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Peces ballesta: una pieza clave en la cadena alimenticia de la Reserva Marina de Galápagos

El pez ballesta (de arriba) es acompañado al momento de comer erizos por el pez perro (abajo). Foto: Jon D. Witman.

  • ¿Cómo ayudará este hallazgo en la conservación del ecosistema submarino rocoso en la Reserva Marina de Galápagos?
  • ¿Qué descubrimiento se hizo con relación a los peces perro?

Un nuevo estudio  ha descubierto un agente clave en la cadena alimenticia del ecosistema submarino rocoso en la Reserva Marina de Galápagos (RMG). Se trata de los peces ballesta (Balistidae), triggerfish en inglés, según la investigación “Demostración experimental de una cascada trófica en el submarino rocoso de las Islas Galápagos: Efectos de la identidad del consumidor y su comportamiento”.

El estudio ha comprobado que los peces ballesta son pieza clave en la cadena alimenticia en la reserva de unos 133 000 km2 de extensión al ser los principales depredadores de los erizos lápiz (Eucidaris), que a su vez son grandes consumidores de algas marinas. “Con este descubrimiento podemos deducir que los peces ballesta garantizan la protección especial del ecosistema en Galápagos con sus efectos sobre la producción de algas de manera indirecta. El experimento consistió en colocar erizos  lápiz en jaulas especiales en frente de los peces ballesta y ellos los devoraron”, dice a Mongabay Latam el ecólogo evolucionista Jon D. Witman, especialista del Departamento de Ecología y Biología Evolucionista de la Universidad de Brown (EE.UU.), quien encabezó la investigación.

Witman afirma que con este descubrimiento se puede conservar al ecosistema submarino en Galápagos cuando haya poca presencia de algas debido a su gran consumo por los erizos  lápiz. “Es simple. Como los peces ballesta se alimentan de los erizos, y estos comen las algas, cuando haya baja presencia de estas últimas por su alto consumo por los erizos, podemos colocar peces ballesta para regular la población. Para eso debemos conservar mejor a esta especie de peces”, sostiene el científico.

Jaulas para erizos. Foto: Jon D. Witman.

El biólogo marino de la Universidad Cayetano Heredia, Yuri Hoooker explica a Mongabay Latam la importancia de la presencia de las algas en el ecosistema marino y su relación con los erizos de mar en general. “Los erizos de mar son aquellos invertebrados marinos que comen algas y variedad de pequeños invertebrados que crecen sobre las rocas. En caso haya mucha presencia de erizos estos consumen todo y dejan el sustrato pelado. Por eso es fundamental la presencia de sus depredadores naturales para controlar las poblaciones”, dice Hooker.

Sin las algas, agrega Hooker, no hay suficiente producción de oxígeno, además que son fuente de alimento de otras especies marinas. Ahí reside su importancia.

Algunas de las principales amenazas al ecosistema submarino en la Reserva Marina de Galápagos son el cambio climático, además de fenómenos climáticos que cada vez son más intensos. Ambos afectan a todo el ecosistema. Sin embargo, es la sobrepesca la que afecta en gran medida a los peces ballesta con el fin principal de consumo humano.

Además de Witman, en la investigación participaron los científicos Franz Smith, del Departamento de Ecología y Biología Evolucionista de de la Universidad de Brown; y Mark Novak, del Departamento de Biología Integrativa de la Universidad Estatal de Oregón.

La investigación se desarrolló en  la isla Baltra.

Reserva Marina Galápagos. Foto: Sistema Nacional de Áreas Protegidas del Ecuador.

Más descubrimientos

Otro hallazgo que se señala en el estudio es que los erizos de mar verdes (Lytechinus), también presentes en la Reserva Marina de Galápagos, no son devorados por los peces ballesta. Esta especie de erizo es la que  más algas devora. “Sorprendentemente los erizos de mar verdes no fueron consumidos por los peces ballesta, incluso fueron evitados. Esto es importante porque esta especie de erizo es aún más voraz que los erizos  lápiz. Ahora sabemos que la sobrepoblación del erizo de mar verde no se debe a la sobrepesca de los peces ballesta, porque no son su alimento”, señala Witman.

En el estudio de la Universidad de Brown se identificó también que el pez perro (Bodianus) no es un gran consumidor del erizo de mar en general, solo de los restos que dejan los peces ballesta. “Esto es importante porque ensayos científicos anteriores de la zona afirman que el pez perro es un depredador mayor, cuando no es así. Con este descubrimiento hemos desmentido ello. Lo hemos logrado porque nosotros hemos realizado experimentos en la zona. Los estudios anteriores se basaban solo en revisiones”, dice Witman.

El papel principal de los peces perro en la Reserva Marina de Galápagos es el de molestar a los peces ballesta cuando consumen los erizos  lápiz. “Los peces perro estorban a los peces ballesta y logran que estos no devoren tan rápido a la población de erizos lápiz. Así no acaban a la población de esta especie de erizo por completo. Es impresionante”, se señala en el estudio.

Los leones marinos y los tiburones, advierte el estudio, están devorando cada vez más a los peces ballesta, desequilibrando así la cadena alimenticia. Sin embargo, son necesarios más estudios que ahonden en el papel de los depredadores superiores para conservar el hábitat natural. “Aún no se han hecho estudios del papel en la cadena alimenticia de los devoradores superiores”, advierte Witman.

La importancia del estudio experimental en el ecosistema de Galápagos reside en que no se restringe a mostrar cifras de población de especies en el lugar. “No es calcular la abundancia. Con este estudio abrimos un campo en donde ahondamos en el papel de cada una de las especies en el ecosistema”, resalta Witman.

Momento preciso en que un pez ballesta come un erizo lápiz. Foto: Jon D. Witman.

Científicos bajo el mar

El trabajo previo no fue fácil. El equipo de investigadores tuvo que estar en las profundidades del agua durante cuatro horas aproximadamente durante dos semanas (una para analizar la población de erizos de lápiz y la otra para los erizos de mar verdes). Todo ello sin llamar la atención de las especies, sobre todo de los grandes depredadores como los leones marinos o los tiburones, para poder estudiar su comportamiento natural.

Finalmente, luego de la labor en campo se pasó a analizar más de medio millón de imágenes submarinas. “Esperemos que luego de este experimento muchos más colegas se unan a hacer nuevas investigaciones para conservar este gran ecosistema”, dice Witman de la Universidad de Brown.

 

Foto de portada: Jon D. Witman.

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