- A nivel mundial, Brasil es el mayor productor de celulosa derivada de eucalipto y el estado de Espírito Santo es uno de sus mayores centros de producción.
- Más de un tercio del estado, que alguna vez fue rico en bosque atlántico, corre el riesgo de convertirse en desierto.
- La región enfrenta una de las peores sequías de su historia y que ha causado miles de millones de pérdidas.
RESERVA BIOLÓGICA DE CÓRREGO GRANDE, Brasil – El estado costero de Espírito Santo, en el sudeste de Brasil, se dirige rápidamente hacia la desertificación. En apenas unas pocas décadas, la región pasó de ser uno de los últimos refugios para el amenazado bosque atlántico, al tener el 36 % de su territorio oficialmente considerado susceptible a la desertificación, según el Ministerio del Medio Ambiente de Brasil.
El gobierno ha estado al tanto del problema; sin embargo, las posibles soluciones son complejas. Un informe del 2004 del Ministerio del Medio Ambiente de Brasil resaltó el proceso de desertificación en el norte de Espírito Santo. El informe señaló que la industria de la pulpa es el principal motor para la conversión de bosques nativos en plantaciones de eucaliptos. Poco se ha hecho desde entonces.
“[La desertificación] es un problema creciente”, dijo Geraldo Fereguetti, presidente de la Sociedad de Ingenieros Agrónomos de Espírito Santo, vía correo electrónico. “Pero a excepción de las acciones aisladas de algunos productores y asociaciones, no se está haciendo nada para abordarla”.
De los 11 estados brasileños afectados por la desertificación mencionados en el informe, Espírito Santo es el único que aún no ha elaborado un Plan de Acción Estatal para Combatir la Desertificación. El objetivo de estos planes es identificar los problemas específicos de cada región y articular respuestas apropiadas para abordarlos.
“El norte de Espírito Santo era una tierra de abundancia, rica en bosque atlántico, llena de árboles y poderosos ríos”, dijo Daniela Meirelles, portavoz de FASE, una ONG brasileña. Su organización trabaja con las comunidades locales para abordar los problemas que implican la explotación y el uso de los recursos naturales.
Meirelles cree que gran parte del problema proviene del crecimiento de las plantaciones de monocultivos.
“Desde que llegaron los monocultivos de eucaliptos los ríos se han secado y la región se ha convertido en semiárida”, dijo Meirelles. Las plantas fueron introducidas en la región hace más de cincuenta años.
Hoy, a nivel mundial, Brasil es el principal productor de pulpa de celulosa derivada de eucalipto, según un informe de enero del 2017 del Departamento de Investigaciones y Estudios Económicos del Banco Bradesco de Brasil. El clima y las condiciones del suelo de la región, junto con el uso de clones seleccionados de eucalipto, hacen que la producción brasileña de celulosa sea una de las más competitivas y eficientes del mundo.
Según el informe, la producción de 1.5 millones de toneladas de celulosa requiere 720 000 hectáreas en Escandinavia y 300 000 hectáreas en China, pero solo 140 000 hectáreas en Brasil. Además, los árboles son aptos para la cosecha después de solo siete años, aproximadamente la mitad del tiempo que en Europa.
Debido a estas condiciones hay una gran cantidad de operaciones de pulpa en la región. Según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), hoy en día hay más de 280 000 hectáreas de plantaciones de eucalipto en Espírito Santo —alrededor del 6 % del área total del estado. La proporción es generalmente mucho más alta en el norte del estado, donde la mayoría de las plantaciones se localizan. El municipio del estado de Conceição da Barra, por ejemplo, tenía 38 037 hectáreas de plantaciones de eucalipto en el 2010, casi el 32 % de su territorio.
Crisis de agua
Debido al avance de la desertificación, Espírito Santo enfrenta circunstancias extremas con respecto al agua. CESAN, la empresa que suministra agua a la mayoría de las ciudades del estado, describió la situación en el 2015 como “la peor crisis de agua en la historia de Espírito Santo”.
Solo un puñado de ciudades han experimentado recientemente un “estado de emergencia” debido a la falta de agua de acuerdo con reportes de medios locales, la mayoría de ellos en la región norte. La lluvia ha sido escasa y los ríos están secos, pero la actual temporada de lluvias ha ayudado a aliviar la presión. Los locales dijeron en entrevistas recientes que en algunos lugares el agua de sus grifos se ha vuelto salada, posiblemente debido al agua de mar que fluye río arriba a causa de los bajos niveles de agua.
El experto regional Fereguetti dice que hay una diferencia entre la falta de lluvia y la crisis del agua, a pesar de que la primera podría agravar la segunda.
“La falta de lluvia es un fenómeno cíclico que se ha observado desde la década de 1930, cuando se realizaron las primeras mediciones”, dijo Fereguetti. “Por otro lado, la crisis del agua es una consecuencia de una gestión deficiente, tanto por parte de las autoridades públicas como de los usuarios”.
La desertificación ha afectado en gran medida a la agricultura regional. El Departamento de Agricultura de Espírito Santo estimó en septiembre del 2016 que las pérdidas económicas acumuladas en la agricultura durante los últimos dos años alcanzaron más de mil millones de dólares. El café, las frutas y las verduras fueron los cultivos más afectados.
Los críticos sostienen que la industria de la pulpa es parcialmente responsable de la falta de agua que alimenta la crisis de la desertificación de la región.
La empresa de pulpa de celulosa más grande de Brasil es la fábrica Fibria de Espírito Santo, la cual utiliza 56 millones de galones de agua al día, según el informe de sostenibilidad del 2015 de la empresa. La cantidad de consumo ha sido descrita por algunos medios de comunicación locales como comparable a la de toda la región metropolitana de Vitória, la capital y la ciudad más grande del estado. La compañía también ha dicho públicamente que están preocupados por que la escasez de agua comprometa su viabilidad a largo plazo.
“Este modelo de desarrollo, con monocultivos, agronegocios y extracción de petróleo y gas, es el que produce los cambios climáticos que a su vez provocan la crisis del agua”, dijo Meirelles.
De la deforestación a la desertificación
La región norte de Espírito Santo ha sido fuertemente afectada por la desertificación. El paisaje se compone únicamente de grandes campos de monocultivos de eucalipto, divididos en pastos abandonados con suelo degradado. Muchos lagos se han convertido en huecos secos ahora con maleza y plantas. Los agricultores se quejan de las malas cosechas. Las escuelas a menudo cierran debido a la falta de agua.
El problema se remonta a finales de los años sesenta, cuando el gobierno brasileño puso en marcha un programa para estimular la producción de la pulpa de celulosa. El programa incluyó incentivos fiscales para reforestar tierras con eucaliptos, así como préstamos baratos a las compañías de pulpa de celulosa a través del Banco Nacional de Desarrollo del gobierno.
Hoy en día, las plantaciones de eucaliptos son omnipresentes en la región. En muchos lugares, los monocultivos comienzan a pocos metros de las casas.
Sin embargo, hace menos de un siglo, fue el hogar de una gran extensión de bosque atlántico. Según Warren Dean, autor de un libro clásico sobre el bosque atlántico, la tala y la expansión de la industria cafetera fueron los principales impulsores históricos de la deforestación en la zona en las décadas de 1940 y 1950. Más tarde, después de que el suministro de madera se agotara y los precios del café se desplomaran, la región sufrió un estancamiento económico.
Para Fereguetti, la deforestación del bosque atlántico juega un papel importante en la situación actual.
“La remoción de la vegetación natural expuso el suelo y perjudicó la capacidad para infiltrar agua de lluvia”, dijo Fereguetti. La infiltración del suelo facilita la acumulación de agua de lluvia en la capa freática y los acuíferos subterráneos, lo que lo hace disponible durante las estaciones secas. “Hoy, sin infiltración, el agua fluye directamente en los ríos y arroyos, y eso causa inundaciones masivas seguidas de periodos en los que los ríos están completamente secos”.
Para Fereguetti, esta baja disponibilidad de agua de los ríos es “ciertamente una de las causas de la actual sequía”, y añade que las políticas gubernamentales la han impulsado.
“Los anteriores códigos forestales ignoraron completamente el tema [de la desertificación], el cual fue reforzado por las políticas gubernamentales que lo consideraban un medio para impulsar el desarrollo”, continuó Fereguetti. “No previeron las consecuencias ambientales que hoy asustan a los ambientalistas, productores y autoridades gubernamentales”.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, cuando el eucalipto se planta en tierras degradadas, la presencia de árboles puede ayudar a retener el agua y proteger el suelo. Sin embargo, su capacidad para hacer frente a la desertificación es bastante limitada en comparación con la de un bosque nativo.
La motivación detrás de las plantaciones industriales, en especial de monocultivos, es económica. En consecuencia, las cepas de eucalipto utilizadas han sido seleccionadas por su rápido crecimiento, no por su capacidad para restaurar la tierra. Así, al igual que otras especies de rápido crecimiento, el eucalipto requiere de grandes cantidades de agua. Después de convertirlo a biomasa, los árboles se cosechan al cabo de solo siete años.
Los monocultivos también pueden tener un impacto social.
En el norte de Espírito Santo, la expansión de la industria de la pulpa ha creado complicaciones imprevistas. A medida que las empresas adquirieron tierra para sus monocultivos, miles de personas fueron desplazadas, incluyendo muchas comunidades tradicionales. Las tribus indígenas guaraníes y tupiniquimes lucharon en una batalla legal de 30 años para recuperar casi 20 000 hectáreas de su tierra de Fibria. La expansión también afectó a muchos quilombos (comunidades del interior de los antiguos esclavos). Algunos de ellos están literalmente rodeados de eucaliptos, y los expertos dicen que se quedan sin casi ninguna tierra para plantar sus cultivos.
“La mayoría de los quilombos no tenían los títulos de sus tierras porque hasta hace poco no tenían reconocimiento legal”, dijo Meirelles de FASE, y explica que los territorios pertenecían oficialmente al gobierno. “Esto facilitó que las compañías les quitaran sus tierras”.
Muchos simplemente se fueron. La Comisión Quilombola de Sapê do Norte estima que el 90 % de las personas que vivían allí emigraron a las afueras de las ciudades, según medios locales.
Muchos de los que se quedaron aún luchan por la tierra que creen que es legítimamente de ellos. Tuvieron una pequeña victoria en el 2013 cuando el Ministerio Federal en São Mateus presentó una demanda civil contra Fibria, y acusó a la compañía de comprar ilegalmente terrenos a través de trabajadores que posteriormente los trasladaron a la empresa. La fiscalía ahora exige que la tierra sea revertida a propiedad pública, y más tarde titulada a los quilombos una vez confirmada su ocupación tradicional. El caso aún no ha sido resuelto.
Fibria no respondió a numerosas solicitudes de comentarios.
A pesar del papel de los monocultivos, Fereguetti no cree que las plantaciones de eucaliptos sean los únicos culpables. Él argumenta que las aproximadamente 300 000 hectáreas de pastos degradados en el estado deberían ser el objetivo principal de “cualquier programa que tenga como objetivo reducir los efectos del proceso de desertificación”.
Un informe del 2012 sobre suelos degradados realizado por una organización local de agronegocios CEDAGRO afirma que hay cerca de 400 000 hectáreas de suelo degradado en el estado, de las cuales 238 943 hectáreas están ubicadas en pastizales degradados.
Casi cinco años después, a pesar de los problemas, los expertos están optimistas de que lo peor de la sequía ha pasado. Según algunas predicciones, la actual temporada de lluvias puede proporcionar suficiente lluvia para aliviar la situación. Sin embargo, el potencial para la desertificación y las crisis similares de agua seguirán siendo una preocupación para los próximos años.
Imagen de la bandera: Eucalipto. Foto de Bidgee / Wikimedia Commons
Ignacio Amigo es un periodista freelance con sede en São Paulo, Brasil. Puedes encontrarlo en Twitter en @Sr_Tresillo.
Referencias:
[1] “With Broadax and Firebrand”, por Warren Dean (https://www.amazon.com/Broadax-Firebrand-Destruction-Brazilian-Centennial/dp/0520208862)
Transparent World. “Tree Plantations.” 2015. Accessed through Global Forest Watch on February 25, 2017. www.globalforestwatch.org
Esta historia fue publicada por primera vez en la web en inglés el 02 de marzo de 2017.
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