Noticias ambientales

Última muerte revela la difícil situación del oso de anteojos en Colombia

  • El oso murió en Colombia durante la misma semana en que un agricultor fue condenado por un asesinato anterior.
  • Un experto estima que en Colombia hasta 10 osos mueren anualmente debido a los humanos.
  • A pesar de tener un investigador especial y ofrecer una gran recompensa por información, los principales factores de pérdida de osos persisten.

En una soñolienta tarde de domingo de marzo del 2017,  Colombia fue sacudida por imágenes gráficas de un oso andino muerto en noticias nacionales y redes sociales.

El cuerpo llevaba todas las características del único oso nativo de América del Sur: un macho que pesaba 100 kilogramos (más de 220 libras), medía 180 centímetros (casi 71 pulgadas) de cabeza a cola, de color negro con las distintivas marcas que han dado a la especie, Tremarctos ornatus, su apodo de “oso de anteojos”.

El oso murió en el Parque Natural Nacional de Chingaza, una reserva de 189 000 acres formada principalmente por bosques nubosos y treinta lagos glaciales, ubicada a tres kilómetros sobre el nivel del mar en la cordillera de los Andes, en Colombia. Según las noticias locales, solo quedan 32 osos en Chingaza y sus alrededores.

Un investigador especial fue designado por el gobierno colombiano para encontrar al culpable y han ofrecido una recompensa de $5000 por información —en un país donde el salario mínimo mensual es menos de $250.

Primer colombiano condenado por matar a un oso andino

Si los colombianos en este día sentían un sentimiento de decepción como un deja-vu, había una buena razón. En enero del 2016, un oso también fue asesinado. El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos (que desde entonces ha ganado el Premio Nobel de la Paz), apareció en la televisión y en redes sociales exhortando a las autoridades policiales y ambientales a encontrar y enjuiciar al asesino.

Apenas una semana después del último asesinato en el 2017, salió a la luz la noticia de que un agricultor de Junín, una ciudad no muy lejos del parque nacional, había sido condenado por el asesinato del 2016. Luis Miguel Gómez, campesino de 45 años de edad, se convirtió en el primer colombiano condenado específicamente por matar a un oso andino.

Tremarctos ornatus en el zoológico de Cincinnati. Foto de Greg Hume, con licencia bajo CC BY-SA 3.0.

Gómez se enfrenta a cinco años de arresto domiciliario y multas relacionadas con armas de fuego sin licencia y maltrato a animales. También tiene prohibido estar en contacto con animales durante seis meses.

La pena máxima por delitos contra la vida silvestre se estableció con la Ley colombiana 1774 del 2016: 12 a 36 meses de prisión y multas que oscilan entre 1230 y 14 760 dólares.

Osos bajo amenaza

A pesar de estas medidas aparentemente rígidas y el hecho de que Colombia ha tenido un plan de conservación para el oso andino por más de 15 años, este mamífero sigue siendo clasificado como Vulnerable en la Lista Roja de especies amenazadas de la UICN, una situación común para los grandes carnívoros en América Latina.

“La principal amenaza para el oso andino es la pérdida de hábitat debido a la expansión de la agricultura, el pastoreo, la minería, la exploración de petróleo y el desarrollo de caminos”, según la UICN. “Con la disminución y el hábitat más fragmentado los osos andinos se comen cada vez más las cosechas de los agricultores y matan el ganado, dando por resultado más matanza por represalia y caza ilegal”.

El Dr. Luis Germán Naranjo, director del programa de conservación para el WWF Colombia, desde la capital colombiana,  Bogotá, habló con Mongabay sobre la raíz del problema.

“Las recompensas para denunciar a los cazadores de osos podrían funcionar, pero no resolverían el problema inicial. El mayor desafío es que los osos que viven en áreas protegidas pueden escaparse fuera de los parques nacionales, donde pueden entrar en conflicto con los humanos”, dijo Naranjo.

Los osos suelen tener una dieta que 93-95 % herbívora: comen cactus, bulbos de orquídeas, e incluso capas suaves de corteza; sin embargo, una vez que llegan a tierras de cultivo, Naranjo dice que pueden comer maíz y matar o buscar comida en los cuerpos de las vacas.

“Cuando esto sucede, o si hay jaguares en la zona, los agricultores no ven otras opciones más que atacar a los osos”, dijo. “Es necesario trabajar con los campesinos para encontrar mejores prácticas agrícolas que reduzcan los conflictos y ayuden a proteger a la especie”.

Los esfuerzos para conservar la otra megafauna de Colombia incluyen la cría de vacas “a prueba de jaguar” y muestran que la convivencia entre los agricultores y la vida silvestre es posible.

Contar osos con pelos

Valeria Ramírez Castañeda es investigadora del Departamento de Ciencias Biológicas de la Universidad de Los Andes en Colombia. Ella ha conducido la investigación para utilizar el ADN recuperado de las heces y del pelo en el campo para identificar osos individuales dentro de otras áreas de Colombia.

Castañeda le dijo a Mongabay por correo electrónico que es difícil obtener una población exacta de osos, ya que la mayoría de los casos se centran en pequeñas áreas.

El Fondo Mundial para la Naturaleza estima que hay entre 6000 y 10 000 individuos en la región de los Andes del Norte (que excluye la mayor parte del Perú, Bolivia y el norte de Argentina). Pero, otra vez, los científicos que estudian al oso admiten que este número es nebuloso en el mejor de los casos, pues estas criaturas tímidas y elusivas se separan en docenas, si no cientos, de áreas a través de su rango geográfico.

Un hábito que ayuda a obtener muestras de pelo es la costumbre del oso macho de rascarse usando pequeños arbustos, así deja diminutos pelos adheridos a los arbustos. Los osos también construyen acogedoras hamacas para sí mismos, a más de cuatro metros (13 pies) de altura en los árboles, con ramas más pequeñas para tener un lugar de descanso seguro y pacífico entre las ramas grandes.

Los esfuerzos para contar los osos han estado en marcha en Bolivia —país donde las criaturas también están bajo amenaza y también entran en conflicto con los seres humanos. Castañeda estima que 10 osos por año son asesinados directamente por los humanos en Colombia, con números similares probablemente en el resto de su rango, el cual se extiende de Venezuela a Argentina.

Reveladora campaña en Twitter

Muchos colombianos tienen una conexión profunda y orgullosa con los osos andinos. El 21 de febrero del 2016, en homenaje al Día Internacional para la Protección de los Osos, los colombianos colocaron en Twitter fotos con las manos frente a sus caras como los “anteojos” de los osos. “Suficientes personas de todo el mundo participaron en esto para poder producir esta imagen llamativa”:

Al final, el oso muerto en el ataque de marzo del 2017 ha sido preservado en formaldehído, en un esfuerzo, según el gobierno, por aumentar la conciencia. En última instancia, la pregunta sigue siendo: ¿estos esfuerzos de sensibilización desencadenarán un cambio real o será más probable que se trate de una acción rápida y de sensibilización que no detendrá realmente el deterioro lento, sin ser observado por el mundo?

Andrew J. Wight es un periodista freelance australiano ahora en Medellín, Colombia. Ha cubierto todo, desde la genética y el espacio hasta el deporte en los Juegos Olímpicos de Beijing y la física en el Large Hadron Collider del CERN. Ha aparecido en la revista COSMOS, Colombia Reports y en televisión para la Australian Broadcasting Corporation.

 

Esta historia fue publicada por primera vez en la web en inglés el 07 de abril de 2017.

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