios globales. “¡La carretera, mis amigos, será realizada!” Declaró Morales desafiante. Pero estaba equivocado. La autopista, que hubiera seccionado en dos un parque nacional y tierras indígenas, fue abandonada por el gobierno y el BNDES después de una ardiente tormenta de criticismo proveniente del interior de Bolivia y de la comunidad internacional —protesta catalizada por la cobertura mediática. La combinación de los medios tradicionales (impresos y la televisión) y las plataformas tecnológicas no tradicionales (sitios de noticias en Internet, Twitter, Facebook, blogs y Youtube), hoy han intensificado el escrutinio de los propuestos proyectos de infraestructura. Foto por Szymon Kochański, Attribution-NonCommercial-NoDerivs 2.0 Generic, via Wikimedia Commons

El ascenso de nuevas plataformas tecnológicas para el periodismo, como Twitter, Facebook, los blogs y Youtube, sin embargo, significa que hay más maneras que nunca de que las ONG y los ambientalistas diseminen la información respecto a los fallos de los proyectos de infraestructura.

“El cambio en la forma de los medios puede tanto debilitar el reportaje en los problemas de los proyectos de infraestructura como reforzarlo”, dijo Park, de la Universidad de Sídney, citando la erosión que los medios de comunicación social tienen sobre el modelo de financiación de los medios tradicionales, y a la inversa, su poder para llevar asuntos a la atención de los periodistas.

A pesar de la rápida y en ocasiones caótica transformación tecnológica que ahora ocurre a través del paisaje mediático, los periodistas probablemente siempre jugarán un rol clave en hacer públicos los pros y los contras de los nuevos proyectos de infraestructura, así como en reportar respecto a las campañas lanzadas por los ambientalistas, las comunidades locales y los grupos indígenas determinados a resistir los peores impactos de estos proyectos.

“Los medios populares aman la controversia, y muchos de los proyectos de infraestructura son inherentemente controvertidos”, concluyó Laurance. Los campañistas ambientales “sacan ventaja de ese [interés mediático] para alumbrar una luz en lugares oscuros donde se toman decisiones pobres, a veces [revelando] una mancha clara de corrupción”.

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