- La caza accidental de animales marinos por parte de la industria pesquera es un problema ambiental grave en todo el mundo, el 40 por ciento del total de la pesca global se descarta como captura incidental cada año.
- Unos 28,5 mil millones de kilos de especies no deseadas, como aves, mamíferos marinos y tortugas, especies de peces, rayas y cefalópodos, mueren incidentalmente al tragarse anzuelos con cebo o quedar atrapados en las redes.
- Namibia, conocida una vez como la “peor industria pesquera del mundo” en cuanto a captura incidental de aves, está abordando el problema
- Ha instalado líneas “espantapájaros” en los 70 arrastreros del país y en sus 12 palangreros, y también ha adoptado otros métodos de bajo coste para minimizar la captura incidental de aves, que llegó a acabar hasta con 30 000 aves al año.
Hace muchos años me uní a mi primo, oficial en una embarcación deportiva, en un viaje de pesca cerca de la costa de Carolina del Norte. Pescábamos con curricanes con la esperanza de capturar lubinas rayadas.
Estaba en la cámara del timonel cuando una palabrota a viva voz salió de la boca de uno de los tres pescadores que habían pagado para ir. Miré hacia popa y vi un gran pájaro blanco tambaleándose en el mar; se había zambullido para comerse uno de los cebos que arrastrábamos y se había quedado atrapado con el anzuelo.
El cliente, enfadado, sacudió la caña, y tiró del animal en apuros, un alcatraz común. Una vez el pájaro estuvo en cubierta, nos pareció que se había tragado el anzuelo. El capitán fue rápidamente para cortar el sedal y lanzar al desafortunado animal por la borda, pero antes de que pudiera hacerlo, le pedí que me dejara examinarlo.
Me lo pasó, con sus más de tres kilos forcejeando, pataleando y aleteando. La cara del pájaro tan cerca de la mía era impresionante: el pico con forma de cincel abriéndose desesperadamente, un ligero tono marrón en la cabeza y una mirada blanca con las pupilas de un turquesa asombroso.
Con la ayuda del capitán, le abrí el pico y descubrí que no se había tragado el anzuelo sino que solo lo tenía atascado en la garganta. Metí unas tenazas en esa boca gritona, atrapé el anzuelo y con un movimiento rápido hacia abajo lo saqué.
El capitán inmediatamente, y con una alegría inesperada, lanzó el pájaro al aire y todos lo observamos en silencio mientras se alejaba de nosotros a toda velocidad. El cliente que se había enfadado tanto por la interrupción del ave exclamó tranquilamente: “Vaya, eso… no se ve todos los días”.
Por desgracia, ese alcatraz fue una de las pocas víctimas con suerte de la captura incidental. La mayoría de los miles de millones de animales que los pescadores comerciales y deportivos capturan mueren cada año. Sin embargo, en la lejana Namibia, han descubierto una solución simple al problema que el resto del mundo podría utilizar como inspiración y ejemplo.
El desperdicio de la captura incidental
La captura accidental de animales marinos por parte de la industria de la pesca comercial es un problema grave pero ignorado. Un sobrecogedor 40 por ciento de la captura mundial se descarta como basura cada año, eso son aproximadamente 28,5 mil millones de kilos de animales no deseados —aves marinas, mamíferos marinos y tortugas, incontables especies de peces, rayas y cefalópodos— que mueren involuntariamente al tragarse anzuelos o quedarse atrapados en las redes.
Esta captura incidental, como se la llama, sufre el destino que casi vivió nuestro alcatraz. Los 28,5 mil millones, a menudo muertos o muriéndose, se tiran por la borda, un tremendo desperdicio de vida silvestre que hasta hace poco se daba por hecho con toda normalidad.
Hoy en día, algunos gobiernos —que entienden cada vez más la devastación que han causado los métodos de pesca tradicionales— empiezan a exigir que los pescadores comerciales, y a veces los deportivos, añadan a su equipo dispositivos diseñados especialmente para minimizar esta pérdida de vida sin sentido.
Los Dispositivos Excluidores de Tortugas (DET), por ejemplo, son requeridos en Estados Unidos desde 1987, y se obliga a las embarcaciones de pesca de camarones a que sus redes incluyan una rejilla metálica que permite que los camarones la atraviesen pero bloquea a las tortugas, tiburones y otros animales grandes que, de no ser por eso, se verían arrastrados como captura incidental. Esto permite que los animales no deseados escapen a salvo por una abertura en la parte de arriba o de abajo de la red.
Este es un logro tecnológico prometedor para un país rico que durante mucho tiempo ignoró su problema de captura incidental. Sin embargo, los países en desarrollo con problemas económicos han tardado en adaptar equipos de prevención de captura incidental o los programas del gobierno que se necesitan para instalarlos y que sean aceptados por los pescadores tradicionales, que suelen ser muy conservadores.
Namibia lidera la batalla contra la captura accidental de aves
Namibia, un país poco conocido situado en suroeste de África, podría perfectamente ser la nación guía en la protección de aves marinas en estos momentos, un acontecimiento particularmente interesante si se tiene en cuenta que el país solía conocerse como “la peor industria pesquera del mundo” en cuestión de captura accidental de aves.
Los pescadores de Namibia suelen salir en busca de merluza, un pescado parecido al bacalao que constituye cerca del 50 por ciento de la industria pesquera de Namibia, de 11 mil millones de dólares (845 millones de dólares estadounidenses). Sin embargo, en el proceso, los pescadores comerciales han estado matando más de 30 000 aves marinas como captura incidental cada año, entre ellas albatros de Tristán (catalogados como En Peligro Crítico enLista Roja de la UICN), albatros de pico fino (En Peligro), albatros de ceja negra y albatros de corona blanca (ambos en estado de Casi Amenazado), y petreles de barba blanca y alcatraces de El Cabo (ambos Vulnerables).
Los albatros son el grupo de aves más amenazado del mundo, y con el nivel de captura accidental de Namibia, la industria pesquera del país iba camino de tener un papel activo en la espiral de extinción a la que se encabezaban estas aves.
Samantha Matjila trabaja en la Namibia Nature Foundation, que representa a su país en la Albatross Task Force (ATF) compuesta por Argentina, Brasil, Chile, Ecuador, Uruguay, Sudáfrica y Namibia. La primavera pasada, se unió a un programa que la ATF, a cargo de BirdLife International, había llevado a cabo en Namibia desde 2008, pero que ha escalado desde que el gobierno de Namibia introdujo nuevas regulaciones más estrictas en 2014 para que el uso de equipo de reducción de captura incidental fuera obligatorio en todas las embarcaciones de pesca comercial, con multas de 500 000 dólares de Namibia (38 400 dólares estadounidenses) y hasta diez años de prisión para los infractores.
El trabajo de Matjila es mostrar a los pescadores cómo adaptar los diferentes dispositivos que se utilizan para evitar la captura incidental a los aparejos de pesca de una embarcación. Luego, acompaña a los pescadores al mar para enseñarles cómo funcionan en la práctica.
Las herramientas anticaptura son bastante simples de utilizar. Entre ellas se incluyen líneas “espantapájaros” (también conocidas como líneas tori o gallardetes) que se utilizan en las 70 embarcaciones de pesca de arrastre del país. Las líneas espantapájaros, junto con las técnicas de colocar pesos en las líneas y los cebos nocturnos, se utilizan en los 12 barcos de pesca de palangre de Namibia.
Los albatros, algunos de los cuales viven hasta 60 años, se quedan atrapados y se ahogan cuando atacan un anzuelo con cebo antes de que se hunda más allá de su límite de zambullida. Las líneas espantapájaros consisten en cuerdas de 150 metros con gallardetes de colores cada dos o tres metros. Las líneas con pesos cuentan con pesos adicionales para hundir cada línea de forma que el cebo se sumerge más rápido y sitúa un palangre, una línea principal muy larga con hasta 2500 anzuelos que cuelgan de líneas más cortas. Esas líneas se fijan por la noche para evitar la captura accidental de los diurnos albatros.
Al otro lado de la frontera en Sudáfrica, donde la ATF ha trabajado con los pescadores desde 2006 utilizando las mismas técnicas simples, los éxitos han sido arrolladores, con un descenso de más del 90 por ciento en la captura incidental de aves. En Namibia se está viendo un éxito parecido y la ATF espera alcanzar un 85-90 por ciento en la reducción de captura accidental en un futuro próximo.
La ATF trabajó primero con pescadores voluntarios de Namibia en 2008, dice Matjila. “No sabíamos cuál sería el impacto de la pesca de Namibia por aquel entonces, pero sabíamos que los puntos en los que volaban los albatros y en los que las embarcaciones dejaban sus anzuelos coincidían. También sabíamos que existían medidas simples y prácticas que podían reducir las muertes de aves marinas”.
¿Pero qué pasa con las reacciones hostiles a las nuevas regulaciones (algo que se vio en Estados Unidos cuando se introdujeron los DET)? “Al trabajar con los pescadores y compartir debates con ellos sobre la ley de captura incidental, se puede decir, sí, que son muy receptivos, ya que se dan cuenta de los beneficios de las medidas de mitigación que se les han mostrado”, dice Matjila.
Después de ser certificados por la ATF, los pescadores comerciales de Namibia son supervisados en sus embarcaciones por agentes del Organismo de Observadores de Pesca Nacional. Oliver Yates, coordinador global de la Albatross Task Force de BirdLife International, dice que hoy en día “cerca del 100 por cien de las embarcaciones llevan observadores. Es una cobertura particularmente buena y hace que Namibia sea el ejemplo perfecto de cómo esto podría/debería funcionar de forma efectiva” en todo el mundo.
Salvar aves con una economía sostenible
No solo las aves marinas se benefician del programa de Namibia. Según Matjila, “las empresas pesqueras compran las líneas espantapájaros producidas por una organización local llamada Meme Itumbapo Women’s Group. Meme Itumbapo es un consorcio de cinco mujeres entre 33 y 47 años que generan pequeños ingresos con la venta de joyas tradicionales. Estas mujeres también manufacturan y suministran las líneas espantapájaros para la pesca con arrastreros y palangreros desde su sede Bird’s Paradise (el paraíso de las aves) en Walvis Bay, una ciudad costera.
“Las mujeres reciben financiación de una autoridad portuaria independiente de Namibia, Namport, y trabajamos para hacer de esto una operación sostenible que asegure la oferta de líneas espantapájaros económicas para la industria pesquera”.
Estas mujeres trabajadoras y versátiles pasaron con facilidad de confeccionar bonitos collares hechos con conchas marinas a proveer el diez por ciento (por ahora) del equipo que necesita la flota pesquera de Namibia para salvar a las aves marinas; un ejemplo de conservación sostenible y económica, además de igualdad de género”.
La ATF promete ahora que “sus líneas artesanales, de calidad, locales y económicas saldrán de cada vez más embarcaciones pesqueras de Namibia en los próximos dos años”.
Clemens Naomab fue uno de los primeros capacitadores de la lucha contra la captura incidental de Namibia. Explica cómo se ganó la confianza de los pescadores, que suelen ser estrechos de miras e independientes: “A los namibios les gusta ver el fútbol europeo, en especial la Premier League inglesa”, explica. “La mayoría de nuestras relaciones se desarrollan intercambiando historias sobre fútbol. Cuando tienes una buena relación con los pescadores es fácil comunicarte con ellos”.
Con el lenguaje universal del deporte, Naomab rompió las barreras y se ganó un lugar entre los pescadores, que absorbieron rápidamente sus útiles lecciones instructivas y dominaron las habilidades necesarias para salvar a las aves marinas. “La mayoría de los pescadores adoptan las medidas rápidamente una vez les explicas los procesos y qué se les pide”, dice.
Naomab añade: “Siempre me ha gustado la naturaleza y todo lo que forma parte de ella”, que es por lo que aceptó el trabajo en la ATF, algo que había lamentado inicialmente cuando se dio cuenta de que se mareaba con facilidad en los barcos.
Ahora se ríe de esos primeros días de miseria en el mar y dice que “mis primeros viajes fueron duros porque me mareaba mucho. Al principio no sabía mucho sobre aves marinas, de hecho nunca pensé que fuera a tener algo que ver con las aves marinas. A medida que pasaba el tiempo empecé a darme cuenta de lo bonitas y majestuosas que son estas aves y al final todas esas noches sin dormir en las embarcaciones de pesca habían valido la pena”.
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